Crecer y aprender
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Crecer y aprender

Curso de psicología del desarrollo para educadores

  1. 362 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Crecer y aprender

Curso de psicología del desarrollo para educadores

Descripción del libro

Crecer y aprender nace a partir de los apuntes de clase de un curso de psicología del desarrollo destinado a estudiantes de Ciencias de la Educación, exponiendo los contenidos conceptuales, una explicación sobre los procesos de cambio humano y un modelo de trabajo académico que une la teoría con la práctica. El texto incluye una selección de temas fundamentales para la descripción de los procesos cognitivos, afectivos y sociales que constituyen la evolución de la personalidad durante la infancia y la adolescencia, y establece las bases para comprender el sentido que tienen los ámbitos de convivencia naturales (familia, escuela y cultura) como contextos en los cuales tiene lugar un permanente proceso de aprendizaje y educación. Cada uno de los capítulos presenta, junto a una exposición rigurosa y amena del tema, un conjunto de sugerencias de trabajo y de lecturas, lo que ofrece al lector la posibilidad de construir sus propias ideas y contrastarlas con las expuestas en el libro.?En definitiva, Crecer y aprender es un instrumento de gran utilidad, tanto para la formación de los futuros profesionales del ámbito de las Ciencias de la Educación, como para los profesores en ejercicio.

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Información

Año
2019
ISBN del libro electrónico
9788491142737
CAPÍTULO 1

Desarrollo y educación

1.1. Aprendizaje, desarrollo y educación

El desarrollo del ser humano no se produce en el vacío, sino a través de un complejo proceso de inmersión cultural que articula, modifica y da sentido a la transformación de la criatura a lo largo del tiempo. La generalización de la idea del individuo como constructor activo de su propia vida, a través del aprendizaje que produce la experiencia, ha contribuido a considerar la educación como un proceso básico para la organización psicológica. Hoy sabemos que el desarrollo no es independiente de los procesos de aprendizaje en los que la criatura humana está permanentemente envuelta; pero también sabemos que todo aprendizaje necesita de una cierta madurez evolutiva previa, sin la cual la experiencia resulta frustrada.
La educación, especialmente la que se produce en la familia y en la escuela, no puede prescindir de la valiosa información que la descripción y la explicación evolutiva les ofrece. La práctica educativa no puede ser comprendida ni planificada al margen de la consideración de que los seres humanos somos seres en cambio permanente, predispuestos al aprendizaje y a la socialización, pero también predeterminados por los condicionantes genéticos y por las leyes naturales de la transformación de nuestra propia existencia, a lo largo del ciclo vital. La Psicología del desarrollo proporciona criterios, estímulos y límites para la intervención educativa planificada; mientras la intervención educativa proporciona a la investigación evolutiva elementos de contraste e instrumentos para la comprensión del desarrollo de las personas, dado que éste no es ajeno al ambiente y a las relaciones sociales.
El crecimiento personal supone un proceso de cambio cualitativo estudiado por disciplinas como la Psicología del desarrollo y la Psicología de la educación. Entre las dos reúnen un conjunto de conocimientos desde los cuales se puede hacer un análisis sobre cómo es el cambio y por qué se produce. Aunque son ámbitos científicos próximos, y en gran medida complementarios, no hay que confundirlos entre sí. La Psicología del desarrollo se ocupa de los procesos de cambio que ocurren en las personas a lo largo de su vida, tanto de los más generales o comunes, que describen los cambios en términos de homogeneidad, como de los que diferencian a las personas entre sí, que proporciona la descripción de la heterogeneidad. La Psicología del desarrollo busca explicaciones al cambio psicológico que se produce en el ámbito de la conducta externa u observable, pero también en la actividad interiorizada, no observable, que tenemos que inferir a partir de otros hechos.
Además, la transformación psicológica a lo largo del ciclo de la vida no puede ser considerada sólo como un hecho del individuo aislado, sino como un hecho complejo, que tiene lugar en un permanente proceso de interacción social. Así pues, la Psicología del desarrollo debe ofrecer una explicación plausible sobre las relaciones que las personas establecen entre sí y que, en gran medida, son las que producen muchos de los fenómenos de crecimiento psicológico y adaptación social a lo largo de la vida. Una de las relaciones más influyentes en el proceso de cambio humano es la que se constituye con las figuras humanas que desempeñan, respecto del individuo, un papel educativo o socializador genérico, como son los padres y los profesores.
La explicación de los fenómenos psicoevolutivos debe incluir el análisis de la herencia biológica y de los procesos naturales de adaptación, como origen de muchos procesos, junto a la explicación histórica de los fenómenos de cambio. Ambos factores, la herencia y el medio cultural, actúan de forma conjunta, poniendo límites y potencialidades al cambio humano. Pero mientras que el factor biológico actúa bajo leyes que, en principio, no controlamos más que muy lentamente, el factor social está mucho más abierto a la toma de decisiones prácticas que actúan potenciando y optimizando los procesos de aprendizaje que pueden ser útiles al desarrollo. Uno de estos factores es la educación, que se concreta en prácticas de enseñanza y aprendizaje familiares y escolares. Así, el análisis teórico psicoevolutivo, debe incluir la reflexión sobre la teoría y la práctica educativa que envuelve el desarrollo.
Lo que se aprende en la familia y en la escuela resulta determinante por varias razones, entre las que destacan, la intencionalidad educativa y la estabilidad temporal de las experiencias que suceden en ambos contextos. Porque lo que ocurre en la familia y en la escuela no debe leerse únicamente como interiorización o adquisición de conocimientos, sino como proceso socializador intencionado de unos seres humanos adultos respecto de otros, inmaduros, que deben llegar a convertirse en personas autónomas y adaptados los valores y normas de la sociedad en la que vivirán en el futuro.


