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Serie Inteligencia Emocional HBR

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Información del libro

Uno de los principales retos del liderazgo es la atención. Para superarlo, lo primero que debe hacer un líder es aprender a enfocar correctamente la suya. Este libro explica cómo fortalecer tu capacidad de concentración, gestionar la atención de tu equipo y romper el ciclo de distracción. El enfoque profundo te permite guiar a los demás con éxito, mantener la lucidez en medio de la incertidumbre y aumentar tu sentido de realización profesional.

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Información

Año
2020
ISBN
9788429195422

1

El líder enfocado

Daniel Goleman
Una de las principales tareas del liderazgo consiste en dirigir la atención. Pero para lograrlo, lo primero que debe hacer un líder es aprender a enfocar la suya. Normalmente, cuando hablamos de enfocar la atención, nos referimos a ignorar las distracciones que afectan cualquier actividad. Pero un gran número de estudios recientes indica que nos enfocamos de distintas maneras, con propósitos diferentes y apoyándonos en múltiples redes neuronales —entre las cuales unas trabajan colaborativamente y otras, en oposición—.
Agrupar estos modos de atención en tres grandes grupos —enfocarse en uno mismo, enfocarse en los demás y enfocarse en el mundo— permite arrojar nueva luz en la práctica de muchas de las habilidades esenciales para el liderazgo. Enfocarse constructivamente en uno mismo y en los demás permite que los líderes cultiven los elementos principales de la inteligencia emocional. Y una comprensión amplia de cómo se relacionan con el resto del mundo les permite mejorar sus habilidades para diseñar estrategias, ser innovadores y tomar responsabilidades.
Todos los líderes deben mejorar estos tres niveles de conocimiento de forma constante y equilibrada. Porque, si fracasan en el enfoque introspectivo, se encontrarán sin rumbo; si fracasan enfocándose en los demás, perderán sus referencias, y si fracasan enfocándose en el mundo, pueden quedar aislados.

Enfocarse en uno mismo

La inteligencia emocional empieza con tomar conciencia de uno mismo —contactar con nuestra voz interior—. Los líderes que prestan atención a su voz interior son capaces de aprovechar más recursos para tomar mejores decisiones y conectar con su ser auténtico. Pero, en realidad, ¿qué significa esto? Entender cómo se enfoca la gente en sí misma puede ayudar a definir este concepto un tanto abstracto.

