La desmotivación del profesorado
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La desmotivación del profesorado

Jurjo Torres Santomé

  1. 162 páginas
  2. Spanish
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La desmotivación del profesorado

Jurjo Torres Santomé

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Con demasiada frecuencia se escuchan conversaciones entre el profesorado que ponen de manifiesto sentimientos de desconcierto e insatisfacción sobre el trabajo en los centros y, lo que es peor, muestran cierta incredulidad ante la posibilidad de que las cosas puedan mejorar. La sensación de estar derrotados paraliza a un sector importante del personal docente y su deseo es intentar abandonar las aulas cuanto antes.Las instituciones educativas que se precisan en las nuevas sociedades democráticas, regidas por la solidaridad y la justicia social deben ser repensadas. En un mundo abierto donde las verdades hay que construirlas de manera consensuada y razonada, en el que hay que admitir la discrepancia, donde las tecnologías de la información y las comunicaciones no imponen a nadie horarios ni períodos de vacaciones, la vieja escuela se siente como nunca fuera de lugar y sus profesionales es fácil que se perciban como incomprendidos.Jurjo TORRES intenta hallar explicaciones a este panorama de queja y desmotivación, y describe hasta dieciséis factores que pueden ayudarnos a comprenderlo. Su minucioso análisis ofrece al mismo tiempo líneas de intervención para recuperar un optimismo sin el cual es imposible hablar de calidad de la educación y, por tanto, motivar al profesorado y a los alumnos y alumnas para que encuentren relevante la vida en las aulas.