La Psicología del desarrollo y la práctica educativa

El aprendizaje, como dice Vygotski (1934), es un elemento necesario y universal para que se desarrollen en el niño/a las características humanas; porque el hecho humano no es sólo natural, sino sociohistórico y cultural. El aprendizaje, especialmente cuando es el resultado de experiencias enriquecedoras, termina conformando una especie de camino para el desarrollo. Algunas tradiciones científicas han querido separar aprendizaje y desarrollo, atribuyendo a uno u otro la hegemonía de lo que es más importante en la evolución del ser humano. Otras tradiciones científicas han borrado totalmente los límites entre uno y otro, confundiendo la naturaleza psicológica de ambas.
Por nuestra parte, consideramos que los cambios inducidos por situaciones educativas aspiran a procurar cambios cualitativos en el ser humano, es decir, a incorporarlos al desarrollo. Otra cosa distinta es que se consiga en todos los casos y para todas las personas. Los aprendizajes escolares, en general, orientan y estimulan procesos que llevan a metas de desarrollo, aunque no siempre lo logren. Las actividades educativas están dirigidas a transmitir, a los nuevos miembros de una sociedad los progresos culturales alcanzados a lo largo de la historia de los pueblos. Dichas actividades poseen características diferenciales, según la transmisión se realice de modo no intencional o, como ocurre en el caso de la educación escolar, de modo planificado.
Pero tampoco se puede establecer un paralelismo perfecto entre aprendizaje y desarrollo, y hay que dejar márgenes razonables a la autonomía de dos procesos que, siendo complementarios, no son idénticos. La práctica educativa escolar y familiar debe ser capaz de guiar el proceso de crecimiento psicológico del niño en el sentido de los valores de la sociedad (Coll, 1987; Coll y Solé, 1987). La educación formal, como proceso intencional de mediación cultural, debe ser concebida como práctica al servicio de un modelo de desarrollo humano, moralmente bueno en lo individual, y socialmente solidario y respetuoso con la conservación de los mejores valores de la sociedad. Si las instituciones educativas dicen perseguir fines positivos para los individuos y la humanidad, las prácticas que en ellas se realicen deben ser coherentes con estos principios y alentar la búsqueda de esos logros (Mauri, 1990). Todo ello implica partir de una aproximación conceptual y disciplinaria entre la Psicología del desarrollo y la Psicología de la educación bajo la idea común del cambio positivo (Coll, 1979 y Gómez, 1990).


