Corazón de campeón
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Corazón de campeón

Juan Vereecken

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  1. 160 pages
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Corazón de campeón

Juan Vereecken

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En el desarrollo de un líder hay dos partes. La primera es la parte de Dios, que es fácil de entender porque Él nunca cambia. Son nuestras decisiones, actitudes y la manera en que respondemos a Dios las que hacen la diferencia. En su libro Corazón de campeón, el autor Juan Vereecken nos comparte los principios clave para ser un gran líder y cómo podemos influenciar a los demás a hacer lo mismo.

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Information

Publisher
HarperEnfoque
Year
2006
ISBN
9781418581763
Principio 1

Principio dell comienzo
“Ser un líder comienza con el entendimiento de tu propia
identidad, no con alcanzar alguna posición o algún título.”
Este principio es sumamente importante. Es la base y el cimiento sobre lo que camina todo lo demás. Yo creo que la gran mayoría de las fallas y los problemas que tenemos en el liderazgo tienen sus raíces en esto. Tenemos un liderazgo inmaduro e inseguro; no sabemos quiénes somos y por lo tanto tenemos que gobernar, manipular y controlar a otras personas para no sentirnos amenazados.
Joven, escucha bien, el comienzo de tu liderazgo es entender quién eres y estar cómodo con ello. Eso no significa que ya no te vas a esforzar en crecer, sino que entiendes y aceptas quién eres. ¿Sabes por qué hoy en día no encontramos a muchos jóvenes de quince, dieciséis, o diecisiete años siendo líderes? Porque no saben quiénes son. Muchas personas hasta viven toda su vida sin darse cuenta de quiénes son realmente, y yo quiero cambiar eso. Tengo una pasión en mi corazón por ayudar a cambiar la manera en la que el joven se ve a sí mismo. Yo quiero que cada joven se vea a la luz de lo que Dios dice.
David nació dentro de una familia insignificante: había competencia entre sus hermanos, e, incluso, fue menospreciado por ellos y también por su papá. Es fácil imaginarnos los pleitos y las contiendas que esto ocasionaba. David seguramente fue marcado en su niñez por estas situaciones, sin embargo cuando se presentó en la escena vemos a un muchacho con una imagen propia sana, con una identidad de ganador y con una actitud imparable. David había tenido un encuentro con Dios, y en ese encuentro él optó por identificarse con la persona y el plan original de su Creador, en vez de permitir ser marcado como víctima y producto de sus circunstancias. ¡Hoy en día vivimos en un mundo lleno de personas que actúan como víctimas y que viven como un simple producto de sus circunstancias! Muchas veces no alcanzamos nuestro potencial por estar conectados con situaciones de nuestra vida pasada que nos marcaron, o por nuestros propios errores, y nuestra imagen propia queda ligada a esas circunstancias. Sin embargo, yo quiero decirte hoy ¡anímate!, porque en este tiempo... ¡Dios quiere hacer algo especial en ti!
Las etapas en la vida de David que le llevaron a ser un líder:
1. La necesidad de UNA NUEVA IMAGEN.
Los hermanos de David obviamente lo despreciaban. Esto lo vemos en la forma en que su hermano mayor, Eliab, lo recibió cuando llegó para saber cómo estaban en el campo de batalla. Lo humilló
“...¿para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón...” (1 Samuel 17:28)
Para su familia, él era “el muchacho que cuidaba las ovejas” mientras los demás perseguían sus negocios y placeres. Cuando recibieron al profeta que iba para ungir a David, su papá ni lo tomó en cuenta hasta que Samuel le preguntó “... ¿Son estos todos tus hijos?” 1 Samuel 16:11. Cuando contestó, su propio padre se refirió a él como “el menor”. Esta palabra en el hebreo representa algo más que la edad; significaba que en la opinión de su padre, David era el más insignificante de todos sus hijos, el de menos valor, mientras que sus hermanos eran más educados y tenían actividades más importantes. Eso es lo que su papá pensaba de él.Imagínate lo que fue crecer en una familia donde su padre no creía en él. Tal vez tú te encuentras en una situación parecida a la de David. Seguramente su papá le decía “tú ve a cuidar las ovejas” mientras él veía que sus hermanos realizaban actividades de mayor importancia. La vida de David fue marcada por eso. Él se dio cuenta en aquel entonces que no tenía gran valor. ¿Cómo podemos saber eso? Porque la Biblia dice que él anduvo “tras las ovejas”.
