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Carlos A. Madrazo: pensamiento y acción para tiempos inciertos
Primera edición en papel: abril 2020
Edición ePub: agosto 2020
D.R. © Herederos de Carlos Madrazo por sus textos y por las imágenes.
D.R. © Pedro Castro por sus textos.
D.R. © 2020
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Ciudad de México
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Coordinación editorial y cuidado de la edición: Bonilla Artigas Editores
Diseño editorial y de portada: D.C.G. Jocelyn G. Medina
ISBN: 978-607-8636-59-4 (Bonilla Artigas Editores)
ISBN ePub: 978-607-8781-94-2
Hecho en México
Soy fatalista. El hombre es destino y el destino se manifiesta a través de la acción. ¿Cuál es la fuerza secreta que nos empuja a la acción? Tal vez un llamado irresistible que viene desde lo más profundo del ser: digamos el canto fatal de las sirenas que llevamos dentro. Una vez le preguntaron a un Presidente de México algo semejante y él contestó con una frase feliz: “La acción prepara el terreno donde luego se desarrolla el destino”. Para explicarme mejor diré: cada paso nuestro, cada gesto, por más insignificante que parezca, prefigura nuestro destino y nos acerca a él, como en la tragedia griega…
El hombre escoge la acción inmediata, como Edipo escogió el cruce de caminos, pero recuerdo, que ese cruce lo llevó a su destino, al crimen. Sin embargo, el hombre, al igual que Edipo es inocente.
Ser hombre ha sido en todas las épocas un grave problema, pero más en esta, donde la tónica es la sumisión, el dominio económico, las cadenas al pensamiento, el mendrugo como lema y el levantar, de manera constante, a ídolos falsos que son grandes porque los demás son enanos, que parecen valientes porque han escogido como punto de referencia a un grupo de cobardes.
No a las cortesanías […] El verdadero hombre de Estado no se rodea de cortesanos, sino de colaboradores. No persigue la virtud, sino la fomenta. No golpea, sino razona. No se siente opacado por tener a su lado a hombres dignos, sino al contrario, en ello encuentra el mejor argumento de su genio. El peor ciudadano no es el que todo lo critica, sino el que todo lo alaba.
Yo leo siempre y siempre estoy ocupado. La lectura es una actividad fundamental. No hay ocio. La vida va demasiado de prisa y creo que todos los instantes son preciosos. No sabemos cuál será el último.
Carlos A. Madrazo
A los que en forma salaz
vilmente lo han ofendido
él les lanza su apellido
y se queda muy en paz.
José Abraham
Contenido
Presentación
Una biografía mínima de Carlos A. Madrazo
El asunto de los braceros
La promesa de un gobernante
Benito Juárez
América Latina y Estados Unidos
Un gobierno frente a su pueblo
La vocación en la política
Pronunciamientos sobre asuntos torales
Toma de posesión de Carlos A. Madrazo de la Presidencia del
Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional
Contra la reelección de los diputados y el caciquismo
La necesidad de cambio en el PRI
Las batallas por la Democracia
La democracia municipal
Intelectuales y artistas a favor de Madrazo
Papel de los jóvenes en una coyuntura crítica
“Un horizonte cargado de presagios”
La educación, base del desarrollo
Importancia de la planeación
La democratización, una tarea de todos
Necesidad de verdaderos estadistas
La fidelidad a los principios
Evocaciones, opiniones y algunos sucedidos
Carlos A. Madrazo, de primera mano
Textos originales
Movimiento estudiantil de 1968
Declaración de Madrazo sobre su supuesta participación en el Movimiento Estudiantil
Lecciones de dignidad
A los jóvenes del Pentatlón
El Maestro verdadero es sembrador de eternidad
Una plática extraordinaria
La vicepresidencia
Bibliografía
Anexo fotográfico
Sobre el autor
Presentación
El propósito de este libro es destacar piezas notables del pensamiento y obra de Carlos A. Madrazo a lo largo de su fructífera vida política. Personaje fuera de serie, combinó un carácter decidido, una vocación de hierro, una práctica vital para la que no existía obstáculo insuperable, una energía intelectual abrevada en la historia y la literatura. Su memoria prodigiosa, y nos atrevemos a afirmar que, por derecho propio, de no haber sido político, hubiera brillado con luz propia en el campo de las letras –o del magisterio. Su verbo contundente y elegante, de frecuentes arrebatos poéticos, atrapaba a su público y lo elevaba a una altura a la que solamente pueden conducir los grandes oradores. A ratos fue un filósofo de lo imperecedero, de la perfectibilidad humana. Sus frases sentenciosas, cápsulas de sabiduría política y en general de la vida, eran parte de su pedagogía que igualmente se dirigían al adulto ya formado o al joven ávido de conocimientos. Con mucha frecuencia asumía, quizás sin pretenderlo, el papel del maestro en el aula frente a sus alumnos.
Fue la última llamarada de la Revolución Mexicana, cuando una vigorosa oligarquía construyó y consolidó un sistema institucional que asfixió por décadas la democracia y obstaculizó la modernización de una sociedad en un contexto económico y sociodemográfico cambiante. De los políticos, Carlos A. Madrazo fue quien mejor apreció estos acelerados cambios. Hombre de sólidos principios, nacido y alimentado en ese sistema –que podríamos llamar de la Revolución Mexicana–, con su actuación e ideas, fue su punto de inflexión primero con reformas en la práctica (como gobernador de Tabasco y presidente del PRI) y luego con la promoción de cambios urgentes, como la democratización en los planos municipal y electoral. Sus testimonios políticos, culturales y de su propia persona a través de sus discursos, artículos, entrevistas y libros formaron un torrente inigualable y complejo que ningún político de la Posrevolución pudo formar.
