CAPÍTULO 1
Cómo limitamos nuestra fuente
“El hombre seguirá siendo pordiosero, siempre y cuando solo tenga la visión de un pordiosero”.
¿Por qué ir por la vida exhibiendo los rasgos de una personalidad sometida? Tú eres valioso, así que no andes como un mendigo, ni hables como mendigo, ni actúes como mendigo.
Es mediante una mentalidad de prosperidad y abundancia que lograrás una vida fructífera y abundante.
Uno de los pecados del ser humano es fijarse limitaciones sobre sí mismo.
La prosperidad fluye solo a través de canales que se dispongan a recibirla. Sentimientos como la duda, el miedo y la falta de confianza cierran este tipo de canales.
La mente mezquina es fuente de mezquindad y limitaciones.
Todo lo que obtengas de la vida proviene de la puerta de entrada de tu pensamiento. Si el tuyo es un pensamiento tacaño, mezquino o malo, lo que fluirá hacia ti será de esa misma calidad.
¿Qué pensarías de un príncipe heredero de un reino de riqueza y poder ilimitado que viviera en la pobreza, que fuese por el mundo quejándose de su mala suerte, mostrándole a la gente su extrema miseria, diciendo que no cree que su padre le dejará nada y que, por tal razón, debe irse acostumbrando a una vida de miseria y limitaciones?
Por supuesto que dirías que es probable que ese príncipe esté loco y que tales condiciones de pobreza y limitaciones de las cuales él pregona no son reales sino imaginarias y solo existen allí en su mente, pues su padre estaría dispuesto a colmarlo de cosas buenas —con todo lo que su corazón deseara—, si él abriese su mente a la verdad y viviese en la condición propia de un príncipe, de hijo y heredero de un gran rey.
Ahora, si tu caso es que vives en medio de la pobreza, en un ambiente estrecho y limitado en el que parece que no hay esperanza, ni perspectivas de mejorar tu vida; si no estás consiguiendo lo que quieres a pesar de trabajar duro para lograrlo, entonces eres tan tonto como el príncipe que, creyendo que era pobre, vivía como un mendigo en medio de la riqueza de su padre.
¡Tus limitaciones están en tu mente, así como las del príncipe estaban en la suya!
Tú eres hijo de un padre lleno de abundancia y riqueza ilimitada para todos sus hijos, pero tu pensamiento mezquino, limitado y golpeado por la pobreza te mantiene en condiciones miserables y alejado de toda esta abundancia.
Un obrero ruso llamado Mihok, quien vivía en Omaha, Nebraska, llevó una “piedra de la suerte” en su bolsillo durante 20 años sin sospechar que esta tuviera algún valor monetario. Una y otra vez, sus amigos —que pensaban que no se trataba de una piedra común— le sugirieron que la hiciera examinar de un experto en joyas y él se negó obstinadamente hasta que, por fin, ante tanta insistencia, la envió a un joyero de Chicago que, después de observarla con muchísimo cuidado, certificó que la piedra era un rubí “sangre de pichón”, el más grande del mundo en su tipo. Pesaba 24 quilates y su valor era de $100.000 dólares (Unos $3.5 millones de dólares al día de hoy).
Como este obrero, millones viven en la pobreza, pensando que para ellos no hay nada aparte de trabajo duro y más pobreza; lo cierto es que, sin saberlo, ellos llevan en su grandioso interior posibilidades de riqueza que van más allá de sus sueños. Su desorientado pensamiento les está robando su herencia divina y cortando el suministro abundante previsto para ellos por la fuente Omnipotente de toda riqueza.
La mayoría es como un hombre que fue a regar su jardín, pero sin darse cuenta pisó la manguera y cerró el suministro de agua. Tenía una manguera grande y, sin embargo, se sentía muy molesto y decepcionado porque estaba recibiendo meras gotas cuando en realidad tenía todo lo necesario para esperar un gran chorro. En su fuente, el agua era abundante, lista para satisfacer sus necesidades, pero algo andaba mal: al estar pisando la manguera, este hombre estaba limitando sus recursos a un goteo escaso y miserable.
Literalmente, esto es lo que están haciendo todos los que viven en la pobreza. Limitan sus recursos al pararse en la manguera a través de la cual debería llegarles la abundancia. Detienen el flujo de todo ese torrente que es su derecho de nacimiento debido a sus dudas, sus miedos y su incredulidad; y al visualizar pobreza, pensar en pobreza y actuar como si nunca esperaran tener nada, no logran nada, ni son nada.