Pero, en medio de todo eso, David se dio cuenta de que su identidad, creada por las circunstancias y las situaciones de la vida, no era la correcta. De la misma manera, tu vida y la mía, han sido afectadas por lo que vivimos.
a. La vida de toda persona es marcada por alguna de las siguientes cosas:
Una experiencia: abuso, engaño, muerte de un ser querido, etc.
Tengo un amigo cuya esposa fue violada cuando ella pasaba de la adolescencia a la juventud. Como resultado quedó embarazada, y recuerdo que el día que nació su bebé lo dio en adopción a una pareja de pastores. Ahora está casada, tiene una familia, y su esposo y ella son pastores de una iglesia; he visto su vida a través de los años y realmente salió adelante de aquella situación tan injusta que vivió y que marcó su vida. Ya es una experiencia de su pasado, por eso pudo llegar a ser la persona que ahora es. Las vidas de todos han sido marcadas por diferentes experiencias, pero no tenemos que identificarnos en base a ellas, “mira,... ella es la mujer que fue violada”, “mira, ...el hijo del borracho”. Sin embargo, muchas veces nos identificamos por las cosas que nos han pasado, y no debe ser así.
Un vicio: personal, o de alguien cercano: drogadicción, pornografía, alcohol, etc.
Yo conozco muchos cristianos que vivieron cierta vida atrás estando atados por un vicio o con alguien atado a uno, y ahora son conocidos como “el ex drogadicto”, “el ex borracho”, “el hijo o hija de la mujer seductora”, etc... y se les identifica por ello. Muchos viven toda su vida arrastrando su pasado. Hacer eso sería equivalente a caminar arrastrando un archivero por las calles todos los días. Después de un tiempo la persona se cansa, y baja el paso, o simplemente renuncia a caminar más.
Una raza: color, pobreza, inferioridad.
Por ejemplo, en Latinoamérica siempre nos han dicho que somos “tercermundistas”, de países menos desarrollados, que somos pobres y necesitamos que nos den; y sin darnos cuenta, muchas veces nos identificamos con esas cosas y eso crea una imagen equivocada de quienes somos realmente.
Una familia: divorcio, orgullo, apariencia, menosprecio, nivel social, etc.
Quiero tomar como ejemplo la apariencia. Muchos batallamos con nuestra apariencia y ¡nos la dieron nuestros papás! Los altos, no quieren ser tan altos, los chaparros quieren ser altos, los gordos quieren estar flacos, los de pelo chino o rizado, quieren ser lacios, los prietos quieren ser blancos, y los blancos se la pasan bronceándose. ¡Esa es una manera sutil de rechazarnos a nosotros mismos!
Otros crecen en una familia con cierto nivel social donde les enseñan que tienen un valor mayor al de otras personas. Ese pensamiento les lleva a vivir tratando de comprobar que es cierto. Pasan sus vidas en apariencias y fachadas, por lo que tampoco pueden ser quienes realmente son.
Una religión: “Es que yo soy musulmán”, “Ah no, yo soy católico”, “Pues yo soy protestante”.
La verdad es que somos personas, no una religión. Sin embargo, en muchos casos, la religión ha marcado a las personas al punto de atorarlas con una imagen equivocada. Esos nombres son etiquetas que nos ponemos que sólo hacen daño a la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Durante su juventud, David se dio cuenta de que tenía necesidad de una imagen propia sana porque en su niñez no la había adquirido.
