Su Roja Eminencia, Armand-Jean du Plessis de Richelieu
eBook - ePub

Su Roja Eminencia, Armand-Jean du Plessis de Richelieu

Laurel A. Rockefeller, Roberto Carlos Pavon Carreon

Share book
  1. 326 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

Su Roja Eminencia, Armand-Jean du Plessis de Richelieu

Laurel A. Rockefeller, Roberto Carlos Pavon Carreon

Book details
Book preview
Table of contents
Citations

About This Book

Sacerdote. Amante. Estadista.
El cardenal Armand-Jean du Plessis, duque de Richelieu, es uno de los políticos más famosos o infames de todos los tiempos. Hecho un villano en la popular novela de Dumas, "Los tres mosqueteros", el verdadero hombre era un servidor público dedicado y leal al rey y al país. Un hombre de lógica y razón, transformó nuestra forma de pensar sobre las naciones y la nacionalidad. Secularizó las guerras entre países, patrocinó las artes por el bien público, fundó el primer periódico en Francia y creó a Francia como el país moderno que conocemos hoy.
Detrás de escena, du Plessis con frecuencia sufría de migrañas paralizantes y malaria. Oculto a la vista, pero siempre a su lado estaba Anne Rochefeuille, su querida amiga, enfermera y amante. Su igual intelectual, Anne trabajó incansablemente para capacitar a su cardenal para lograr la grandeza, su amor mutuo prohibido por la iglesia católica romana a la que sirvió Armand.
Lleno de música de época, baile y mucho romance, "Su RojaEminencia" te transporta de regreso a la corte del rey Luis XIII en todo su color vibrante y vivo.
Ganador del Premio Libro Godiva 2019.

Frequently asked questions

How do I cancel my subscription?
Simply head over to the account section in settings and click on “Cancel Subscription” - it’s as simple as that. After you cancel, your membership will stay active for the remainder of the time you’ve paid for. Learn more here.
Can/how do I download books?
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
What is the difference between the pricing plans?
Both plans give you full access to the library and all of Perlego’s features. The only differences are the price and subscription period: With the annual plan you’ll save around 30% compared to 12 months on the monthly plan.
What is Perlego?
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Do you support text-to-speech?
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Is Su Roja Eminencia, Armand-Jean du Plessis de Richelieu an online PDF/ePUB?
Yes, you can access Su Roja Eminencia, Armand-Jean du Plessis de Richelieu by Laurel A. Rockefeller, Roberto Carlos Pavon Carreon in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Politique et relations internationales & Biographies politiques. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.
image
image
image

Sueños de rojo a mi corazón llenan.

image
Donde antes yacían los huesos secos de la historia.
La deslumbrante y gran capa de terciopelo rojo.
El solideo que cubre su corona.
Los astutos murmullos en secreto.
La sangre derramada por su palabra.
Hace mucho tiempo vivió un cardenal por un libro hecho villano.
Una novela aventurera hecha de capas y corsés, espadas y pistolas.
Un escocés cuya voz hace eco en el tiempo, mientras juega al cardenal tras cortinas.
Cuero negro que a un buen hombre lo vuelve villano.
¿Quién es tal hombre tras estas telas?
¿El Primer Ministro de Francia?
¿Un hijo obediente?
¿Un hombre de paz que llevaba a ejércitos a la victoria en el campo de batalla?
¿Era simplemente la versión francesa de David Beaton o Thomas Wolsey,
Muy odiado y despreciado como Dumas nos enseña a considerarle?
¿O era algo más?
Un cura reacio.
Siervo de su Majestad.
Un diplomático.
Un buen hombre.

