La mirada profunda y el silencio de Dios

Una antropología dialógica

Alfonso López Quintás

• Editorial: Editorial UFV
• Año: 2019
• ISBN:
  9788418360169
• Edición: 1
• Categoría: Philosophie
• Categoría: Histoire et théorie de la philosophie

Esta obra no nos conduce por la vía del irracionalismo. Al contrario, con ella la inteligencia se potencia al máximo, la libertad de maniobra —de actuar conforme a la propia voluntad— se convierte en libertad creativa —libertad de actuar por el bien de los demás—, se aumenta la capacidad de crear modos valiosos de unidad con las realidades del entorno, se consigue superar diversas aparentes paradojas u oposiciones: por ejemplo, entre libertad y normas, independencia y solidaridad, lo interior y lo exterior, lo individual y lo comunitario…Esta potenciación de la inteligencia nos permite descubrir el poder clarificador que tienen los "círculos virtuosos", anillos de conceptos integrados entre sí. Uno de ellos clarifica el sentido profundo del "silencio de Dios". Al descubrirlo, la supuesta indiferencia de Dios ante nuestros males no sólo no nos aleja de la fe, sino que incrementa al máximo nuestro amor agradecido a la figura del Cristo silente en la Pasión, que da la vida por nosotros con un amor absolutamente incondicional.Al final del libro, La mirada profunda y el silencio de Dios, nos lleva a captar el papel decisivo que juega el amor en nuestros actos de participación. Si acogemos la palabra del Evangelio que nos manda amarnos con amor oblativo —amor de ágape— y participamos, así, del tipo de amor que constituye el ser de Dios, tenemos la promesa de que Jesús y el Padre vendrán a nosotros y morarán en nuestro interior.Para llegar a Dios no hemos de dar un paso o un salto hacia Él. Si participamos en su ser —que se define como amor de ágape, amor oblativo—, Él vendrá a nosotros y nos convertirá en amigos suyos (Jn 15, 14). Lo decisivo en el tránsito del nivel 3 al 4 no es un paso o un salto; es una transfiguración. El camino hacia Dios consiste en transfigurarnos mediante nuestra participación en su amor incondicional. "…Quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él" (Jn 2, 5).

EPÍLOGO

UN MÉTODO FORMATIVO ENTUSIASMANTE

«Un nuevo humanismo deberá necesariamente surgir cuando hasta el sentido común se familiarice suficientemente con la ambigüedad de lo real».

PH. FAURÉ-FREMIET: Esquisse d’une philosophie concrete,
PUF, París 1954, 171

Este nuevo humanismo relacional inspira de parte a parte mi proyecto educativo. Veámoslo muy sucintamente.

En este libro hemos descubierto que, al seguir el método de crecer ascendiendo de nivel en nivel, hemos potenciado la inteligencia y adquirido una mirada profunda capaz de ver las realidades del entorno en relieve, integrando los diversos niveles de realidad que las componen. Esta integración se realiza de modo espontáneo cuando se cultiva un modo de pensar relacional, abierto, interactivo. El método formativo elaborado con tal modo de pensar muestra una eficacia sorprendente, sin duda porque se atiene a la lógica propia de cada uno de los cuatro niveles positivos de realidad.

1. NECESIDAD DE UN MÉTODO QUE PROCEDA POR VÍA DE DESCUBRIMIENTO Y SEA RÁPIDO, BIEN ARTICULADO, SUGESTIVO Y ENTUSIASMANTE

Para ser bien acogido por los jóvenes, un método formativo ha de ilusionarles desde el principio, al observar que su vida se transforma y enriquece de manera rápida y sólida. Y esto lo consiguen con el mero recurso de subir de nivel de realidad y no reducirse a manejar objetos (nivel 1), sino decidirse a vivir experiencias reversibles —bidireccionales— con las realidades del entorno que les ofrecen posibilidades creativas (niveles 2, 3 y 4). La tarea formativa comienza cuando el joven, a través de diferentes formas de creatividad —en el arte, el deporte, la literatura, el trato personal…— sube al nivel 2 y cobra conciencia de que ha ganado, con ello, una nueva dimensión. Este logro lo entusiasma y lo motiva para subir al nivel 3 —el de los valores— e incluso —si es creyente— al nivel 4, el religioso. Este tipo de entusiasmo ilusionado es plenamente realista, no iluso, pues tal perfeccionamiento de la persona se basa en algo tan real y efectivo como es el recibir posibilidades creativas de las realidades del entorno y ofrecerles las propias.

EL ASCENSO DEL NIVEL 1 AL NIVEL 2 ES SORPRENDENTEMENTE FECUNDO

1. Hace posible una enseñanza por vía de descubrimiento y desarrollo personal. Este ascenso de nivel se realiza de modo espontáneo cuando los formadores no se limitan a transmitir a los jóvenes diversas ideas sobre la vida humana, sino que los invitan a desarrollarse como personas realizando experiencias reversibles con las realidades que les ofrecen posibilidades creativas:

– un poema que pide ser declamado,

– una obra musical que solicita ser interpretada,

– una persona que nos invita a dialogar con ella y a encontrarse con nosotros…

Al realizar estas actividades, el joven se adentra en el mundo de la creatividad, adquiere un modo superior de libertad —la libertad creativa— y establece modos de unidad más valiosos con las realidades que trata…

2. Convierte a los jóvenes en protagonistas. Al iniciar, de este modo creativo, su proceso de crecimiento personal, el joven se convierte en protagonista de su aventura formativa.⁴¹¹ La conciencia de tal protagonismo se afirma gozosamente en el joven cuando advierte que, al subir al nivel 2, es capaz de superar la oposición entre la libertad y las normas, pues la libertad se transforma en libertad creativa y las normas dejan de ser meras prohibiciones para convertirse en cauces de la creatividad. Por esta razón, libertad y normas se enriquecen y complementan.

