Psicología de las sociedades en conflicto
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Psicología de las sociedades en conflicto

Psicoanálisis, relaciones internacionales y diplomacia

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Psicología de las sociedades en conflicto

Psicoanálisis, relaciones internacionales y diplomacia

Descripción del libro

A lo largo de la historia se han producido innumerables conflictos entre grupos tribales, étnicos, nacionales, religiosos y político-ideológicos, ya sea a nivel territorial o extraterritorial. Asimismo, día tras día presenciamos enfrentamientos sociales o nos llega su noticia. Ante tal horror, debemos preguntarnos por los orígenes y entramados de la irracionalidad en los grupos grandes para así poder intervenir e intentar resolver estos conflictos. El presente libro aporta, desde el psicoanálisis, una exploración de la identidad, las representaciones y los efectos inconscientes y reprimidos de estos grupos y de sus líderes para obtener un efectivo entendimiento de sus acciones.

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Información

Año
2018
ISBN de la versión impresa
9788425440748
ISBN del libro electrónico
9788425440755
Categoría
Psychology

1. Diplomáticos y psicoanalistas
Desde Sigmund Freud, los psicoanalistas han deseado aventurarse a ir más allá del diván y a aportar su habilidad sobre los aspectos interrelacionados del comportamiento humano y el mundo exterior. Pero dada la penetrante influencia de la realpolitik sobre el gobierno y el estudio de las relaciones internacionales, así como algunas dificultades inherentes al campo del psicoanálisis, no ha de sorprender que esta disciplina y la ciencia política permanezcan todavía como familiares lejanos.
El concepto de realpolitik fue introducido por primera vez por Ludwig von Rochau en su Grundsätze der Realpolitik (1853). Rochau aconsejaba a los políticos valorar con cuidado qué quería realmente la oposición, no lo que decía desear; también les recomendaba que estuvieran preparados para ejercer la fuerza cuando fuese necesario. Finalmente, el término acabó haciendo referencia a la valoración racional y al cálculo realista de las opciones disponibles del propio grupo y de las del grupo enemigo. En Estados Unidos, y especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, esta última interpretación de la realpolitik, renombrada «modelo del actor racional», acabó siendo predominante en los análisis políticos. Este modelo, en sus variadas formas, supone que las personas toman decisiones tras iniciar un cálculo racional de costes y beneficios, y que los líderes, los gobiernos y las naciones son los «actores» racionales. (Con respecto a los diversos estudios de este modelo, sus modificaciones y críticas, véase Etzioni, 1967; George, 1969; Allison, 1971; Janis y Mann, 1977; Barner-Barry y Rosenwein, 1985; Jervis, Lebow y Stein, 1985; Achen y Snidal, 1989.)
Las denominadas teorías de la «disuasión», características del periodo de la Guerra Fría, dependieron de esta forma de aproximación; muchos estudiosos políticos creen que las decisiones tomadas de acuerdo con el modelo del actor racional evitaron que tanto los soviéticos como los estadounidenses usaran su arsenal nuclear. Y probablemente haya sido así; sin embargo, las políticas basadas en la disuasión también fallaron y diversas investigaciones realizadas desde un amplio abanico de disciplinas demostraron que, aun estando basadas en el modelo de los supuestos racionales, las decisiones no fueron siempre predecibles. Por ejemplo, el presidente egipcio Anwar el-Sadat sorprendió tanto a la inteligencia militar israelí como a la estadounidense al lanzar un ataque masivo a través del canal de Suez durante el Yom Kippur (6 de octubre de 1973). Basándose en cálculos racionales de disuasión, los analistas políticos no creyeron que una ofensiva por parte de Egipto pudiera lanzarse antes de 1975; así pues, los movimientos de tropas egipcias desarrollados en septiembre de 1973, según los informes, se entendieron como meros ejercicios militares. Y cuando se hicieron evidentes los fallos de diversos modelos del actor racional, algunos politólogos, e incluso algunos responsables en la toma de decisiones y algunos diplomáticos, a partir de finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, empezaron a utilizar conceptos de la psicología cognitiva para explicar lo «defectuoso» de la toma de decisiones. Pero no utilizaron el psicoanálisis para encontrar insights.
