El Islam no es lo que crees
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El Islam no es lo que crees

  1. 262 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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El Islam no es lo que crees

Descripción del libro

Se habla y se lee mucho del Islâm, pero lo cierto es que el Islâm es un gran desconocido.

Ello se debe a las transformaciones y dinámicas internas de la propia comunidad islámica, como por la falta de un interés real en conocerlo por parte de la civilización occidental, más preocupada por desacreditarlo o manipularlo que por comprenderlo.

El Islam no es lo que crees nos muestra cómo desde los primeros diccionarios que realizasen lo misioneros cristianos hasta el arabismo actual, el Islâm ha sido explicado a partir de unas identificaciones y paralelismos fáciales con el Cristianismo que tergiversan radicalmmente el modo de ver el mundo del profeta Muhammad.

En este libro se sigue una rigurosa metodología para llegar a conocer cómo era el Islâm de Muhammad, y se acaba concluyendo que fue y es -a diferencia del Cristianismo- una tradición religiosa sin dogmas, una moral sin pecado, un camino espiritual sin ascetismo y una mística sin propuesta de unión con lo divino. En suma, un universo espiritual muy distinto de la religión que, entre unos y otros, nos han hecho creer que es.

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Información

Año
2010
ISBN del libro electrónico
9788472457997
Edición
1

1. LA DOGMÁTICA

El Islâm de Muhammad: una tradición religiosa sin dogmas

1.1. AL PROFETA MUHAMMAD LE DESAGRADABA LA TEOLOGÍA

Muhammad tenía motivos sobrados para rechazar las elucubraciones teológicas. Las querellas dogmáticas del cristianismo oriental eran un escándalo en la Arabia de Muhammad. Los cristianos se perseguían entre sí, se encarcelaban o se desterraban unos a otros el sentido que había que darle a la palabra omousios o physis. Siempre en permanente disputa, sabelianos y docetas (que negaban la naturaleza humana de Jesús), arrianos que rechazaban su divinidad, eutiquianos, jacobitas y monofisitas (que negaban su doble naturaleza), nestorianos que creían en las dos personas, marianitas y coliridianos (que adoraban a la Virgen María), antidicomarianitas que negaban su virginidad perpetua, judeocristianos, nazarenos, ebionitas, antijudíos marcionitas, gnósticos, valentinianos, basilianos, carpocracianos, racucianos, etcétera.22Respecto a la situación lamentable que la teología había generado entre los cristianos en la Arabia de Muhammad, concluye el arabista Dermenghen:
Un alma recta, simple, como la de Muhammad, comulgando en las verdades que ha hallado en el fondo de sí misma en la gran soledad del desierto y de la montaña, siente que la religión es algo más que una especulación abstracta o una elegante disertación. La verdad no se racionaliza, se vive. Cada uno representa a Allâh como puede; pero lo importante es sentir su realidad y someterse a Él.23
De ahí nace el rechazo que los musulmanes sienten por la teología y las especulaciones religiosas. Para nosotros, la teología nunca es completamente inocente, y la cábala con demasiada facilidad puede llegar a no serlo. Frente a las sutilidades intelectuales de judíos y cristianos respecto a lo sagrado, que nos distraen o que no nos conducen a ninguna parte, el Corán nos remite una y otra vez a la claridad de un mensaje ético: «No hay nada de vuestras fantasías ni de las fantasías de la Gente del libro: quien obre mal será castigado por ello» (4:123).24
Ya es significativo que, en árabe, un “teólogo” se diga, literalmente, igual que “charlatán” (mutakallim). Lo más parecido a una teología que ha habido en el Islâm es el ‘ilm al-kalâm (ciencia del kalâm) y surgió a partir de mediados del siglo VIII, por influencia griega y cristiana, en el contexto de controversia con otras religiones, cuando los musulmanes hubieron de razonar intelectualmente sus certezas. Entonces, incluso se llegó al absurdo de “defender la existencia de Allâh” frente a dualistas (maniqueos y otros), dahríes, seguidores de religiones indias como el budismo y contra los intelectuales que menos simpatizaban con el nuevo Islâm triunfante, que proliferaban en los inicios de la época ‘abbâsí, en un medio en el que las influencias griegas, iranias e indias eran muy importantes.
Una cosa es el diálogo interreligioso y otra bien distinta este tipo de discursos propios de la ciencia del kalâm, que nunca han gozado de demasiada estima entre los musulmanes y por lo general se consideran una pérdida de tiempo, cuando no claramente nocivos. Las disquisiciones del kalâm fueron un intento –más bien poco acertado– de razonar esas ideas-fuerza, estas certezas elementales del musulmán, y fuera de su tema central no obligaban a nadie, siendo sólo desarrollos condicionados por las circunstancias. Sin ir más lejos, las tres cuartas partes de los musulmanes sunnitas, que pertenecen a la escuela jurídica de los hanbalíes, rechazan tan tajantemente el ‘ilm al-kalâm, que algunos de sus seguidores llegaron a destruir la sepultura de al-Ash‘arî, que es tal vez el teólogo que en la historia del Islâm ha conseguido recabar un mayor consenso entre los musulmanes.
El conocimiento de Allâh es estrictamente individual y fruto de una práctica. Una práctica que, sin duda, des-en-cadena ideas, pero estas ideas no pueden ensamblarse en un sistema de pensamiento. Lo teórico del Islâm es estímulo a la acción o es un estorbo. Las primeras explicaciones que se te dan son sólo una motivación al proceso que estás a punto de iniciar; y otras explicaciones que vas encontrando luego no son “discurso” sino dzauq (“saboreo”). Todo discurso enfría a Allâh. El Islâm no perturba al hombre con teologías; lo somete fácticamente: lo invita a hacer suÿûd (a postrarse físicamente). Le hace entender el Islâm con su cuerpo, porque el ser humano tiene muchas inteligencias en su cuerpo. Todos nuestros sentidos deben someterse a lo que los supera, sin definirlo, sin determinarlo. Si cada uno de nuestros sentidos hace suÿûd por separado, el corazón –que es donde vierten sus aguas los sentidos– acaba en estado de completo Islâm.
El Conocimiento no es previo a comportarse como un musulmán. Primero actúas como musulmán con lo que sabes, aunque no sepas nada. «Si no sabes nada de nada, todo lo que sabes es Islâm», decía un maestro sufí. Así pues, avanzas con lo que eres y con lo que sabes, y luego –si lo precisas– comienzas a desaprender muchas cosas. Porque cada certeza tuya cierra un universo. La certeza en el fondo proviene de la fe. La fe clausura espacios y la incertidumbre los abre. El Islâm va a querer abrir la incertidumbre del todo. Cuando no te qu...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Sumario
  5. Transcripción de las letras árabes
  6. Agradecimientos
  7. ESTUDIO INTRODUCTORIO: ¿Puede saberse cómo era el Islâm del profeta Muhammad?
  8. 1. LA DOGMÁTICA: El Islâm de Muhammad: una tradición religiosa sin dogmas
  9. 2. LA MORAL: El Islâm de Muhammad: una moral sin pecado
  10. 3. LA ASCÉTICA: El Islâm de Muhammad: un camino espiritual sin ascetismo
  11. 4. LA MÍSTICA: El Islâm de Muhammad: una mística sin unión
  12. CONCLUSIÓN: ¿Cómo definir el Islâm de Muhammad?
  13. EPÍLOGO: ¿Por qué no está funcionando el diálogo islamo-cristiano?
  14. Aclaración final
  15. Notas
  16. Contracubierta