Identidad del lugar, envejecimiento y presiones ambientales de la ciudad. Reflexiones desde la gerontología ambiental
Diego Sánchez González
Introducción
En el atardecer de la vida nos damos cuenta que las crisis pueden aportarnos oportunidades de cambio. La globalización y la urbanización plantean crecientes desafíos para vivir y envejecer en estos inhóspitos ambientes, poniendo en tela de juicio las decisiones marcadas por las administraciones (Phillipson, 2004; Sánchez-González, 2007 y 2013).
A medida que crece la conciencia sobre los problemas de las grandes urbes, se amplía la brecha entre lo que se podría hacer en materia de investigación, planificación urbana y participación ciudadana, y lo que realmente se está haciendo por parte de los gestores públicos. Asimismo, comenzamos a plantearnos la necesidad de una participación más activa de la población, en especial de las personas mayores, en las decisiones que afectan a sus espacios de vida y que, en suma, pueden alterar profundamente su sentido de identidad personal, social y del lugar.
En la vejez la identidad personal está condicionada por la interacción, exposición y percepción del entorno. También, en esta etapa de la vida la identidad del lugar implica el reconocimiento de un lugar concreto, a través de signos que son expresión de sentirse como en casa y se asocian con la memoria colectiva (Butz y Eyles, 1997; Peace, Kellaher y Holland, 2006). Por ello, la forma en la que construimos y vivimos las ciudades determina nuestra identidad y las expectativas de vida. Estos complejos y cambiantes entornos físico-sociales del envejecimiento, adquieren una importancia capital en la construcción de las identidades personales y sociales, siendo un factor determinante de la longevidad, así como de la herencia genética de nuestros descendientes (Kaati et al., 2007; Rodríguez-Rodero et al., 2010). De hecho, la experiencia espacial de envejecer en las ciudades genera patrones de comportamiento que determinan la relación con el entorno cotidiano (vivienda y barrio), así como su identidad y apego al lugar (Sánchez-González, 2009a).
Diferentes organismos internacionales (OMS, 2007) reconocen que las ciudades actuales tienen repercusiones negativas sobre el bienestar de la población envejecida. Asimismo, se subraya la necesidad de sensibilizar a los gobiernos en la importancia de favorecer ciudades amigables con las personas de edad, a través de la creación de espacios públicos creativos (Sánchez-González, 2013) que alienten el envejecimiento activo y refuercen las identidades personales, así como impulsen su empoderamiento mediante su participación activa en la sociedad. Precisamente, desde el enfoque de la identidad personal encontramos trabajos (Crompton y Kasser, 2011) orientados a favorecer la participación activa de las personas mayores a través del desarrollo de estrategias útiles en cuestiones medioambientales.
En los últimos años los estudios de gerontología ambiental han abordado la discusión sobre la relación entre el ambiente y la identidad de los adultos mayores, que resulta esencial para comprender sus experiencias espaciales y sus capacidades de adaptación a los cambios personales, sociales y ambientales, así como para posibilitar una adecuada planificación urbana y diseñar ciudades amigables con las personas de edad (Rowles, 1983 y 1990; Peace, Kellaher y Holland, 2006).
El presente trabajo se aproxima a la construcción de la identidad del lugar en la vejez, a través de su relación con el entorno cotidiano en las ciudades. Para ello, el estudio reflexiona sobre la identidad del lugar en la vejez ante las presiones ambientales urbanas, dominadas por problemáticos procesos de urbanización y globalización. La metodología ha consistido en una amplia revisión de la literatura internacional, desde el enfoque de la gerontología ambiental, a partir de revistas de alto impacto (Journal Citation Report y Scopus). Los resultados indican que el entorno cotidiano (vivienda y barrio) es determinante del bienestar y de la identidad del lugar de las personas mayores. De la misma forma, las principales amenazas de la identidad del lugar están asociadas a los nuevos estilos de vida y rápidos cambios en el espacio urbano, que favorecen el desapego y la estigmatización ambiental, así como deterioran la calidad de vida en la vejez. Al respecto, para proteger la identidad del lugar y reducir los efectos no deseados de las presiones ambientales, se proponen estrategias de afrontamiento para favorecer la resiliencia y empoderamiento de los adultos mayores, a través del reforzamiento de su identidad prospectiva en la comunidad y su participación activa en la planificación urbana que promueve la dignidad al habitar. También, se subraya la necesidad de superar las limitaciones teóricas y metodológicas para abordar la comprensión de la identidad del lugar en la vejez, como argumento para favorecer políticas de envejecimiento activo, así como justificar el mantenimiento y la recuperación de los entornos cotidianos que propician el envejecimiento en el lugar.
