PASO 1
LENGUAJE
NO VERBAL
Compromiso es lo que transforma
una promesa en realidad.
—Shearson Lehman
Comunicando confianza
¿Sabías que, del cien por ciento del lenguaje, un cincuenta por ciento corresponde al lenguaje no verbal o corporal, un treinta y ocho por ciento al lenguaje paraverbal y solo el doce por ciento al verbal? Todo tu cuerpo comunica. Casi el noventa por ciento de la comunicación la expresa tu cuerpo. Saber manejarlo te dará mejores negociaciones, más confiabilidad para conectar con otras personas y mejorará tu nivel de persuasión.
Para conectar con otra persona, tienes que aprender a comunicar confianza, aprender a ser un comunicador consciente, un orador en acción.
Todos tenemos un cierto grado de seducción de acuerdo con nuestra historia, experiencia, edad, contexto, género. Las mujeres y los hombres no se comunican corporalmente de la misma manera.
Tu cuerpo no puede dejar de mostrar las emociones que sentís. Si estás nervioso se va a notar, si estás sobreactuando también. Tu cuerpo se va a mostrar tenso. Frente a las distintas situaciones, podemos adoptar diferentes posturas.
El poder de la postura
Si quiero generar confianza, no debo estar con los brazos muy apretados contra el cuerpo ni las manos deben estar unidas. Hay que separar los codos del cuerpo, que los brazos se hagan más flexibles. La sensación que voy a generar es la de estar abriéndome a contactarme con otro ser humano.
Importa también la manera en que caminas, cómo te sientas y la proximidad con otras personas.
Si estoy parado en una fila, con los brazos cruzados en el pecho, muestra que estoy cuidando mi espacio personal.
Si estoy triste, el cuerpo se inclina un poquito hacia la derecha, denota poca energía, los ojos están sin brillo, con poca actividad, mirando hacia abajo.
Si estoy contento, hablo con energía, mi marcha es decidida, miro al frente. Se nota que estoy decidido, que mi energía se eleva. Mi emocionalidad es buena y se vuelve contagiosa.
Cuando un niño pide algo con mucha vehemencia, gira la cabeza hacia un lado, mira a los ojos, lo pide de tal manera que al adulto le cuesta mucho decirle que no.
Con brazos y piernas cruzados estoy cerrado al diálogo. Si quiero vender algo a una persona y se encuentra de brazos cruzados, no lo voy a lograr. Primero, tendré que hacer que se abra.
Si caminas con la mirada hacia abajo, estás pensando. Cuando lo haces, estás en tu diálogo interno.
Otras veces estás melancólico o ansioso y tu cuerpo también lo muestra.
La postura tiene poder. Si está erguida, abierta y equilibrada proyecta seguridad, persuasión y confianza.
Aprendamos, por lo tanto, a proyectar posturas que generen autoridad.
También es muy importante tener en cuenta la distancia corporal mínima, si no nos conocemos con el otro.
En su estudio sobre cómo conocer a las personas por su lenguaje corporal, Leonardo Ferrari identifica distintas distancias corporales por zonas. Según el radio de la burbuja alrededor de una persona, pueden señalarse cuatro distancias zonales bien claras:
Una zona íntima (de 15 a45 cm): es la más importante y es la que una persona cuida como su propiedad. Solo se permite la entrada a los que están muy cerca de la persona en forma emocional, como el amante, padres, hijos, amigos íntimos y parientes.
Una zona personal (entre 46 cm y 1,22 metros): es la distancia que separa a las personas en una reunión social, o de oficina, y en las fiestas.
Una zona social (entre 1,22 y 3,6 metros): esa es la distancia que nos separa de los extraños, del plomero, del que hace reparaciones en la casa, de los proveedores, de la gente que no conocemos bien.
Y una zona pública (a más de 3,6 metros): es la distancia cómoda para dirigirnos a un grupo de personas. Si bien toleramos intrusos en la zona personal y social, la intromisión de un extraño en la zona íntima ocasiona cambios fisiológicos en nuestros cuerpos. Por eso, rodear con el brazo los hombros de alguien que uno acaba de conocer, aunque sea de manera muy amistosa puede hacer que la persona tome una actitud negativa hacia nosotros.
