La dramática fílmica
de José Revueltas
en el cine mexicano
Francisco Peredo
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Entrada en la escena fílmica
En 1943 José Revueltas es un hombre joven, de apenas 29 años de edad, quien, sin embargo, ha tenido una vida ya demasiado intensa. Miembro de una familia de once hermanos, y nacido en uno de los momentos más agudos de la Revolución mexicana (el 20 de noviembre de 1914), cuando ha sido derrocada la dictadura huertista y se inicia la lucha de facciones, su niñez, su adolescencia y su entrada en la juventud no fueron en absoluto convencionales. Migrado con su familia a la edad de apenas seis años, en la ciudad de México José oscila entre la educación privada y la educación pública, hasta que deserta antes de terminar el primer año de secundaria. Se convierte en autodidacta y, poco después, incursiona en el que fue el oficio de su vida: el activismo político, llevado con una pureza y una dignidad que son muy distantes del activismo político utilitarista, convenenciero y acomodaticio que ya desde entonces se solía practicar en México. Activismo que busca hacer ruidos y escándalos para luego transigir con la corrupción, la venalidad y la podredumbre que se dice combatir, para a la larga obtener así beneficios, prebendas y riquezas.
Por esa vida genuinamente comprometida desde entonces con las causas y los reclamos sociopolíticos, José Revueltas pasa muy temprano por la correccional en 1929, cuando tiene apenas 14 años, a consecuencia de su participación en una manifestación. Eso origina quizá su decisión de incorporarse al Partido Comunista Mexicano en 1930, lo que contribuye a su acendrado activismo que lo llevará nuevamente a prisión en las Islas Marías, por haber organizado una huelga (1932). Vuelve a dicha prisión (en 1934-1935), luego de participar en un movimiento de trabajadores agrícolas, en los umbrales del cardenismo y cuando cuenta con apenas 19 años, momento en el que es condenado a trabajos forzados en esa prisión. Al iniciar los cuarenta José Revueltas ha tenido intensa participación en la actividad sindical (durante el Cardenismo, hacia 1938), se ha incorporado al Partido Comunista Mexicano, ha debutado en las letras con Los muros de agua (1941) y ha obtenido reconocimiento en México y en el extranjero con El luto humano (1943). La primera recoge sus impresiones de la vida en prisión en las Islas Marías (de ahí la alusión a muros de agua), y la segunda le valdría el Premio Nacional de Literatura. Sobre aquel reconocimiento la prensa de la época refirió lo siguiente:
Profunda satisfacción ha causado en los círculos literarios y periodísticos de México el fallo del Jurado Nacional, otorgando el primer premio al trabajo del periodista José Revueltas en el Segundo Concurso Literario Latinoamericano, puesto que se ha reconocido plenamente la obra revolucionaria y capaz de uno de los jóvenes exponentes de las letras nacionales […] En realidad, el triunfo de Revueltas era esperado por todos los que conocen su trayectoria, ya en el terreno de la lucha social, ya en el periodístico. La obra premiada, plena de observaciones logradas en los propios campos de lucha de clases, impresionó a los miembros del jurado, quienes le concedieron el máximo galardón, significando así el interés que existe en la actualidad por todas las ideas que ayuden a encauzar y orientar la opinión pública por senderos de comprensión humana […] Pepe Revueltas ha cristalizado con este triunfo, toda una acción –ya que no una vida, pues tiene por delante un largo camino que recorrer–, fértil y homogénea. Sus catorce años de lucha dentro del proletariado nacional, las repercusiones de que ha sido objeto y su labor siempre tesonera y fecunda, se han visto públicamente reconocidas con este éxito de ahora, que viene a colocarlo, merecidamente, en primera línea entre los batalladores clasistas mexicanos […] El luto humano, título provisional con el que Revueltas designó su novela al ser clasificada en primer lugar en el concurso convocado por la editorial Farrar and Rinerhart por intermedio de la Oficina de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana, gana desde luego el Premio Nacional de Literatura, que la Secretaría de Educación Pública concederá posteriormente.
No fue cierto del todo que haya existido profunda satisfacción en los círculos literarios por la obra de Revueltas, a decir de una “reseña despiadada” que sobre la obra habría publicado Octavio Paz. Pero la nota anterior es ilustrativa no únicamente de la que ya era una imagen pública de José Revueltas hacia 1943, cuando obtiene aquel premio proveniente de las diversas instancias involucradas y también cuando es expulsado en ese mismo año del Partido Comunista Mexicano. Delata quizá que por ese conocimiento de su vida y de su actuar se le haya considerado idóneo para determinado tipo de historias en el cine. Esto se explica porque 1943 fue también el mismo año en el que se le encomienda trabajar con Agustín P. Delgado y Raphael J. Sevilla en la adaptación de El mexicano, el cuento de Jack London, para la realización de una película mexicana que habría de filmarse en la primera mitad de 1944, y cuyo título tentativo sería inicialmente el de El despertar de una nación, con evidentes referencias implícitas a las luchas sociales, con las que se relacionaba a José Revueltas.
Aquella película, en la que fueron debutantes, tanto Agustín P. Delgado en la dirección como Revueltas en la adaptación y en el guión, conservó finalmente el título de la obra que le daba origen, y no fue un debut muy afortunado ni frente a la crítica ni frente al público, en un año en el que el cine nacional estaba en la cima de su esplendor, en la llamada Época de Oro del cine mexicano, y cuando en consecuencia la película debió ser mejor apreciada porque “ni el mismo director debutante Agustín P. Delgado pudo disimular la buena índole del personaje y lo cabal de su comportamiento, por lo que la cinta mereció la siguiente nota reaccionaria y xenófoba”.
Jack London, el célebre novelista yanqui, nos pinta a los mexicanos de tal manera, que los federales [en la Revolución mexicana] son unos energúmenos y los revolucionarios unos apóstoles. Y bajo ese pie se desarrolla esta cinta, que revive días de odio que afortunadamente han pasado ya a la Historia […] El mexicano habría sido una película muy bien lograda hace diez años.
Lo que aquel crítico no advirtió, o percibió de manera errónea, es que El mexicano no se hizo para revivir rencores pasados, sino todo lo contrario. Por eso, aunque se criticó la adaptación de Revueltas, Delgado y Sevilla, por “estar hecha sin pasión”, en el mismo “jurado popular” en que se admitió aquel juicio también se dio cabida para una sólida defensa, de quien habría sido el “defensor” del filme, que se expresó al respecto:
He aquí que, el señor Fiscal, está empeñado en condenar a este grupo de jóvenes, que han puesto su entusiasmo para llevar a la pantalla la historia de Jack London, pero no creo que lo consiga […] No creo que lo consiga porque siempre es bueno hacer historias de esos héroes anónimos que no tienen historia, pero que se han sacrificado por lo que ellos han creído el bien de s...