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eBook - ePub
Descripción del libro
Órdenes del amor' de Bert Hellinger es una selección de sus cursos de Constelaciones Familiares. En esta nueva edición revisada y actualizada de Constelaciones Familiares, Bert Hellinger invita al lector a acompañarlo en el camino del conocimiento de los órdenes preestablecidos para el amor en toda relación humana, en el que la comprensión liberadora y sanadora nace de la visión centrada. Dado que muchas crisis y enfermedades surgen allí donde se ama ciegamente, ignorando dichos órdenes, la comprensión de los mismos se convierte en el punto de partida para obtener efectos benéficos y sanadores, tanto para nosotros mismos como para nuestro entorno familiar.
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Información
IMPLICACIONES SISTÉMICAS Y SUS SOLUCIONES
PRIMER DÍA
Introducción
HELLINGER Bienvenidos a este curso. Comenzaremos con una ronda en la que pediría a cada uno de vosotros que brevemente nos dijera:
- su nombre,
- su profesión,
- su situación familiar
- y el asunto que quisiera trabajar en este seminario.
La búsqueda de soluciones comenzará en cuanto se dé la oportunidad. Los diversos pasos podrán ser experimentados, o bien realizándolos personalmente, o bien presenciando su realización por los demás. Siempre que haya preguntas respecto del procedimiento, de los resultados del trabajo o de los principios fundamentales del mismo, intentaré responderlas lo mejor posible.
La adopción es peligrosa
KARL Me llamo Karl y actualmente convivo con mi mujer y nuestro pequeño hijo adoptivo. Tenemos cuatro hijos propios de entre 26 y 33 años que ya hacen vida independiente. Anteriormente, también teníamos tres niñas en régimen de acogida, de la misma edad que nuestros hijos; el hijo adoptivo que ahora vive con nosotros es hijo de una de ellas. Soy pastor protestante y trabajo con niños y adolescentes discapacitados, y con sus familias. El año pasado, al conocerte, me di cuenta de que hasta ahora mi trabajo se quedaba corto, para decirlo de alguna manera, porque veía a los adolescentes discapacitados con los que trabajo y, en general, a las personas que viven relaciones difíciles únicamente como individuos. Ahora noto que prácticamente no tiene sentido querer ayudar a un niño sin que al mismo tiempo pueda trabajar también con su familia y que esta familia sea igualmente consciente del problema.
HELLINGER Tienes que anular la adopción.
KARL ¿Anular la adopción?
HELLINGER Sí, tienes que hacerlo.
KARL No puedo ni imaginármelo.
HELLINGER No tienes ningún derecho. La adopción es una empresa peligrosa, y el que se involucra en ella sin ningún motivo apremiante lo paga muy caro después, perdiendo a un hijo propio o a su pareja como compensación. ¿Quién quería la adopción?
KARL La adopción la quisimos nosotros dos, mi mujer y yo.
HELLINGER ¿Por qué el niño no está con su madre?
KARL La madre vino con el niño de cuatro meses y nos lo dejó en régimen de acogida, porque ella quería vivir con un grupo de amigos.
HELLINGER El régimen de acogida está bien, pero la adopción va demasiado lejos. Sobrepasa aquello que el niño necesita. De esta manera se corta el vínculo con sus padres.
KARL De momento aún no lo entiendo muy bien, porque la relación con su madre biológica sigue siendo exactamente la misma de antes.
HELLINGER La relación del niño con su madre biológica ya no es la misma de antes; eso es lo grave. Les quitaste sus derechos y su responsabilidad, tanto a la madre como al padre. ¿Qué pasa con este, por cierto?
KARL El padre es turco y está casado en segundas nupcias con una mujer turca. Tiene más hijos con ella y ha abandonado la relación con este niño.
HELLINGER ¿Por qué el hijo no puede ir con su padre? ¿Tienes miedo de que se haga musulmán? ¡Debería hacerlo!
KARL No habría ningún problema si lo hiciera.
HELLINGER Ese es el mejor lugar para él. Tiene que ir con su padre, está clarísimo.
KARL Tengo que pensármelo.
HELLINGER ¿Sabes lo que ocurre con eso de «pensármelo»? Es como lo de aquel cura que, después de unos ejercicios espirituales, decía: «¡Maldita sea! Después de los ejercicios siempre necesito unas seis semanas para volver a ser el mismo de antes».
Afrontar el riesgo
BRIGITTE Me llamo Brigitte, soy psicóloga y tengo una consulta propia. Tengo cuatro hijas de mi primer matrimonio; me divorcié de mi primer marido, que, más tarde, se murió. Después volví a casarme y tengo dos hijastras de este matrimonio. Vivo muy distanciada de mi marido para conservar mis energías. Estoy aquí para aprender algo sin esforzarme demasiado.
HELLINGER Eso no tiene lugar aquí. ¿Qué quieres realmente?
BRIGITTE No quiero involucrarme más de lo que por el momento pueda asumir interiormente.
HELLINGER Me parece demasiado arriesgado admitir a alguien que no esté dispuesto a asumir el riesgo de un compromiso personal, ya que esa actitud cohíbe lo íntimo. Por tanto, quisiera advertirte de que lo que aquí hacemos no es solamente para observar.
