La iglesia como un equipo
eBook - ePub

La iglesia como un equipo

Wayne Cordeiro

Share book
  1. 240 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

La iglesia como un equipo

Wayne Cordeiro

Book details
Book preview
Table of contents
Citations

About This Book

Su iglesia puede tener muchos miembros, pero, ¿tiene cada miembro un propósito? En La iglesia como un equipo, el pastor Wayne Cordeiro recalca que los miembros de la congregación son insignificantes si no se involucran. No obstante, si trabajan unidos en equipo con una meta claramente definida, todo es posible y además todos comparten el gozo y la gratificación del éxito.

Frequently asked questions

How do I cancel my subscription?
Simply head over to the account section in settings and click on “Cancel Subscription” - it’s as simple as that. After you cancel, your membership will stay active for the remainder of the time you’ve paid for. Learn more here.
Can/how do I download books?
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
What is the difference between the pricing plans?
Both plans give you full access to the library and all of Perlego’s features. The only differences are the price and subscription period: With the annual plan you’ll save around 30% compared to 12 months on the monthly plan.
What is Perlego?
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Do you support text-to-speech?
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Is La iglesia como un equipo an online PDF/ePUB?
Yes, you can access La iglesia como un equipo by Wayne Cordeiro in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Theology & Religion & Christian Church. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Publisher
Grupo Nelson
Year
2014
ISBN
9780718025670
Contenido
CAPÍTULO 1
Contenido
ALCANZA LO MEJOR DE DIOS
Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová, Dios tuyo, que te enseña provechosamente, Que te encamina por el camino que debes seguir.
ISAÍAS 48.17, RV
Anidada entre las dos montañas de Mauna Kea y Mauna Loa, Hilo es una de las más hermosas ciudades de las islas hawaianas. Al este yace una bahía natural que dio bienvenida a los primeros misioneros a Hawai. Situada al pie de estas dos imponentes montañas, Hilo recibe lluvias constantes que le otorgan el título de la ciudad de mayor lluvia en los Estados Unidos, con una precipitación anual promedio de más de 304 centímetros cúbicos.
Hilo también tiene algunas de las más bellas personas en el mundo. Son hombres y mujeres que aman la diversión, orientados a la relación con mucho aloha, o amor mutuo. Esta gente disfruta de los deportes, la pesca, la comida, la música y la risa.
Uno de los deportes más populares en las islas son las competencias de canoas a remos. En este deporte, seis remeros componen la sala de máquinas de una canoa, del tipo que atravesaba las islas hace más de 200 años atrás. Aunque navegar una de estas canoas antiguas parezca juego de niños, la técnica misma requiere mucho más de lo que se puede apreciar con el ojo.
Un verano, seis de nosotros de la iglesia, recibimos una invitación para competir como embarcación en la siguiente carrera de canoas. Ávidos de algo nuevo, aceptamos la invitación y de inmediato buscamos un instructor de canotaje de un club cercano. Comenzamos nuestras primeras lecciones en un lago de agua salada. Nuestro instructor se sentó en la proa de la canoa, de frente, dándonos señales e instrucciones. Una vez que tomamos nuestras posiciones comenzó la primera lección.
«¡OK, todos!», gritó. «Así se sostiene el remo». Entonces modeló la forma correcta. Mientras dilucidábamos cuál punta debíamos sostener, y con cuál mano, él continuó instruyéndonos.
«Remaremos nuestro primer trecho de agua. Será un trecho de un octavo de milla (201 metros). Cuando yo inicie el cronómetro y diga: “¡Ya!”, ustedes remen lo más rápido posible y tan fuerte como puedan. Cuando crucemos la línea de llegada, yo les dejaré saber. Sólo entonces pueden dejar de remar. ¿Entendido?»
¿Qué tan difícil puede ser esto?, pensé. Hasta los niños reman en canoas. ¡Esto será pan comido! Justo entonces, la vigorosa y penetrante llamada de nuestro entrenador destrozó mis pensamientos autosuficientes.
«¿Ho’omakaukau? ¡I mua!»
