De la lectura y del arte de escribir

Rafael Tomás Caldera Pietri

• Publisher: Ediciones Rialp
• Year: 2021
• ISBN:
  9788432154089
• Edition: 1
• Topic: Filosofía
• Subtopic: Historia y teoría filosóficas

No es fácil adquirir el hábito de leer, ni tampoco el de escribir correctamente, y es un problema de enorme actualidad entre los jóvenes de nuestros días. Rialp edita este pequeño volumen, donde se recogen consejos para la lectura y la escritura de artículos y ensayos por parte de quien ha sido un referente intelectual para numerosos estudiantes universitarios.

DEL ARTE DE ESCRIBIR

EXPLICACIÓN

CONCLUYE ARTURO USLAR PIETRI un hermoso artículo sobre el arte de escribir con esta sentencia: “Yo no daría a los que quieren escribir sino un consejo: escriban”.

De buena mano viene el consejo. Y recoge una antigua verdad, renovada en todo artista: no se enseña el arte. Se aprende, pero no se enseña.

Quien sienta la urgencia o el deseo, la importancia en todo caso, de practicar algún arte ha de ponerse a la tarea. Con empeño. “Las cosas que hemos de aprender para poder realizarlas —decía Aristóteles— es realizándolas como las aprendemos”.

Se podrá, sin embargo, aprovechar de la experiencia ajena, de la práctica de los que lo han precedido en el oficio: podrá mirar cómo hacen estos, podrá averiguar cómo han hecho aquellos. Podrá, en suma, recoger el señalamiento de un camino, que se ha seguido con buen resultado. Y con todo ello, corregirá su propio andar o ampliará sus posibilidades.

Por eso, aunque el arte no se enseñe (solo se enseña, se muestra, con el ejercicio mismo del arte), puesto que se aprende, pueden conservarse, bajo forma de anécdota, de indicación, de consejo y hasta de regla, algunas de las experiencias de los que han adquirido la maestría.

Por otra parte, se puede determinar por medio de análisis algunas de las exigencias esenciales del oficio, con vistas a entender mejor su práctica. Pero en esto no se ha de ir muy lejos, o se cambiará de plano y de intención: se terminaría haciendo sin querer un estudio teórico del asunto, en lugar de anotar lo que pueda ser útil para la práctica. Es, pues, preferible ser muy parcos a la hora de poner por escrito unas notas acerca del arte, incluso del arte de escribir.

A esa norma he procurado atenerme en las páginas que siguen, destinadas a quienes se inician en la práctica del artículo y de la prosa de ideas, para ayudar a su incipiente ejercicio.

Como es obvio, no se ha pretendido ninguna originalidad. Al contrario. En materia de enseñanza y de consejos, todo ha de estar avalado por una tradición.

Lo esencial, sin embargo y sin duda, es escribir. A diario. Luego, observar a los maestros, cómo han hecho, cómo hacen. Buscar también quien pueda ayudarnos a ver, y corregir, los errores cometidos en nuestros primeros pasos.

Y para todo tiempo, la norma de Alfonso Reyes, que ama citar Pedro Grases: escribir a lápiz, por los dos cabos. Esto es, escribir, borrar; escribir, borrar... Dar salida, sin traba, a la emoción y el pensamiento; enmendar la expresión para afinarla y hacerla más justa, más elocuente.

1

EL PRIMER PASO PARA ESCRIBIR con sentido es proponerse un tema. Pero, para llegar a hacerlo, el primer hábito que habrá de adquirirse es el de saber determinar el tema propuesto.

Supongamos que se nos encarga un artículo sobre “el bicentenario de la Independencia”. Somos capaces de llenar páginas enteras al respecto. Pero, ¿qué ocurre? Nos ponemos a la tarea y... “no sabemos por dónde empezar”. Porque no es posible escribir sobre algo tan poco definido. Nuestro primer problema será entonces encontrar nuestro tema dentro de ese marco general que nos ha sido asignado o que hemos escogido. Hemos de deslindar algún aspecto, junto con la perspectiva o el modo de tratarlo. Mientras no hayamos alcanzado ese nivel, difícilmente podremos escribir.

¿Qué métodos hay para ello? Por vía de ejemplo puede mencionarse uno frecuente entre periodistas: hacerse seis preguntas, estructurando la información de acuerdo a la importancia relativa de las respuestas en el caso. Las preguntas son: qué, quién, cómo, dónde, cuándo, por qué. Así, el mismo hecho —un hombre cayó de una escalera mientras trataba de reponer un bombillo, rompiéndose una pierna— cobrará una significación u otra si el hombre en cuestión es un personaje (el Príncipe de Gales) o si el lugar del suceso es inusitado (la torre Eiffel). En ambos casos, siendo en esquema el mismo hecho, su significación ha variado. Y ha de ser presentado en forma diversa, de acuerdo a la importancia relativa —a los ojos del público— de uno u otro de sus elementos.

La combinación del hecho o la idea, más un determinado enfoque, constituye un verdadero tema. El primer paso para escribir algo es determinar ese tema verdadero.

2

DE UNA COMPOSICIÓN cualquiera puede decirse que está integrada por tres partes principales: el comienzo o introducción; el cuerpo o desarrollo; el final o conclusión.

No hay en ello arbitrariedad alguna, sino una ley de la realidad. Resulta de la necesidad de expresar el pensamiento, que es uno y simple, con una pluralidad de palabras.

Se trata así de anunciar el tema, desarrollarlo y llegar a una conclusión o término.

De esta manera, la composición será un todo significativo y no un amasijo de signos.

Ha de cuidarse por tanto la buena articulación de sus partes. Y en particular, su proporción. No sería razonable que se invirtiera la mayor parte del espacio en la introducción, diciendo que vamos a decir algo, que, al final, apenas mencionamos. La introducción, por serlo, ha de dar paso enseguida al desarrollo del tema, que abarcará casi todo el texto.

Como se trata de una ley de la realidad y no de un precepto asumido por el escritor, siempre, en el análisis del texto, puede seguirse esta orientación: el tema será aquello que ha exigido la mayor parte del escrito para su tratamiento.

Por otra parte, el artículo será tanto más perfecto cuanto mejor cumpla con esta ley de la composición. Habrá entonces logrado la armonía de lo clásico.

3

EL COMIENZO —el título y el primer párrafo— ha de ser atractivo. Usar frases gastadas o títulos vacíos llevará al posible lector a decirse que ya vio aquello en otra parte y a no prestarle su atención.

Para ello, hay que tener en cuenta para quién se escribe. Lo cual, por lo demás, es ley general de toda comunicación, oral o escrita, digna del nombre: se habla a alguien, se escribe para alguno. A lo menos, debe conocerse si el público está o no familiarizado con el tema que vamos a exponer.

Por otra parte, un comienzo será atractivo en función de al menos estas dos características: si es concreto; si es incisivo. Por concreto se entiende una directa alusión a un hecho o situación bien individualizados. Por incisivo, la capacidad de interpelar de alguna manera al lector.

Pero, si bien tenemos que captar la atención del posible lector cuando hojea sin rumbo fijo la publicación donde se contiene nuestro escrito, no se puede caer en la táctica del mal anuncio publicitario, que promete lo inexistente. El título ha de ser expresivo de lo que se contiene en el escrito: es parte del texto, y no un disfraz de su intención. Si no, además, e...