
- 364 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
Todos Tenemos Una Historia Que Contar
Descripción del libro
El siglo XX marcó la vida de los guatemaltecos sobre todo la de los más pobres e indígenas que debieron soportar los vejámenes de la clase privilegiada en los insensatos 36 años de guerra civil. Época ardua en la cual el terror y la anarquía dejaron de ser noticia para convertirse en una cotidianidad inicua y absurda.
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Información
Editorial
Books on DemandAño
2019ISBN de la versión impresa
9789177854371ISBN del libro electrónico
9789177858737«Por razones personales algunos nombres han sido cambiados».
Todos Tenemos Una Historia
Que Contar
Una pequeña ventana separaba aquellas dos puertas abiertas desde la mañana hasta entrada la noche. Un hombre curtido por los años, de baja estatura, piel morena y conducta circunspecta y cabellos blancos que revelaban el ingrato transcurrir de muchas primaveras, pasaba horas completas atendiendo aquellos dos negocios. Don Chepe, había llegado a esta casa siendo yo muy chico y desde entonces fue un miembro más de esta abrumada familia que padecía la irreparable reciente muerte de mi madre. Su semblante no podía ocultar la huella que había dejado la soledad y la tristeza. Esther, su única hija rara vez lo visitaba. Su esposa probablemente había muerto. Nunca habló de ella. El infortunio quiso que perdiera la mano izquierda. Quebranto que le imposibilitaba llevar una vida placentera y normal. Nunca me atreví a preguntarle, ¿cómo?, o a lo mejor mi poco interés de adolescente hizo pasar por alto este detalle.
No obstante en mis lívidos recuerdos de infancia, recuerdos casi incorpóreos que se mezclan con otros acaecimientos de la época que los hacen escasamente verosímiles, creo, en aquel soplo de tiempo, haber escuchado a mi padre alguna vez hablar de una explosión producida en una fábrica de pirotecnia de su propiedad y de las consecuencias trágicas del accidente. Siempre sospeché que este fatal y grave hecho estaba ligado a la desdicha de José. «Mi segundo padre». Mi padre le quería y debió sufrir al verle incapacitado, y quiso facilitarle la existencia abriendo al público los dos negocios que don Chepe regentaba. Fue un pormenor que cambió su vida. Las tareas distraían la maligna frustración y apartaban los malos fines que esta escondía. En la puerta izquierda de aquella perpetua e inolvidable casa color verdoso, se hallaba abierta a los devotos consumidores con un estante abundante en bebidas alcohólicas que hacían el mejor reclamo, una cantina. Un mostrador labrado hábilmente por un artesano local, en madera rústica, apartaba aquel modesto estante de los parroquianos, y junto a este, una larga banca acuñada a la pared que a la vez hacía de respaldo. Allí sentados los consumidores entablaban largas tertulias que al calor del alcohol en ocasiones todo aquello acababa en insultos y tirones de ropa. O liándose a golpes. Ritual casi habitual en aquel pequeño pueblecito. En la puerta derecha del frontispicio de aquel inolvidable caserón, una pequeña farmacia. Estas disparidades de una época entrañable también forman parte de estos recuerdos difíciles de dejar en el tintero. Ver a un asiduo cliente apresuradamente salir de una puerta y entrar a la otra en busca de cura a los malestares ocasionados por el alcohol, era una práctica casi habitual.
A partir de la pérdida de su mano anduvo parte de su vida corriendo de una puerta a otra tratando de ocupar su tiempo. Aunque muchas veces la frustración franqueaba los límites de su tolerante carácter, jamás, que yo recuerde, habló de ello. Hoy bullen por mí memoria pasajes y recuerdos de su desventura aún latentes a pesar del imperdonable e inevitable paso del tiempo. Como un gran guerrero jamás bajó la guardia. Siempre sus labios esbozaron una sonrisa más nunca supo mentir, sus ojos desconsolados llenos de melancolía lo delataban. Cómo quisiera poder viajar en el tiempo y darle gracias por tantos momentos felices que nos hizo pasar, a mis hermanos y, a mí, en especial. Sus relatos y sus fábulas marcaron de alguna forma ese espacio de mi vida. Corrían los años sesenta. Época política compulsiva que por mi edad la pasaba inadvertida. Las tiranías militares no daban tregua. Las injusticias, persecuciones y las crueldades de la tortura se convirtieron en parte de nuestra vida cotidiana, al igual que los asesinatos de los que no pensaban como el régimen. Esto sería tan solo el principio de lo que culminó con secuestros y matanzas indiscriminadas de políticos de la oposición, gente apolítica, campesinos y representantes sindicales. El inocente y siempre confiado pueblo guatemalteco en aquel momento no vislumbraba el largo "viacrucis" que le tocaría vivir. Fue un largo periodo de incertidumbre, oscuridad y terror, que comenzó allá por el año 1960 finalizando en la década de los noventa. Aunque a decir verdad nuestro suplicio había comenzado unos años atrás, con el derrocamiento de Jacobo Árbenz Guzmán, presidente democráticamente electo: 1950–1954. Fue sustituido por una junta militar comandada por el golpista Carlos Castillo Armas. Complot dirigido por la CIA (Central de Inteligencia de los Estados Unidos).