En español eso significa: «¿Listos? ¡Ya!»
Con nuestros músculos dilatados y los tendones tensados, salimos de nuestra posición de partida cual elefante que se ahoga, jadeando por obtener aire. Azotábamos el agua con nuestros remos por ambos lados de la canoa. Sin saber cuándo cambiar de lado, pensamos que tenía sentido lo hiciéramos cuando un brazo se cansara. De modo que, remando a discreción, crucé el filo de mi remo por encima de la canoa y, al hacerlo, le raspé la espalda a uno de los remeros sentado directamente frente a mí. Él me gruñó, mientras mi remo le trazó una marca roja en su espalda. Pero ninguno de nosotros se detuvo. Sólo seguíamos agitando salvajemente nuestros brazos como patinadores amateurs, tratando de recobrar el equilibrio. ¡Estábamos en una cruzada!
Pero pronto sentimos como si hubieran pasado horas. Comencé a sentir mis brazos pesados y mis pulmones como que les hubieran prendido fuego. La espalda de mi compañero había comenzado a sangrar y el agua había llenado nuestra canoa hasta la mitad. El elefante estaba comenzando a hundirse, cuando finalmente oímos a nuestro entrenador decir: «OK, ¡deténganse!»
¡Gracias a Dios!, pensé. Abandonamos la canoa que se hundía y dejamos caer nuestros cuerpos al agua, totalmente exhaustos.
«Un minuto, cuarenta y dos segundos», dijo nuestro entrenador. «¡Bastante triste!»
Como guerreros deshechos, nos confortamos unos a otros, disculpándonos por las raspaduras y heridas infligidas al agitar nuestros remos. Empezamos a sacar el agua de nuestra pesada canoa, que ahora se parecía más a un submarino que a una veloz nave de carrera.
El entrenador reunió a los novatos llorosos y, luego de compartir algunos puntos básicos sobre seguridad, nos enseñó a remar como equipo. Cada remero inmaduro debía reflejar al hombre enfrente de él, y todos debían moverse a tiempo con el remero líder. El entrenador nos enseñó a cambiar el remo de mano sin herir a otros. Practicamos juntos nuevamente hasta que nuestro movimiento se hizo tan rítmico como un metrónomo. ¡Comenzábamos a vernos bien! Luego de algunas vueltas de ensayo, el entrenador nos llevó de regreso a nuestra posición inicial.
«Bueno», dijo: «¡intentemos el mismo trecho de un octavo de milla de nuevo! Sólo que esta vez, quiero que remen como si estuvieran tomando un paseo sin prisas por el parque. Nada de carreras. Sólo copien a quien está frente a ustedes y cambien con una suave cadencia de ritmo, tal como les fue enseñado. Remen como un equipo. Sientan el movimiento de la canoa. Es como andar en patineta. Una vez que estén andando, sólo mantengan el patinar. Y no traten de romper ninguna barrera de sonido esta vez, ¿OK?»
Con nueva confianza, tomamos nuestras marcas. El entrenador vociferó su señal inicial.
«¿Ho’omakaukau? ¡I mua!»
Nuestros remos silenciosamente penetraron el agua, coordinados en tiempo perfecto. Nuestra canoa cortó el agua como cuando un cuchillo atraviesa la gelatina. Cambiamos de lado sin perder un compás. Cada uno de nosotros reflejó al remero enfrente de sí. De alguna manera, en sólo unos pocos minutos, ¡habíamos sido transformados de un animal de circo a una máquina de precisión! Entonces, cuando comenzábamos a sentir el regocijo de nuestro suave progreso, nuestro jubiloso entrenador gritó: «¡OK! ¡Dejen de remar!»
Este arribo antes de lo esperado nos tomó a todos por sorpresa.
«¿Alguno cansado?»
Todos meneamos nuestras cabezas expresando que no.
El entrenador alzó su cronómetro para que pudiéramos ver la verdad. Luego exclamó: «¡Batieron su marca anterior por veinticuatro segundos!»
No lo podíamos creer. ¿Nadie herido? ¿Nadie en el agua? ¿Nadie lo suficientemente exhausto para desplomarse? ¿Ninguna canoa inundada con agua? ¿Nada de fuego en mis pulmones?
Con absoluto deleite nos felicitamos unos a otros, dimos unos cuantos gritos de victoria, intercambiamos collares hawaianos y nos tomamos fotos. ¡Esto era grandioso!
Y lo hicimos juntos. Habíamos remado como un equipo.
TAN VIEJO COMO EN LA BIBLIA
Hacer el trabajo de la iglesia en equipo no es un concepto innovador. De hecho, es tan viejo como la Biblia misma (pero espero describir el trabajo en equipo con términos más contemporáneos).
