Carreteras azules
eBook - ePub

Carreteras azules

Un viaje por Estados Unidos

  1. 624 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Carreteras azules

Un viaje por Estados Unidos

Descripción del libro

Tras haber perdido su trabajo y a su esposa —después de un matrimonio fallido—, William Least Heat-Moon llega a un punto de inflexión en su vida y decide coger su camioneta y realizar un viaje de 13.000 millas por carreteras secundarias, llamadas "Blue Highways" porque aparecían dibujadas en azul en los mapas antiguos de Estados Unidos.

Aclamada como una obra maestra de la literatura de viajes norteamericana, Carreteras azules, más que una simple novela autobiográfica, es un viaje inolvidable a lo largo de los caminos de Estados Unidos, que se adentra en las ciudades y pueblos norteamericanos menos conocidos, así como en las personas que habitan estos parajes.

William Least Heat-Moon, un autor de la talla de Kerouac, según el Chicago Sun Times, partió con poco más que la necesidad de poner su casa detrás de él y un sentido de curiosidad acerca de "esos pequeños pueblos que aparecen en el mapa, si es que lo hacen, solo porque algún cartógrafo tiene un espacio en blanco para rellenar".

Lugares como Remote (Oregón), Simplicity (Virginia), New Freedom (Pensilvania), New Hope (Tennessee), Why (Arizona) o Whynot (Misisipi). Sus aventuras, sus descubrimientos y sus recuerdos de las personas extraordinarias que encontró en el camino son toda una revelación de la verdadera y profunda cultura vial estadounidense.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Carreteras azules de William Least Heat-Moon, Gemma Deza en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Letteratura y Saggi letterari. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2018
ISBN del libro electrónico
9788412083040
Categoría
Letteratura
Categoría
Saggi letterari