De hecho este país a principios de siglo ya había invadido nuestro país con sus inversiones que lejos de desarrollarlo lo condenaron a una muerte pausada y traumática que afectó a todos los guatemaltecos de aquel tiempo y continúa en pleno siglo XXI afectando nuestra precaria y dependiente economía de igual forma. El sufrimiento retrospectivo y contemporáneo de nuestro pueblo se lo debemos a nuestros "amigos" del norte que en su enfermizo afán por salvaguardar sus dólares no escatimaron ni escatiman esfuerzos para someter por la fuerza la voluntad de nuestros pueblos.
Los militares faltos de visón se toparon con la única posible disyuntiva: permitir una transformación o acometer contra el movimiento sublevado (unión de ladinos e indígenas). Y con su carencia de visión, haciendo gala de su talante ellos eligieron la represión. Los estadounidenses valiéndose de la poca perspectiva de los militares envolvieron astutamente a la ambiciosa oligarquía guatemalteca que embriagados por el futuro prometido se prestaron al juego. Usaron instituciones militares y policiacas y paralelo a estas establecieron inconstitucionalmente una tercera fuerza despótica (paramilitar) con el fin de reprimir a sus anchas y con firmeza cualquier expresión de descontento multitudinario, y actos de simpatía hacia grupos políticos progresistas. O agredir a personas de tendencias izquierdistas. De forma sistemática fueron demoliendo la intentona de democracia que habíamos logrado. Y así se establece un sistema sin ley. Anárquico. Y con el germina la violencia, la represión y naturalmente las dictaduras vitalicias.
Como costumbre protocolaria, "la necesaria reunión" entre el gobernante guatemalteco y el embajador estadounidense fue también inevitable para Árbenz. "Ambicionamos cambiar de un país semicolonial y subyugado a una Guatemala libre y soberana. Crear una sociedad viable, moderna", señaló Jacobo Árbenz. "No podemos seguir concediendo nuestros recursos", continuó. "El problema es United Fruit, esta empresa controla las mejores tierras, las vías para llevar los productos al mercado, las naves, los puertos, los ferrocarriles y no solamente son dueños de la infraestructura sino tampoco han tributado los correspondientes impuestos en 50 años".
El plenipotenciario, contrarió la prédica de Árbenz, y repuso: "El Gobierno de Estados Unidos no va a permitir una república Soviética roja entre Tejas y el canal de Panamá. Cuando sea devuelto a United Fruit lo expropiado, ¡hablaremos!".
Días más tarde en la televisión estadounidense un eufórico presentador decía: "El pueblo de Guatemala respira el dulce aire de la independencia. Solo diez días después de la renuncia del presidente rojo Árbenz, el líder de los rebeldes Castillo Armas ha tomado el poder y las tierras expropiadas a United Fruit son devueltas". Días después, el Secretario de Estado, Dulles, decía: "El poder está en manos de los guatemaltecos. Está en manos de líderes fieles a Guatemala. Estos eventos son un glorioso nuevo capítulo en la gran tradición de las Américas". Supongo, sería a la tradición del desvalijamiento a la que hacía referencia este "bien intencionado y siempre bien ponderado" servidor público yanqui. "Su enternecedora" preocupación por la bienandanza del conjunto de guatemaltecos "atestaba" las calles de Guatemala de cadáveres.
