Cristianismo en crisis: Siglo 21
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Cristianismo en crisis: Siglo 21

Hank Hanegraaff

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Cristianismo en crisis: Siglo 21

Hank Hanegraaff

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Sin un cambio de percepción y perspectiva, la iglesia está en un horroroso peligro.
El autor de gran éxito de ventas, Hank Hanegraaff, dice que una tendencia peligrosa está haciendo estragos en el cuerpo de Cristo. A menos que se le detenga ahora, las consecuencias para el cristianismo podrían ser catastróficas. Hanegraaff atestigua que el verdadero Cristo y la verdadera fe de la Biblia están siendo reemplazados rápidamente por sustitutos enfermos que ofrecen un grupo de maestros que pertenecen a lo que se le ha calificado como el "Movimiento de Fe".

Muchos en el mundo han sido engañados por lo que se podría llamar "cristianismo estilo comida rápida": un cristianismo grande en apariencias pero pequeño en sustancia y popularizado por figuras reconocidas como Joyce Meyer, Paula White, Creflo Dollar y otros. "No todo lo que promueven estos maestros es erróneo", dice Hanegraaff. "Pero es el error fatal mezclado con la verdad lo que hace que este movimiento sea peligroso". Este libro se enfoca en estos errores potencialmente mortales y está lleno de estudios perspicaces de las Escrituras y sugerencias para la investigación personal.

