El dolor psíquico
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El dolor psíquico

Estela Eisenberg

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¿Qué es el dolor psíquico? ¿Puede equipararse con la angustia o con el duelo o existe en el aparato anímico algo que puede identificarse puramente como dolor y deslindarse de los otros fenómenos? En esta obra, Estela Eisenberg recorre las definiciones de Freud y Lacan acerca del dolor psíquico, a partir de un procedimiento que se centra en un asedio cercano a la letra de estos autores: una cuidada y rigurosa selección de citas le permite exponer y analizar las ideas que ambos han elaborado al respecto y apuntar sus propias conclusiones sobre un fenómeno de pertinencia no solo teórica sino también clínica.

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Información

Editorial
Eudeba
Año
2016
ISBN
9789502346496
Categoría
Psychologie
Categoría
Psychoanalyse
Capítulo IV
El terror
Tengo continuamente la angustiosa sensación de un peligro que me amenaza, la aprensión de una desgracia inminente o de la muerte que se aproxima, el presentimiento suscitado por el comienzo de un mal desconocido que germina en la carne y en la sangre.
Guy de Maupassant. El Horla.1
Lo masculino es cierto, lo femenino es insoluble.
Jean Baudrillard. De la seducción. 2
1) El terror y su posible articulación a la angustia traumática
Este es un modo que podemos deducir de la vivencia de terror (llamada así por Freud en la relectura de la vivencia de dolor producida en la Interpretación de los sueños), terror como resto que deja la laguna psíquica de la histeria, modelo de las neurosis de defensa; laguna que ubica como un resultado de la intervención de la represión, dado que esta sobreviene con posterioridad participando de la formación de síntomas. Advertimos que para este estudio homologaremos los términos terror y horror.
Podemos leerlo en el Manuscrito K (Freud, 1896) donde propone, respecto de la defensa, que en todos los casos se encuentra una vivencia sexual vivida en forma pasiva. En la histeria es displacentera, primaria y, en efecto, de naturaleza pasiva.
La elevación de la tensión a raíz de dicha vivencia es tan grande que el yo se ve precisado a consentir una exteriorización de descarga de esa excitación hiperintensa.
Define este primer estadio de la histeria como histeria de terror; cuyo síntoma primario es la exteriorización del terror con lagunas psíquicas.
La represión y formación de síntomas defensivos sobreviene con posterioridad {nachträglich}, en torno del recuerdo.
Sirviéndonos de desarrollos teóricos posteriores, podemos vislumbrar que estamos dentro de una temporalidad que podría implicar haber atravesado los primeros estallidos de angustia que Freud adscribe al lactante. Tal como lo plantea, los primeros estallidos de angustia son producidos antes de la diferenciación del superyó. De modo que es enteramente verosímil que factores cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección antiestímulo que ubica en “Más allá…” constituyan las ocasiones inmediatas de las represiones primordiales, diferenciando a la represión como condición de formación de síntoma.
Retomando lo planteado inicialmente, respecto de la histeria, cuyo resto y síntoma primario será el afecto de terror, nos indica:
La histeria presupone necesariamente una vivencia displacentera primaria, vale decir, de naturaleza pasiva. (…) La elevación de tensión a raíz de la vivencia displacentera primaria es tan grande que el yo no contradice a esta, no forma ningún síntoma psíquico, sino que se ve precisado a consentir una exteriorización de descarga, las más de las veces una expresión hiperintensa de la excitación . Se puede definir este primer estadio de la histeria como histeria de terror; su síntoma primario es la exteriorización de terror con lagunas psíquicas. Todavía se ignora hasta qué edad, hacia adelante, puede sobrevenir este primer avasallamiento histérico del yo (Freud, 1896: 268).
En Estudios sobre la histeria (1893-1895), en el capítulo conjunto de Breuer y Freud, leemos: “El terror directamente paraliza tanto la motilidad como la asociación, y lo mismo hace la angustia cuando la causa del afecto de angustia y las circunstancias excluyen la única reacción acorde al fin, a saber, el escapar(Freud-Breuer, 1893-95: 213).
Podemos situar entonces que la cara terror de la vivencia se podría articular a la defensa primaria, al rechazo de investir la imagen mnémica hostil, la laguna psíquica alude a la amnesia característica de esta neurosis y de las neurosis de defensa en general, condición del retorno de lo reprimido y su despliegue como saber inconciente.
Su resto es, precisamente, el terror, homólogo de lo que podemos leer como angustia traumática en los desarrollos posteriores, aclarando nuevamente que no reducimos con ello todas las presentaciones de la angustia.
2) El terror y la castración
En el texto Sobre las teorías sexuales infantiles (1908) Freud menciona por primera vez el complejo de castración y el horror que despierta.
Es gráfica su descripción en La cabeza de Medusa (Freud, 1922) donde se recorta claramente un costado imaginario de la misma, articulada a la visión, distinguido por él mismo, cuando califica a la castración como mito.
No hemos intentado con frecuencia la interpretación de productos mitológicos singulares. Es palmaria en el caso de la horripilante cabeza decapitada de Medusa.
Decapitar = castrar. El terror a la Medusa es entonces un terror a la castración, terror asociado a una visión. Por innumerables análisis conocemos su ocasión: se presenta cuando el muchacho que hasta entonces no había creído en la amenaza ve un genital femenino. Probablemente el de una mujer adulta, rodeado por vello; en el fondo, el de la madre (Freud, 1922: 270).
Pero también es cierto que, con Lacan, podemos decir que si bien el complejo de Edipo es un mito, la castración no lo es. Entonces ¿cuál es el costado imaginario que recortamos aquí? Justamente, es que la angustia se juega en el campo de la escena del mundo ordenada. Pero teniendo en cuenta, que dicha castración imaginaria ya está efectuada, lo cual en algún sentido verifica que Lacan corre la angustia de castración del mito edípico:
En efecto, la forma de la castración, o sea la castración en su estructura imaginaria, ya está dada aquí en (-φ), en el nivel de la fractura que se produce ante la proximidad de la imagen libidinal del semejante, en un momento de cierto dramatismo imaginario. De ahí la importancia de los accidentes de la escena que por esta razón se llama traumática (Lacan, 1962: 56).
Ahondaremos en esta vertiente de los accidentes de la escena al trabajar el pasaje al acto, como una variante de estos accidentes.
En Inhibición, síntoma y angustia (Freud, 1926), la angustia ya es indisolublemente ligada a la castración. Angustia, castración y represión son términos que, desde la lectura lacaniana, podemos ubicar formando un campo solidario, el campo sostén del deseo, cuyo borde estará recortado por el goce, cuyo objeto le dará su ley invisible.
Veamos ahora algunos textos en los que Lacan hace referencia al terror u horror, centrándonos en aquellos que dan cuenta de la articulación entre: el terror y la defensa, ya que propone el horror de...

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