La autoconciencia

Escuchar tu voz interior es una forma de prestar atención a las señales psicofisiológicas internas. Estas sutiles señales están controladas por la ínsula, una estructura del cerebro que está ubicada detrás de los lóbulos frontales. Si diriges la atención a cualquier parte de tu cuerpo, automáticamente, la ínsula aumenta su sensibilidad. Por ejemplo, si enfocas tu atención en el latido de tu corazón, la ínsula activa más neuronas relacionadas con ese circuito. De hecho, un indicador para medir la autoconciencia es la habilidad que cada uno tiene para sentir los latidos de su corazón.
Los instintos son impulsos que provienen de la corteza insular y de la amígdala cerebral, a los cuales Antonio Damasio, neurocientífico de la Universidad de Carolina del Sur, denomina «marcadores somáticos». Estos impulsos son sensaciones que indican si algo anda bien o mal. Los marcadores somáticos simplifican la toma de decisiones porque dirigen tu atención hacia las mejores alternativas. No son infalibles —¿cuántas veces experimentaste la sensación de haberte dejado la estufa encendida?—, por eso, si somos capaces de entenderlos, lograremos optimizar el funcionamiento de nuestra intuición (ver recuadro «¿Pretendes pasar de largo este recuadro?»).
Por ejemplo, analiza los resultados de las entrevistas a 118 vendedores profesionales y a 10 altos directivos de los bancos de inversión de la City de Londres que llevó a cabo un grupo de investigadores británicos. Los vendedores más exitosos —cuyos ingresos anuales ascendían a 500.000 libras— no fueron ni los que se apoyaron únicamente en los datos analíticos ni los que confiaron ciegamente en sus instintos. En realidad, se enfocaron en un amplio rango de emociones que usaron para valorar el juicio de su intuición. Cuando sufrieron pérdidas, procesaron su ansiedad, se volvieron más cautos y asumieron menos riesgos. En cambio, los vendedores con menos éxito —cuyos ingresos anuales ascendían a 100.000 libras— solían ignorar su ansiedad y seguían adelante con sus instintos. Esa fue la razón por la que no lograron los mismos resultados: no escucharon el cúmulo de señales internas, por lo que tomaron peores decisiones.
Prestar atención a nuestras impresiones sensoriales en cada momento es uno de los elementos más importantes de la autoconciencia. Pero también es crucial para el liderazgo saber convertir las experiencias vitales en una visión coherente de nuestro auténtico ser.
Ser auténtico significa ser la misma persona en todo momento; es decir, tanto a solas con uno mismo como con los demás. En parte, eso implica prestar atención a lo que los otros piensan de ti; en especial, a qué impresión tienen de ti aquellas personas cuya opinión valoras y que serán sinceras contigo. Para ello, una forma de enfoque útil puede ser la conciencia abierta, en la cual percibimos en toda su amplitud lo que sucede a nuestro alrededor sin quedar atrapados o arrollados por ninguna cosa en particular. De este modo no juzgamos, censuramos o ignoramos ningún comentario, simplemente los percibimos.
¿PRETENDES PASAR DE LARGO ESTE RECUADRO?
¿Te cuesta recordar lo que alguien te ha dicho en una conversación? ¿Conduces hacia el trabajo con el piloto automático? ¿Estás más enfocado en tu teléfono móvil que en la persona con la que estás comiendo?
La atención es un músculo mental; y, como cualquier otro músculo, debe fortalecerse con los ejercicios adecuados. El aspecto fundamental para construir una atención intencionada es simple: cuando tu mente se disperse, detecta que está divagando y llévala de vuelta al objeto de enfoque; una vez enfocada, mantenla fija tanto tiempo como puedas. Este ejercicio tan básico es, en esencia, la raíz de cualquier tipo de meditación. La meditación aumenta la concentración y la tranquilidad, y facilita la recuperación tras episodios de estrés y tensión.
Existe un videojuego desarrollado por un grupo de neurocientíficos llamado Tenacity. El juego propone un viaje placentero por media docena de escenarios distintos, desde un árido desierto hasta una fantástica escalera en espiral que se dirige hacia el cielo. En el nivel principiante, solo debes pulsar la pantalla del iPad con un dedo cada vez que exhalas; el reto consiste en golpear la pantalla con dos dedos cada cinco respiraciones. A medida que vas superando los niveles, los escenarios presentan más distracciones —un helicóptero aparece en el cielo, un avión ejecuta un a pirueta o una bandada de pájaros aparece de la nada—.
Cuando los jugadores se sincronizan con el ritmo de su respiración, experimentan el fortalecimiento de la atención selectiva como una sensación de enfoque tranquilo, como si estuvieran meditando. La Universidad de Standford está explorando esa conexión en su Calming Technology Lab, que se dedica a desarrollar dispositivos que ayudan a la relajación. Por ejemplo, si tener la bandeja de entrada del correo electrónico llena te provoca lo que se llama «apnea del correo electrónico», una de estas aplicaciones para iPhone puede ayudarte, mediante los ejercicios apropiados, a calmar tu respiración y tu mente.
Este método puede resultar un tanto incómodo para aquellos líderes que están acostumbrados a dar únicamente su opinión y a rechazar cualquier consejo. Normalmente, una persona que tiene problemas para mantener la mente abierta a menudo se verá atrapada en los pequeños detalles y se irritará enseguida, como cuando aguardamos el lento avance de los viajeros en la cola de facturación de un aeropuerto. Una persona que es capaz de mantener su atención de forma abierta, observará la lentitud de los pasajeros pero no se preocupará por ello, y se enterará más de todo lo que le rodea (ver el recuadro «Expande tu conciencia»).
De todos modos, el que estés abierto a los comentarios externos no garantiza que te vayan a proporcionar tal información. Desgraciadamente, la vida nos ofrece pocas oportunidades para saber cómo nos ven realmente los demás, y menos aún para los ejecutivos a medida que se asciende en la jerarquía laboral. Quizá por eso, uno de los cursos más populares y con más matriculaciones de la Escuela de Negocios de Harvard es el del Desarrollo Auténtico del Liderazgo de Bill George, en el que él mismo ha creado unos grupos que llama «el verdadero norte» para aumentar el conocimiento de la autoconciencia.
Estos grupos —a los que puede acceder todo el mundo— se basan en el postulado de que el autoconocimiento comienza con la autorrevelación. En consecuencia, son abiertos e íntimos; como explica George: «Un lugar seguro, donde los miembros pueden discutir asuntos personales que no ven la posibilidad de plantear en otro lugar, ni siquiera con los miembros más cercanos de sus familias». ¿Para qué sirven? «No sabemos quiénes somos hasta que no escuchamos cómo contamos la historia de nuestra vida a aquellos que queremos», asegura George. Es una forma estructurada de encajar la visión de nosotros mismos con la visión que tienen nuestros más fieles compañeros; una revisión externa de nuestra autenticidad.
EXPANDE TU CONCIENCIA
Del mismo modo en que las lentes de una cámara pueden reducir el enfoque para ajustarse a los detalles o aumentarlo para captar una vista panorámica, tú eres capaz de hacer lo mismo.
Una forma para detectar a aquellos que tienen una conciencia abierta es esta: muéstrales una lista de letras y números como esta: S, K, O, E, 4, T, 2, H, P. Cuando le echen un vistazo, muchos detectarán el primer número, el cuatro. Luego, su atención disminuirá, y es probable que pasen por alto el segundo número. Quienes tienen una conciencia abierta detectarán ambos números.
Fortalecer la habilidad de mantener una conciencia abierta a veces requiere que los líderes practiquen comportamientos que se contradicen con su propia lógica, como renunciar a la voluntad de no tener el control, no dar sus propios puntos de vista o no juzgar a los demás. En realidad, más que una acción determinada, es un cambio de actitud.
Para realizar este cambio, un método útil consiste en acudir al clásico poder del pensamiento positivo, porque el pesimismo reduce nuestro enfoque, mientras que las emociones positivas expanden nuestra atención y nuestra receptividad a lo nuevo e inesperado. Una forma fácil de entrar en el modo positivo es preguntarse: «Si todo funciona perfectamente, ¿qué estaré haciendo al cabo de diez años?». ¿Por qué es efectiva esta pregunta? Porque, como ha descubierto Richard Davidson, neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, cuando estás de buen humor, el área prefrontal izquierda de tu cerebro se ilumina. Precisamente esa misma área es la que se encarga de albergar el circuito que nos recuerda lo satisfechos que estamos cuando logramos alcanzar alguna meta a largo plazo.
Richard Boyatzis, psicólogo de la Case Western Reserve, asegura que: «Hablar de objetivos e ilusiones en positivo activa los centros cerebrales que te abren a nuevas posibilidades. Pero, si centras tu discurso en lo que debes hacer para solucionar o arreglar algo tuyo, ocurre lo contrario. Los elementos negativos son necesarios para sobrevivir, pero los positivos, para prosperar».