01

Pasé la noche en Hog Heaven,[81] que es como los primeros colonos llamaron a Moscow (Idaho) tras contemplar el deleite gustativo de los cerdos al aspirar las raíces de la camasia.[82] A pesar de que los colonos se opusieron a comer los tubérculos en cuestión, estos fueron el alimento básico indio que contribuyó a sustentar a la expedición de Lewis y Clark.
Los ciudadanos intentaron contrarrestar más adelante el cochino nombre y cambiarlo por Paradise, pero resultaba demasiado inverosímil. En 1877, un emigrado de la Costa Este solicitó una autorización postal bajo el nombre actual para enaltecer Moscow (Pensilvania). Aquello puso fin a la tontería; pero todo lo que puedo decir es que a muchos residentes, incapaces de ponerse de acuerdo sobre si la última vocal es un diptongo o no, el topónimo Moscow les gusta tan poco como Hog Heaven.
La noche antes de salir de viaje me encontré con Fred Tomlins. Su mujer y él vivían en Moscow. Él me había dicho, tal y como hace la gente imprudentemente: «Si alguna vez pasas por nuestro rincón (ja, ja), visítanos». Así que lo hice.
Tomlins pilotó doscientas veinticinco misiones de combate a bordo del F-100 Super-Sabre en Vietnam y fue condecorado con tres Cruces de Vuelo Distinguido. Después de su periplo, concluyó su servicio en las Fuerzas Aéreas como piloto de pruebas en Georgia. Se trasladó al norte de Idaho, donde intentó ganarse la vida haciendo juguetes de madera, pero no le funcionó. Habló con varias compañías aéreas sobre la posibilidad de volar para ellas, pero a los treinta años ya era demasiado viejo. Así que Tomlins se puso a estudiar un máster en Gestión de Parques Naturales en la Universidad de Idaho. La noche en que lo vi alguien me había contado que su mujer y él miraban más televisión —especialmente concursos— que ninguna otra familia de dos miembros en el país. Tomlins me dijo en privado que era mentira. Habían quedado terceros en los campeonatos regionales.
Le llamé después de desayunar. Me propuso que quedáramos para comer en un nuevo local mexicano enclavado en una antigua gasolinera.
—No me acuerdo del nombre —me dijo—, pero la encontrarás. Es la única gasolinera de la calle principal donde sirven enchiladas. Aunque no margaritas.
Le gustaban mucho los margaritas.
Una vez en el local, el Moreno’s, nos hicimos con una mesa más o menos en el lugar en que había estado la fosa. Los dueños servían un buen almuerzo, pero estaban cansados de las bromas sobre «reponer combustible».
—¿Qué te parece Palouse? —preguntó Tomlins.
—Es un extraño pedazo de tierra. Hermoso.
—¿Quieres que lo sobrevolemos esta tarde? —No era un hombre que se anduviera con rodeos.
Después de su clase de tarde condujimos quince kilómetros hasta el aeropuerto de Pullman (Washington). Pullman, sede de la Universidad Estatal de Washington, y Moscow son las «ciudades universitarias». Alquilamos un Cessna 150 y volamos rumbo al sudeste, hacia la zona inferior del cañón del río Snake.
—¡Hoy he leído que la capa superficial de suelo fértil de la región de Palouse puede alcanzar los treinta metros de profundidad! —exclamé por encima del motor y del viento.
—Falso. Sesenta metros. Es la primera tierra de cultivo del país que se vende a razón de mil dólares por acre.
—¿Cómo se consigue una superficie fértil de sesenta metros?
—No es todo mantillo fértil en el sentido habitual, sino que se trata de tres capas distintas. La primera es cieno, la segunda es una tierra más fina, y la tercera es loess: polvo glacial soplado por el viento, mantillo viejo. Es un material absorbente que conserva el agua. Y debajo de todo eso tienes roca volcánica. ¿Raro, verdad? Polvo glacial sobre lava.
Volamos tan bajo durante gran parte del tiempo que pude ver a los hombres en tractor arando rastrojos y levantando elevadas estelas de polvo. Los camiones, que avanzaban por las formidables alturas, parecían humeantes cargueros marinos.
Tomlins señaló a una manada de caballos Appaloosa.
—La raza se llama así por los palus. Los indios se inventaron a los Appaloosas y el hombre blanco los descubrió. La raza casi se extingue después de que los nez percés fueran desterrados de aquí y de que el ejército vendiera sus caballos en la década de 1870. Pero en la década de 1930 unos angloamericanos empezaron a trabajar para salvar la raza gracias al linaje puro que todavía conservaban los nez percés. Ahora hay montones de Appaloosas.
El tipo era un buen piloto y no tenía reparos en mostrar su destreza. El horizonte se inclinaba sobre su eje como un balancín, la aguja del altímetro oscilaba de un lado a otro como un limpiaparabrisas y el estómago se me subió a la garganta.
—¿Sabes qué es lo que me gusta cuando estoy aquí arriba? —me preguntó.
—¿Tu paracaídas?
—La simplicidad. Aquí arriba la vida solo tiene un claro objetivo: regresar abajo.
—Con ayuda de las alas y de las ruedas, imagino.
Viró el Cessna hacia un lado para descubrirme las montañas.
—Los campos tostados son lentejas y guisantes. En Palouse se cultivan el noventa y nueve por ciento de las lentejas y el noventa y cinco por ciento de las legumbres secas de este país, además de una buena parte del trigo, que alternan con las alubias.
Volteó el 150 hacia el otro lado y comprobé las dos alas para asegurarme de que siguieran allí. Estábamos a trescientos metros de los campos, pero al menos no estábamos colgando bajo veinticinco kilos de Dacron.
—No me lo puedo creer —dijo—. No ahora, en cualquier caso, pero a veces echo de menos Vietnam. No la guerra; me refiero a volar y a cómo estaban de claras las cosas. Como el trabajo. Todos queríamos solo una cosa, principalmente: mantenernos con vida lo suficiente como para regresar a casa.
Equilibró el ala derecha mientras sobrevolábamos velozmente el tejado plateado de un granero. Vueltas y vueltas, abajo y abajo.
—Y sigues deseándolo, ¿verdad, Fred? —Descendíamos en picado—. ¿Fred?
—¿Qué? Estaba pensando.
—¿Estás pensando en las grandes cosas que hacen los hombres vivos sobre la tierra? ¿Como mirar Tic Tac Dough[83] y beber margaritas? ¿Cosas que hacen que merezca la pena vivir? —Seguíamos cayendo—. ¿Capitán?
Tiró de los mandos y equilibró el aparato.
—Te mostraré el cañón del río Snake, uno de nuestros grandes ríos y uno prácticamente inadvertido, porque está de lo más oculto. —Dirigió el morro hacia la puesta de sol—. Solo estaba pensando en un día de Navidad en Vietnam. Es miserable contarlo, pero íbamos de camino a bombardear Laos porque Nixon dijo que no se podía bombardear el Nam en Navidades. Habían pintado las napes, las latas de napalm, como bastones de caramelo. En la radio de las Fuerzas Aéreas sonaba Creedence Clearwater cantando «Rollin’ Down the River». Me pasé todo el trayecto cantando. —Comprobó el altímetro y ...

Índice

  1. Portada
  2. Carreteras azules
  3. A. Este
  4. B. Estesudeste
  5. C. Sudsudeste
  6. D. Sudsudoeste
  7. E. Oeste-Sudoeste
  8. F. Oeste-Noroeste
  9. G. Nornoroeste
  10. H. Nornordeste
  11. I. Estenordeste
  12. J. Oeste
  13. Mapa
  14. Epílogo
  15. Agradecimientos
  16. Sobre este libro
  17. Sobre William Least Heat-Moon
  18. Créditos