Teología con alma latina
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Teología con alma latina

El pensamiento evangélico en el siglo XX

  1. 252 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Teología con alma latina

El pensamiento evangélico en el siglo XX

Descripción del libro

El desarrollo del protestantismo evangélico en América Latina ha estado marcado por cambios radicales y mucha veces traumáticos tanto en el contexto como al interior de las iglesias. En un escenario de esas características se fue perfilando un pensamiento evangélico que, sin negar los aportes del pensamiento cristianos de Europa y los Estados Unidos, emprendió un camino de reflexión a partir del contexto sociocultural y de los fundamentos y práctica del evangelio. Progresivamente fue modelándose una teología concebida como integral e integradora acompañada de "vivencia del servicio en la misión y el liderazgo activo de sus protagonistas en la vida de las iglesias evangélicas". En esta perspectiva, este libro es un valioso recurso para entender los desafiantes y necesarios caminos que la teología evangélica ha recorrido en el siglo XX.

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Información

Año
2020
ISBN del libro electrónico
9786124252624
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Capítulo 1
El escenario de inicios del siglo XX
Guerras y rumores de guerras marcaban la atmósfera latinoamericana a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Colombia recibió un nuevo siglo enfrentando la sangrienta “Guerra de los Mil Días”. Ecuador se vio amenazado por una invasión colombiana que buscaba una revancha ideológica. Cuba y Puerto Rico todavía olían a pólvora de la guerra de Estados Unidos con España. Uruguay estaba tratando de controlar las revoluciones promovidas por Saravia. La Guerra de los Canutos sacudió a Brasil por su crueldad. Venezuela se mantenía alerta ante un posible ataque del Reino Unido por la frontera con Guyana. El sentimiento predominante en la región era de inestabilidad y revolución.
La mayoría de países habían experimentado un siglo de continuos golpes de Estado. Por ejemplo, “cuando la República del Perú celebró en 1921 el centenario de su liberación de España, el periódico principal del país hizo notar que hubo 88 cambios de gobierno en esos 100 años”.3 Aunque decían ser democráticos, su democracia no era más que “un disfraz para el mando de una casta que […] se ha perpetuado a sí misma desde la conquista de las razas indígenas por los españoles y portugueses y más tarde llevada a cabo por los criollos, siempre contra los sufrientes hijos de la tierra”.4 Ninguna de las economías de la región parecía repuntar. Antes de que terminara la primera década del nuevo siglo, Panamá se había independizado de Colombia con el aval de los Estados Unidos, la Revolución mexicana contra Porfirio Díaz se consolidaba, República Dominicana y Nicaragua experimentaron invasiones militares estadounidenses, y las represiones de obreros en Chile dejaron más de 4 000 muertos y miles de heridos. Masacres, revueltas locales, guerras civiles, etc., marcaron los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX. ¡Buen material para los apocalípticos que esperaban el fin del mundo en esos días!
En el ámbito religioso se llevaba a cabo otra guerra que también levantaba ánimos y provocaba revueltas constantes. La iglesia hegemónica estaba acostumbrada a mantener el control exclusivo de la religiosidad latinoamericana, pero unos lustros antes del nuevo siglo comenzaron a aparecer grupos disidentes que no respondían al liderazgo de Roma. Hasta ese momento la autoridad religiosa había mantenido exitosamente las fronteras impermeables a la herejía luterana y sus ramificaciones. El museo de la Inquisición en Lima ilustra los controles y redadas constantes que pretendían impedir el ingreso de otras opciones religiosas e ideológicas a estas tierras. Un observador católico describía a la iglesia predominante como “un sedimento del tipo español —la promotora de la inquisición, el índice y la orden jesuita— cruel, aguerrida y coercitiva”.5 Pero acontecimientos internacionales —los desarrollos filosóficos humanistas y seculares en Europa por un lado y los intereses económicos expansionistas principalmente de Inglaterra y los Estados Unidos por el otro— junto con el ascenso al poder político de gobiernos de tendencia liberal atizaron la penetración heterodoxa.
Aunque hubo intentos tempranos de asentamiento protestante,6 recién a partir de la mitad del siglo XIX el protestantismo llegó para quedarse.7 Fue un proceso mixto de cooperación misionera con grupos locales o personas que expresaban su descontento con la situación espiritual local.8 Pero llegaron una variedad de visiones misioneras y programas proselitistas. No todos los protestantismos eran iguales. Desde el siglo XVI los protestantes se habían dividido en muchas facciones dependiendo de su lugar de origen o de los líderes fundadores. La gran mayoría de esas expresiones enviaron representantes al continente americano. Cada grupo trajo su doctrina, liturgia, arquitectura y forma de gobierno. Debió parecer confuso para la población habituada a una sola iglesia. El protestantismo latinoamericano desarrolló con el tiempo su identidad propia como una amalgama de las varias tendencias que lo comenzaron.9