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Information

Publisher
Grupo Nelson
Year
2010
ISBN
9781418560614
parte 1

CONVIRTIENDO LA VERDAD EN MITOLOGÍA
El siguiente relato es una combinación de las enseñanzas erróneas de individuos como Joel Osteen, Joyce Meyer, Creflo Dollar, Benny Hinn, Kenneth Copeland, Kenneth Hagin, Frederick Price, Myles Munroe, T. D. Jakes, Paula White, Juanita Bynum, John Hagee y muchos otros. Aunque no todos los maestros de la fe sostienen cada aspecto de este relato, todos ellos han hecho una sustancial contribución tanto a la producción como a la proliferación de estas aberraciones y herejías.
Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, que en un planeta1 muy lejano vivía un buen Dios. Este Dios se parecía mucho a usted y a mí: un Ser que mide casi dos metros, que pesa más o menos unos noventa kilos, quizá un poco más, [y] tiene un palmo de unos veintitrés centímetros.2
La sabiduría y el poder de este Dios eran tan grandes que Él literalmente tenía la capacidad de hacer existir cosas mediante las palabras. De hecho, este Dios podía visualizar hermosas imágenes en su mente y después convertirlas en realidad3 utilizando un poder especial llamado «la fuerza de la fe».4
Un día, este Dios tuvo una inspiración cósmica. Decidió usar la fuerza de su fe para crear algo magnífico y especial.5 Decidió dar existencia a todo un nuevo mundo.6 No iba a ser simplemente cualquier viejo mundo; iba a ser el mundo más fantástico imaginable. De hecho, este mundo llegaría a ser tan maravilloso que en realidad presentaría un duplicado exacto del planeta madre donde Dios vivía7 .
Después de visualizar cuidadosamente cada detalle de este maravilloso, maravilloso mundo, Dios entró en acción. Liberando la fuerza de su fe como un torbellino, Dios dio existencia por medio de su palabra al planeta que vio con los ojos de su mente.8 ¡Y vaya si sintió Dios emoción! Mirando con cariño esta clásica y nueva creación, Él le puso el nombre de «Tierra».
Y esto fue sólo el principio. De repente, multitud de brillantes nuevas ideas comenzaron a inundar la conciencia creativa de Dios. Él comenzó a visualizar vastos océanos y manantiales de abundantes aguas. Él vio magníficas montañas y fértiles campos. Su mente produjo destellos de truenos y relámpagos. Plantas, flores y árboles brillaron en rápida sucesión en sus pensamientos. Como en una lista, Dios comenzó a visualizar vida repleta de hermosas aves y criaturas de todo tamaño y forma imaginables.
Sin embargo, eso fue sólo el principio. Porque después de cinco días de vívidas visualizaciones, la mente de Dios pasó a otra dimensión. El sexto día, su imaginación se desbocó y, en los ojos de su mente, Dios vio la corona de su creación. A medida que los detalles se desarrollaban en el interior de su fértil mente, Dios de repente se encontró enfocado en la idea de un duplicado exacto de Él mismo.9
Lanzando al viento toda cautela, Dios habló, y de repente, del prístino terreno del planeta Tierra se levantó otro dios: un dios que se deletrea con «d» minúscula, pero un dios de todos modos.10 A medida que la imagen de este pequeño dios11 tomaba forma, Dios vio que Él literalmente se había superado a sí mismo. Porque allí, delante de sus propios ojos, se erigía otro dios: un duplicado exacto de Él mismo, incluidos el tamaño y la forma.12
¡Dios finalmente lo había logrado! Él había pensado lo impensable y por su palabra de fe, Dios había creado una criatura que no había de subordinarse ni siquiera a Él mismo.13
Y Dios estaba muy feliz. Porque ahora tenía un colega cuya naturaleza era idéntica a la de Él mismo: un dios que podía pensar como Él, ser como Él, y hacer casi todo, aunque no todo, lo que Él podía hacer. Dios llamó a su vivo retrato «Adán», y le dio dominio y autoridad sobre toda la creación.14 De hecho, esta criatura tenía tanto poder que su Creador no podía hacer nada en la esfera terrenal sin antes obtener permiso de él.15
¡Adán era verdaderamente un ser superior! Podía volar como los pájaros y nadar por debajo del agua como un pez. Y eso no es todo. Sin un traje espacial, Adán podía literalmente volar por el universo. De hecho, ¡con un sólo pensamiento podía literalmente transportarse a sí mismo a la luna!16
Sin embargo, aun después de haber creado un ser superior como Adán, Dios no estaba plenamente satisfecho con lo que había logrado. De algún modo, sabía que aún faltaba una pieza del rompecabezas. Por tanto, poniendo su mente a toda marcha, Dios comenzó a idear una vez más.
Y entonces, en un destello, ¡Dios se dio cuenta! ¿Por qué no había pensado en ello antes? Adán estaba hecho a imagen de Él, así que, obviamente, era igual de femenino que masculino, ¿verdad? Por tanto, ¿por qué no multiplicar el placer y la diversión que Él sentía? ¿Por qué no separar la parte masculina de la parte femenina?
Sin querer desperdiciar ni un sólo momento, ¡Dios puso manos a la obra! Haciendo caer un profundo sueño sobre Adán, Dios le abrió, le quitó la parte femenina de la masculina, e hizo un ser de belleza sin par. Él creó a la mujer (hombre con vientre) y llamó al hombre con vientre «Eva».17
Esta vez Dios claramente había ido demasiado lejos. En realidad había dado existencia precisamente a los seres que un día lo expulsarían a Él del planeta que Él había creado. Por increíble que pueda parecer, aquellos seres superiores un día se rebelarían contra su Creador y lo relegarían a la condición del mayor fracaso de todos los tiempos.
Mucho tiempo antes de que Dios hubiera visualizado la existencia del planeta Tierra, Él también había creado otro mundo entero de seres llamados ángeles. Uno de aquellos ángeles era un ser de una belleza y brillantez tan imponentes que fue llamado «Lucifer»: La estrella de la mañana.
Lucifer tenía grandes ambiciones. De hecho, quería tomar el control de todo lo que Dios había visualizado y hecho existir; quería llegar a ser exactamente como el Altísimo. Bien, debido a su traición, Lucifer fue expulsado del cielo y se le puso el nombre de «Satanás»: Engañador.
Desplomándose desde el planeta madre donde Dios vivía, Satanás aterrizó en la réplica a la que Dios había dado existencia con sus palabras. Aterrizó en el planeta Tierra, el planeta mismo en el cual vivirían un día Adán y Eva. Allí, quedó a la espera de la oportunidad de los siglos, la oportunidad de vengarse de Dios.
