Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia?
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Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia?

Alicia Peredo Merlo

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Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia?

Alicia Peredo Merlo

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Este libro surge de varias investigaciones anteriores en las que he podido comprobar los problemas que enfrentan los estudiantes para realizar tareas relacionadas con la lectura. Al realizar historias escolares con estudiantes de bachillerato y con adultos económicamente activos, me pude percatar de las deficiencias de la enseñanza en diferentes niveles escolares y la falta de formación de los profesores, quienes reconocen el déficit lector pero no saben cómo resolverlo.

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Información

CAPÍTULO 1

El papel de la lectura en la construcción de un objeto de estudio

El objetivo central de este estudio es iluminar los grandes problemas que enfrentan los estudiantes de posgrado con relación a la lectura académica, concretamente para iniciarse en la investigación educativa. En este capítulo analizo algunas manifestaciones del problema y concluyo mostrando la estrategia metodológica a partir de la cual obtuve los datos empíricos del estudio.
Es evidente que un estudiante de posgrado, sobre todo en el área de ciencias sociales, pero no sólo en ésta, basará su aprendizaje, desempeño y productividad académica en habilidades de lectura y escritura. La organización de los cursos se sostiene fundamentalmente en una serie de lecturas propuestas por el profesor, pero expuestas, analizadas y discutidas por el grupo de estudiantes. Esto significa que el alumno está capacitado para leer más allá de la literalidad del texto, para analizar y conectar ideas abstractas, identificar escuelas de pensamiento, ubicar autores y dialogar con todo este entramado teórico, y a partir de ahí generar ideas propias. Algo que demanda no sólo una importante complejidad cognitiva sino un entrenamiento previo con el que suponemos deberían llegar los posgraduantes. El profesor se sumaría a la discusión grupal y acaso daría más información o sugerencias de nuevas lecturas con la intención de abonar a la profundidad en el análisis del tema. Lo que se pone en duda es si efectivamente el alumno está habilitado para esta técnica en un aula de posgrado, y si el profesor, efectivamente, se da cuenta de las dificultades de algunos alumnos para comprender el texto y qué puede hacer para estimular el análisis crítico de los autores.
La historia escolar de los estudiantes mexicanos4 ha dado evidencia de un déficit lector importante en el que hay ausencias de entrenamiento escolar, por ejemplo: no se ha enseñado en los años escolares de la educación básica y media superior a comparar autores, a inferir argumentos implícitos, a localizar información anidada y mucho menos a tomar posición crítica fundamentada ante posiciones o argumentos opuestos. Tampoco se han desarrollado habilidades de síntesis que permitan al estudiante una mayor posibilidad analítica. En consecuencia, poseen herramientas muy deficientes para investigar sobre el tema de interés, interpretar información, discriminar y pensar de forma independiente.
No sólo esto distingue a los estudiantes mexicanos, hay una forma tradicional de enseñanza que por décadas ha privilegiado el enciclopedismo y basa la educación en lecturas superficiales y homogeneizantes; parecería que el lector debe entender siempre lo mismo que el resto de los compañeros de clase y, desde luego, lo que regula y evalúa el profesor. En el caso de la lectura para producir un texto se transita entre el lector pasivo y el lector-autor, pasaje que cuesta un esfuerzo cognitivo de alta complejidad.
Una tarea indispensable para un estudiante de doctorado es la elaboración de una tesis original, que desde luego demanda muchas habilidades investigativas, pero una fundamental y quizá de las primeras es la construcción de un objeto de estudio. ¿Cómo enfrentan los primeros acercamientos al objeto de estudio que será su tesis y qué papel tiene el desempeño lector? ¿Qué estrategias de lectura utilizan los estudiantes y qué concordancia hay entre éstas y las demandas de los profesores?
Es de suponerse que el egresado de un doctorado en ciencias sociales se dedicará a la vida académica, pero aunque esto no fuera así, durante el proceso de formación estará inmerso dentro de lo que Carlino5 llama la alfabetización académica. Ésta se refiere a los modos particulares de leer y escribir que posee cada disciplina y a la que se enfrentan los estudiantes universitarios. Cada perfil profesional posee no sólo una base de conceptos técnicos propios, sino también estructuras lingüísticas típicas, sólo que algunas disciplinas son más regulares que otras. Por ejemplo, las ciencias experimentales tienen estructuras más uniformes en la exposición de artículos científicos que las ciencias sociales. En todo caso, lo que importa destacar es que el aprendiz de una licenciatura se va introduciendo en la jerga propia del lenguaje técnico así como en la lectura y análisis de los textos que en la misma se producen. Quizá podríamos argumentar que hay profesiones que se basan más en la producción textual que otras, pero en cualquier caso los universitarios se enfrentan a una diversidad textual que es preciso dominar. Esto mismo sucede con la orientación del posgrado.