Para el congreso de Panamá (1916) se distinguen dos corrientes mayoritarias. Los protestantes que veían a su religión como únicamente espiritual y los que la entendían como un programa que abarcaba todas las áreas de la vida latinoamericana. Los primeros representaban principalmente las tendencias avivamientistas premilenialistas que adoptaron la teología dispensacionalista desarrollada por el irlandés John Darby a comienzos del siglo XIX.10 Los segundos, la mayoría en Panamá, representaban principalmente las denominaciones de origen europeo y sus oficinas en Canadá y los Estados Unidos. También tempranamente en el siglo XX apareció la propuesta pentecostal,11 cuya influencia se siente principalmente a partir de los años 60. Se puede decir en general que la teología latinoamericana en el siglo XX se mantuvo entre esas tres interpretaciones.
El formato de este texto incluye un análisis cronológico de las tres corrientes teológicas predominantes. Cada una asumió nuevas formas a lo largo del siglo. Para cada una hubo latinoamericanos que la desarrollaron, unos de cerca a sus maestros foráneos, otros aventurándose a tomar sus propios rumbos. Algunas contadas veces se entrelazan formando una síntesis, aunque en su mayor parte se mantienen separadas como aceite y agua. El criterio principal en este trabajo para incluir una escuela teológica es que el análisis sea formulado por un latinoamericano y que incluya una aplicación contextual. Esto incluye los diálogos con teologías de otros lados y con extranjeros que se llamaron hijos de América Latina. No será posible en este trabajo incluir a todos los latinoamericanos que han aportado teológicamente en su respectiva generación.
Panamá, 1916
El Congreso de Panamá no fue un congreso teológico per se; fue una reunión estratégica. Sin embargo, la teología de los participantes estuvo presente en las discusiones. En los documentos finales del congreso12 quedó plasmada, además de los lineamientos estratégicos, una tendencia doctrinal. Técnicamente el Congreso de Panamá no fue latinoamericano. Fue sobre la obra cristiana en Latinoamérica con participación casi total de extranjeros. Sin embargo, sus conclusiones nos dan una aproximación a una teología y doctrina que había llegado a la región y que se estaba traspasando a los convertidos locales.
Al leer los informes del congreso, es notable que, aunque el título dice ser sobre la “obra cristiana”, el contenido incluye análisis extensos sobre la situación social, económica y religiosa de los países latinoamericanos. Esto nos ayuda a entender el trasfondo teológico de los participantes en Panamá. Ellos se tomaron el trabajo de estudiar lo mejor posible la situación multifacética de los latinoamericanos. Sus informes incluyen temas como educación, integración racial, condición de los nativos, religión y otros similares. Podemos decir inicialmente que la tradición teológica de la mayoría en Panamá entendía su fe como relevante para la sociedad en general.13 Los informes, tal vez con mucho optimismo, esperaban que toda la vida de los habitantes del continente mejorara como resultado de una penetración protestante intencional y coordinada.
Dentro de un contexto religioso complejo dominado por “supersticiones medievales”,14 por un lado, y rechazo creciente a la religión institucional de parte de las clases educadas, por otro,15 fue tarea prioritaria en el congreso delinear el mensaje que Latinoamérica necesitaba. Como lo expresa el informe de la Comisión II: “La tarea de esta comisión es doble, (1) definir brevemente los aspectos del mensaje cristiano que parecen requerir un énfasis especial en este tiempo presente en América Latina, y (2) sugerir métodos de presentar e interpretar el mensaje y la aplicación de sus verdades de maneras prácticas a las condiciones actuales de los países”.16 Esto muestra un esfuerzo intencional de incluir el contexto en la proclamación. También los organizadores aclararon que su llamado era “a evangelizar, no a americanizar”.17 Hubo conciencia de que el mensaje debía ser transmitido con “predicación y ejemplificación del evangelio.”18 Por eso se enfatizó que, además de la tarea evangelística, el trabajo debía incluir el mejoramiento del analfabetismo, la educación popular, la atención médica y el establecimiento de instituciones filantrópicas para atender “las necesidades espirituales, sociales, intelectuales y económicas de las clases más pobres”.19
Los organizadores del congreso habían decidido de antemano evitar una confrontación con la Iglesia Católica Romana. Más bien mantuvieron una posición abierta a cualqu...

Índice

  1. Cover
  2. Sinopsis
  3. Portada
  4. Créditos
  5. Prólogo
  6. Prólogo
  7. Introducción
  8. Capítulo 1: El escenario de inicios del siglo XX
  9. Capítulo 2: La producción teológica de la primera generación de evangélicos latinoamericanos, 1916–1946
  10. Capítulo 3: Segunda generación, 1949–1970
  11. Capítulo 4: Evangélicos en busca de su identidad y teología, década de 1970 y 1980
  12. Conclusiones
  13. Bibliografía
  14. Acerca del autor