La entrevista en el trabajo social
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La entrevista en el trabajo social

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La entrevista en el trabajo social

Descripción del libro

La entrevista es una de las herramientas básicas en el campo de las ciencias sociales. Los sociólogos, los asistentes sociales y los psicólogos hacen un uso constante de ella, pero a menudo se olvidan de los aspectos psicodinámicos de la entrevista, que hacen referencia a los intercambios afectivos entre entrevistado y entrevistador. La entrevista en el trabajo social ofrece la amplia experiencia asistencial y docente de las autoras en esta materia, en beneficio de estudiantes y profesionales que ejercen sus funciones en el amplio contexto del trabajo social.

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Información

Año
2017
ISBN de la versión impresa
9788425439445
ISBN del libro electrónico
9788425439506
Categoría
Sociología
Capítulo 1
Evolución histórica del trabajo social
y el paradigma de salud integral
Este capítulo aborda la evolución histórica del trabajo social y de los servicios sociales, y plantea el concepto de salud como paradigma de la profesión.
1.1. EL TRABAJO SOCIAL Y LOS SERVICIOS SOCIALES
El trabajo social surgió de la actividad de grupos y organizaciones que pretendían dar respuesta a los graves problemas sociales que aparecieron en el siglo XIX a consecuencia de las transformaciones de la sociedad derivadas del proceso de industrialización.
Los grandes movimientos migratorios de las zonas rurales a las industrializadas, los nuevos sistemas y condiciones de trabajo, los problemas sanitarios, de vivienda y otros tipos de dificultades que emergían en la sociedad en construcción avanzaban más rápido que los recursos legales y asistenciales necesarios para atender las necesidades producto de la nueva situación. Las relaciones de protección, de solidaridad, de ayuda mutua que caracterizaban hasta entonces a las sociedades agrícolas, burguesas y preindustriales quedaron desfasadas o no se pudieron mantener ante el incremento de demandas de atención y la complejidad de los nuevos problemas que iban surgiendo.
No solo individuos o familias con características especiales, sino también grupos de personas que en su entorno habitual habrían seguido el curso de una vida normal, muy pronto constituyeron en las zonas industriales grupos marginales, mano de obra que podía ser valorada o rechazada en función del proceso productivo y comercial posterior. Tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, la ausencia de legislación laboral propiciaba la explotación y la carencia de recursos asistenciales junto con las dificultades personales y colectivas propias de la inmigración produjeron el desarrollo de una gran cantidad y variedad de «problemas y necesidades sociales».
Investigaciones como las de E. Chadwick en 1842 sobre la salud y las condiciones sanitarias de los trabajadores así como la conocida encuesta social llevada a cabo por C. Booth en 1886 en Inglaterra sobre condiciones de vida y de trabajo mostraron que un alto porcentaje de habitantes de la ciudad de Londres, personas con trabajo y otras en paro, de procedencia diversa, vivían en la «línea límite de la pobreza», o en condiciones aún inferiores, lo que implicaba una alta frecuencia de enfermedades, invalidez, alcoholismo, niños abandonados, entre muchos otros problemas.
Fue T. Mckeown (médico y demógrafo) junto con otros colegas quienes en 1976 demostrarían que el incremento de los estándares de vida y de la nutrición que entre 1700 y 1900 experimentó la sociedad británica a la que antes hacíamos referencia, fue el auténtico causante de la mejora de salud de la población y no tanto los avances médicos producidos en ese período. A pesar de que sus tesis fueron controvertidas y disgustaron a la clase médica y científica, por situar las causas del aumento de la esperanza de vida fuera de la medicina y la salud pública, su legado nos lleva a situar en primera línea de interés la influencia de los factores sociales en la salud.
El importante crecimiento de la población en los países industrializados de los últimos doscientos años (1700-1900) se debe más a los cambios en las condiciones económicas y sociales que a avances específicos médicos o a iniciativas de salud pública. (Mckeown, 1976)
Ante la situación referida a finales del siglo XIX surgieron diferentes formas de ayuda: las que ofrecían atención a nivel individual y familiar, las que consideraban más adecuada la ayuda colectiva, y las encaminadas a promover leyes y servicios que conducían hacia unas mejores condiciones de vida, de seguridad social y laboral.
La entidad más representativa de la primera forma de ayuda fue la Charity Organization Society (COS), creada en Inglaterra en 1869. La COS se encargaba de coordinar a todos los grupos benéficos, tanto públicos como privados, además de recaudar y distribuir el dinero y los recursos de estos grupos. Sus miembros consideraban que el individuo era el responsable de su situación de carencia o de dificultad a causa de la ociosidad, el vicio, la negligencia, la mala administración, etc., y que por el hecho de brindarle ayuda material, era necesario estimular sus capacidades y «fuerza moral» para que superara la situación en la que se encontraba.