Recuerdo aquel frio mes de diciembre del año 1996, año que fue firmada la paz. El proceso se había iniciado en Oslo, el día 4 cuando fue firmado el Acuerdo sobre el Definitivo Cese al Fuego. Y unos días más tarde, exactamente tres, se rubricó el Acuerdo sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral en Estocolmo, acto al que asistí invitado por el Consulado guatemalteco. Verdaderamente fue esperanzador ver a miembros del Gobierno, representantes de los grupos de resistencia y a más de un miembro de las fuerzas armadas vestido de paisano en el mismo salón de recepciones, aunque el futuro fuera más que incierto. La harmonía indudablemente representaba el primer obstáculo. Vivir a la vecindad del que había matado y torturado a tus seres queridos y verle por las calles paseándose como Pedro por su casa, no encajaba.
La última reunión y definitiva se celebró el 12 de diciembre en Madrid, fundamentando las bases para la incorporación política de la «UNRG» Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca a la legalidad. Siete días después, el día 18 de ese mismo mes, el Parlamento de la República eufóricamente aprobó la denominada Ley de Reconciliación Nacional que establecía una amnistía limitada para los combatientes. Y así el 29 de diciembre, finalmente, las partes rubricaron los acuerdos de paz duradera ante una multitudinaria representación internacional.
Apropósito de la Paz y la harmonía, me gustaría reproducir este pequeño comentario hecho por el expresidente, Álvaro Colom: "Lamentablemente, se firmó la paz, pero fue sólo para callar los fusiles y las verdaderas causas, que originaron el conflicto armado, no se atacaron". Indicó, solemne el presidente Álvaro Colom en un discurso al final de un servicio religioso ecuménico en la Catedral de Ciudad Guatemala. "En un sistema corrupto, plagado de injusticias y segregación racial donde los pobres e indígenas están sometidos a los caprichos y voluntad de los oligarcas sería incongruente pensar en la convivencia. Las verdaderas causas que hace mención el exmandatario difícilmente alcanzarán ser transformadas o atacadas. La paz verdadera radica en el compromiso y la buena voluntad de conseguir acuerdos justos que sobrelleven a una restructuración social total. Y sobre todo, no hay que olvidar algo fundamental, no dejar de lado la distribución equitativa de las riquezas que ha sido en gran parte el origen primordial de la contienda. Que de paso sea dicho aprovecharon como siempre sagazmente los estadounidenses, para mantenernos divididos y subyugados".
Guatemala puntúa alto en la lista de potencias agrarias (quinto exportador mundial de café y azúcar) pero destaca más todavía como ganadora regional de la inseguridad alimentaria: uno de cada dos niños menores de cinco años padece desnutrición crónica, una cifra que se eleva al 70% cuando se trata de menores indígenas. Muchos se pueden preguntar: ¿cómo es posible que un país con un verdadero yacimiento de recursos naturales sufra niveles tan intolerables de pobreza y fundamentalmente de algo tan inhumano como lo es la inseguridad alimentaria?
"La respuesta obviamente no es técnica".
Las tierras naturalmente tienen rendimientos realmente altos, y el país cuenta con los recursos productivos necesarios. La traba es que estos recursos, desgraciadamente, comenzando por la tierra están concentrados ilegalmente en manos de unos pocos. Aunque cueste creerlo. A pesar de haber sido el primer país de América Latina en aprobar una Ley nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, Guatemala conserva aún un régimen feudal en el reparto de las tierras (el 8% de los propietarios concentran el 80% de las tierras productivas), lo cual revela que buena parte de la pobreza extrema se concentre en zonas rurales, donde los productores pobres igualmente son consumidores pobres. Estando las cosas así esto convierte a nuestro país en el segundo del mundo con mayor inequidad en la tenencia de tierra.
Otro peligroso núcleo de desestabilización ocasionado por las causas anteriormente apuntadas lo constituye el surgimiento de las "maras" (pandillas). Las maras han proliferado por el abandono social y marginación que sufren estos grupos por su origen y clase. Estos jóvenes como "hijos de la guerra" llevan a rastras el sufrimiento de sus padres que sufrieron un día el mismo lastre. Marginación, persecución, represión y exclusión social. La nueva violencia hoy la padecen también los oligarcas. Nadie escapa a ella. ¡Cosecharás lo que siembres! Y esto fue lo que ellos sembraron. ¡Violencia!