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Información

Año
2020
ISBN
9788418381102
Edición
1
Categoría
Education
CAPÍTULO III
RAZONES DE LA DESMOTIVACIÓN DEL PROFESORADO
Una de las notas que llama la atención en el sistema educativo, especialmente en la red pública, es la constatación de un profesorado que no se siente a gusto. Las palabras desmotivación, desmoralización, desilusión surgen inmediatamente que alguien conversa con un grupo de docentes. Desde mi punto de vista creo que podríamos explicarlas como resultado de factores como los siguientes:
1. INCOMPRENSIÓN DE LAS FINALIDADES DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS
Uno de los problemas de una parte muy importante de la población es la falta de comprensión de cuál es el sentido de los sistemas educativos y, por consiguiente, de los centros escolares. Incluso, una gran mayoría de las profesoras y profesores experimenta un notable desconcierto acerca de las finalidades de las etapas educativas en las que están trabajando.
Las numerosas y simultáneas transformaciones que se están produciendo en el momento presente contribuyen a caracterizar a las sociedades como inestables. Son numerosos los rótulos con los que los diversos análisis que se realizan sobre el mundo actual tratan de definir el presente. Así, por ejemplo, Ulrich BECK (2002), dice que vivimos en la sociedad del riesgo global; Manuel CASTELLS (1998, pág. 44) habla de una nueva reestructuración del capitalismo, para dar paso a, lo que denomina, el capitalismo informacional; Kevin ROBINS y Frank WEBSTER (1988) conceptualizan los cambios que están teniendo lugar como el surgimiento del capitalismo cibernético, o sea, un sistema de control social basado en la capacidad del Estado y de las burocracias empresariales para coleccionar, procesar y utilizar grandes cantidades de información personal, en una magnitud inimaginable hasta hace pocos años, con el fin de seguir la trayectoria, tener a su disposición, coordinar y controlar datos y conductas de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. Zygmunt BAUMAN (2003) nos revela el advenimiento de la modernidad líquida, en la que los códigos que se podían elegir para comportarse, como puntos de orientación estables, escasean. Se derriten los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y acciones colectivas. Las pautas que encauzan las responsabilidades individuales ya no están determinadas y son aceptadas por la mayoría de la población; por el contrario, hay demasiadas, chocan entre sí y sus mandatos se contradicen.
En sus últimas obras Zygmunt BAUMAN (2005a y b) concentra sus análisis en la vida cotidiana y en las relaciones interpersonales. Las personas tienen miedo a construir relaciones duraderas; la solidaridad solo interesa en función de los beneficios que genera. Pensar y preocuparse de los demás se transforma en desconfianza, cuando no terror, ante las personas extrañas.
El mundo de las tecnologías de la información y la comunicación, con la posibilidad que ofrece de contactarse y desconectarse, manteniendo el anonimato o incluso inventándose una falsa personalidad para existir únicamente como realidad virtual, son un buen ejemplo de un mundo en el que los lazos interpersonales son muy débiles, cambiantes, fluidos, inconstantes. Este carácter movedizo de las sociedades del presente se distingue por la privacidad y falta de compromiso duradero con proyectos sociales y, por supuesto, con otras personas.
El compromiso social firme, la construcción de lo comunitario, se reemplaza por la estética del consumo y por relaciones efímeras, por una vida líquida. Lo efímero y la rapidez son dos notas idiosincrásicas de las sociedades de consumo del presente. Los teléfonos móviles, los iPods, dos de los instrumentos de mayor consumo en la actualidad, son ejemplos de un mundo donde cada día importa más la velocidad, el diseño, la falta de peso y la posibilidad de ser sustituido inmediatamente por el modelo siguiente, todavía de mayor capacidad, rapidez y menor peso y volumen. Las necesidades que genera esta sociedad nunca se satisfacen plenamente, y ahí reside su verdadero motor: la promesa de que ese deseo se puede cumplir, aunque sabemos que no va a ser así, pues solo por un instante parece que se ha logrado calmarlo. Falsa percepción, pues inmediatamente ese mismo deseo reaparece con nuevos bríos; la publicidad ya ha puesto de relieve que precisamos otro objeto más poderoso o diferente para poder quedar tranquilos y satisfechos. La clave de una economía basada en el consumo es la no satisfacción de los deseos, pero, al mismo tiempo, una creencia firme y perpetua en que cada acto para satisfacerlos deja mucho que desear y puede ser mejorado (Zygmunt BAUMAN, 2005-b, pág. 80).
Néstor GARCÍA CANCLINI (2001) opta por destacar la expresión culturas híbridas. Entre las características del presente estaría el que las personas no poseen identidades fijas, vividas de manera esencialista. En momentos de gran movilidad, de migraciones, de facilidad de las comunicaciones, de desterritorialización, de medios de comunicación planetarios, de diseminación de productos simbólicos y saberes a través de grandes redes electrónicas y telemáticas, las personas acaban identificándose con múltiples pertenencias, asumen identidades múltiples. “En un mundo tan fluidamente interconectado, las sedimentaciones identitarias organizadas en conjuntos históricos más o menos estables (etnias, naciones, clases) se reestructuran en medio de conjuntos interétnicos, transclasistas y transnacionales” (Néstor GARCÍA CANCLINI, 2001, pág. 18). Sin embargo, estos fenómenos de hibridación se están produciendo en condiciones sociales y económicas muy dispares, en el marco de situaciones de desigualdad, tanto entre naciones como entre etnias y grupos sociales, lo que da como resultado procesos de “hibridación restringida”.