Capítulo Uno: Encuentro de almas

“¡El rey da la bienvenida a la corte al seigneur de Richelieu!” anunciaba el heraldo en la sala del trono del rey en el Louvre. Con un gesto de éste, los lacayos abrieron las pesadas puertas de madera para admitir al cortesano de veintiocho años ante la presencia del rey.
Henri du Plessis de Richelieu se arrodilló ante el rey y la reina en sus tronos, “¡Agradezco por recibirme en persona, Sus Majestades!”
“El amor y la lealtad que nos dieron a usted y a nuestro predecesor, el rey Enrique III, por usted y su familia, son recordados, al igual que el sacrificio de su padre en nuestro nombre durante los últimos días de las guerras de religión,” reconoció el rey Henri “¿Cuánto tiempo ha pasado?”
“Dieciséis años, Su Majestad,” respondió.
“¡François era un buen hombre!” afirmó el rey “¿Qué puedo hacer por su hijo mayor?”
“Mi familia todavía está paralizada por la quiebra, señor. Por las deudas de mi padre, la mayoría de ellas contraídas en defensa de la corona. Existe una posible fuente de ingresos a través de la cual aún podemos sobrevivir, pero necesito la ayuda de Su Majestad para asegurarla,” explicó Henri de Richelieu.
“¿De qué se trata?”
“El obispado de Luçon que se nos otorgó en recompensa por nuestras pérdidas. Ningún obispo ocupa el asiento. Deseo nombrar a mi hermano menor Armand para que lo haga, si usted fuera tan amable de nombrarlo y asegurara del Papa la dispensación que necesita para tomarlo.”
“¿Qué edad tiene tu hermano?” cuestionó el rey.
“Veinte, casi veintiuno, Su Majestad.”
“¿Qué es de él ahora?”
“Tras terminar sus estudios en el Colegio de Navarra, se encuentra en la Sorbona, donde estudia teología. He escuchado informes de que él se convertirá en uno de los mejores y más brillantes hombres de iglesia en su reino. Solo necesita el permiso de usted y del Papa para ascender al obispado una vez que se gradúe.”
“¡Muy bien entonces! Firmaré la orden tan pronto esté lista”.
Henri de Richelieu hizo una profunda reverencia, “Merci beaucoup, Votre Majesté.”
image
Armand-Jean du Plessis de Richelieu cabalgaba firme y resueltamente por las calles de Roma, ​​el asqueroso hedor por la falta de alcantarillas populares llenaba sus fosas nasales cuando atravesaba uno de los barrios más pobres en tanto seguía la Vía Francigena. Ataviado con una simple camisa negra, pantalón y jubón de cuero; uno nunca sabría que el joven poseía algunos de los más antiguos linajes nobles de toda Francia. Aunque en alguna época la familia tenía propiedades y riquezas masivas, décadas de guerra religiosa en quiebra de la familia significaban que su educación no era más lujosa que la del artesano típico parisino. No recibiría educación alguna si no fuera por la sabiduría y frugalidad de su madre desde la muerte de su padre, sabiduría que le permitió estudiar en el Colegio de Navarra desde los nueve años y ahora en la universidad de la Sorbona ¡Le fascinaba aprender! Si su misión fuera exitosa, podría terminar sus estudios religiosos, asumir su puesto en Luçon y tal vez, solo tal vez, vivir una vida tranquila y cómoda a la sombra de sus hermanos. Era mejor que los militares, al menos, especialmente dada la fragilidad de su salud ¡Los soldados enfermos tendían a ser soldados muertos en poco tiempo!
Sin hacer caso de la mayoría de los sitios de peregrinación a lo largo de su ruta por la ciudad, encontró por fin una pequeña casa religiosa conocida por ofrecer habitaciones a los peregrinos por una tarifa muy irrisoria. Guiando a su caballo hacia el establo y ofreciéndole algo de comida fresca que encontró en el interior, Armand golpeó la gran puerta de la casa.
Un fraile franciscano abrió la puerta, “Salve. Possumne te adiuvare?”
“Salve, Frater. Possumne hic manure nocte?”
“Esne Gallicus?
“Je vien de Paris. J'étudie à la Sorbonne.”
El fraile sonrió y le abrió la puerta, “Entre.”
Armand reverenció con respeto, “Merci.”