Este enfoque de «hacer el trabajo de la iglesia» yace en el corazón mismo y la pasión de una iglesia sorprendente en Honolulú llamada New Hope Christian Fellowship de Oahu, nuestro décimo trabajo pionero desde 1984. Dentro de los nueve años de su establecimiento, la concurrencia promedio de la congregación los domingos por la mañana ha aumentado a 10.500 personas. Más de 26.000 personas han hecho compromisos por primera vez para seguir a Cristo, y más de 4.000 de esas personas han sido bautizadas.
La iglesia creció más que yo en su primer mes. Si no fuera por los sorprendentes siervos que Dios trajo allí para servir, estoy seguro que me hubieran encerrado en la sala psiquiátrica de alguna institución estatal hace tiempo (¡quizás algunos aún sientan que debo ser admitido de todas maneras!). Por causa de nuestro crecimiento acelerado, hacer el trabajo de la iglesia en equipo era casi una necesidad.
Creo que lo vi funcionar por primera vez en una reunión de Noche Buena en 1996. Hicimos un programa lleno de presentaciones multimedia, danza, mimos, drama, un coro de 100 voces con conjuntos menores es decir, ¡con todo! El auditorio se llenó con más de 1.200 personas, muchas de las cuales habían venido por primera vez. Yo estuve parado fuera del escenario, mirando cómo se desplegaba el evento.
Durante el año anterior, en nuestro primer año en Oahu, habíamos visto a más de 1.400 personas abrir sus corazones a Cristo. Cuando unes tantos creyentes en un lugar, ¡vas a tener fuego! Esa tarde la música erupcionó con una canción de magnificente celebración. Los bailarines estallaron en el escenario, expresando su exhuberancia con oscilaciones y giros. Una ex porrista universitaria vino saltando por la plataforma, dando vueltas y haciendo saltos marciales. Otros fueron lanzados al aire para «el Gran Final», y el auditorio explotó en aplausos. (¡Una muchacha voló tan alto que no hemos oído de ella desde entonces!)
En algún momento durante este programa, me di cuenta. Mientras miraba a nuestro destacado tecladista tocar el piano con todo su corazón, yo pensé: Él está predicando el evangelio como mejor sabe, ¡a través de su piano!
Cerca, el baterista tocaba la batería con su usual excelencia. Él parecía tocar más con su corazón que con sus baquetas. Esa noche me dije a mí mismo: Nuestro baterista está predicando el evangelio de la mejor manera que sabe ¡a través de su batería!
Cuando vi los rostros radiantes del coro, vi muchas vidas que habían sido recientemente transformadas por la gracia del Señor, y pensé: Esa gente maravillosa está predicando de la mejor manera que saben, ¡a través de su canto!
Pocas cosas le son a Dios más hermosas que ver a Su pueblo servir y trabajar juntos a un ritmo unido. Es como sinfonía a Sus oídos.
Los mimos, el equipo de drama y los conjuntos, todos predicaban el evangelio a través de sus propios dones.
Entonces noté cómo los coordinadores de escenario se movían con equilibrio y ritmo, acomodando micrófonos y enderezando cables. Vi a nuestra gente de vídeo operando las cámaras. Miré sobre la audiencia y vi a los ujieres saludando a la gente con genuino entusiasmo. Divisé las caras de varios individuos que habían traído amigos y vecinos. Toda esta gente estaba predicando a través de sus dones, pasiones y talentos particulares.
Al final del memorable programa, caminé hacia la plataforma, levanté un micrófono y cerré la noche con una simple presentación del evangelio. Yo también prediqué el evangelio de la mejor manera que sabía, a través de mi propio don. Pero yo no lo estaba haciendo solo. ¡Todos lo estábamos haciendo juntos! Todos estábamos predicando el evangelio de la mejor manera que sabíamos, a través de nuestros dones. Y eso incluía el ministerio de niños, el equipo de estacionamiento y todos los que trabajaron detrás de escena para hacer que este evento sucediera. Cada persona en particular tuvo una parte. Yo vi este evento no meramente como una presentación del evangelio sino como varios cientos de presentaciones del evangelio, todas en la misma tarde. ¡Eso fue lo que lo hizo tan poderoso!
Esa noche comencé a ver la verdad claramente, y un nuevo entendimiento, de cuán hermoso el Cuerpo de Cristo puede ser, inundó mi alma.
¡Estábamos comenzando a hacer el trabajo de la iglesia en equipo!
Aunque yo había es...

Table of contents