BRIGITTE Tampoco quería decir eso. Pero, como algunos de los participantes de este grupo son estudiantes míos y el grupo es tan grande, quisiera contenerme un poco. Sin embargo, estoy dispuesta a hacer lo que se me exija para poder participar.
HELLINGER Te he dicho las reglas y las has captado. Así que, por mí, el asunto está arreglado. Pero de todos modos te contaré una historia.
Más o menos
En Estados Unidos, un profesor de psicología llamó a uno de sus estudiantes, le dio un billete de un dólar y otro de cien dólares y le dijo:
–Ve a la sala de espera. Allí hay dos hombres: a uno le das el billete de un dólar; al otro, el de cien dólares.
El estudiante pensó: «¡Ya está otra vez con sus manías!» Después, cogió el dinero, fue a la sala de espera y le dio a uno de los hombres el billete de un dólar, y al otro, el de cien dólares. Sin embargo, no sabía que el profesor, antes, le había dicho al primero:
–Después te darán un dólar.
Y al otro:
–Después te darán cien dólares.
Por casualidad, el estudiante le dio el dólar a aquel que esperaba un dólar y al otro, que esperaba los cien dólares, le dio el billete de cien.
HELLINGER (Sonríe) Curioso, ahora me pregunto qué pinta esta historia aquí.
La doble transferencia
CLAUDIA Me llamo Claudia. Soy psicóloga y no solo trabajo de psicoterapeuta, sino también de perito judicial en asuntos de derecho de familia. Además, doy cursos de psicología a personas a las que retiraron el permiso de conducir. Mi estado: estoy divorciada, lo cual es algo embarazoso para mí, porque tan solo estuve casada durante medio año, y me pregunto si se podrá considerar realmente un matrimonio, o un divorcio.
HELLINGER Estuviste casada y eso ya no se puede borrar. ¿Tienes hijos?
CLAUDIA No, no tengo hijos.
HELLINGER ¿Por qué os separasteis?
CLAUDIA Porque fue horrible. Es decir, nos casamos poco tiempo después de conocernos, nos decidimos relativamente rápido, y después lo encontraba todo horrible.
HELLINGER Tú lo encontrabas horrible; ¿él también?
CLAUDIA Me esforcé por hacerlo horrible también para él.
HELLINGER ¿Y quién fue la mujer mala de tu sistema, a la que imitaste?
CLAUDIA En todo caso, la madre.
HELLINGER Busquemos aún a otra más. La pregunta es: ¿qué mujer de tu sistema de origen tenía motivos para estar enojada con un hombre? Cuando ocurre algo como lo que acabas de describir, la dinámica de fondo frecuentemente es una doble transferencia. ¿Sabes lo que es eso?
CLAUDIA No.
HELLINGER Te pondré un ejemplo. En un curso de Jirina Prekop, en el que demostraba su terapia de sujeción, animó a una pareja a que se sujetaran mutuamente. De repente, la cara de la mujer se transformó y se puso furiosa con su marido sin que hubiese ningún motivo aparente. Al verlo, le dije a Jirina:
–Mira cómo va cambiando su cara. Eso te indica con quién está identificada.
En esos momentos, la cara de la mujer parecía la de una persona de 80 años, aunque ella misma no tenía más de 35. Le dije:
–¡Fíjate en tu cara! ¿Quién tenía una cara así?
Ella respondió:
–Mi abuela.
Le pregunté:
–¿Qué pasó con esa abuela?
Me dijo:
–La abuela era una tabernera, y el abuelo a veces la arrastraba por los pelos a través del comedor, delante de todo el mundo; y ella lo aguantó.
¿Puedes imaginarte lo que esa abuela debió de sentir realmente? Estaba furiosa con su marido, pero no lo expresaba. Así pues, esa rabia reprimida fue adoptada por su nieta. Esta es la transferencia en el sujeto, es decir, de la abuela a la nieta. Ahora bien, no fue el abuelo quien recibió esa rabia, sino el marido de la nieta. Esta es la transferencia en el objeto: del abuelo al marido. Para la mujer resulta menos arriesgada, ya que su marido la quiere y lo tolera. Esta sería, pues, la dinámica de la doble transferencia. Pero nadie es consciente de ella. La cuestión es si hubo algo así en tu caso.
CLAUDIA Que yo sepa, no.
HELLINGER Si hubiera sido así, aún le deberías mucho a tu marido.
CLAUDIA Hm.
HELLINGER Exacto. (Claudia se ríe) ¿Te he pillado?
CLAUDIA No. Pero estaba pensando que estoy contenta de que le vaya bien.
HELLINGER Eso sucede porque uno se siente culpable. Pero no podremos comprobarlo si no seguimos trabajando. De momento, no es más que una hipótesis.
La primera mujer
GERTRUD Me llamo Gertrud. Soy médica de medicina general y tengo mi propia consulta. Estoy soltera y tengo un hijo que pronto cumplirá 19 años.
HELLINGER ¿Qué pasa con su padre?
GERTRUD No lo he visto desde hace unos cinco años.
HELLINGER ¿Qué pasa con él?
G...
Índice
- Cubierta
- Portadilla
- Créditos
- Introducción
- Implicaciones sistémicas y sus soluciones
- Órdenes de la pertenencia
- Enfermedad y salud
- Órdenes del saber
- Notas
- Más información