La totalidad del universo de Dios y la vida del hombre se basan en principios y siguen una ley divina. Tanto la Ley de la Prosperidad como la Ley de la Abundancia funcionan con la misma claridad que la Ley de la Gravedad —y son tan infalibles como los principios matemáticos. Estas son leyes mentales. Mediante el simple hecho de pensar en prosperidad y abundancia atraes esa vida próspera y abundante que te corresponde por ser ese tu derecho de nacimiento; en otras palabras: según sean tus pensamientos, así será tu vida, de abundancia o carencia. Tu actitud mental se te devolverá vez tras vez, como un boomerang. Una actitud mental pobre no atraerá a tu vida sino condiciones de pobreza.
Recuerda que tú eres producto de tus convicciones. No irás más allá de lo que creas que eres, ni tendrás más de lo que creas que tienes. Por eso, si piensas que nunca serás fuerte, ni aceptado por los demás, ni que llegarás a tener éxito en tu vocación, nunca lo serás, ni lo tendrás. Si estás convencido de que siempre serás pobre, lo serás. No es posible escapar de la pobreza si no crees que podrás lograrlo.
En realidad, muchos de quienes viven en la pobreza nunca esperan nada más. Su creencia de que nunca llegarán a ser prósperos los mantiene en la pobreza, pues su mente vive enfocada en lo negativo y, en esta condición, la mente no crea, ni produce. Solo una mente positiva genera prosperidad; la mente negativa no es creativa, ni productiva; lo único que hace es derribar, inhibir y evitar la llegada de todos los buenos resultados que cada cual anhela obtener.
Lo que importa no es tanto lo que haces con tus manos, sino lo que haces con tu mente. Todo lo que se ha logrado por medio de la mano o el cerebro del ser humano nació en su mente. El universo mismo es creación de la mente divina. Un hombre que trabaja duro, pero cuya mente lo lleva en otra dirección mental, no cree que llegará a ser próspero y está neutralizando su arduo trabajo mediante su pensamiento negativo y destructivo; se está parando sobre la manguera que lo conecta con la fuente del todo.
Cuando te limitas en el pensamiento, te estás limitando hacia el exterior de una manera que corresponda con esa actitud mental, ya que tu mente está obedeciendo una ley que no se puede cambiar. Quien solo pone monedas en el plato de las ofrendas, no solo es mezquino, ruin y tacaño en todos sus asuntos de dinero, sino que también su rostro y, en general, todo su ser, denota que es tacaño y ruin porque está siempre ahorrando centavos, fijándose en pequeñeces y, por esa razón, nunca hace grandes cosas. No importa cuanta capacidad innata tenga, sus pensamientos limitados y estrechos de pobreza lo consumen y le cortan el acceso a la fuente de abundancia. Y no puede hacer grandes cosas porque nunca piensa en grandes cosas. Su mente deformada y debilitada admitirá solo un suministro mezquino en lugar del gran caudal que está, literalmente, a sus órdenes.
Y como la gran mayoría de la gente no ha aprendido a usar sus pensamientos, va por ahí como mendiga, sin vislumbrar la maravillosa herencia que nos dejó el Todo-Bondad, el Todo-Abundancia. A esto se debe que nuestro pensamiento mezquino disminuya nuestra provisión.
Muchas veces, nos preguntamos por qué algunos, en circunstancias que no parecen ser mejores que las nuestras, consiguen resultados mucho mejores que nosotros; por qué siempre piden y reciben lo mejor de todo; por qué nunca están rodeados de nada barato —no hay pertenencias baratas en sus casas, ni escasez por ningún lado; compran la mejor comida, las mejores frutas y verduras y lo mismo ocurre con todo lo demás que poseen. Según nuestra opinión, creemos que son extravagantes cuando comparamos lo que ellos pagan por lo que compran con lo que nosotros pagamos por esa misma clase de cosas; y hasta nos sentimos orgullosos de estar economizando y ahorrando lo que ellos están desperdiciando.
Pero, en realidad ¿sí es eso economía? ¿Cómo se compara nuestro estilo de vida con el de ellos? ¿El placer que le sacamos a nuestra vida se compara con el placer que ellos experimentan en la suya? ¿El poco dinero que ahorramos compensa la gran carencia que hay en lo que nos rodea? ¿Justifica la falta de comida de óptima calidad, la buena ropa, los pequeños viajes de placer, los placeres sociales, comer al aire libre y la variedad de diversiones que hacen la vida de esos vecinos cuyas extravagancias condenamos más agradable, saludable y, sobre todo, más productiva?
Lo cierto es que más pierde el ruin que el generoso y al final nuestra mentalidad de pobreza acaba por dejarnos aún más pobres.
La prosperidad fluye solo a través de canales que estén completamente abiertos para recibirla. No a través de canales estrechos, ni cerrados por la idea de pobreza, por el desaliento, la duda, el miedo o por u...