Otros pensadores dirán que vivimos en tiempos de transmodernidad (Enrique DUSSEL, 1992). La transmodernidad, como característica del momento presente, es la vía alternativa que se sugiere después de la crisis de la modernidad y de la postmodernidad. De la modernidad se critica su énfasis eurocéntrico, pero se asume la importancia y validez de sus grandes retos e ideales de emancipación y justicia social, la importancia de la razón liberadora, de que el análisis y pensamiento crítico se haga extensivo a toda creencia o conocimiento, sin excepción. De la postmodernidad se asumen sus críticas a una ilustración y modernidad en la que hay numerosas voces y realidades excluidas (principalmente, las de las culturas de los pueblos, razas y etnias colonizadas y de las mujeres), pero no se acepta el nihilismo o el exagerado relativismo a que suele llevar el análisis postmoderno, aval de posturas de cinismo moral y de insolidaridad social.
La transmodernidad es “un proyecto de racionalidad ampliada, donde la razón del Otro tiene lugar en una ‘comunidad de comunicación’ en la que todos los humanos (como proponía Bartolomé de las Casas en el debate de Valladolid en 1550) puedan participar como iguales, pero al mismo tiempo en el respeto a su Alteridad, a su ser-Otro, ‘otredad’ que debe estar garantizada hasta en el plano de la ‘situación ideal de habla’ (para hablar como Habermas) o en la ‘comunidad de comunicación ideal’ o ‘trascendental’ (de Apel)” (Enrique DUSSEL, 1992, pág. 202). Las propuestas transmodernas estarían sustentadas por filósofos latinoamericanos como Enrique DUSSEL, la persona que primero desarrolla este concepto, la teología de la liberación y, posteriormente, por importantes representantes del feminismo.
Conservadores y racistas como Samuel P. HUNTINGTON (1997) destacarán como característica del presente, y en especial según vaya avanzando el siglo XXI, una nueva reconfiguración del orden mundial cuyo motor será el “choque de civilizaciones”. Frente a la política y a las dinámicas entre los Estados como motor de la historia, el futuro vendría marcado y conformado por grandes conflictos derivados del encontronazo entre distintas civilizaciones y religiones. Sus convicciones eurocéntricas y racistas le llevan además a criticar fuertemente las posiciones de laicismo y, concretamente, a la política, a las que culpa de todos los males: “el resurgimiento religioso en todo el mundo es una reacción contra el laicismo, el relativismo moral y los excesos, y una reafirmación de los valores del orden, la disciplina, el trabajo, la ayuda mutua y la solidaridad humana. Los grupos religiosos cubren necesidades sociales que las burocracias estatales dejan desatendidas. Entre estas se incluyen la provisión de servicios médicos y hospitalarios, guarderías y escuelas, atención a la tercera edad, ayuda inmediata en terremotos y otras catástrofes, y beneficencia y asistencia social durante períodos de escasez económica” (Samuel P. HUNTINGTON, 1997, pág. 116). Los últimos análisis de este autor alertan sobre el peligro que la población hispana supone para la identidad nacional de los Estados Unidos de Norteamérica y, más en concreto, para sus raíces protestantes y para la hegemonía de la lengua inglesa (Samuel P. HUNTINGTON, 2004).
Otros pensadores liberales, pero racistas, como Giovanni SARTORI (2001), hablan de un mundo global, multicultural e intercultural. Así, por ejemplo, ya en el título de una de sus últimas obras nos dice que vivimos en sociedades multiétnicas. Sociedades en las que, desde su punto de vista, los inmigrantes islámicos son una amenaza para las democracias occidentales, ya que los valores de esos inmigrantes son incompatibles con el laicismo de los países de acogida. Este autor identifica al multiculturalismo con la intolerancia, “porque rechaza el reconocimiento recíproco y hace prevalecer la separación sobre la integración” (Giovanni SARTORI, 2001, pág. 64).
Todos estos rótulos ponen de manifiesto que existen discrepancias en la definición y explicación de lo que está aconteciendo, por consiguiente es obvio que también estas divergencias se van a percibir a la hora de las propuestas de intervención para educar a la ciudadanía que requiere el mundo del presente y de los próximos años. Esta inestabilidad e inseguridad que sale a la luz en los modos de explicar el funcionamiento de la sociedad se deja sentir también en el seno de los sistemas educativos y, por tanto, en las instituciones escolares y en el trabajo del profesorado. Las diversas reformas educativas que se promovieron en las últimas décadas y la muy escasa implicación que el colectivo docente tuvo en ellas contribuyeron a acentuar el despiste de un importante sector del profesorado en todo lo relacionado con el qué hacer y sus porqués en las aulas.