La cara y las microexpresiones
La cara es la parte del cuerpo que más comunica. Es importante ver nuestro rostro y cómo nuestras microexpresiones pueden generar empatía en los demás.
La cara es el punto focal de nuestro cuerpo. Es la parte en que nos fijarnos primeramente cuando nos encontramos con una persona por primera vez, y los rasgos que grabamos en nuestra memoria para reconocer a esa persona si nos encontramos con ella.
Está comprobado que tener un rostro amplio y despejado equivale varios puntos a nuestro favor en el impacto que provocamos a los demás al proyectar nuestra personalidad, pero como todos no tenemos esta ventaja, hay ciertos gestos que nos serán de ayuda para no intimidar a los demás.
Evita parpadear constantemente. Hacerlo denota vacilación e inseguridad.
En todo momento, trata de que tu mirada sea directa, establece contacto visual con los ojos de su interlocutor, manteniéndolos siempre fijos. Esto revela decisión sinceridad y valentía.
No te muerdas los labios ni te los humedezcas con la lengua. Son muestras de timidez, inseguridad, titubeo e indecisión.
Mantén la boca cerrada, con ambos labios unidos mientras escuchas a tu interlocutor. Esto denota calma y seguridad en ti mismo. La boca abierta y la mandíbula caída sugieren en cambio, nerviosismo, prisa, asombro y sorpresa.
Por lo tanto, si recibo un estímulo que no me gusta, mi rostro generará una determinada una expresión facial.
La alegría, la tristeza, la ira, el miedo, el asco, el desprecio y la sorpresa son lo que, en su teoría psicológica sobre las emociones, Paul Ekman denomina emociones básicas. Es muy importante saber leerlas. Si, por ejemplo, en una reunión de trabajo, pregunto si se comprendió algo que dije, y las personas responden que sí, pero sus caras dicen que no, tendré que volver a explicarlo, hasta que las microexpresiones de sus caras coincidan con sus afirmaciones. Solo así podré construir confianza.
Si sonríes, la boca se estira hacia las comisuras. Sonreír es muy importante, muestra nuestro estado interno. Una sonrisa ligera, de esas que apenas se notan, expresa inseguridad, duda y falta de confianza. En cambio, una sonrisa sencilla pero intensa, es decir, cuando no hay una carcajada, pero las comisuras de los labios se levantan mucho y se pueden observar los dientes de arriba, da a entender confianza.
Si estás triste, se caen los músculos faciales, la mirada acompaña hacia abajo.
Si estás enojado o molesto frunces tu cara y sobre todo el ceño de tu frente.
Con la cara de asco, frunces la nariz y la boca.
Rascarse la nariz es señal de que la persona miente o está molesta. Rascarse el cuello, generalmente ocurre cuando no estamos seguros de lo que estamos diciendo.
Apoyar la barbilla sobre las manos, con la palma abierta transmite sensación de que la persona está aburrida. Con la palma cerrada, transmite que está evaluando atentamente lo que se le está diciendo en ese momento.
La cabeza alta y la barbilla hacia delante expresan agresión y poder.
Es preferible una expresión entre neutral y feliz en el rostro, amigable si se quiere. Eso transmitirá tranquilidad. Según Leonardo Ferrari, la gente evita iniciar conversaciones con aquellos que tienen expresiones cansadas, molestas, poco felices, desdeñosas, faltas de interés, increíblemente aburridos. No porque les disguste una persona que está pasando por un momento de estas características, sino porque los hace sentir incómodos la idea de que tendrán que escuchar sus problemas y probablemente no sabrán qué decir, o terminarán en una situación incómoda.
Es muy importante, mostrar tranquilidad y suavidad en los gestos. La cabeza siempre erguida, mirando hacia delante, con la espalda derecha y los hombros rectos, mirando el panorama delante. Los maestros de meditación Zen dicen que debemos llevar la cabeza como si nos estuvieran tirando desde un pelo de la coronilla. Si la cabeza está en posición correcta, es muy probable que el resto del cuerpo la siga.
En una entrevista laboral, en el enamoramiento, en las relaciones ...