La aplicación de la psicología cognitiva amplió el alcance del análisis político y de las relaciones internacionales. Sin embargo, las limitaciones de este enfoque, fundamentalmente centrado en consideraciones de tipo consciente, también se volvieron evidentes. Ya en 1977, Janis y Mann, a quienes se consideraba a la vanguardia en lo que respectaba a la aplicación de conceptos cognitivos en la toma de decisiones, eran conscientes de la relevancia de las motivaciones inconscientes. Sugirieron el establecimiento de un vínculo entre disciplinas cuando se dieron cuenta de lo siguiente: «Si se procediera al estudio de las motivaciones inconscientes que afectan a la toma de decisiones, sería necesario tener en cuenta otro tipo de investigaciones, incluido el estudio psicoanalítico de casos» (p. 98). Uno de los casos psicoanalíticos que Janis y Mann estudiaron fue el de Dora, realizado por Freud (1905e [1901]); Dora era una muchacha de dieciocho años cuyo «conflicto en la toma de decisiones» —usando la terminología de Janis y Mann— concernía al hecho de tener o no una relación ilícita con el Sr. K., que estaba casado y era amigo de su familia. Tras tomar la decisión de no tenerla, Dora se lo reprochó durante un largo periodo y permaneció en un «conflicto tras la decisión». A través de la revisión de los hallazgos de Freud sobre las razones inconscientes por las que Dora no podía «trabajar y resolver de una forma normal el conflicto tras la decisión tomada» (Janis y Mann, 1977, p. 100), Janis y Mann se dieron cuenta de que, de hecho, los insights psicoanalíticos eran necesarios para una completa comprensión de la toma de decisiones.
Si bien la psicología cognitiva y el psicoanálisis consideran la influencia que los hechos históricos previos tienen en la toma de decisiones, la teoría psicoanalítica se caracteriza por tomar más factores en consideración que los motivados conscientemente y sus asociaciones análogas. El psicoanálisis examina las alteraciones defensivas de experiencias tempranas, las diversas capas de significados personales atribuidos a los hechos, las condensaciones de motivaciones inconscientes, las distorsiones transferenciales y la organización de la personalidad en la toma de decisiones. El principio de función múltiple y el de las resoluciones sobredimensionadas, descritas en detalle por primera vez por Waelder en 1930, tienen que ser considerados en la evaluación de los procesos de cada toma de decisiones, así como en los procesos diplomáticos y políticos.
Aunque los políticos y los diplomáticos comenzaron a ampliar sus horizontes para poder entender mejor la toma de decisiones «equivocadas», y los politólogos exploraron con cautela la relevancia de la psicología, los mismos psicoanalistas no respondieron de forma rápida a esta oportunidad de contribuir con sus aportaciones. Más aún, hubo dos diplomáticos que, de forma indirecta, invitaron a los psicoanalistas a aportar sus conocimientos acerca de la psicodinámica interna para aplicarlos a los asuntos internacionales. En 1974, tras la división de la isla de Chipre (mi tierra) en dos sectores (el griego y el turco), el primer ministro turco Bülent Ecevit, en un discurso público, subrayó el rol de la psicología en el largo conflicto entre Turquía y Grecia. En respuesta a esta pertinente observación, comencé a estudiar el problema de Chipre y, posteriormente, junto con el historiador Norman Itzkowitz, estudié mil años de relaciones turcochipriotas desde la perspectiva psicoanalítica (Volkan, 1976; Volkan y Itzkowitz, 1984, 1993-1994).
Pocos años después, como ya he señalado, el presidente egipcio Anwar el-Sadat animó indirectamente a los psicoanalistas a involucrarse en el estudio de las relaciones internacionales. Su discurso en la Knéset dio pie a que el comité de la American Psychological Association (APA) prestase su apoyo a un proyecto de seis años de duración (1979-1986) para conducir una serie de diálogos extraoficiales en los que se reunió a influyentes grupos egipcios, israelíes y palestinos. El equipo estadounidense, en calidad de facilitadores neutrales de tales encuentros, estuvo formado por psicoanalistas —entre los que yo mismo me encontraba—, psiquiatras, psicólogos y exdiplomáticos. El grupo israelí y el árabe también contaban con psiquiatras y psicólogos, aunque fundamentalmente estaban formados por ciudadanos influyentes —embajadores, un antiguo oficial militar de alto rango y periodistas, entre otros—, que acudieron a los encuentros extraoficialmente.