Sin jóvenes no hay futuro. Hay que ser consecuentes y tomar medidas adecuadas para reinsertarlos de nuevo a la sociedad. La violencia no se combate con violencia. Sí no asumimos este desafío jamás habrá paz ni desarrollo mucho menos tranquilidad en nuestro país. Estos peligrosos grupos se han convertido ya en un problema serio de seguridad. No sólo para nuestro país sino también para Centroamérica, México y el sur de los Estados Unidos. Lo más grave de todo esto es que aprovechando su vulnerabilidad el crimen organizado halla en ellos una presa fácil de manipular.
Dado a que nuestro país posee gracias a los imperecederos déspotas "el privilegio" de pertenecer a los países con mayores índices de desnutrición infantil, podría perfectamente encajar en el mapa del continente africano y así competir con Burundi, Etiopía y Mali, en "las olimpiadas de la desnutrición". Y no lo digo con ironía sino coraje. Guatemala al igual que estos países no se merece esto, fundamentalmente Guatemala siendo un país tan rico en recursos alimentarios. ¡Qué vergüenza y repugnancia me dan los políticos! Pero más allá de esto hay algo que me desconsuela y alarma. Los guatemaltecos poco han aprendido del pasado. Sino a todos, a casi, se les ha olvidado la estela de dolor que dejó la indigna actitud de los militares durante los años de guerra. Y al conceder por las urnas la primera magistratura a uno de sus verdugos contrarían sus propios principios.
En la década de los 90, exactamente en el año 1982, el periodista estadounidense Allan Nairn, entrevistó a un mayor guatemalteco llamado "Tito Arias", en el peor período de los exterminios indígenas en Guatemala. Resultó ser que ese hombre en realidad era nada más ni nada menos que Otto Pérez Molina, expresidente del país, desaforado por el Congreso el primero de septiembre del año 2015, por corrupción. ¿Pero qué hay de nuevo? No me refiero al desaforo. ¿Hay acaso algún político honorable y honesto en Guatemala?
Otto Pérez Molina, afirma en esta entrevista con contenida emoción que los yanquis les proporcionan los helicópteros con los cuales combaten a la insurgencia y complacidamente afirma que se han convertido de mucha importancia para el combate de ella. Y como garante de su poder destructivo pone de ejemplo para ratificar la efectividad de estas malditas máquinas asesinas, otro capítulo amargo, lúgubre y vergonzoso. La guerra fratricida de Vietnam.
Allan Nairn: ¿Qué clase de mortero usan ustedes? Otto Pérez Molina: El mortero Tampella. Es un mortero de 60 milímetros afirma el militar y hace alarde de la certeza de esta arma terrorífica. Allan: ¿Dónde lo obtienen? Otto Pérez Molina: Lo estamos trayendo de Israel, contesta calmadamente el oficial. Aquí queda perfectamente señalada la complicidad de los países "amigos" de Guatemala que contribuyeron a exterminar a su pueblo campesino. En este mismo video se puede escuchar el testimonio de un soldado que no quiso dar la cara, miembro del destacamento de Nebaj, Quiche, bajo las órdenes de Pérez Molina. "Sólo los trajimos y los presentamos con el Mayor; y el Mayor los interrogó que dijeran algo, pero aún no le dijeron nada… Ni por la buena ni por la mala". A los infelices, que este soldado se refería yacían ante los ojos incrédulos de los dos reporteros, Allan Nairn, y la desconcertada periodista que le acompañaba, ensangrentados y vilmente asesinados, esparcidos a lo largo del suelo frio del prolongado corredor de la casa donde fueron exhibidos por sus asesinos como trofeos con el macabro propósito de amedrentar y "aleccionar" a la población.
Las imágenes son aberrantes. Chocantes. En ellas se puede ver la irracionalidad y la nula humanidad de estos maniáticos. Un soldado desalmado presiona con su botín en son de superioridad el cadáver de aquel desdichado campesino que seguramente hasta el último segundo de su triste vida se preguntó: ¿cuál había sido su delito? Imágenes atroces que desgarran las entrañas hasta de los más indiferentes.
Que poco evolucionados estamos los humanos, en nombre de la paz, cargando consigo sendos fusiles y máquinas de matar queremos llevar serenidad y fraternidad a los pueblos. Que irónico y desvergonzado es el hombre que en su ambición de acaparar lo ajeno usa la paz para falsear el verdadero propósito de sus despropósitos.