A estas dificultades de comprensión de las finalidades del trabajo cotidiano en los centros escolares hay que añadir la rapidez de las transformaciones y revoluciones en todos los campos del conocimiento, así como la celeridad con la que se producen las innovaciones en el mundo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Transformaciones que explican un mundo donde cada día es más frecuente ver cómo cambian, entre otras cosas, los puestos de trabajo disponibles en el sector productivo y económico. Ya podemos predecir con casi absoluta seguridad que el alumnado que en estos momentos está cursando sus estudios en el sistema educativo precisará estar actualizándose continuamente; que, a lo largo de su vida laboral desempeñará varios puestos de trabajo diferentes e, incluso, en distintos sectores productivos y, con mucha probabilidad, en diversas ciudades y países.
Podemos constatar, por tanto, una crisis en la razón de ser de las instituciones escolares debido a una falta de consenso acerca de los fines que prioritariamente deben orientar su trabajo. Las presiones neoliberales le llevan a obsesionarse con preparar a trabajadoras y trabajadores; por otro lado, los grupos conservadores tratan de recuperar unos proclamados valores perdidos, pero que, a poco que se les pida aclaración, vemos cómo lo que buscan es recuperar poderes perdidos o privilegios discutibles en el presente. Su meta es reinstaurar modelos de sociedad autoritarios, con una ciudadanía obediente, sumisa y acrítica. De ahí, muchas de las alianzas que estos grupos ideológicos realizan con sectores fundamentalistas de las distintas religiones. Desde las ideologías de izquierda, el concepto de educación integral y emancipadora sigue siendo un ideal con poder de movilización, aunque soy plenamente consciente de que el distintivo de “izquierda” es cada día más ambiguo y confuso.
2. FORMACIÓN INICIAL MUY DEFICITARIA
La corta duración de los estudios de Magisterio, impide que se puedan atender todas las facetas que este tipo de profesionalidad requiere. En sus planes de estudio prima la formación psicopedagógica, pero está completamente descuidada la información cultural relacionada con los contenidos que este profesorado trabajará en las aulas de Educación Infantil y Primaria. Hasta el momento, parece como si desde la Administración no cayeran en la cuenta de la necesidad de una sólida formación cultural, pues es preciso ser conscientes de que el profesorado tiene que desempeñar un importante papel como promotor del amor a la cultura entre las nuevas generaciones. Y es sabido que quien más conocimientos posee es quien mejor divulga y transmite la pasión por la cultura, frente al implícito de los planes de formación vigentes que parecen presuponer que dado que las profesoras de Infantil y Primaria van a trabajar con niñas y niños pequeños no precisan saber tanto. Por el contrario, al profesorado de Educación Secundaria y Formación Profesional, se le ofrecen y exigen los contenidos culturales junto con una completamente devaluada formación psicopedagógica, impartida a través de cursillos de corta duración destinados a conseguir el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP). Este tipo de iniciación psicopedagógica se acostumbra a llevar a cabo sin apenas controles acerca de la calidad de lo que se ofrece y de qué profesionales lo realizan, por parte de los departamentos de la universidad a los que corresponden los contenidos de esas disciplinas. La crítica sobre esta modalidad de formación es unánime, de ahí que el Gobierno periódicamente anuncie que va a revisarla, pero sin llegar a hacerla realidad, hasta el momento.
España es uno de los países europeos que menos años dedica a la formación inicial del profesorado de Infantil y Primaria, únicamente tres cursos. Asimismo, la entrada al puesto de trabajo en la red pública se consigue una vez superadas unas oposiciones en las que únicamente se requiere memorizar un temario con unos apuntes que acostumbran a elaborar unas cuantas academias privadas destinadas a la preparación de oposiciones para los cuerpos de funcionariado del Estado. Una vez superados esos exámenes, no se requiere ningún otro proceso más práctico, ni se acompaña de servicios de tutorización en los primeros años de trabajo en el centro escolar de destino.
En abril de 2002, el Comité de Educación de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) puso en marcha una iniciativa internacional destinada a analizar políticas de profesorado, con la mirada puesta en las iniciativas para atraer, formar y retener al mejor profesorado. En esta iniciativa participaron 25 países de todo el mundo, entre ellos España. Tres años más tarde, en junio de 2005, se hicieron públicos sus resultados en una publicación que titulan Teachers Matter: Attracting, Developing and Retaining Effective Teacher (La cuestión del profesorado: atraer, capacitar y conservar a profesores y profesoras eficientes). Los datos de ese informe, en lo que respecta a España fueron obtenidos de un dictamen que elaboraron Virgilio SANZ VALLEJO, Ernesto ORTIZ GORDO y J. José ÁLVAREZ PRIETO (2003) y de otro que desarrolló un equipo nombrado al efecto por la OCDE para redactar el dictamen previo sobre España (Françoise CROS, Yael DUTHILLEUL, Christian COX y Kari KANTASALMI, 2004). Aun a sabiendas del fuerte sesgo ideológico con...

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