Por sus discursos desfilaron episodios históricos nacionales e internacionales, héroes y villanos, fábulas y frases célebres, personajes mitológicos y de la literatura. Fuera de la política priísta brillaron sus discursos en diferentes ámbitos, frente a jóvenes ansiosos de cambios, en universidades y escuelas normales, y las famosas comidas anuales, donde centenares de amigos y admiradores lo acompañaban como la celebridad que era, muchas de ellas personas destacadas de los ámbitos político, artístico e intelectual. Nunca defraudó a quienes lo querían escuchar. Los espacios a menudo eran insuficientes para oírlo, pero siempre se encontraba la manera de no perderse sus brillantes discursos. Estas actividades fuera de la política, digamos institucional, fueron una continuación lineal, uniforme y hasta armónica, de las similares que realizó cuando era Presidente del PRI. ¿Quién se quería privar del verbo presencial de Madrazo?
Hemos sido selectivos en cuanto a sus distintas expresiones, pero también en el sentido de actualizar su pensamiento a los momentos actuales, para los interesados en materia política e histórica, actores o no de la cosa pública. Nuestra tarea nos llevó a revisar prácticamente todo el material que apoyara nuestro objetivo, y a tratar algunos aspectos relevantes de su biografía, entre ellos las invocaciones y semblanzas de amigos, partidarios y hasta detractores, procurando el equilibrio interior del contenido del texto. La tentación de incluir otros escritos –por ejemplo: anécdotas, frases, personajes célebres, viajes– estuvo presente, pero para no desviarnos de nuestro objetivo principal, y muy a nuestro pesar, la tuvimos que contener hasta donde nos fue posible. Finalmente, hemos incluido un testimonio de la vida de Madrazo a través de fotografías, patrimonio histórico de gran valor que se difunde por primera vez.
Este libro continúa del titulado Carlos A. Madrazo: el último mito político mexicano del siglo XX (Editorial Planeta, 2015), la biografía formal, el apasionante tránsito vital del que fue llamado, con metafórica justicia, el “Ciclón del Sureste”. Algunas partes de este libro ayudaron a dar vigor a esta obra que ahora presentamos. Dedicamos nuestra obra a los lectores de hoy, los jóvenes, después de cincuenta años del fallecimiento del ilustre tabasqueño, seguros de su interés y utilidad en el conocimiento de un personaje, un país, un Estado y un momento en el eterno flujo del tiempo. Carlos A. Madrazo con asiduidad desentrañaba la historia de México y del mundo occidental, apuntaba los fragmentos del pasado que le parecían instructivos, actuaba en el presente, con un gran sentido perceptivo de la coyuntura, y escribía y reflexionaba para el futuro los escenarios que podrían ser catastróficos si no se actuaba desde que aparecían las primeras señales. Pensadores y héroes de todos los tiempos le ayudaban a encauzar su verbo –a veces cauteloso, a veces arrebatado– pero siempre temerario por su naturaleza misma, adquiriendo tal vida en sus discursos que cualquiera pensaría que estaban dirigidos a educar, no a movilizar a favor de su propio interés.
El lector advertirá un apego en todo lo posible a la narrativa de don Carlos, para poder apreciarla sin mayores intervenciones nuestras, solamente en los casos en que hemos considerado la necesidad de incluir alguna breve explicación o introducción.
Aprovecho la oportunidad para agradecer a mi Universidad Autónoma Metropolitana–Iztapalapa –de la que soy docente e investigador desde hace muchos años– los apoyos de distinta naturaleza que de ella recibo para hacer posible responder a los deberes propios de mi vocación de historiador de
la política mexicana y, en particular, de algunos de los personajes que vivieron la circunstancia de la Revolución Mexicana y los años que le siguieron.
Quisiera reiterar mi gratitud a quienes, habiéndome apoyado en la elaboración de la biografía ya mencionada del licenciado Carlos A. Madrazo, lo hicieron de nuevo, de diversas maneras, para el libro que presentamos ahora, en especial a Carlos y a Roberto Madrazo y a Francisco Paoli Bolio.
Pedro Castro
Una biografía mínima de Carlos A. Madrazo
Nacido el 7 de junio de 1915, en San Juan Bautista –hoy Villahermosa–, Tabasco, Carlos A. Madrazo tuvo una extraordinaria carrera política, iniciada desde muy temprano. Sus padres fueron Pioquinto Madrazo y Encarnación Becerra. Contrajo matrimonio con Graciela Pintado Jiménez, con quien procreó cinco hijos: Carlos, Sergio, Javier, Roberto y Raúl. Sus abuelos paternos fueron Felipe Madrazo y Magdalena López, y sus maternos, Gustavo Becerra Fabre y Etelvina Garrido.
Su pueblo vivió entre glorias y desgracias por los caprichosos desmadres de sus ríos, y entre la modorra del calor, las costumbres y los efectos de la Revolución Mexicana. Los villahermosinos estuvieron a merced de las aguas –por lo general pacíficas– pero que al salirse de sus cauces naturales han ocasionado indescriptibles destrozos y pérdidas humanas. La capital de Tabasco tiene más agua que tierra, por estar situada en la convergencia de los ríos Grijalva, Mezcalapa y el Carrizal, y con las lagunas interiores de Las Ilusiones, La Pólvora y El Espejo, entre otras. San Juan Bautista era la encrucijada c...