Al entrar en la casa, Armand fue guiado a una pequeña habitación en la planta superior con solo una cama, una silla, una mesita, una jarra de agua limpia, un lavabo y una taza de gres para beber. Armand puso su pequeña bolsa que contenía su muda de ropa sobre la cama, manteniendo la funda protectora que contenía sus preciosas cartas del rey Henri sobre su persona con tal protección como guardaba su dinero. Siguiendo de nuevo al fraile hacia la planta baja, aceptó una comida sencilla que consistía principalmente en un plato de estofado, un baguette y una copa de modesto vino. Manteniéndose tranquilo, cenó silenciosamente; enseguida se dirigió a su habitación, se puso la bata y se quedó dormido.
La mañana llegó. Mientras se vestía en silencio, Armand recogió sus pertenencias de la habitación antes de bajar a comprar un baguette con un poco de mantequilla y mermelada. Agradecido, dejó al fraile que conoció antes y continuó su camino.
Seis horas más tarde, Armand se sentó en silencio en la antecámara de la secretaría del Papa, agradecido por el tiempo para meditar y orar. Finalmente, recibió el largo y esperanzador documento: su dispensación para convertirse en obispo al completar sus estudios en la Sorbona. Listo al fin, Armand volvió a casa.
image
Pasaron siete días sin incidentes. Llegando a Lyon, la salud de Armand se volvió frágil una vez más. Por mucho que quisiera llegar a París esta semana, su cuerpo simplemente no podía mantener la paz y superarse. Tras llegar a un pequeño convento, Armand tocó la campana.
“¿Le puedo ayudar?” preguntó la hermana.
“Armand-Jean du Plessis. Vuelvo a París desde Roma ¿Puedo quedarme aquí unos días?”
La hermana le abrió la puerta, "¡Por supuesto! Será bienvenido aquí, siempre y cuando no cause problemas entre las hermanas.
Armand reverenció mientras guiaba a su caballo por la puerta, “No soñaría con causarle más inconvenientes que los necesarios”.
La hermana condujo a Armand a una modesta celda reservada para la visita de sacerdotes y monjes. Al poner sus pertenencias dentro, Armand no pudo evitar preguntarse si su hogar en Luçon sería así cuando asumiera su cargo. Agradecido, siguió a la hermana a una sala común donde se reunían las hermanas para su cena, y se percató que una mujer joven parecía estar separada de las demás, como si su presencia les fuera desagradable. Armand se volvió hacia su guía: “¿Quién es ella?”
“¿La hugonote? La hermana Catherine. Ella dice que se ha convertido, pero nadie cree eso. Sus abuelos murieron durante la gran masacre de 1572. Ella es rara y no está dispuesta a hacer lo que se le dice ¡Aléjate de ella, no sea que sus ideas diabólicas te distancien de la verdadera religión!”, Advirtió la hermana en tanto se sentaba para unirse a los demás.
Intrigado, Armand se sentó al lado de la hermana Catherine, “Bonsoir, soeur Catherine.”
“Bonsoir, monsieur,” Respondió Catherine mientras tres hermanas entraban a la habitación para servir la cena. “Supongo que ya le han advertido que me evite”.
“¿Cómo adivinaste?”
“Ellas siempre lo hacen.”
“¿Por qué?”
“¿Por qué más iba a ser? Soy diferente.”
“¿Es verdad que eres una hugonote?”
“A las hermanas les gustaría que creyeras eso.”
“¿Y tienen razón?”
“Lo correcto y lo erróneo no es tan claro y nítido como algunos piensan. Lo que parece correcto y bueno en cierto contexto se vuelve lo contrario en otro. La gente se apresura a juzgar con el mínimo de información,” explicó la hermana Catherine.
Armand sonrió. “Suenas complicada. Me atrae lo complicado.”
“¿En verdad?”
“¡Así es! Complicada implica que piensas, no simplemente haces lo que ellas te piden.”
“Lo cual es un pecado mortal por el que he sido golpeada y latigueada en muchas ocasiones. Ellas piensan que me considero mejor que Dios y que puedo aprender de humildad únicamente a varazos.”
“Desde luego que no. Puedo ver donde ellas quizá no entiendan. Siendo una estudiante en la Sorbona no les importa si hago preguntas o debate filosofía. Irónicamente, estoy siendo animado a hacerlo.”
“Es afortunado. Es mejor ser golpeado por una mente inquisitiva. Los calvinistas no son diferentes con las mujeres que aspiran a ser algo más que amas de casas o madres ¿Por qué cree que estoy aquí?”
