Textos Petrificados
eBook - ePub

Textos Petrificados

Vayih Camacho O.

Share book
  1. 93 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

Textos Petrificados

Vayih Camacho O.

Book details
Book preview
Table of contents
Citations

About This Book

Pequeñas crónicas escritas en la segunda vuelta de la campaña presidencial en Colombia de 2018 como una urgente necesidad de expresar un punto de vista sobre el acontecer político.Textos que circularon inicialmente en la virtualidad para expresar una opinión divergente y fomentar el espíritu de escritura crítica entre la ciudadanía. El libro no tiene carácter académico ni pretende ser un manual de procedimientos políticos. Sus comprometidaslíneas contribuyen a ver con más claridad el destino inevitable que se avecina para que el pueblo organizado se conduzca hacia la autonomía a través de caminos de libertad, equidad y justicia.

Frequently asked questions

How do I cancel my subscription?
Simply head over to the account section in settings and click on “Cancel Subscription” - it’s as simple as that. After you cancel, your membership will stay active for the remainder of the time you’ve paid for. Learn more here.
Can/how do I download books?
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
What is the difference between the pricing plans?
Both plans give you full access to the library and all of Perlego’s features. The only differences are the price and subscription period: With the annual plan you’ll save around 30% compared to 12 months on the monthly plan.
What is Perlego?
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Do you support text-to-speech?
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Is Textos Petrificados an online PDF/ePUB?
Yes, you can access Textos Petrificados by Vayih Camacho O. in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Literatur & Poesie. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Year
2019
ISBN
9789585655768
Subtopic
Poesie
Edition
1

Embrujo

En el año 2003, recién comenzaba la pesadilla, leí una revista cuyo título resultaba inquietante: El embrujo autoritario. En ella varios autores presentaban su balance del primer año de gobierno de Álvaro Uribe Vélez. No sé si como una premonición, advertencia, augurio o desgracia, el contenido alertaba sobre el posible devenir del país. Hoy, después de ver los resultados electorales para presidente (2018-2022), primera vuelta, me asaltan una certeza, una promesa y una preocupación. La primera, es que la revista estaba en lo cierto. No considero que este sea un problema de falta de razón, carencia de educación o despliegue de ignorancia, sino de algo que está más allá (ustedes se reirán), pero esto ya es una cuestión de brujería; la segunda se relaciona con la discreta promesa de varios millones de personas que pueden cambiar esta situación. Y la tercera es una preocupación: desde ese mismo año (2003) conozco profesores, estudiantes e intelectuales atrapados en el embrujo del uribismo. Algunos han venido despertando gradualmente. En la contienda electoral hubo un candidato que atrapó el sueño de varios de estos. Las personas tienen derecho a reformarse. Muchos quisieron salir de esta maléfica red a través de una primípara catarsis discursiva alrededor de la democracia, los sueños, la educación y otros temas sensibles. Pero los resultados no se les dieron, de manera que los noto desorientados, cabizbajos, aterrorizados. Su sutil manera de volver al redil es sugerir que no se puede hacer nada, que hay que votar en blanco, que hay que esperar hasta el 2022. Les digo, ya que despertaron de los rezos al sacudir la cabeza, no dejen perder esta posibilidad de sentirse libres. Muchos de ellos crecieron mentalmente (si es que se puede decir eso) en el lapso que va de 2002 en adelante y no conocen el sentido de la palabra libertad. Apenas comenzaron a saborearla ayer y ya se decepcionaron. Dejar atrás un hechizo duele, sobre todo cuando ni siquiera se es consciente de ello. El uribismo no ganó, fue el pueblo quien perdió. A los seguidores y seguidoras de Fajardo (no a los uribistas, porque está visto que es imposible mejorar su estado mental) los invito a no ser obcecados y querer volver al rebaño. Aquí la cuestión no es de amores u odios por Petro. Aquí el asunto es más grave: es de vida o muerte (en el sentido real o simbólico, o como lo quieran entender). Más allá de un modelo económico y dentro de este corral capitalista y neoliberal, la cuestión es sencilla: recuperamos aunque sea un leve sentido de la libertad para el hombre o dejamos que este país siga siendo alumbrado diabólicamente con el tabaco de la desilusión, las velas de la indignidad y las cartas de la explotación. En mi condición de ciudadano, dentro del marco que la ley me ofrece para expresarme, y con el único hechizo que me permito, el del amor, los invito a pensar en Gustavo Petro Urrego como realidad en esta segunda vuelta.
(Mayo 28 de 2018)

