El agujero en la capa de ozono se cierra gracias a la puesta en marcha del Protocolo de Montreal (1987), recibido como «el primer éxito de importancia frente a un problema medioambiental mundial».2 Este ejemplo es aún más importante porque puede prefigurar lo que podría ser el éxito de la lucha contra el cambio climático, como ha subrayado recientemente Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.3
UN ÉXITO UNÁNIMEMENTE RECONOCIDO
La mayoría de los objetivos industriales que tienen como propósito restaurar la capa de ozono se han logrado más rápidamente de lo previsto: hoy se producen y consumen muy pocas sustancias destructivas. Pero las sustancias perjudiciales tardan mucho en degradarse en la atmósfera, por lo que la recuperación va a ser un proceso lento. La capa de ozono recuperará su nivel inicial sobre la mayor parte del globo antes de 2050, algo más tarde en la Antártida.4
La puesta en marcha del Protocolo de Montreal ha conllevado beneficios en muchos ámbitos, especialmente en la salud:5
- 20,6 millones menos de casos de cáncer de piel hasta 2060.
- De 1 a 3 millones de fallecimientos menos por cáncer de piel hasta 2060.
- 129 millones menos de casos de cataratas hasta 2060.
LAS RAZONES DEL ÉXITO
El fruto de una larga cooperación
La situación de partida se presentaba muy intrincada porque los productos que reducían la capa de ozono parecían indispensables para la refrigeración, el aire acondicionado, los espráis, los disolventes, los transportes, etcétera. Pero la cooperación entre científicos, diplomáticos internacionales, industriales y representantes de ONG fue muy fructífera.6 La estrategia internacional destinada a reconstituir la capa de ozono a partir de la década de 1980 inició una nueva forma de relaciones que pueden calificarse de diplomacia medioambiental mundial.7
La implicación de los científicos: proporcionar conocimientos objetivos
Los primeros artesanos de la protección de la capa de ozono fueron los científicos. Las investigaciones realizadas por expertos de múltiples disciplinas incitaron a los responsables políticos a comprometerse a favor del ozono.8
La implicación de las Naciones Unidas: llevar a los participantes a la mesa de negociaciones
El Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente tuvo un papel protagonista. Mostafá Tolba, su director ejecutivo, se implicó a fondo y persuadió a diplomáticos, industriales y militantes medioambientales para que se sentaran a la mesa de negociaciones para restaurar la capa de ozono.
La implicación de los Estados: una cooperación financiera responsable
Los diplomáticos consideraron que todos los países compartían la responsabilidad de proteger la capa de ozono y que los Estados más ricos tenían más responsabilidad, pues habían causado más daños y poseían más empresas con tecnologías capaces de desarrollar sustancias alternativas.9 Se creó un fondo multilateral gracias al cual los países ricos del norte proporcionaron asistencia financiera y tecnológica a las naciones en desarrollo para ayudarlas a poner en marcha las políticas necesarias para proteger el ozono.
La implicación de las ONG: sensibilizar a la opinión pública y cooperar con los industriales
El compromiso de las asociaciones medioambientales resultó determinante.10 Ejercieron de fuerte grupo de presión sobre los Gobiernos, sensibilizaron al gran público sobre el problema del ozono y apoyaron el uso de los productos alternativos. Un aspecto interesante fue el paso de una estrategia caracterizada sobre todo por denunciar a industriales a otra que consistía en colaborar con ellos.
La implicación de los industriales: desarrollar productos de sustitución
Algunos autores consideran que las fuerzas del mercado pueden ajustar todos los problemas medioambientales. Esto es falso y el ozono sirve de ejemplo emblemático, pues, en un primer momento, los industriales negaron los datos científicos. Lo que sí que es cierto es que los industriales tenían los medios financieros para investigar y descubrir nuevos productos que no destruyeran la capa de ozono. Entre las fuerzas del mercado y la solución industrial del problema del ozono se intercalaron la presión del público y las convicciones morales de los gobernantes. Los industriales acabaron por entrar en el juego, colaboraron entre ellos y con los Gobiernos, los científicos y las ONG para conseguir producir sustancias que no fueran perjudiciales para el ozono.11 Cabe notar que las empresas multinacionales, a menudo competidoras, optaron en este caso por la colaboración y compartieron información tecnológica esencial.
LA PRUDENCIA SIGUE SIENDO NECESARIA
Los hidrofluorocarburos (HFC), sustancias que sustituyeron a los productos destructores del ozono, producen el efecto invernadero, lo que obliga a los industriales a realizar nuevas investigaciones para emplear otros productos. Los 197 Estados que suscribieron el Protocolo de Montreal firmaron en octubre de 2016 en Kigali, Ruanda, un acuerdo por el que se comprometían a hacer desaparecer progresivamente los HFC.