Obama, Nobel de la Paz. Paradigma claro de lo que digo. ¿En qué malogrado cerebro podría caber este disparate? ¿Estamos todos locos?, se le da este distintivo a una persona que sacrifica parte de su vida en aras de la Humanidad, que antepone la vida de los demás ante la suya. Que lucha por el bienestar de los más necesitados y sobre todo por la paz. Con estos antecedentes no sería incoherente proponer ante el Órgano de las Naciones Unidas: la creación de la fundación de la conflagración —que otorgue el galardón equivalente al Nobel, al que más daño sea capaz de hacer. Quiero creer que Obama no es un ser ignominioso y que sus arrebatadas decisiones de seguir atizando la guerra del odio y permitir que sigan muriendo miles de niños, mujeres y ancianos inocentes en Medio Oriente, es fruto de desacuerdos políticos que le obligan a cumplir su papel de paladín justiciero. Dar la cara en tanto los verdaderos tiranos la esconden y lo comprometen.
En fin, pienso, haber devuelto o no aceptado tan distinguida presea le hubiera dejado mejor valorado. Sé que es un pequeño jilguerillo entre halcones que apenas le dejan autonomía y margen de maniobra. Y que quizá al no poder cumplir sus promesas se haya planteado más de una vez renunciar y dejar un cargo que hoy ya no le corresponde. Pero no es así de simple. Y deberá acarrear el brasero en las manos hasta el fin de su magistratura. Tendrá que llevar consigo a través de la historia la parte crítica de los que claman por justicia. Y al no poder cumplir con su juramento y dejar inconcluso lo que pudo ser y no fue, lamentará haber encauzado su vida en rumbos equivocados al decantarse por la política, en vez de hacer una vida pública honrada.
Un día muy orgulloso dijo: "¡Si nosotros podemos!". "Yes We can!". Palabras que han quedado en el pasado, perdidas en la memoria de los inocentes que creyeron en ellas, que se decantaron por una persona diferente, entonces con buenas intenciones. Pero que con el paso del tiempo fue perdiéndose en el camino y terminó emulando a sus antecesores. Hizo una seductora campaña como candidato presidencial en el año 2008, que diseminó de certidumbre todo el país. Todo parecía posible, creíble, desplegando su carisma y hablando de su programa. El día de hoy tiene poco o casi nada de qué presumir.
He aquí algunas de sus promesas quebrantadas e incumplidas. Reforma migratoria: Obama se llevó el voto hispano en 2008 con la promesa de resolver la situación de los 11 millones de indocumentados. Algo que nunca cumplió. Antimilitarismo: si bien es cierto que retiró las tropas de Irak y Afganistán aunque fuese alargando el calendario que inicialmente había anunciado, con el paso del tiempo surgió un mandatario que expande los ataques con drones, aviones no tripulados, so pretexto de combatir al terrorismo, con esto vulnerando la soberanía de los países y comprensiblemente, como no podía ser de otra manera, estas trasgresiones traen consigo consecuencias graves de las que nadie se hace responsable pues son acciones secretas. Y bajo las aterradoras bombas de estas malditas máquinas asesinas han terminado decenas de inocentes que nada tenían que ver con el terrorismo.
Igualmente es responsable de impulsar la guerra cibernética, como el ataque informático contra Irán. En este ataque el gusano Stuxnet destruyó mil máquinas en la central nuclear de Natan...
Índice
- Anmärkning
- Innehållsförteckning
- Textens inledning
- UNA HISTORIA QUE CONTAR
- VIAJE A PETÉN
- CALAVERAS DE CRISTAL
- MOVIMIENTO 13 DE NOVIEMBRE
- LAS DOS ERRES
- LA CHICA DEL BURDEL
- SEMANA SANTA EN GUATEMALA
- DÍA DE LOS MUERTOS
- INCIDENTE EN AMATITLÁN
- CARLOS MANUEL ARANA OSORIO
- ROGELIA CRUZ MARTÍNEZ
- PROYECTO HAARP
- ROBIN GARCÍA
- TERREMOTO EN GUATEMALA
- MONTREAL CANADÁ 1976
- MANUEL COLOM ARGUETA
- QUEMA DE LA EMBAJADA DE ESPAÑA
- VIAJANDO POR ANDALUCÍA
- "RICO POBRE"
- OLOF PALME
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