Yo nací en una familia compuesta por mi papá, mi mamá y dos hermanas menores. Mi papá es holandés: él es alto, rubio, de ojos azules; mi mamá es libanesa: es chaparrita, de “sangre caliente” y créeme, ¡en mi casa había explosiones a diario y a toda hora! Yo veía ami papá con mucho orgullo, él era mi héroe, yo lo miraba y pensaba, “yo quiero ser como él”. Sin embargo, cuando yo tenía doce años, sucedió algo que recuerdo muy bien; mi papá me sacó de la casa, me puso en una banca, y a mi hermana menor y a mi nos dijo: “miren hijos, su mamá y yo hemos tenido muchos problemas y ya no podemos vivir juntos, me voy a tener que ir. Yo los sigo amando, pero quiero que sepan que mañana vendré a recoger mis cosas y me voy, pero nos estaremos viendo...” Yo recuerdo que lo estaba escuchando sin entender nada de problemas matrimoniales, lo que yo realmente estaba oyendo era: “Juan, ¡tú no eres lo suficientemente valioso como para que yo me quede en la casa!”. Y en ese momento empezó a suceder algo en mi corazón, me di cuenta que como muchacho, yo no tenía valor suficiente como para que mi papá se quedara en mi vida. Al día siguiente, como a las 3 de la tarde, llegó mi papá a recoger sus cosas y yo lo vi alejarse de la casa. ¡Mi héroe se me estaba yendo!
Necesito decirte que lo maravilloso de esta historia es que ese mismo día llegó una señora a compartirle a mi mamá de Cristo. Después de que ella lo había aceptado, alcanzaron a mi papá en la carretera y también él recibió a Cristo y regresó a casa. ¿Qué tremendo, no? Ya tienen más de veintiséis años de ser creyentes, son amigos, y se llevan muy bien. Dios rescató su matrimonio ¡Ese es el poder del Evangelio!
Sin embargo, había pasado algo en mi corazón que me decía que yo no tenía valor, ya había sido marcado, y para mí, a pesar de que mi papá regresó, las cosas cambiaron; llegaba a la escuela yme escondía a llorar, ya no quería ir. Mi mundo se había derrumbado y en un instante, me volví un niño sumamente inseguro. Comencé a cubrirme y a protegerme. Hasta hice votos internos... “jamás en la vida, nadie me va a herir como me hirieron. Si no tengo gran valor, está bien, pero yo mismo, me voy a cuidar”. Cerré mi corazón y me volví duro. Después me venían pensamientos, como... “A lo mejor yo tendré valor si actúo de esta manera...” “A lo mejor tendré valor si consigo buenas calificaciones.” “Tal vez, si hago lo que ellos quieren” etc., etc. ¿Alguna vez tú has oído eso?
Me identifiqué con una experiencia y ya no sabía quién era yo. Lo que creía de mí era que no tenía valor como persona. ¡Habíaquedado ligado a esa experiencia!
b. Nuestra identidad es lo que pensamos de nosotros mismos.
Esa tarde adquirí el concepto de mí mismo de que yo no valía, la persona más importante en mi vida me lo había dicho.
Cuando un joven cree que no tiene valor hay un grave problema... “Si no tengo gran valor, ¿qué importa lo que hago? piensa el joven. Hay líderes que les dicen a los jóvenes: “No hagas esto”, “No hagas aquello” y esa no es la solución. Líder, ¿acaso crees que ellos no saben cuando están haciendo algo mal? ¿Crees que vamos a lograr algo a través de estarles gritando y dándoles duro? ¿Qué necesitan? Ellos necesitan una identidad correcta de quiénes son. Cuando entiendan que tienen valor como persona, entonces ya no se van a inyectar, ya no se van a emborrachar, ya no se van a acostar con una persona antes de casarse. Créeme, ¡no lo van a hacer!, porque entienden su valor como un individuo único y especial.
¡Estamos tirando al blanco equivocado! Tenemos una juventud que está perdida en medio de problemas familiares, sociales, de religión, etc., y andan vueltos locos sin saber quiénes son, y cuando eso sucede, cuando creen que no tienen valor, hacen cualquier cosa. No le importa arruinar su vida a alguien que crece pensando que no vale. Tú puedes ir a darle de “Bibliazos” y eso no le va a servir.
c. Cuando nos identificamos con una circunstancia, nuestra identidad se distorsiona.
Cualquier circunstancia, quizá una situación familiar, quizá nuestra raza, o tal vez el que alguien nos diga algo en cuanto a ello, puede ocasionar que la imagen que tenemos de nosotros mismos se vea afectada, y cuando eso sucede, el problema es el siguiente:
d. De la manera en que pensamos de nosotros mismos, es como actuamos.
Somos el producto de lo que pensamos de nosotros mismos. No somos el producto de lo que Dios piensa de nosotros. Y ¡te lo voy a comprobar con la Biblia!
Tú estás viviendo ahora mismo la vida que escogiste basado en lo que piensas de ti mismo. Por eso hay gente que no aspira a grandes cosas, porque percib...

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