Tres años después, inspirado por mi vinculación con los proyectos internacionales e interdisciplinares y animado también por los escritos de Mitscherlich (1971), que instó a los psicoanalistas a salir de sus consultas clínicas y a formar parte de un trabajo interdisciplinar sobre aspectos sociales y políticos, fundé el Center for the Study of Mind and Human Interaction (CSMHI) en la Universidad de Virginia. El claustro del centro incluyó a psicoanalistas, psiquiatras, exdiplomáticos, politólogos, historiadores y otros especialistas de las ciencias sociales y del comportamiento humano. Condujimos diálogos extraoficiales con psicólogos soviéticos y diplomáticos durante dos años antes del derrumbe de la Unión Soviética y, posteriormente, trabajé en diversos emplazamientos, como los de las repúblicas bálticas, Georgia, Kuwait, Albania, Eslovaquia, Turquía, Croacia, Alemania y Estados Unidos, entre otros lugares. Que yo sepa, este centro, que cerró tres años después de mi jubilación en el 2002, fue la única organización que se especializó en la aplicación directa de conceptos psicoanalíticos a los conflictos étnico-nacionales, a los ajustes posbélicos y a facilitar diálogos entre grupos grandes para potenciar la democracia y la coexistencia pacífica (Volkan, 1988, 1997, 2004, 2006a, 2013).
Ciertamente hubo otros —nuestros contemporáneos y quienes nos precedieron— que de forma significativa contribuyeron a un trabajo interdisciplinar y al examen de la historia, de los aspectos políticos, de los movimientos y de las relaciones sociales desde una perspectiva psicoanalítica. Ya en la década de 1930, el politólogo Harold Lasswell, a raíz de sus viajes a Europa y del estudio de las teorías psicoanalíticas, se convirtió en la voz que introdujo los factores psicodinámicos y el papel de las cuestiones inconscientes en la ciencia política y en la política (Lasswell, 1932, 1936, 1948, 1963). Asimismo, siguiendo a Freud, algunos psicoanalistas aplicaron los descubrimientos psicoanalíticos a los temas políticos y sociales, entre ellos, la propaganda política (véase, por ejemplo, Money-Kyrle, 1941; Kris, 1943-1944; Glower, 1947; Fornari, 1966). Especialmente, en la década de 1960, con los trabajos de psicoanalistas como Niederland (1961, 1968) y Kristal (1968), muchos psicoanalistas empezaron a estudiar el impacto del Holocausto en los supervivientes y, después, en las generaciones posteriores. Algunas de estas investigaciones incluyeron estudios psicológicos sobre la participación social de los criminales y las respuestas sociales al trauma masivo (Mitscherlich y Mitscherlich, 1967). Muchos son como para incluir aquí sus correspondientes referencias bibliográficas. Sin embargo, en nuestro libro The Third Reich in the Unconscious (Volkan, Ast y Greer, 2002), los tres coautores incluimos muchas de estas referencias (véase también: Grubrich-Simitis, 1979; Kogan, 1995; Kestenberg y Brenner, 1996; Laub y Podell, 1997; Brenner, 2001, 2004).
Hubo otros psicoanalistas que también realizaron contribuciones a las cuestiones politicas y sociales: Moses (1982) examinó el conflicto árabe-israelí desde el punto de vista psicoanalítico. Šebek (1992, 1994) estudió las respuestas sociales de quienes vivieron bajo el comunismo en Europa. Loewenberg (1995) retrocedió en la historia hasta la República de Weimar y puso énfasis en el sentimiento de humillación generado y en el derrumbe económico como los principales factores que facilitaron la creación de unas características compartidas de la personalidad de los jóvenes alemanes y su adhesión a la ideología nazi. Kakar (1996) describió los efectos del conflicto religioso hindú-musulmán en Hyderabad (India). Apprey (1993, 1998) se centró en la influencia intergeneracional del trauma en los afroamericanos y su cultura, mientras que Adams (1996) nos advirtió que no ignoráramos la raza y el color en el psicoanálisis. Hollander (1997) exploró los sucesos en América del Sur. Además, Afaf Mahfouz de Bethesda (Maryland) y Vivian Pender de Nueva York (Nueva York) desempeñaron un papel clave en la promoción de lazos entre los psicoanalistas y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Del mismo modo, en 1998, psicoanalistas sudamericanos organizaron un gran encuentro en Lima (Perú) que tuvo mucho éxito y que reunió a psicoanalistas, políticos y diplomáticos de alto rango. Hay numerosos ejemplos similares a estos.
