Este trabajo desarrolla la relación que existe a lo largo de la historia de los movimientos sociales en Colombia con el conflicto armado y específicamente ante los acuerdos de paz de La Habana entre el gobierno colombiano y las Farcep. Las implicaciones del Acuerdo son analizadas desde la vida y obra de líderes sociales —coautores de esta investigación—, durante la historia y labor del movimiento feminista, indígena, afrodescendiente y lgbti en Colombia. Así, es posible reconstruir lo que implica pensar un derecho a la paz como derecho humano en la actualidad desde una perspectiva epistemológica desde abajo.

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Epistemology in Philosophy

La paz desde abajo: breve historia, impacto del conflicto y participación política de los movimientos sociales en los acuerdos de paz

ANDREA PAOLA BUITRAGO ROJAS

Este capítulo tiene por objeto desarrollar una breve reconstrucción de los movimientos sociales feministas, por la diversidad sexual, afrodescendientes e indígenas en Colombia, con el fin de comprender el fundamento y el sentido de la organización, las resistencias y las reivindicaciones en Colombia. Se desarrolla el impacto del conflicto armado sobre las organizaciones y la identidades individuales y colectivas, junto con los procesos de participación y construcción de paz que, desde abajo, han desarrollado una contribución a la paz colombiana en general y específicamente al acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Farc-EP.

En este sentido es necesario partir de una determinación conceptual sobre el término socio-político de “Movimientos Sociales”. Al respecto Snelser (1963) ubica el origen en el contexto de los sesenta, con ocasión del desarrollo de procesos de resistencia que en mayo del 68 impulsaron los movimientos estudiantiles. En 1963, Snelser formuló la Teoría del Comportamiento Colectivo, que define los Movimientos Sociales como actores colectivos que ejercen el emprendimiento sobre grupos marginados que, a partir de un apoyo colectivo, buscan algún tipo de reivindicación. Para la teoría de la movilización de los recursos, los movimientos sociales son actores colectivos que evalúan el costo y el beneficio de sus movilizaciones a corto, mediano y largo plazo en un espacio democrático. Estos son fundamentales para dinamizar y renovar las estructuras de poder. En las teorías contemporáneas, como es la propuesta de Charles Tilly (2005) que elabora una “Teoría de los nuevos movimientos sociales” se plantea la la acción política en el espacio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación —TIC—, que permiten construir redes con distintas identidades colectivas en las que se desarrolla un escenario de luchas ideológicas que tienen un efecto material y virtual en los procesos de construcción del poder y propician una resistencia crítica.

En Colombia, se destaca el aporte teórico de Orlando Fals Borda quien definió los Movimientos Sociales como una forma de construcción alternativa de relaciones de poder, que se caracterizan por permanecer en el tiempo, y se expanden en el territorio y cuyo objetivo principal es la creación de una cultura política propia, mediante la cual se procuran procesos de cambio social que buscan influir en el orden social. En las propuestas actuales, se destacan los estudios del investigador Mauricio Archila que define los movimientos sociales como sujetos colectivos cuya finalidad es la afirmación, construcción y transformación de los derechos.

En este sentido, la siguiente reflexión se refiere a los movimientos sociales, movilizados por varias organizaciones que han contribuido a la fundación histórica y a la memoria y sus reivindicaciones: el sexo, el género, la raza y la etnia.

Desarrollo del movimiento feminista2 en Colombia

Breve historia del movimiento feminista en Colombia

De acuerdo con Norma Villarreal (2009), las luchas iniciales en defensa de la mujer en la política se ubican en la época de la masacre de las bananeras, cuando se fundaron en Colombia las organizaciones gremiales, étnicas y de izquierda que, ante las explotaciones petroleras, exigieron algún tipo de reivindicación. En las primeras expresiones políticas de la mujer en Colombia, se encuentra la firma de un Manifiesto en defensa de la soberanía y la independencia de Panamá en 1903, que contó con 300 firmas de mujeres. La primera lucha por la defensa de la mujer en Colombia se encuentra relacionada con las luchas indígenas de Manuel Quintín Lame, en el primer manifiesto sobre los derechos de la mujer indígena en Colombia, promulgado y aceptado por 14 000 mujeres indígenas.

En 1917, se conforma la primera organización que persigue la defensa de la mujer, llamada “Centro de Emancipación Femenina”, en la ciudad de Montería. Allí se destaca la figura de Betsabé Espinoza, una líder que defendió los derechos de la mujer, y que en Antioquia logró el aumento del 40 % del salario de las trabajadoras.

La creación de instituciones de ahorro de mujeres fue el reflejo material del empoderamiento de la mujer. Es el caso de las Cajas de Ahorro que fueron establecimientos que permitían la liberación de la mujer. Esta iniciativa fue rechazada por la ideología conservadora de esa época. Estas organizaciones fueron formas de reconocimiento de la reforma legal determinada en la Ley 08 de 1922 en oposición al artículo 128 del Código Civil (Ley 57 de 1887, 26 de mayo), reprochado por los liberales:

Del 15 de julio al 20 de diciembre de 1918, se publicó en el Correo liberal, un provocador aviso que bajo el título la mujer esclava, transcribía el artículo 128 del Código Civil, según el cual, la mujer casada sin autorización del marido no podía celebrar contrato, aceptar herencia, donación, adquirir, enajenar, hipotecar o empeñar algún bien. (Villareal, 2009, p. 72)