Monumental

Ocurrió un domingo 5 de septiembre de 1993. La selección nacional de fútbol de Colombia había llegado a Buenos Aires a disputar el partido final de la clasificación suramericana al Mundial USA 94. Su arribo al Aeropuerto Ezeiza estuvo precedido por el amedrentamiento gritón conque las barras futboleras ablandan a sus rivales. Gran bullicio padecieron los jugadores en el hotel. Sus entrenamientos en cancha ajena fueron concertados para generar desánimo. Cierta intranquilidad los cobijaba antes de saltar al campo de juego. El Estadio Antonio Vespucio Liberti, más conocido como el Monumental de River, estaba a reventar. Ese día Maradona dijo: Las cosas van a seguir como hasta el momento van, Argentina arriba y Colombia abajo. La ensordecedora bulla en las tribunas y el eco de las barras quilomberas no dejaban de alentar al equipo argentino con insistentes cánticos de triunfo mientras la gente en Colombia tomaba asiento frente a sus televisores con el habitual pálpito de perder el tiempo y el partido. La transmisión era solo una excusa de amigos para compartir unas cervezas. Una vez más el hábito colombiano de la desesperanza se había apoderado de los aficionados. El complejo de inferioridad iba de la mano con una derrota incrustada en la cabeza. La gente decía: es contra Argentina, un empate es bueno, con eso vamos. La cuestión era difícil. El equipo tenía que enfrentar a la mismísima selección albiceleste con los melenudos figurines de entonces inflados por las revistas y periódicos del establecimiento. En el campo había que lidiar con árbitros cuyos nombres generaban desconfianza, y además debían encarar a una dirigencia confederada y apoltronada en los hilos de un poder mafioso tejido por Julio Grondona. Con esta previa futbolera nadie se atrevió a imaginar el desenlace del encuentro. Pero el tiempo fue pasando y con él llegaron los goles y la tribuna se pasmó. Los despreciados negros patirrajados, como decían algunos, se levantaron orgullosos y sacaron a relucir su imaginación y su capacidad de triunfo. Y así, donde las cosas parecían imposibles, Colombia pasó directo al mundial y Argentina tuvo que tragarse su grandilocuencia. Sin ocultar su incomodidad, Maradona aplaudió de pie desde su balcón al onceno cafetero.
Nada está escrito. No me interesa propagar actitudes positivas propias de autores sin vitalidad. Pero el desánimo no puede apoderarse del espíritu de los colombianos en esta nueva contienda electoral fijada para el 17 de junio. En la segunda vuelta (aunque parezca imposible, como en el partido mencionado) debemos esperar a que los colombianos, cansados de tanta ignominia y de estar abajo, se levanten para derrotar de manera contundente a los poderosos que siempre los han vapuleado; vencer a los que hasta la camiseta amarilla se robaron para convertirla en otra malvada identificación nacional. En esta ocasión Petro y su equipo representa a esos históricos futbolistas que, encabezados por el Pibe Valderrama, tuvieron el coraje y la decisión de jugar con el corazón y la cabeza, no solo con los pies. Es un deber nacional recuperar la dignidad y superar la abyección. No debemos olvidar que el maligno y efímero poder de Grondona quedó enterrado en su tumba. Quizás en el aire quedó revoloteando su único acierto verbal: Todo pasa. Considerando esta expresión, debemos suponer que la horrible noche en que el Grondona colombiano (o amansador de caballos) tiene sometido al país también pasará y el devenir de Colombia será otro.
(Mayo 29 de 2018)