Y entonces, un día, se presentó la oportunidad. No mucho tiempo después de que Dios hubiera dado existencia a Adán y Eva con sus palabras, Satanás los divisó desnudos en medio del huerto de Edén.
Satanás instantáneamente se transformó en serpiente y con astucia engañó a los dos pequeños dioses para que cometieran traición cósmica. Por sólo el precio de una manzana, Adán y Eva vendieron su deidad a Satanás. El diablo, por medio de Adán, se convirtió en el dios de este mundo.18
Desgraciadamente, Adán y Eva no sólo perdieron su naturaleza como dioses, sino que también se les infundió precisamente la naturaleza de Satanás mismo.19 Adán se había convertido en la primera persona en nacer de nuevo; él «nació» con la naturaleza de Dios y «nació de nuevo» con la naturaleza de Satanás.20
En un fugaz instante, el primer hombre y la primera mujer que habían vivido jamás, fueron transformados de divinos a demoníacos. Inmediatamente se volvieron susceptibles al pecado, la enfermedad, el sufrimiento y, lo que es más importante, a la muerte espiritual. De hecho, el cuerpo de Eva, el cual, al igual que el de Adán, fue creado originalmente para dar a luz por su costado, experimentó una transformación radical; desde aquel momento en adelante, ella y su descendencia femenina darían a luz hijos desde la parte más baja de su anatomía.21
En aquel fatídico momento, a Adán y Eva se les prohibió sumariamente estar en Edén, y a Dios se le prohibió estar en la tierra. Satanás ahora tenía derechos legales sobre la tierra y todos sus habitantes, 22 y Dios fue dejado a un lado buscando desesperadamente la forma de volver a entrar.23
Dios, en un instante, se había convertido en el mayor fracaso de todos los tiempos. No sólo había perdido a su ángel de mayor rango, al igual que al menos una tercera parte de sus otros ángeles, sino que ahora, además, había perdido al primer hombre que había creado nunca, a la primera mujer que había creado, ¡y toda la tierra y su plenitud!24
Pero como se dice en béisbol: «¡No se ha terminado hasta que se termina!» Dios aún no estaba preparado para tirar la toalla. Él tenía esa actitud ganadora y se negó a abandonar. Al darse cuenta de que necesitaba la invitación del hombre para volver a entrar en la tierra, Dios de inmediato se puso a trabajar. Y después de miles de años, Dios finalmente encontró a un «tipo» llamado Abraham, quien mordió el anzuelo y se convirtió en el vehículo a través del cual Dios, si tenía suerte, un día podría recuperar el universo que había perdido.25
Por medio de Abraham, finalmente llegaría un segundo Adán que invertiría las consecuencias del engaño de Satanás. Este Adán, si todo salía según el plan, devolvería al hombre su deidad y a Dios su buena tierra.
Bien, a su tiempo, Dios consiguió que Abraham hiciera un trato con Él. De hecho, Dios y Abraham se convirtieron en hermanos de sangre26 e hicieron un pacto que le daría a Abraham salud y riquezas, y obtendría otra vez para Dios una entrada en el mundo que Él había creado.27 El plan de Dios era hacer a Abraham el padre de todas las naciones y producir de su simiente otro Adán que recuperase el territorio que el primer Adán perdió.
Manteniendo su palabra, Dios hizo que Abraham fuese rico, muy rico. Y entonces, una vez más, Él procedió a visualizar. Por la mente de Dios corrieron imágenes de un Adán totalmente nuevo, un hombre que un día le restauraría su lugar legítimo en el universo, y quien expulsaría para siempre a su archirrival, Satanás, del reino.
¡Y sucedió! Un buen día, la imagen de este Salvador se incorporó a la mente de Dios. Sin duda, Dios comenzó a dar existencia con palabras a la imagen del redentor que Él había dibujado en el lienzo de su conciencia.28 Con emoción, Dios positivamente confesó: «El Mesías llega, ¡el Mesías llega!»29
Cuando el Espíritu de Dios se movió sobre una mujer llamada María, la confesión comenzó a tomar forma delante de sus propios ojos.30 La Palabra hablada se hizo piernas, brazos, ojos y cabello. Y entonces, ¡presto! Allí, delante de los ojos de Dios, surgió el cuerpo del segundo Adán.31
El segundo Adán fue llamado Jesús. Y como descendiente de Abraham, Jesús fue rico y próspero. Vivía en una casa grande,32 manejaba mucho dinero,33 y hasta vestía ropa de diseño.34 De hecho, Jesús era tan rico que realmente necesitaba tener un tesorero que se ocupase de todo su dinero.35
Jesús, que era un as para hacer existir cosas mediante las palabras, mostró a sus discípulos cómo dominar el arte de la confesión positiva.36 Así, también ellos experimentaron una salud ilimitada y una riqueza ilimitada. El hecho es que algunos de sus seguidores tuvieron tal éxito que se hicieron ricos más allá de lo comprensible. El apóstol Pablo, por ejemplo, tenía tanto dinero que los oficiales del gobierno trabajaban con fervor para tratar de sobornarlo.37
Jesús también venció todo engaño y tentación que Satanás pudiera lanzar a su camino. A pesar del hecho de que Él nunca afirmó ser Dios, Jesús tuvo éxito en vivir una vida de perfección sin pecado.38 Cuando todo llegó a su fin, Jesús pasó la prueba que el primer Adán había fallado.
Y entonces, en lo mejor de su vida, Jesús entró en un huerto, un huerto muy parecido al de Edén, donde el primer Adán había perdido su deidad. En ese huerto, llamado Getsemaní, Jesús pasó a las etapas finales de un proceso que le transformaría de ser un hombre inmortal a un ser satánico39 y que, a su vez, recrearía hombres como pequeños dioses40 que ya no estarían sujetos al azote del pecado, de la enfermedad y del sufrimiento.41
Como parte del proceso, Jesús tendría que morir una doble muerte en la cruz. Tendría que morir espiritualmente y también físicamente. Si la muerte física hubiera sido suficiente, los dos ladrones en la cruz podrían haber expiado los pecados de la humanidad.42 No, la verdadera clave era la muerte espiritual y el sufrimiento en el infierno.
Y entonces, un día, sobre una cruel cruz, el cristalino Cristo, la viva imagen de la virtud, fue transformado en un manchado demoníaco. El cordero se convirtió en serpiente43 y fue llevado a las entrañas mismas de la tierra. Allí, Cristo fue torturado por S...

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