Tras los hechos del 11 de septiembre de 2001, los psicoanalistas se implicaron mucho en el estudio del trauma generado por la mano del Otro. La International Psychoanalytical Association (IPA) formó un grupo de estudio sobre el terror y el terrorismo. El analista noruego Sverre Varvin dirigió ese estudio, que se prolongó durante varios años (Varvin y Volkan, 2003). La IPA incluso estableció un comité en la ONU. El tema del cuadragésimo cuarto encuentro anual de la IPA que tuvo lugar en Río de Janeiro, en el verano de 2005, fue el «trauma», incluidos los que provenían de sucesos históricos. Hollander (2010) examinó los aspectos psicopolíticos en Estados Unidos tras los hechos del 11 de septiembre de 2001. Mientras tanto, Elliot, Bishop y Stokes (2004) y Lord Alderdice (2007, 2010) escribieron sobre la situación en el norte de Irlanda del Norte; Roland (2011) describió detalladamente la continua influencia de la partición de la población en la relación entre la India y el Pakistán. Erlich (2010, 2013) examinó los conceptos de enemigo, sociedades maltrechas, prejuicio y paranoia en el contexto de los grupos grandes, así como en la mente de los terroristas. Böhm y Kaplan (2011) exploraron el concepto de venganza; Fromm (2012) revisó las transmisiones intergeneracionales. En el año 2011, durante su conferencia plenaria en el encuentro de invierno de la American Psychological Association en Nueva York, la presidenta saliente Prudence Gourguechon urgió a los miembros de la asociación a manifestar su opinión respecto de las áreas que ya estaban en el punto de mira de todos. Señaló que si los psicoanalistas no explicaban la causalidad de los acontecimientos alarmantes ni aportaban información profesional sobre la conducta humana, acabarían prevaleciendo las aportaciones de otras personas con menos conocimientos.
Sin embargo, la colaboración entre psicoanalistas y políticos o diplomáticos fue y sigue siendo limitada. Son palpables las dificultades para definir las áreas específicas en las que pueda darse la colaboración entre ambas disciplinas de forma útil y satisfactoria para todos. Una de ellas proviene de la tradición psicoanalítica y de los intentos previos de aplicar el psicoanálisis a otras áreas. Comenzando por Sigmund Freud, los psicoanalistas han escrito sobre una variedad de temas relacionados con los campos de la diplomacia y la política, pero sus aportaciones han sido muy teóricas y de poco uso práctico para diplomáticos y políticos. Los psicoanalistas han estudiado la psicología grupal, la de los líderes políticos y sus relaciones con sus seguidores, la propaganda política, la violencia de masas y la guerra. Han desarrollado teorías sobre los impulsos agresivos como base o raíz de la guerra, sobre la percepción del estado o de la nación como madre, sobre grupos que responden al líder como lo harían ante un padre y sobre la identificación de los miembros del grupo entre sí. Con frecuencia y de forma desafortunada, trasladaron las observaciones psicoanalíticas de grupos pequeños —tales como grupos de psicoterapia formados entre seis y doce personas— y de organizaciones con cientos de miembros a la psicodinámica de los grupos grandes formados por decenas, cientos de miles o millones de individuos. Pocos teóricos tuvieron en cuenta las diferencias que aparecen en procesos que se dan en un grupo grande estable y las que ocurren cuando aparece la regresión en grupos grandes o cuando un grupo grande está preocupado o no por el grupo vecino. Es de sobra conocida la teoría de Freud (1921c) sobre la psicología de grupo, que refleja un tema edípico. Pero también debemos tener en cuenta que Freud, como nos recuerda Waelder (1971), solo hablaba de grupos en estado regresivo y que su propuesta teórica no aporta una completa explicación de la psicología de los grupos grandes. Con todo, la teoría grupal de Freud no debe ser abandonada completamente. La conducta que describe puede constatarse hoy en día en los grupos en situación regresiva: los miembros del grupo subliman su agresión contra el líder de una forma que es parecida al proceso por el que los sentimientos negativos contra el padre edípico se convierten en lealtad. A su vez, los miembros del grupo idealizan al líder, se identifican entre sí y se congregan en torno a él.