Rebusque

Las sociedades se organizan alrededor de espejismos y en ellos se refleja su acontecer vital. Convertidas estas quimeras en realidad, allí se activan los procesos productivos, circulan mercancías y los individuos (más allá de su capacidad de pensamiento, sentimiento y acción) creen satisfacer sus necesidades. Hay varios ejemplos de ello: EE UU gira alrededor del consumo; Japón lo hace en torno a la tecnología; Holanda no puede eludir el sentido del placer; España sigue aferrada a la oración; México exalta una alucinada visión de la muerte; Argentina vive en la periferia de sus evaporadas genealogías europeas. Pero interesa saber cuál es la práctica bajo la cual, en medio de su despelote, se organiza Colombia. Creo que la desgraciada cohesión se sitúa en los contornos del rebusque, esa palabra que la RAE circunscribe a una solución ocasional e ingeniosa con que se resuelve una dificultad. Y la mayor dificultad que hemos padecido en Colombia es la carencia de un trabajo digno y libre. Entonces desde ahí se organizan todas las justificaciones y vivencias. Así, el rebusque lo ejerce el vendedor ambulante de tinto que rinde sus bebidas con agua de la llave; el busetero que transporta pasajeros más allá de la capacidad del vehículo y tiene tiempo para servir como expreso dentro de su ruta; también lo practica el profesor de planta, catedrático, ocasional o jubilado que anhela unas horitas, un taller, una conferencia, un proyecto (en horas contrarias a su jornada o en caso de desempleo) para cuadrar sus lamentables ingresos; lo desempeña el artista que se amanguala con jurados y gobernantes para hacerle el quite a las leyes de contratación; y también están en el rebusque los estudiantes, médicos, abogados, ingenieros, veterinarios, deportistas, agricultores, periodistas, banqueros, policías, militares, arquitectos, secretarias, funcionarios, empleados comunes, trabajadores oficiales e independientes, y hasta curas con sus misas de sanación y pastores en ejercicio de sus funciones espirituales dentro de la franja política. No debemos olvidar a los ejecutivos ocultos en las transnacionales y tampoco que el narcotráfico es el más perverso de los rebusques, pues anclado en la ganancia desmedida e inmerecida, somete el cuerpo y la vida al terror de un consumo mortal en toda su dimensión. Pero quienes más se nutren de esta desgracia nacional y más daño le hacen al país son los grandes contratistas y los políticos ambiciosos que con doble militancia reptan sobornando tras el rebusque de avales y votos con el propósito de incrementar sus ganancias personales. Siendo el rebusque un efecto de las carencias, este conduce al sometimiento e incluso a la improvisación de las actividades. La precariedad laboral trae como consecuencia esa grieta por donde se filtran las goteras y los aguaceros de la corrupción, es decir, el desangre del presupuesto y de la vida. Colombia no puede seguir siendo un nicho del rebusque. Debe ser una sociedad que aspire a organizarse alrededor del trabajo justo, digno y placentero como fuente de riqueza inmanente a la condición humana. Petro propone acabar con la situación de indignidad laboral a la que está sometida la mayoría de colombianos. La sola propuesta de acabar con la reforma laboral que el amansador de caballos les impuso a nuestros conciudadanos en beneficio de los poderosos, da cuenta de una visión distinta de las cosas. Los acaudalados y linajudos se oponen a ello y destilan veneno diciendo que este planteamiento pretende acabar con el trabajo. Pregunto: ¿de qué trabajo hablan? Una sociedad respetuosa del trabajo podrá pensar, sentir y disfrutar del consumo, la tecnología, el placer, la oración y hasta de la muerte entendida como un tránsito natural y no como el despojo de la vida que los rebuscadores de tierra (terratenientes) y sudor (empresarios) han ejercido por años en Colombia. Acabar con el rebusque es empezar a ser un país.
(Mayo 30 de 2018)