Una consecuencia del desarrollo urbano fue la migración del campo a la ciudad, que dio lugar a un tipo inédito de relaciones maritales que permitían superar el patriarcado en el matrimonio. Surgió, entonces, el amor libre y las transformaciones morales del sistema patriarcal tradicional, arraigado especialmene en el campo. La migración a la ciudad permitió acceder a la educación a las clases alta y media, lo que permitió la inclusión de la mujer en la producción literaria y dio lugar a la crítica teórica del sistema patriarcal. Se destaca la figura de Soledad Acosta en el periodismo crítico:

A través del ejercicio intelectual, las mujeres se pensaron como seres excluidos de las grandes decisiones, y desde este campo; en que eran valoradas, comenzaron su crítica. […] Desde finales del siglo XIX, Soledad Acosta de Samper, autora de excepcionales dotes y muy prolífica, se mostró como una de las defensoras de las nuevas opciones para la mujer en una monografía titulada Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones y el periodismo en Hispanoamérica. (Villareal, 2009, p. 67)

Entre 1920 y 1927, la mujer ingresa a la educación superior, en las áreas de la docencia y la cultura. En 1923, se crean las primeras sala-cunas en las empresas, lo que favoreció los derechos de las mujeres maternas trabajadoras, y en 1925, se produce la primera movilización de mujeres contra la pena de muerte y la participación en los partidos políticos de izquierda. Una muestra es el Partido Socialista donde se da una movilización obrera de mujeres trabajadoras que, de acuerdo con Villareal (2009), este hecho fue registrado en un torneo que llevaba por nombre:

La Flor del Trabajo, un torneo galante que se clausuraba con la elección nacional de una dama escogida en competencia, con representantes de distintas regiones. Ganaba la que aportaba más votos “para obras de beneficio del obrerismo”. El voto valía diez centavos que pagaban según la simpatía y el encanto. (Villareal, 2009, p. 73)

Este tipo de expresiones permitían hacer un homenaje a la labor de María Cano, que fue opacada por el desarrollo patriarcal que asumieron los sindicatos.

La década de los años treinta fue un periodo de integración de los derechos civiles y políticos de la mujer en Colombia cuando, de acuerdo con Lola Luna (1985), se extendió el protagonismo de la mujer hasta 1957. Este protagonismo se manifestó en las discusiones de prensa en esta época, respaldados por el liderazgo del liberalismo en Colombia junto con los procesos de modernización. En este marco, se instituye la defensa del voto de la mujer y el reconocimiento de este derecho en 1954 por Gustavo Rojas Pinilla.

Pero por estar en periodo de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, se vino a ejercer ese voto tres años después, cuando las mujeres participaron en el plebiscito que cerró el gobierno militar y abrió el régimen de coalición bipartidista del Frente Nacional. Esto significa que, aunque hubo casos de participación femenina en política antes de esas fechas, como fue María Cano en los años 20 y Mercedes Abadía u Ofelia Uribe en los 40, solo hasta los 50 la mujer en Colombia puedo elegir y ser elegida. (Archila, 2013, p. 7)

Luna (1985) divide las reivindicaciones de la mujer en Colombia en los siguientes escenarios: 1930-1940, época de construcción colectiva de consciencia de la defensa de la mujer en materia de educación e independencia económica; 1944-1948, periodo de reivindicación del voto femenino junto con las alianzas internacionales por la defensa femenina; 1949-1957, se reconoce el derecho al voto y empieza el periodo de la violencia en Colombia.

Este panorama de cambio de la reivindicación femenina tiene un trato especial y significante en la Constitución de 1991 con la renovación del Estado y la apertura al pluralismo jurídico que introdujo cambios significativos en la comprensión jurídica de la mujer, aunque, en la vida política se mantuvo el desarrollo de los roles en las esferas pública y privada. Este escenario es expresado en la Sentencia C-371 (2000) de la Corte Constitucional que estudia la constitucionalidad de la Ley de Cuotas en favor de la mujer. La Corte manifiesta que “la mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades” y que “la mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación” (Sentencia C-371, 2000). Igualmente en esta sentencia se determina el desarrollo cronológico de los derechos de la mujer que se resumen a continuación:

• Ley 83 de 1931, permitió a la mujer trabajadora recibir directamente su salario.

• Ley 28 de 1932, reconoció a la mujer casada la libre administración y disposición de sus bienes y abolió la potestad marital, de manera que el hombre dejó de ser su representante legal.

• Decreto 1972 de 1933 se permitió a la población femenina acceder a la Universidad.

• 1938, protección a la maternidad acorde con las pautas dadas por la OIT en 1919.

• 1954 Reconocimiento del Derecho al Sufragio.

• 1957 Ejercicio del Derecho al Sufragio.

• Decreto 2351 de 1965, se prohibió despedir de un empleo a la mujer en estado de embarazo.

• Las leyes 1ª. de 1976 y 75 de 1968, igualdad de los sexos ante la ley.

• Decreto 2820 de 1974 concedió la patria potestad tanto al hombre como a la mujer, eliminó la obligación de obediencia al marido, y la de vivir con él y seguirle a donde quiera que se trasladase su residencia.

• Artículo 94 decreto ley 999 de 1988 abolió la obligación de llevar el apellido del esposo.

• Ley 50 de 1990, ampliación de la maternidad de 8 a 12 semanas.

Para reconocer los derechos de la mujer en materia civil y laboral, y para no limitar los derechos políticos de la mujer solo al ejercicio del voto, se elaboró un estudio detallado de las relaciones patriarcales en la formación y el ejercicio profesional de la mujer, y el impacto de la falta del empoderamiento en las instituciones público-privadas, que se mostrará a continuación:

Tabla 2. Número de graduados de educación superior. Promedio años 1990 a 1997