Radicada también en Estados Unidos, la COS era una sociedad potente que había adoptado el sistema alemán Elferbeld de descentralización de los servicios y grupos de ayuda. Contaba con unidades de investigación que contabilizaban y analizaban la cantidad de personas que pedían asistencia, el tipo de problema que presentaban y la clase de ayuda que se les facilitaba con el fin de estudiar la eficacia de su actividad. La COS se oponía con fuerza a la intervención del Estado en la distribución del dinero o de recursos porque consideraba que se perdía la iniciativa de los grupos voluntarios, además de que la fuerza moral de los usuarios no sería estimulada. Argumentaba también que podía funcionar con menos dinero y sin burocratizarse, resistiéndose así a perder el carácter de voluntariado y el ideal de fomentar la ayuda mutua que la unía a las personas.
En la misma época surge la figura de Mary Richmond, miembro de la COS e integrante destacada de la Russell Sage Foundation, institución especializada en la investigación de los problemas sociales, considerada la persona que inicia el trabajo social profesional en Estados Unidos. En 1898 Richmond organiza los primeros cursos de trabajo social en la Escuela de Instrucción para la Filantropía Aplicada de Nueva York. En 1917 publica Social Diagnosis, en el que establecen las bases metodológicas del trabajo social y señala tres niveles de atención: individual y familiar, grupal y comunitario. Años más tarde, en 1922, plantea en Social Case Work los enfoques sobre el individuo y la familia, desarrollados posteriormente desde distintas teorías psicológicas y sociales. Sus aportaciones tenían como referencia un trabajo de investigación sobre un gran número de casos atendidos por trabajadores sociales, de los cuales dedujo que la atención profesional debía sistematizarse tanto en la obtención de datos y en el diagnóstico como en los procesos de intervención o tratamiento.
En el campo de la salud se cita como pionero al Dr. Richard C. Cabot, quien en 1905 creó, en el Hospital General de Massachusetts, un sistema de consultas externas y el primer departamento de trabajo social. Cabot consideraba que las aportaciones de los incipientes trabajadores sociales eran muy valiosas para «la obtención de un diagnóstico más certero y un tratamiento más eficaz». Garnet Isabel Pelton e Ida Canon fueron las primeras trabajadoras sociales sanitarias de este servicio y las primeras en sentar las bases del trabajo social hospitalario.
Una segunda tendencia consideraba que la ayuda más efectiva debería ser la que incrementaba el nivel educativo de la población, creando sentimientos solidarios para promover cambios en las leyes y las condiciones sociales. El principal representante de esta tendencia fue Samuel Barnett, quien en 1883 creó en un barrio de Londres el primer centro vecinal llamado Toynbee Hall (todavía en funcionamiento), en reconocimiento a Arnold Toynbee, quien, junto con otros profesores de la Universidad de Oxford, colaboraba en el centro, ayudando y enseñando a la gente del barrio a buscar caminos para crear servicios y recursos y reivindicar sus derechos.
La iniciativa de dichos centros sociales, liderada por Jane Adams, tuvo un gran eco en Estados Unidos. Adams creó en Chicago un centro social llamado Hull House, donde desarrolló un inmenso trabajo con la comunidad. Emigrantes, inicialmente europeos, en busca de mejores oportunidades que en el país de origen, se congregaban en los barrios de las grandes zonas industriales. Se trataba de personas provenientes de otras culturas, con actitudes y comportamientos diversos, que era necesario integrar a la sociedad estadounidense. Al mismo tiempo que cubrían objetivos sociales, tanto Hull House como otros centros similares estimulaban la incorporación de los ideales democráticos: el respeto y el reconocimiento de la diversidad. La participación y los principios democráticos constituían un valor de referencia y de cohesión social. El incansable trabajo de Jane Adams en favor de la justicia social, del voto femenino y de los derechos humanos fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1931 (Friedlander, 1969).
Otras iniciativas de cambio surgieron, especialmente en Inglaterra, de personas con influencia política, económica e intelectual. Un ejemplo son los miembros de la Sociedad Fabiana, que luchaba por modificar la ley a fin de crear mecanismos reguladores y compensatorios que redujeran las desigualdades entre la población. El matrimonio Webb, T.H. Green, D. Hill y H. Bosanquet, entre otros, participaron activamente para modificar leyes y crear servicios.