Pulso

No alcanzo a imaginar las calles llenas de gente triste. Nada más horrible que un parque, un estadio, una universidad, una playa atiborrados de gente en apariencia feliz, pero derrotada por dentro. Gente que camina como si fueran a pisar el fondo del universo, arrastrando las huellas de la indiferencia, sin ningún sentimiento de culpa, porque hasta la culpa (ese procedimiento propio de la metódica cristiana y jesuítica) se la han robado. No quiero que después de que la sirena electoral anuncie el cierre de las votaciones, los menesterosos empiecen a brincar de felicidad porque sus opresores triunfaron. Este sería el horrible adorno que los poderosos, los indolentes y los acomodados le pondrían a su perverso trabajo de despistar incautos. No quiero ver a mis conciudadanos rodar por este mundo como perros apaleados, con la cola entre las piernas. Si las cosas llegan a ser de este modo, nada podríamos respirar en un ambiente de desconsuelo y desconfianza. Así quieren ver de nuevo a la gente de Colombia. Hubo un leve respiro durante un año largo en que no sonaron las balas del exterminio y los hospitales militares retomaron su misión de ser preventivos, como deben ser todos los hospitales y clínicas. Pero de nuevo los oscuros negociantes de plasma y los contratistas de suero e instrumentos quirúrgicos quieren retomar su mercado. Querer perpetuarse en el poder para distraerse con esto, no es el acto de un corazón grande sino la acción de un depravado pintor de bodegones de naturaleza muerta y sórdida.
Para nadie es un secreto que indígenas, negros, pobres, homosexuales, feministas, intelectuales, trabajadores, artistas, estudiantes, profesores, amas de casa, ecologistas, animalistas, obreros y campesinos producen escozor a ciertos grupos sociales. También es cierto que hacia ellos se dirigen todas las estrategias de terror y adocenamiento. Excluirlos con una política de miedo, hambre, amenaza y soborno es inhumano. El tamal envenenado, la pócima de engaño, el látigo de la noticia falsa, el culatazo pedagógico no pueden ser la norma correctiva para quienes se sacuden y desean pensar otras realidades por sí mismos. La traición y la neutralidad son las dos caras de la moneda que se mete en la alcancía de la desigualdad, la injusticia y el perpetuo despojo. Veo con preocupación los rostros de mucha gente sensible. Advierto en sus miradas que no quieren revivir para ellos ni para nadie, la triste dicha de levantarse a esperar la muerte. Me preocupan estas expresiones. Tanta lucha de gente honesta, estudiosa y trabajadora que no tendrían en dónde descansar su confianza, todo porque una inmensa fila de ciegos (guiados por el lazarillo del miedo) legitimó en las urnas el sucio juego de la sed de venganza. Si no detenemos esta posibilidad creada por la condición enferma y manipuladora de los medios de comunicación y las redes sociales, ¿a dónde irá a parar el lícito deseo de los ciudadanos por tener un mejor país? De no ser así, en las ciudades y los campos doblarán las campanas por el eterno duelo fratricida de los colombianos. Creo que Gustavo Petro no está acorralado ni solo. En general el pueblo mantiene un abierto o secreto apoyo hacia él. No se lo dejan expresar las perversas bestias que han gobernado el país, y tampoco las falsas coherencias de algunos advenedizos a la lucha por la democracia que como tenderos pesan sus libritas y sus votos como porciones de arroz con réditos futuros. Es imperativo volver a la profunda pregunta que un día, en su magistral libro Suenan timbres, invocó el gran poeta Luis Vidales: ¿Por qué un mismo espectáculo todos los días desde que le diste cuerda al mundo? / Señor / Deja que ahora / el mundo gire al revés / para que las mañanas sean por las tardes. No debemos temer a mirarnos en el pasado. No dejemos que las palabras y las ideas abandonen al hombre. Este es nuestro pulso.
(Mayo 31 de 2018)