Autocontrol

El «control cognitivo» es el término científico para enfocar y mantener la atención donde uno quiere a pesar de las múltiples distracciones. Este enfoque es unos de los aspectos de la función ejecutiva del cerebro, que se encuentra en el córtex prefrontal. El término coloquial es «la fuerza de voluntad».
El control cognitivo permite que los directivos persigan un objetivo concreto a pesar de las distracciones y los contratiempos. El mismo circuito neuronal que habilita esta búsqueda de objetivos también se encarga de las emociones descontroladas. Las personas que mantienen la calma en una crisis, controlan la ansiedad y se reponen de los fracasos y las derrotas son un buen ejemplo de control cognitivo.
Décadas y décadas de investigación han demostrado la importancia que tiene la fuerza de voluntad para lograr un liderazgo exitoso. Resulta especialmente interesante un estudio exhaustivo sobre el recorrido vital de 1.037 niños nacidos en un mismo año en la ciudad neozelandesa de Dunedin, llevado a cabo en los años setenta. A lo largo de su infancia, aquellos niños fueron sometidos a varias pruebas que evaluaron su fuerza de voluntad, incluida la famosa prueba del malvavisco del psicólogo Walter Mischel —la elección entre comer un malvavisco de inmediato u obtener dos si eres capaz de esperar 15 minutos—. En el experimento de Mischel, aproximadamente un tercio de los niños cogía la golosina al instante, otro tercio era capaz de esperar un poco más, y el último tercio lograba resistir el cuarto de hora entero.
Años más tarde, cuando los niños del estudio de Dunedin ya habían superado la treintena, los investigadores descubrieron que aquellos que habían mostrado un mayor control cognitivo para resistirse a la tentación de coger el malvavisco, estaban más sanos, tenían más éxito financiero y mostraban más respeto por la ley que aquellos que habían sido incapaces de resistirse. En realidad, los análisis estadísticos muestran que el nivel de autocontrol de un niño es un medidor más fiable del éxito financiero que el coeficiente intelectual, la clase social, la familia o las circunstancias.
Según Mischel, la forma en la que nos enfocamos es la clave para mostrar nuestra fuerza de voluntad. Cuando se opone el autocontrol a la autosatisfacción, entran en juego tres subvariedades del control cognitivo: la capacidad de desviar voluntariamente tu atención de un objeto de deseo; la resistencia a las distracciones o a volver a caer en ellas; y la capacidad de concentrarse en las metas futuras e imaginarse la satisfacción que produce lograrlas. Ya como adultos, los niños de Dunedin podrían haber sido rehenes de su yo infantil; pero, gracias a que la capacidad para enfocarnos puede desarrollarse, no sucedió exactamente eso (ver el recuadro «Aprende a autocontrolarte»).
APRENDE A AUTOCONTROLARTE
Fíjate: A continuación, aparece una prueba de control cognitivo. ¿Hacia dónde apuntan las flechas que se encuentran en el medio de cada fila?
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Esta prueba, el test de Eriksen Flanker, calibra tu susceptibilidad a las distracciones. Cuando se efectúa bajo condiciones de laboratorio, se pueden detectar diferencias de una milésima de segundo en la velocidad con la que los sujetos perciben la dirección hacia la que apuntan las flechas del medio. Cuanto más fuerte es tu control cognitivo, menos susceptibles eres a las distracciones.
Las actuaciones para fort...

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