“Si necesitas alguien con quien hablar, quizá discutir sobre algo, creo estar aquí unos cuantos días. Puedes hablar conmigo, si así lo quieres,” ofreció Armand.
La hermana Catherine le sonrió “¡Gracias! Podría ser. Estaré en la biblioteca tras el desayuno y las plegarias matutinas. Allí lo puedo ver si usted lo desea.”
A la mañana siguiente Armand dio un paseo por la biblioteca donde halló a la hermana Catherine como lo había prometido. Armand se sentó a su lado “¿Qué estás leyendo?”
“El Evangelio de San Juan,” respondió con sencillez.
Armand tomó la pesada Biblia y leyó en voz alta, “Al principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Lo mismo fue en el principio con Dios. Todas las cosas fueron por Él creadas, y sin Él no se habría hecho nada de lo que se hizo. En Él hubo vida; y la vida fue la luz de los hombres. Y la luz brilla en la oscuridad y tal oscuridad no lo comprendió.”...“¿Puedes entender esto?”
“Sí, por supuesto.”
“¿Entonces tu sacerdote te lo explicó?”
“No preciso de un sacerdote, no por algo tan simple como esto lo es. Además, el día que un hombre pueda superarme al comprender algo tan simple como el Evangelio de Juan será el día en que renuncie a mi sangre francesa y a llamarme inglesa,” bromeó la hermana juguetonamente, provocando una sonrisa tímida de Armand.
“¿Quién eres?”
“Nací con el nombre de ‘Anne.’ La mayoría de mi familia, incluyendo a mis padres y dos mis hermanas mayores, es calvinista. La gente asume que desde que fui criada protestante antes de llegar al convento, nunca me convertí al catolicismo,” confesó la hermana Catherine.
“Te pregunté acerca de eso antes, mas no respondiste.”
“Puesto que no hay una forma simple de responderlo. No soy papista ni antipapista. Para mí, las diferencias entre la vía religiosa católica y la vía calvinista son mínimas. Sustancialmente, no son más diferentes que dos razas de perros. No me importa realmente cuál perro esté cerca siempre y cuando no me muerda.”
“Un modo interesante de pensarlo,” rió Armand en el pensamiento. “A mis profesores les encantarías en sus clases.”
“Excepto por el pequeñísimo detalle de que soy mujer. Dudo mucho que aprueben la presencia de una estudiante mujer,” Anne frunció el ceño.
Armand la miró a los ojos, “¿Cómo lo haces?”
“¿Hacer qué?”
“Desafiarme a cambiar mi forma de pensar sobre el mundo. Eres mejor en eso que mis profesores, una filósofa natural.”
“Tengo los azotes y los moretones frescos para demostrarlo.”
Armand la abrazó, “...’ y cuando llegaron al lugar, que es llamado el Calvario, allí lo crucificaron junto a los malhechores, uno a la derecha y otro a su izquierda.Entonces Jesús dijo, Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen. Y cortaron sus ropas, sorteándoselas.’ Lucas 23, 33-34.”
“Es usted un hombre notable. Se rumorea ya su nombre, Armand, será obispo algún día.”
“Sí todo marcha conforme al plan, sí. Y sí, soy Armand. Armand-Jean du Plessis de Richelieu, a tus órdenes, Mademoiselle. Mi hermano mayor Henri es el seigneur de Richelieu. Afortunadamente para mí, al rey Henri IV le agrada y le agrada también nuestra familia así como al rey Henri III previamente.”
“¿Has conocido al rey?”
“¿Yo? ¡No! Mas he escuchado que es un buen hombre.”
“Un buen hombre o un buen hombre para un hugonote?”
Armand sonrió, “¡Qué ingenio y mente tan agudos tienes, Anne! ¿Debo llamarte Anne o Catherine?”
“Anne cuando no haya quien escuche alrededor. Hermana Catherine cuando nos escuchen.”
“Evitas a las hermanas, ¿verdad?”
“¿No lo haría usted en mi lugar?”
“Sin duda ¿Has considerado irte?”
“Salir de un convento es un delito excomulgable, ¿recuerda?”
“A menos que sea uno expulsado,” Armand respondió con ligereza. Deteniéndose a pensar por un momento, sus ojos brillaron ante una idea, “Se necesita cierto poder para expulsar a una monja y anular sus votos a la Santa Iglesia, y así permitirle esencialmente irs...

Table of contents