3. Con ello consigue cada joven superar muchos malentendidos y bloqueos que le impiden desarrollarse como persona. Supera, entre otros, el error de considerar que la independencia y la solidaridad se oponen siempre. En el nivel 2 no solo no se oponen sino que se potencian entre sí, pues ser independiente no indica aquí una forma de desarraigo provocada por el egoísmo y la altanería, sino la madurez personal que se deriva de una actitud de generosidad. Pensemos en los cantores de un buen coro; son del todo independientes entre sí, pero actúan con una total solidaridad, pues miran todos en una misma dirección: dar vida a la obra y otorgarle todo su valor y su sentido.

4. Nos lleva a expresarnos con decisión y rapidez merced a la claridad de ideas que obtenemos al distinguir diversos niveles de realidad. En una clase, una alumna universitaria me dijo, sin vacilar, que la libertad y las normas se oponen siempre, y, como ella prefiere la libertad, aparca las normas. Como respuesta, no le di una conferencia sobre la libertad; le indiqué escuetamente esto:

– «En el nivel 1 tiene usted razón al decir que la libertad y las normas se oponen, pero en el nivel 2 sucede lo contrario: se enriquecen y complementan. Un pianista, al interpretar una obra, debe obedecer a la partitura, y, cuanto más le obedece, más libre se siente; pero libre con libertad creativa».

– Muy sorprendida, me preguntó: «Pero ¿hay que distinguir niveles?».

– «¡Claro! —le respondí yo—. Si no lo hacemos cuidadosamente, lo confundimos todo, porque cada nivel tiene una lógica propia. No advertirlo es una de las causas de la situación actual de emergencia educativa.»

Adviértase cómo acepté, en parte, la observación de la joven, pero inmediatamente la completé, y, con ello, amplié su mirada y le abrí un horizonte prometedor. De golpe advirtió —y, con ella, sus compañeros— que, si queremos descubrir las inmensas posibilidades que se nos abren en la vida, debemos elaborar una filosofía a medida de cada realidad, como pedía el gran Henri Bergson.⁴¹² Ellos no conocían todavía la teoría de los niveles, pero notaron que algo interesante había en ella y me pidieron, con todo afán, que se la explicara. De esta forma dinámica e ilusionada puse las bases de un curso de Antropología filosófica de orientación dialógica.

5. Suscita ilusión desde el principio. En la época de los tuits y la condensación extrema del pensamiento, el alumno debe notar desde el principio que el profesor tiene la mente bien estructurada, y con pocas palabras puede guiarlo de forma prometedora. Al joven le gusta y halaga la libertad de maniobra —disponer de objetos y manejarlos—, pero esta libertad choca con las normas, que la limitan amargamente. Por eso tiende a sentir aversión hacia todo tipo de normas. La gran solución para él es ver las normas como un medio para superar los límites, por cuanto suponen una subida de nivel. Deja, entonces, de verlas como una prohibición negativa, para considerarlas como una proposición eminentemente positiva y fecunda.

– Cumple las reglas de tráfico con objeto de mantener el orden en la circulación para bien de todos. Al hacerlo, la libertad que pone en juego se convierte en «libertad creativa».

– Un profesor de piano, al encauzar a un alumno, le prohíbe que proceda de modo incorrecto, pero ello tiene por fin conseguir la libertad de tocar bien, que es una «libertad creativa», libertad para actuar de tal modo que redunde en un bien; en este caso, el de suscitar belleza, para bien de todos.

Esto le basta al joven para verse ante un horizonte más amplio y sentir gozosamente que el proceso de crecimiento —vivido con el método dialógico-creativo que propongo— es ilusionante desde el principio.

6. Este método rápido e ilusionante es, también, lúcido. Lo es porque todo en él se halla bien articulado. Cuanto se dice viene determinado por lo dicho anteriormente y nos dispone para comprender lo siguiente. Entonces la exposición resulta clarificadora y, por tanto, lúcida. La articulación del pensamiento es una característica fundamental del buen pensar. Un discurso bien pensado y bien expresado resulta convincente, atractivo, inteligible, incluso divertido. Ciertamente, no se hace pesado, sino leve y transparente, porque es fuente de luz y de belleza, y prende la atención en todo momento y de modo progresivo. El desorden, en cambio, produce confusión y tedio. Un discurso bien trabado en fondo y forma promociona la inteligencia y la mirada profunda; abre, así, perspectivas valiosas y suscita, con ello, un gran entusiasmo.

En efecto, esa mirada profunda nos permite clarificar dos temas básicos en la formación de los jóvenes: la libertad y el amor. Difícil será para un formador exponerlos claramente con toda la riqueza que encierran si no distingue primero los diversos niveles en que vivimos.

a) El amor en el nivel 2. Cuando un joven vive plenamente lo que se entiende en el nivel 1 por amor —saciar una apetencia y acumular sensaciones placenteras— seguramente estima que nada hay en el mundo que lo supere. Y, dentro del menguado horizonte del nivel 1, tiene razón. Por eso corre peligro de aferrarse a esa idea elemental y rehuir el conocer otros modos superiores de amor, a los que considera como meros cuentos de hadas, bellos pero irreales. Si a ese joven le indica la Iglesia que debe mantener continencia durante el noviazgo, entenderá ese precepto como una mera prohibición opuesta a las inclinaciones normales de la juventud, y la verá, por tanto, como falta de sentido, o sea, insensata. Sería necesario, pues, anticiparse a exponerle que el tema del amor presenta un aspecto distinto en los dos primeros niveles. En el nivel 1 se muestra, más bien, como una atr...