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Estudiar y hacer sociología en Colombia en los años sesenta
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Estudiar y hacer sociología en Colombia en los años sesenta
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En los sesenta nació el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional. Comenzó con una prolífica participación en las políticas públicas, pero también sufrió conflictos en medio de la agitada coyuntura política de esos años. Un emotivo y riguroso relato sobre el origen de la sociología en Colombia.
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Information
Capítulo 1
Redes académicas en las ciencias sociales en Colombia: de la Escuela Normal Superior a la Tertulia de los Sábados y la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia (1940-1970)
Orlando Fals Borda y la Facultad de Sociología: un sincretismo activo
Tal como sucedió con las primeras facultades o departamentos de sociología que se fundaron en la década de los años cincuenta en Latinoamérica, un problema central al que debió enfrentarse Orlando Fals Borda para hacer sostenible la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional (que fundó en 1959) fue el de establecer una comunidad docente estable, constituida por una planta de profesores de tiempo completo y medio tiempo que fueran, preferiblemente, profesionales en sociología o, al menos, profesionales en alguna ciencia social (figura 1).

Pero, como sucedió en otras escuelas de sociología de la región, que en sus comienzos fueron integradas por académicos de otras ciencias sociales e, incluso, por abogados interesados en las ciencias sociales (Delich, 1987; Godoy, 1979), Fals debió incluir en la planta docente a varios profesionales de otras áreas del saber, la mayoría de ellos como catedráticos (tabla 1)1.
Después de todo, para la época, como lo expresan algunos de los entrevistados, eran “contados con los dedos de la mano” quienes tenían título profesional en sociología en Colombia, y este habían tenido que obtenerlo fuera del país. Lo poseían, como se verá luego, el propio Fals Borda y María Cristina Salazar, en los Estados Unidos, al tiempo que Camilo Torres Restrepo y Gustavo Pérez Ramírez habían obtenido certificaciones universitarias, con una formación académica predominantemente sociológica, en la Universidad de Lovaina, en Bélgica.

Profesorado estable, profesionalización de los estudiantes, investigación teórico-empírica, establecimiento de un currículo más o menos sistemático para la formación de los estudiantes, impulso de un conjunto de publicaciones continuadas, desarrollo de redes académicas, institucionales y sociales dentro y fuera del país… Estas tareas administrativo-académicas, ineludibles para institucionalizar un nuevo campo disciplinario (J. E. Jaramillo, 2006), constituyeron objetivos centrales del proceso fundacional de la Facultad de Sociología.
Sociología comenzó siendo, por breve tiempo, un instituto de la Facultad de Economía, cuyo decano era Luis Ospina Vázquez. Pero no hay duda, con base en los testimonios allegados, de que Fals Borda, con el apoyo del sociólogo Camilo Torres, concibió el proyecto de profesionalización y disciplinarización de la sociología en la Universidad Nacional desde antes de la creación del instituto, como lo reconocería luego el futuro decano. Por cierto, Fals Borda fue el director del mencionado instituto. Luego se creó la Facultad de Sociología, con autonomía administrativa y académica (figura 2).
María Cristina Salazar, Cecilia Muñoz y Carlos Castillo, que en 1967 eran docentes de la Facultad de Sociología, escribieron sobre ella lo siguiente (en una monografía realizada con base en información que reposaba en esta unidad académica y en sus propias experiencias como docentes y/o estudiantes de dicha unidad en sus primeros años):
En sus dos primeros años, la Facultad de Sociología contaba con pocos profesores, algunos de ellos formados en ciencias sociales distintas a la sociología. La política inicial fue aceptar a cualquier estudiante que llenara los mínimos requisitos con el fin de tener un “cuerpo” estudiantil que justificara la existencia misma del Departamento.
La preocupación central de sus directores fue la de darles a los estudiantes una mística expresada, un sentido de la profesión y de la “neutralidad científica”, que protegiera al grupo de los posibles ataques externos. En esa época se afirmó el derecho de la sociología a ser una ciencia nueva e independiente de otras ciencias sociales. (Salazar, Muñoz y Castillo, 1967, p. 10)