Algunos sucesos internacionales ilustran las ideas de Freud de forma concreta. En 1998, se incrementó la tensión entre Estados Unidos e Iraq a raíz de las inspecciones de numerosos «palacios» presidenciales de Saddam Hussein en los que supuestamente se fabricaban armas ilegales. En respuesta a ese incremento de la tensión y a una posible acción militar por parte de Estados Unidos, algunos iraquíes reaccionaron creando un «escudo humano» en torno a los palacios de Sadam y otros lugares importantes. Estas personas estuvieron, literalmente, congregándose en torno al líder. Aunque la persuasión autócrata y la propaganda jugaron un papel importante en su respuesta, muchos analistas políticos respetables creyeron que la mayoría de esos iraquíes actuaron de forma voluntaria. En 2013, vimos cómo ocurría lo mismo en una Corea del Norte aislada y en posición regresiva.
Debido a ciertas ideas defectuosas de Freud sobre la psicología grupal, en las décadas de 1970 y de 1980 algunos psicoanalistas cambiaron su visión sobre los grupos grandes: de la que enfatizaba al líder como una representación de un padre idealizado a otra en la que se representa mentalmente al grupo grande como a una madre idealizada y nutriente. Por ejemplo, Anzieu (1971, 1975), Chasseguet-Smirgel (1984) y Kernberg (1980, 1989) escribieron sobre los grupos en posición regresiva y las fantasías compartidas de sus miembros en las que un grupo grande representa a una madre idealizada y permanentemente gratificante («pecho materno») que cura todas las heridas narcisistas. Los miembros de estos grupos en estado regresivo, siguiendo a Anzieu y a Chasseguet-Smirgel, elegirán líderes que apoyen estas ilusiones de gratificación; y el grupo grande puede tornarse violento e intentar destruir la realidad externa que es percibida como una interferencia con respecto a esta ilusión. Por lo tanto, en lo que atañe a esta cuestión, parece que algunos psicoanalistas ponen un énfasis creciente en los aspectos preedípicos en lugar de en los edípicos. Kernberg afirmó que la descripción de Freud sobre los vínculos libidinales entre los miembros de un grupo refleja, de hecho, una defensa contra las condiciones preedípicas.
Las formulaciones anteriores representan básicamente las percepciones individuales de un grupo grande y de los líderes polí...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Índice
  5. PRÓLOGO: Psicoanálisis y con icto político: ¿es relevante el psicoanálisis?
  6. PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA: La utilidad de una ilusión (psicoanalítica)
  7. SOBRE EL PRESENTE LIBRO
  8. 1. DIPLOMÁTICOS Y PSICOANALISTAS
  9. 2. LA IDENTIDAD DEL GRUPO GRANDE, EL PREJUICIO COMPARTIDOY LAS GLORIASY LOSTRAUMAS DESIGNADOS
  10. 3. LAS IDEOLOGÍAS DE LA REIVINDICACIÓN
  11. 4. LAS CRUZADAS, LA CAÍDA DE CONSTANTINOPLA Y LA «MEGALO IDEA»
  12. 5. LOS GRUPOS GRANDES TRAUMATIZADOS, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LAS TRANSMISIONES TRANSGENERACIONALES
  13. 6. LA REGRESIÓNY LA PROGRESIÓN EN EL GRUPO GRANDE
  14. 7. EL DUELO INACABADO Y LOS MONUMENTOS CONMEMORATIVOS
  15. 8. LAS PERSONALIDADES DE LOS LÍDERES POLÍTICOS
  16. 9. LA REACTIVACIÓN DE UN TRAUMA DESIGNADO
  17. 10. EL ENTRELAZAMIENTO DE «RECUERDOS» Y AFECTOS DEL PASADO CON LOS ACTUALES
  18. 11. LA PROPAGANDA POLÍTICA, LOS KAMIKAZES Y EL TERRORISMO
  19. 12. LA DIPLOMACIA «EXTRAOFICIAL»Y LA PSICOLOGÍA PSICOANALÍTICA DEL GRUPO GRANDE
  20. BIBLIOGRAFÍA
  21. Información adicional