V:
Seres mitológicos, la dualidad y el sexo
Kami que no tiene sexo
no es un verdadero kami,
porque desconoce el placentero
imperio de los sentidos.
Proverbio popular japonés
Un aspecto curioso de la mitología japonesa es que, a pesar de apostar por el sexo y el matrimonio monógamo para establecer líneas sanguíneas dinásticas en todos los planos, desde los emperadores hasta los campesinos pasando por los guerreros y los pescadores, no tiene una deidad que señoree sobre el amor. En los tiempos modernos se han inventado unas cuantas, pero originalmente no hay ninguna diosa o dios del amor.
En el Japón milenario nadie manda sobre el amor.
Y tiene su lógica, porque nadie en realidad, ni kami, yokai o humano, tiene verdadero control sobre este sentimiento emocional e irracional que lleva tanto a cometer los más grandes errores como a realizar las más elevadas gestas.
Cuando Ninigi se enamora de Sakuya comete el error de no aceptar a la otra hermana como segunda consorte, y con ello condena a sus hijos a la mortalidad; lo cual se convierte en un acierto, al menos para nosotros, pues de ahí nace el grueso de la humanidad y da lugar a la edad del hombre. Un acierto o un error producido por el amor.
En la mitología japonesa popular hay dos únicas razones por las que realmente se vive y se disfruta de la existencia: la comida y el sexo. El resto no sirve para nada.
Si Izanagi e Izanami no hubieran hecho el amor tan intensa y frecuentemente, no habría existido el mundo.
El amor sin deseo es nulo.
Pero el deseo sin amor siempre puede dar un buen producto.
Enamorarse es delicioso, pero enamorarse y aparearse es divino.
Todos los kami se enamoran y se aparean y tienen descendencia.
Se puede nacer de muchas formas, pero la mejor y más productiva es a través de buen y placentero sexo, porque de esa manera se tienen padres, madres, hermanos, abuelos y abuelas, y la transmisión de esencia divina de una generación a otra.
Incluso los yokai, los demonios, se enamoran y se aparean entre ellos, y a veces con los kami o con los seres humanos.
Los primeros yokai nacieron sin sexo de por medio, del cuerpo sucio de Izanagi cuando se bañó en el mar; por eso muchos de ellos carecen de línea dinástica y viven atormentados sin padre ni madre. Aunque no todos salieron enfadados del cuerpo del padre de los dioses, porque su padre también era Izanagi y, por lo tanto, de una o de otra manera eran divinos y descendientes de un dios; aunque si hubieran nacido de la unión de Izanagi e Izanami estarían más contentos.
Izanami, la primera gran yokai
Los yurei
Una yurei volviendo al mundo de los vivos
-Donde hay fuyurei suele haber jibakurei, también almas en pena sin propósito que a menudo se aparecen en sueños a sus deudos, pero sin mensaje alguno, solo por verlos y hablar un poco con ellos o para visitar la casa o el hogar donde vivieron, aunque ya no haya ninguno de sus parientes en ellos. Si salen del yomi junto con los fuyurei es simplemente porque Izanami se deja algunas puertas abiertas para que atormenten a los humanos con su presencia aunque no quieran hacerlo, y aumenten así el número de muertos en su reino. Todos los yurei son yokai, y casi todos son malos, aunque no quieran serlo.