Identidad del lugar y envejecimiento
En este apartado nos aproximamos, desde el enfoque de la gerontología ambiental, a la identidad del lugar en el envejecimiento, determinante de la identidad personal y social, y ligada al comportamiento y experiencias espaciales surgidas de la compleja relación de los individuos longevos con su entorno cotidiano.
En las últimas décadas se ha producido un interés creciente por conocer las implicaciones socioespaciales y temporales (salud, relaciones sociales, calidad de vida) que se derivan de la relación entre el entorno físico-social y la persona mayor. Como resultado se ha destacado la importancia de la experiencia espacial en la explicación de los cambios de comportamiento de las personas mayores en su relación con el entorno, así como sus procesos de adaptación al ambiente; lo que tiene consecuencias a nivel de satisfacción residencial y bienestar en la vejez, así como en la identidad, el apego al lugar y el sentido del hogar (Stedman, 2002; Rowles, Oswald y Hunter, 2004). Se ha comprobado que el entorno existente fuera de la casa (espacio público, áreas verdes y arboladas, barrio, distrito) es un área importante del hogar percibido, asociado a cuestiones como actividades al aire libre, relaciones sociales, intimidad y familiaridad, siendo un aspecto esencial relacionado con la identidad en la vejez (Bonnes et al., 2010; Oswald y Kaspar, 2012). Al respecto, Monique Membrado (2010) afirma que el barrio y la ciudad ejercen un papel importante en la construcción de la identidad en la vejez, ya que, en el espacio público (calle, plaza, parque) las personas mayores pueden cambiar su identidad a través de las relaciones sociales, así como evitar su aislamiento y el deterioro de su calidad de vida.
En la literatura (Peace, Kellaher, Holland, 2006; McAdams, Jesselson y Lieblich, 2007; Iacub, 2011) encontramos un interés creciente por la identidad en la experiencia de la vejez y el envejecimiento, ya que, se ha observado una relación significativa entre la construcción positiva de la mismidad (el sí mismo) y el bienestar de las personas mayores. También, la otredad (el contexto social y cultural), determinante de la identidad social, es un referente de continuidad de los individuos en la vejez. De igual forma, en la vejez la identidad suele estar orientada a la permanencia (Arciero, 2009), ofreciendo un sentido de unidad y continuidad a los individuos, e integrando significados y experiencias personales ante los cambios fisiológicos y psicológicos del envejecimiento.
La identidad personal, referida al sentido de sí mismos de los individuos, ejerce influencias sobre la forma en que las personas mayores se comportan en relación con su entorno físico-social, y en cómo eligen vivir sus vidas. Asimismo, la identidad personal en la vejez está fuertemente asociada con los roles tradicionales y funciones específicas definidas en el contexto socio-cultural y ambiental en el que crecieron y se socializaron estas personas en su juventud. Por ello, en la vejez la pérdida de roles sociales tradicionales (ama de casa, cuidar de los hijos, trabajar) puede implicar un deterioro de la identidad personal (Bódi, 2009; Roos y De Jager, 2010), que se puede ver agudizado por problemas de soledad y entornos degradados. Diferentes estudios (Smith, 2009; Sánchez-González, 2009a y 2009b) advierten de la importancia de la subjetividad en las decisiones que determinan la experiencia espacial de envejecer en el lugar ante los desafíos ambientales; por ejemplo, la influencia del factor apego al lugar en las decisiones y es...