1.2. Los orígenes de las concepciones psicológicas del cambio humano

Aunque siempre se ha considerado que los niños y las niñas son susceptibles de ser influidos y ayudados, las concepciones sobre el desarrollo y la educación son subsidiarias de las concepciones sobre la infancia y su estatus dentro de la sociedad en general. Las creencias sobre la infancia han variado, a lo largo de la historia de la humanidad, en dos sentidos: a favor de la diferenciación de la infancia como período del ciclo vital con características propias, y en el sentido de ser considerada como grupo humano que reclama una atención preferente de cuidado y educación, que estimule sus posibilidades de desarrollo. Estas dos líneas de cambio han sido una constante cultural de los dos últimos siglos, especialmente del último; aunque, desgraciadamente, aún queda mucho por recorrer en el ámbito del respeto a los derechos de la infancia en todos los países.
En gran medida, los orígenes de la Psicología del desarrollo humano, como ciencia específica, se encuentran vinculados a los intentos que, desde la Filosofía, se realizan a partir del siglo XVII para justificar la existencia de una ciencia psicológica independiente de la metafísica, constituida a imagen de las ciencias físicas y de la naturaleza. La influencia del pensamiento empirista (Locke, 1632- 1704) en todas las ciencias llegó a significar un cambio radical en la concepción del cambio evolutivo. El pensamiento empirista se radicaliza en la filosofía de Hume (1711-1776) para quien la única forma posible de atrapar la realidad es la experiencia directa sensorial.
Los planteamientos empiristas, que sellarán definitivamente el modelo anglosajón de concebir el cambio humano, especialmente el cognitivo, se oponían al racionalismo de Descartes (1596-1650), para quien no sólo era posible construir teorías explicativas sin tener que recurrir a la experiencia, sino que consideraba que la razón era el origen de todo progreso humano. Frente al empirismo y al racionalismo emergerán las más globales y comprensivas teorías de Leibniz (1646-1716), que defienden la idea de un intelecto activo que se opone a la concepción reactiva de la mente propugnada por el empirismo. Finalmente, en este breve recorrido por las influencias filosóficas, que son origen del interés de la Psicología, encontramos a Kant (1724-1804), que intenta una aproximación entre las dos concepciones dispares, el empirismo y el racionalismo. En su Crítica de la Razón Pura afirma que el alcance del conocimiento humano está limitado al campo de la experiencia posible, fuera del cual, todo razonamiento es especulativo.
Pero más allá de las discusiones filosóficas, que sientan las bases epistemológicas de la ciencia e informan la concepción del progreso mental humano, en el siglo XVIII encontramos la figura de Rousseau (1712-1778), considerado el precursor de la ciencia social y, desde luego, de la pedagogía. Rousseau sostiene que el desarrollo está marcado por una serie de etapas sucesivas, reguladas internamente, que se transforman una en otra, de acuerdo a un orden y una composición preestablecida de forma natural. Las ideas filosófico- educativas de Rousseau, plasmadas en su obra El Emilio (1762) sostienen que los niños son esencialmente buenos y se desarrollarían angelicalmente si la sociedad, origen de todos los males, no influyera en su alma como lo hace. Debesse (1970) ha señalado que las aportaciones de Rousseau ofrecen por primera vez una visión de la infancia con verdadera realidad psicológica y valor en sí misma, junto a la necesidad de que ésta sea educada. A partir de Rousseau, la infancia empieza a ser considerada con sus peculiaridades. Es mu...

Índice

  1. Crecer y aprender
  2. Índice
  3. Qué es crecer y aprender
  4. Primera parte. Conceptos básicos
  5. CAPÍTULO 1. Desarrollo y educación
  6. CAPÍTULO 2. La psicología del desarrollo hoy
  7. Segunda parte. El desarrollo durante la primera infancia y en los años preescolares
  8. CAPÍTULO 3. El desarrollo en la primera infancia
  9. CAPÍTULO 4. El desarrollo cognitivo durante la primera infancia
  10. CAPÍTULO 5. Adquisición y desarrollo del lenguaje
  11. CAPÍTULO 6. Desarrollo y aprendizaje en los años preescolares
  12. CAPÍTULO 7. El juego infantil: un contexto de desarrollo y aprendizaje
  13. CAPÍTULO 8. Desarrollo cognitivo en los años preescolares
  14. CAPÍTULO 9. Contextos de desarrollo y educación en la edad preescolar
  15. Tercera parte. Desarrollo y educación durante la escolaridad obligatoria
  16. CAPÍTULO 10. Desarrollo y aprendizaje social en los años escolares
  17. CAPÍTULO 11. Procesos cognitivos y aprendizaje en la Escuela Primaria
  18. CAPÍTULO 12. La inteligencia lógica de los escolares de primaria
  19. CAPÍTULO 13. La escuela primaria: un contexto de desarrollo y educación
  20. CAPÍTULO 14. El cambio evolutivo durante la adolescencia
  21. CAPÍTULO 15. Desarrollo social y de la personalidad en la adolescencia
  22. CAPÍTULO 16. Desarrollo cognitivo y Educación Secundaria Obligatoria
  23. Cuarta parte. Prácticas de Psicología del desarrollo en contextos educativos
  24. CAPÍTULO 17. Prácticas de Psicología del desarrollo en contextos educativos
  25. Referencias bibliográficas