La COS basaba su acción en una concepción individualista de la sociedad y en un modelo de evolución social natural, de acuerdo con las teorías de Herbert Spencer, influidas por el pensamiento de Darwin, sobre la evolución de las especies biológicas y la supervivencia de los más fuertes por «ley natural». Esta concepción implicaba no solo una actitud moral, sino también una idea política. Creían que el Estado no tenía que intervenir, pues inhibiría la capacidad de la persona para hacerse a sí misma. No era la ley ni el derecho los que tenían que solucionar el problema individual, sino la propia persona con la ayuda concreta y puntual sumada al estímulo necesario para triunfar socialmente. Era la idea precursora del self-made-man, basada en una economía de corte liberal y de hipotética igualdad de oportunidades que se desarrolló principalmente en Estados Unidos. El funcionalismo tuvo una influencia determinante en el trabajo social durante muchos años, representada por la finalidad de adaptar el individuo al medio. La evidencia de que las causas de la pobreza y las dificultades sociales no podían recaer con arbitrariedad en el individuo provocó una fuerte crítica a las actividades de la COS y de organizaciones parecidas.
La promulgación de leyes y la creación de servicios siguieron caminos diferentes en los países de Europa de acuerdo con la historia, la situación política y el desarrollo económico de cada uno de ellos. Con la tradición anterior de entidades, grupos voluntarios de ayuda mutua que hasta entonces cumplían una función de previsión de asistencia de las necesidades sociales, y con las formas de relación familiar y vecinal de cada sociedad, el primer sistema de seguridad social obligatoria fue creado por Bismark en Alemania, en 1884. Otros países siguieron, con algunas modificaciones, esta iniciativa.
En Inglaterra, a la reforma en 1834 de la antigua Ley de los Pobres le siguió una proliferación de leyes de protección social sobre la vivienda, el trabajo, la salud, la desocupación, entre otras. El plan general de seguridad social y de asistencia pública culminó en 1942 con el informe «Social Insurance and Allied Services», elaborado bajo la dirección de W. Beveridge, conocido como el padre del Welfare State o Estado de bienestar social.
En todo proceso de creación de una política social estable el tema de debate más importante era el papel y el grado de intervención del Estado en la provisión de servicios. Los servicios y las leyes se pensaban para la población en general, más que para la solución de situaciones de emergencia y excepción. Los liberales ingleses creían que el Estado debía intervenir para generar las condiciones que favorecieran el desarrollo de la libertad personal, mientras que el socialismo de finales del siglo XIX veía en la intervención del Estado la única forma de «igualar la riqueza y las oportunidades de todos los individuos en la nueva sociedad».
1.1.1. La creación del Estado de bienestar
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se estabilizan y se organizan definitivamente los servicios sociales en Suiza, Alemania, Gran Bretaña, Francia, entre otros países europeos, bajo el concepto general de «Estado de bienestar». Este concepto está asociado a la responsabilidad asignada al Estado de garantizar los estándares mínimos de vida de todos sus miembros mediante regímenes de seguridad social que garanticen un nivel de ingresos y la provisión de servicios de educación, salud, vivienda y servicios sociales específicos o personales.
El llamado Estado de bienestar se desarrolló en sociedades industriales con base en la capacidad económica y diferentes formas de redistribución de la renta. En otros contextos, como España, por motivos económicos y principalmente políticos, la cobertura de necesidades sociales quedó desfasada frente a la mayoría de países de Europa, hasta la recuperación de la democracia propiciada en 1975 por la muerte del general Franco. Hasta finales de la década de 1990, el retraso en la cobertura de necesidades sociales y en la contratación de profesionales en España era significativo en comparación con la mayoría de países europeos.
En los países del «bienestar social» la progresiva provisión de recursos y servicios a la población condujo a la idea del «Estado providencia», también a una identificación positiva de los usuarios y los profesionales con las instituciones públicas. Algunas funciones que hasta entonces habían sido desarrolladas en los núcleos de pertenencia —familia, vecinos y amigos— fueron sustituidas de manera progresiva por los servicios sociales. ...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Índice
  6. PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE 1989
  7. PRÓLOGO
  8. Cita
  9. INTRODUCCIÓN
  10. CAPÍTULO 1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL TRABAJO SOCIAL Y EL PARADIGMA DE SALUD INTEGRAL
  11. CAPÍTULO 2. TEORÍAS Y CONCEPTOS PARA LA ENTREVISTA EN EL TRABAJO SOCIAL
  12. CAPÍTULO 3. LA ENTREVISTA EN EL TRABAJO SOCIAL
  13. CAPÍTULO 4. ELEMENTOS QUE INTERVIENEN EN LOS PRIMEROS CONTACTOS ENTRE LOS USUARIOS DE LOS SERVICIOS SOCIALES Y EL TRABAJADOR SOCIAL
  14. CAPÍTULO 5. LA ENTREVISTA EN EL ESTUDIO DE LAS NECESIDADES
  15. CAPÍTULO 6. EL DIAGNÓSTICO
  16. CAPÍTULO 7. LA INTERVENCIÓN DEL TRABAJADOR SOCIAL A TRAVÉS DE LA ENTREVISTA
  17. BIBLIOGRAFÍA
  18. Información adicional