Fraude

La calle es larga. A lado y lado pululan establecimientos que exponen la grasa natural de un puerco. El aviso dice: Lechona. Nada más apropiado que este vernáculo platillo para simbolizar la época electoral en Colombia. Al paso olfativo por entre las aceitosas latas, los comederos ofrecen una diversidad de sabores y tantas degustaciones que al llegar a la esquina, el estómago va almorzado. Entre las razones sociales de carácter patronímico y toponímico llama la atención un letrero que devela sinceridad: Auténtica lechona tolimense. Sorprende el énfasis cromático en rojo de la palabra Auténtica. Este rasgo diferenciador desdice de la competencia y considera la posibilidad de que sus productos sean un fraude. La sorpresa atenúa la ingesta porcina. Uno confía en la palabra del encargado, pero las cosas ya no dependen del sabor comparado y el gusto subjetivo, sino de los ingredientes y la preparación. Aflora la duda y la palabra “Auténtica” se convierte en una advertencia forzada y una mentira alrededor de algo que no debería generar sospecha. Ahora todo se sopesa en el ámbito de las suspicacias. El menaje está listo. Un elástico mantel (de tolerancia por lo absurdo e intolerancia por lo justo) se extiende sobre la mesa. Sus bordes carcomidos manifiestan una herencia de vida supuestamente democrática. Y como esos negocios falsos se presenta ante la honrada ciudadanía la Registraduría Nacional del Estado Civil y su lechonero mayor. Esta entidad con autonomía administrativa, contractual y presupuestal ha desviado su natural función. Convertida, por obra y gracia del sátrapa en una alevosa lechonería, ahora falsea de manera vulgar y descarada su condición garante de la democracia. Sin ser capaz de registrar limpiamente una simple suma de nivel escolar primario, allí se refrenda, se legaliza y se apadrina el acostumbrado desengaño que manda a padecer a la gente un cuatrienio doblado y redoblado dentro de lo inaceptable. La Registraduría es una cocina del engaño, una falsa lechonería en cuyos atrasados hornos de leña se cuece con orgullo de pícaros y oscuro gozo la desgracia nacional. Eso causa risa, gracia y memes entre la ciudadanía ligera e insensible. El fraude se vuelve un chiste pésimo para los ojos nublados de pena e impotencia por la gran estafa. Y la autoridad que debería proceder para que el expendio brinde platos sanos, solo muestra sus dientes con las credenciales de su incapacidad para proceder acorde con la ley. Quiere decir esto que los inspectores de alimentos ya no se inmutan ante las ratas y las cucarachas que deambulan en el mostrador.
El diccionario de la Real Academia Española, en una de sus acepciones más precisas, define el fraude como una acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete. El fraude es la impotencia misma de los poderosos. La fotocopia de tarjetones, la alteración de formularios, son apenas un pequeño desliz para el lechonero mayor que dice: Son solo moscas. Usted puede consumir este plato que si acaso le hace daño, solo será por cuatro años. Con estómago de burros, muchos se comen esa mierda. Es claro que hay fraudes relacionados con espíritus y leyendas, mentiras que entretienen. Fraudes financieros y económicos que nos dejan en la calle. Fraudes deportivos que se alzan con títulos de chanchullo y medallas inmerecidas. Fraudes arqueológicos en donde por el dolo solo pueden reclamar las momias. Fraudes que embalsaman cuerpos de extraterrestres y de jóvenes inocentes. Fraudes históricos, musicales, mercantiles, comerciales, documentales, religiosos y fotográficos. Todos causan daño. Pero que una lechonería como la Registraduría propague entre sus catálogos mil maneras de timar al ingenuo, falsificar la confianza del voto, burlar con mentiras, tretas y engañifas la voluntad popular, dice más de una cloaca que de un lugar confiable. Ofende al sentido común que la expoliación, el robo y la simulación sean su sazón. En sus puertas debería colgar un aviso que dijera: Auténticos platos de trampa, hurto y defraudación. Y notificar por anticipado quien será el cerdo que nos intoxicará los próximos años. Pese a todos los contratiempos no nos asustamos ni vamos a salir corriendo. No estamos para venganzas ni chistes bobos. Si nuestro gusto es mirarnos cara a cara, sin que la mirada nos campaneé el disgusto y la traición, algún día Colombia, por razones de salud, cambiará su dieta electoral y la Registraduría no será más un lugar de contaminación. Comeremos libremente frutos verdes acompañados de un delicioso aguacate.
(Junio 1 de 2018)

Oikos

En una sociedad desigual e injusta el trabajo no es un referente que sirva de estímulo para vivir. La odiosa expresión de trabajar, trabajar y trabajar vulgariza la condición humana e induce a la indignidad. Cuando medito en una economía para la vida evoco el trabajo como esa actividad propia de la especie humana que nos permitió evolucionar. Reflexiono en un trabajo alejado de la alienación y la explotación, en donde la actividad rutinaria no sea una cosificación del brazo y el cerebro, sino un perfeccionamiento y satisfacción del ser. Cobrar el salario no puede ser la eterna rueda del samsara que nos ilusiona una vez al mes y nos decepciona el resto de días con la obligación de pagar deudas de toda índole, a través de la intermediación bancaria.
Hubo un momento de libertad cuando éramos jóvenes, bellos e irresponsables, justo cuando no nos deteníamos en los minúsculos cálculos para comprar una panela. Esto (en mayor o menor grado) nos ha sucedido a todos, menos a los poderosos que nacieron con bultos, camionadas, fábricas de panela. Crecimos con el karma de tener que proveernos por nosotros mismos bajo condiciones difíciles, sin reglas justas, sin la solidaridad de n...

Table of contents