En el primer prospecto de la Facultad de Sociología, que fue redactado en sus lineamientos centrales por Fals Borda y Torres, y que estuvo dirigido a los nuevos estudiantes (aspirantes a ingresar a una disciplina y una profesión prácticamente desconocidas en el país), se ofrecía la posibilidad de cursar una “carrera eminentemente práctica”, fundamentada en el “método científico” y en la “observación empírica”, que debía trascender las “meras creencias, la intuición o el sentido común” (Facultad de Sociología, 1961, p. 1).
Este texto constituyó una verdadera “declaración de independencia”, institucional y disciplinar, en el comienzo mismo de la profesionalización de la sociología en la Universidad Nacional (al tiempo que lo hacían otras dos universidades, estas católicas) en el país. Constituyó, asimismo, una “ruptura epistemológica” con el ensayismo social anterior.
Así estableció un nuevo tipo de discurso legitimado por la “autoridad” de la ciencia y por la “contribución” de la sociología a la “acción ilustrada” que planteaban los políticos-intelectuales y los políticos-tecnócratas del naciente régimen del Frente Nacional. La vocación política, mas no partidista, de los gestores de la facultad se expresaba en la aclaración, en este texto fundacional, de que la creciente atención a las ciencias sociales estaba fundamentada en la circunstancia de que “saber es poder” (p. 2).
Pero ya en esos momentos, la referencia al Estado, a sus políticas y necesidades, se complementaba con una alusión a la “sociedad colombiana” y a la sociología, como una emergente e importante expresión de lo que podría denominarse su “autoconciencia”. En efecto, Orlando Fals Borda y Camilo Torres Restrepo (acompañados de miembros del equipo fundador de la facultad) abogaban por una sociología “basada en nuestros propios hechos [...], dirigida hacia nuestros problemas y dilemas” (p. 3), que apuntara a construir, en el mediano plazo, “una sociología colombiana” (p. 3). Este verdadero leitmotiv fue reiterado, en clases, en alocuciones públicas y en diversos textos, por los orientadores de la facultad. En una entrevista en la Radio Nacional de Colombia, el decano de Sociología expresaba:
Es necesario crear una escuela sociológica nacional que integre la teoría con la observación empírica y que, al mismo tiempo, se enfrente a problemas sociales específicos. Estos habrán de plantearse y de resolverse con las herramientas investigativas y los conceptos científicos de los que la nueva sociología dispone. (Fals Borda, en entrevista de la Radio Nacional de Colombia, 28 de abril de 1960. Colección particular de Alicia Guerrero de Mesa)
La nueva facultad contó con la simpatía y el franco apoyo del primer gobierno del Frente Nacional, presidido por Alberto Lleras (1958-1962), y tuvo como “aliados” suyos a representativos ministros de este Gobierno, como Abel Naranjo Villegas, Abdón Espinosa Valderrama y Otto Morales Benítez. Estos políticos-intelectuales (del partido conservador, el primero; del partido liberal, los dos restantes), promovían políticas reformistas, desarrollistas y modernizadoras que, según consideraban, debían ser auspiciadas y controladas por agencias del Estado.
En este contexto de incipientes afinidades políticas e intelectuales entre la naciente comunidad de sociólogos y el gobierno liberal, reformista y de centro de Alberto Lleras Camargo, la Facultad de Sociología se propuso formar nuevos profesionales dotados de “eficiencia y espíritu de servicio” (p. 2), que pudiesen promover, desde sus futuros lugares de trabajo (en la universidad, en el Estado y en otros espacios) el “cambio social y cultural” dentro de una “política nacional realista” (p. 2) (figura 3).

Para lograr estos objetivos académico-políticos, ambiciosos pero realizables, era necesario vincular docentes e investigadores de las ciencias sociales que estuviesen dotados de una trayectoria y un reconocimiento nacional (y, en algunos casos, internacional) dentro de sus respectivos campos disciplinarios, cuando no en una perspectiva interdisciplinaria. Solo así podría lograrse el objetivo, a la vez intelectual, político y moral, promovido por Fals y Torres, de contribuir a fomentar lo que entonces se denominaba el “cambio social dirigido” y, correlativamente, de desarrollar una expresión colombiana de la sociología2.
Al respecto, estos sociólogos y académicos, con decidida proyección en el campo de la política, hicieron un esfuerzo de “traducción” (Latour, 2001) de los conceptos y resultados de investigación suyos y de otros colegas: desde el universo semántico de la sociología que ellos practicaban hasta el lenguaje institucional frentenacionalista (el de la planificación, la “adopción de innovaciones”, la “ingeniería social gradual” y el “cambio social controlado”). Este era propio de la modernización desde arriba y del desarrollismo promovidos por los principales personeros de este régimen bipartidista de democracia constitucional restringida. Como lo recuerda Bruno Latour:
Las operaciones de traducción transforman las cuestiones políticas en cuestiones técnicas, y viceversa. […]. Para convencer a alguien, un científico necesita datos, pero necesita también alguien a quien convencer. (Latour, 2001, p. 120)
Estas traducciones y resemantizaciones se vieron facilitadas por el hecho de que estos sociólogos fundadores eran verdaderos intelectuales “híbridos” que ocuparon simultáneam...
Table of contents
- Archivos consultados
- Resumen y cómo citar este libro
- Presentación
- Introducción
- Capítulo 1
- Capítulo 2
- Capítulo 3
- Capítulo 4
- Capítulo 5
- Epílogo
- Apéndice
- Bibliografía
- Entrevistas y conversaciones
- Anexo