Es evidente que la actividad académica está basada en buena parte en habilidades textuales tanto para analizar como para producir textos científicos. Cuando nos referimos a estudiantes de un posgrado, éstos ya deberían poseer el dominio de la disciplina de formación para tomar decisiones que atañen al ejercicio de una profesión, y algunas otras habilidades para el manejo del lenguaje técnico tanto verbal como escrito. Pero ¿qué pasa si esto no es así? Carlino hace énfasis en no utilizar el concepto de alfabetización académica para remediar la (mala) formación con la que llegan los estudiantes al nivel superior, toda vez que alfabetizar supone un proceso de enseñanza relacionado con el lenguaje escrito. Más bien, afirma, se trata de introducir al estudiante en las particularidades de la disciplina, en este caso, a la que se dedica el posgrado, el curso o la tesis, particularmente. Por lo general, los estudiantes de posgrado provienen de profesiones afines, lo cual ofrece una cierta base común en los lenguajes disciplinares; no obstante, las lecturas teóricas y los cánones del lenguaje científico deberán ser aprehendidos. La pregunta es ¿cómo ha de leerse para producir un texto académico del tipo de una tesis de posgrado?
Rondon6 establece algunos factores internos y externos que intervienen y quizá dificultan la lectura académica durante el proceso de formación de posgrado. Como externos se refiere a los estilos de enseñanza de los profesores, la riqueza de las experiencias lectoras con fines de investigación y el contacto con investigadores. En este estudio se puede comprobar que, efectivamente, hay estilos docentes que intervienen; por ejemplo, en las tareas que solicitan a los estudiantes con poca enseñanza de por medio. También se pueden observar los beneficios de haber colaborado como auxiliar de un investigador y las grandes dificultades que enfrentan quienes no han realizado la tesis en licenciatura. En cuanto a los procesos internos menciona los estilos cognitivos individuales, como la percepción, el reconocimiento de patrones lingüísticos, la utilización de operadores mentales acordes a una necesidad particular, entre otros. Ambos, internos y externos, se observan en varias tareas que se analizan en los siguientes capítulos.
Debemos partir del hecho de que el estudiante enfrentará varias tareas durante el proceso formativo. Debe atender los cursos generales teóricos y metodológicos, además de los seminarios especializados en su objeto de estudio. Esto significa que debe conectar aprendizajes derivados de la lectura para ir paulatinamente delimitando un objeto de estudio, buscar bibliografía suficiente para conocer el estado del arte y decidir qué conceptos centrales utilizará y desde qué perspectiva teórica. Por sólo mencionar algunos prolegómenos de lo que enfrenta. Además, debe utilizar los nuevos formatos electrónicos de búsqueda de fuentes documentales, bases de datos, generales y específicas, seleccionar, evaluar calidad y utilizar líneas de búsqueda cada vez con mayor precisión y prever las estrategias que utilizará para no perderse en el nuevo mundo de la información. Boote y Beile7 advierten que la mayor parte de los estudiantes de los posgrados en educación no llega con habilidades suficiente para la búsqueda bibliográfica especializada en investigaciones, ni con el conocimiento para profundizar los criterios analíticos y evaluarlos.
Ahora bien, al preguntar a los profesores de algunos cursos de posgrado, a través de una encuesta, acerca de los problemas que detectan con la lectura, los resultados muestran una preocupación docente, pero también una imposibilidad para intervenir; es decir, el profesor de posgrado no conoce cómo corregir problemas de comprensión, así como tampoco sabe enseñar estrategias para la lectura académica. Nos enfrentamos entonces a un doble problema, el estudiante debe avanzar solo y ajustarse a sus propios medios cognitivos, acaso a su intuición y cuando mucho a la historia escolar que, ya vimos, padece de varios vicios. “La lectura que se realiza nace huérfana”.8
Si bien es cierto que el profesor de posgrado puede argumentar que su función no es enseñar la lectura, la representación de un problema permite la solución o no del mismo. En este caso, el profesor puede reconocer el déficit lector de los estudiantes, pero a) no sabe cómo solucionarlo, b) no considera que es su problema sino del estudiante o del programa que lo admitió con estas deficiencias, c) desconoce las causas estructurales o particulares del problema y, en consecuencia, evade toda intervención. Caemos entonces en un círculo perverso donde el profesor no hace mucho para resolver el problema y el estudiante queda sujeto a sus propios recursos para solucionar sus limitaciones.
Aunque más adelante mostraré algunos datos sobre la percepción que tienen los profesores de posgrado que respondieron la encuesta, conviene analizar algunos reportes de organismos como la OCDE que ponen de manifiesto una realidad sobre el déficit lector. En la última evaluación PISA 2009,9 se midieron tres grandes habilidades lectoras: acceder y recuperar información, integrar e interpretar y evaluar dicha información. Los desempeños, en cierta manera, sirven como un predictor de las habilidades necesarias para la educación superior. Veamos primero a qué se refieren, después se analiza el histórico de los desempeños de los estudiantes mexicanos y sus posibles implicaciones en el problema que se aborda en este trabajo, el de los estudiantes de posgrado.
La habilidad lectora en su conjunto se refiere a la capacidad de un individuo para comprender, emplear, reflexionar e interesarse en textos escritos con el fin de lograr metas propias, desarrollar sus conocimientos y su potencial personal, y participar en la sociedad.10 En este sentido, comprender se refiere a la construcción de significados que pueden ser complejos como una argumentación, una narración o una hipótesis. Emplear se entiende como la utilización de la información; es decir...

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