
- 168 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Descripción del libro
El papel de las mujeres en la Grecia clásica era el propio de una sociedad patriarcal: obediencia al padre y luego al marido, crianza de los hijos y, lo más importante, limitación al ámbito privado. Sin embargo, algunos personajes femeninos destacan por su capacidad para superar esas limitaciones.
Carlos García Gual ha seleccionado aquellas historias en las que "inolvidables y patéticas damas rasgan los velos de la censura y alzan la voz con una espléndida dignidad".
Narra las historias de Ismenodora, Leucipa, Tecla, Talestris, Ifigenia y Cariclea, entre otras. Nos acerca a sus vidas, desconocidas para muchos, para transmitirnos los valores de la época, las expectativas sociales y las virtudes de estas mujeres que incluso hoy resultan inspiradoras.
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Información
Categoría
HistoriaCategoría
Biografías de ciencias socialesv
TALESTRIS
Non vim ganar averes, ca non só juglaresa.
libro de alexandre
(1.884b, palabras de la reina Talestris a Alejandro)
i
Ya en tiempos de Plutarco se discutía sobre si la visita de la reina de las amazonas al rey Alejandro era una noticia histórica o bien una ficción, un encuentro fabuloso de los que pronto se añadieron a las andanzas del monarca macedonio en su marcha hacia Oriente. El lugar de la visita, en todo caso, sí estaba bien localizado. Había sido en los confines de Escitia, en Hircania, cerca del Caspio, en la ciudad de Zadracarta, donde la reina de las belicosas mujeres acudió a requerir al gran conquistador. Dice así Plutarco:
Allí es donde la Amazona vino a verlo, según dice la mayoría de los autores, entre los que están Clitarco, Policleto, Onesícrito, Antígenes e Istro.
Por el contrario, Aristóbulo, y Cares, el introductor de embajadores, además de Hecateo de Eretria, Ptolomeo, Anticlides, Filón de Tebas, Filipo de Teangela, Filipo de Calcis y Duris de Samos, dicen que es pura ficción esta visita.
El testimonio de Alejandro parece favorecer a estos últimos. Pues en una carta dirigida a Antípatro, en la que narra todo con detalle, dice que el rey escita le ofreció su hija en matrimonio, pero no hace ninguna mención de la Amazona.
Se dice que mucho tiempo después Onesícrito estaba leyendo a Lisímaco, ya rey, su libro cuarto, en que trata de la Amazona, y que Lisímaco, sonriendo tranquilamente, le preguntó: ‘¿Y dónde estaba yo entonces?’.82
Plutarco, como se aprecia por la mención rápida, se muestra más bien escéptico sobre tan debatida cuestión, y cita nada menos que a catorce historiadores antiguos, de los cuales cinco dan testimonio a favor y nueve en contra de la historicidad de la visita.83 Plutarco no recoge el nombre de esa amazona, que es la reina Talestris, según refiere Diodoro de Sicilia:
A su regreso a Hircania, fue a visitarle la reina de las amazonas, de nombre Talestris, que reinaba sobre el territorio situado entre el Fasis y el Termodonte. Por su belleza y el vigor de su cuerpo era extraordinaria, y entre las mujeres de su pueblo se admiraba también su bravura. Había dejado en los montes de Hircania el grueso de sus tropas, y se había presentado con trescientas amazonas, ataviadas con las armas de la guerra.
Extrañado el rey por la inesperada visita de estas famosas mujeres, preguntó a Talestris el objeto de su visita, a lo que ella le contestó que había venido para engendrar con él un hijo. Pues él era por sus hazañas el hombre más esforzado y ella sobresalía de entre las mujeres por su fuerza y su bravura, por lo que sería natural que la criatura nacida de dos progenitores tan excelentes sobrepasara en valor al resto de los mortales.
El rey, extremadamente halagado, aceptó su proposición y pasó trece días con ella, luego le regaló ricos presentes y la hizo volver a su patria.84
Diodoro escribe hacia mediados del siglo i a. C., es decir, un siglo y pico antes de Plutarco, y recoge esa noticia de alguno de los cronistas anteriores. Hay en su relato algunos detalles que reencontramos en otros textos: Talestris se presenta ante Alejandro escoltada por trescientas amazonas y pasa con él trece días y noches. Una versión basada en las mismas fuentes, que insiste en detalles un tanto antropológicos (tal vez pensando que su público romano estaba menos informado que los griegos sobre quiénes y cómo eran las amazonas) la encontramos en Quinto Curcio:
Como hemos dicho antes, fronterizo con la Hircania se encontraba el pueblo de las amazonas, que habitaban junto al río Termodonte las llanuras de Temiscira. Su reina era Talestris, cuyo poder se extendía sobre toda la región comprendida entre el monte Cáucaso y el río Fasis. La reina, ardiendo en deseos de ver al rey, dejó atrás las fronteras de su reino y, al llegar a las proximidades de Alejandro, envió por delante una delegación para informarle de la llegada de una reina que ansiaba acudir a su presencia y conocerlo. Otorgado al instante el permiso para acercarse, Talestris hizo detenerse a su comitiva y avanzó acompañada de trescientas mujeres. En cuanto llegó a presencia del rey, echó pie a tierra, llevando un par de lanzas en su mano derecha.
El vestido no cubre todo el cuerpo de las amazonas, pues la parte izquierda del pecho la llevan al aire, y tapado el resto, y los pliegues de su vestido, recogidos con un nudo, no descienden por debajo de sus rodillas.
El pecho izquierdo lo conservan intacto con el fin de poder amamantar a sus hijos de sexo femenino, mientras que el derecho lo queman a fin de tensar con más facilidad el arco y blandir mejor las armas arrojadizas.
Talestris, imperturbable, tenía sus ojos fijos en el rey, recorriendo con su mirada su porte exterior, que no estaba a la altura de la fama de sus hazañas; y es que entre todos los bárbaros la veneración va ligada a la majestad corporal y consideran que solo son capaces de grandes empresas aquellos que la naturaleza se dignó dotar de un aspecto impresionante.
Ante la pregunta de ...
Índice
- ÍNDICE
- Breve prólogo
- Introducción
- PRIMERA PARTE
- I. Ismenodora
- II. Leucipa
- III. Melita
- IV. Tecla
- V. Talestris
- SEGUNDA PARTE
- VI. Ifigenia
- VII. Carírroe
- VIII. Tasia