Sexta escena:
La traición y deceso de una madre
Eran algo así como las 8:00 a.m. del 13 de diciembre de 2018. Faltan pocos días para estrenar la película La otra cara del crimen, la premier será el 25 de diciembre: día muy importante porque se celebra el nacimiento de Jesús, el Dios de la Vida. Padre e hijo salen a conocer el Jardín Botánico de la ciudad, suben en el metro y se dirigen allí. El lugar hermoso, con senderos ecológicos que van guiando al visitante, un espectacular lago misterioso en cuya periferia existe vegetación que va silenciando al espectador y lo va llevando a sentirse en lo profundo de un bosque. Tal vez en horas de la noche, el ambiente se torne macabro. A un costado del lago un espectáculo se ve bajar de los árboles: iguanas grandes de diversos colores, las cuales incluso posan para que les tomen fotos y las graben en video.
En ese ambiente de misterio, Juanito le dice a su padre: –vamos por este sendero y lleguemos al centro del lago; creo que es espectacular para narrar la sexta escena de mi película. Juan se deja guiar por junior y llegan allí. Hay una silla en madera con vista hacia el lago. Su agua pareciera que fuera verde, quieta, mansa, y lleva a pensar que dentro de ese lugar se esconde algo. Es misterioso, pero bello. Se sientan padre e hijo y Juanito inicia esta parte del relato.
Recuerde que inició el mandato presidencial de Juan Manuel Santos Calderón, 2010 a 2018, quien al igual que su antecesor, durará ocho años en el poder. La diferencia es que ni su primer y ni segundo periodo de gobierno fue bueno. Un traidor no es de confianza para nadie; mucho menos para un país tan maltratado por la violencia, la corrupción, la indiferencia, la falta de inversión social. De inmediato puso en práctica los diálogos con las FARC21 y se valió de la ayuda de Hugo Chávez. ¡Error catastrófico para Colombia!, pues un tipo tan emocionalmente desequilibrado y volátil no es bueno como mediador. Además, porque comenzó a publicitar un concepto erróneo de paz, pues la paz no es ausencia de conflicto sino justicia social. Obviamente que el intento por terminar el conflicto armado es muy bueno, lo malo es entregar el país a unos líderes terroristas que ingresan a detentar el poder político no por elección popular como lo manda la Constitución, además del indulto por las atrocidades cometidas: violaciones, toma de pueblos, secuestros, carros bomba, homicidios, reclutamiento de menores, entre muchos más. ¿Y ahora en el Congreso legislando para el pueblo? No fue un proceso transparente. Fue algo cerrado para alimentar el ego y que lo nombraran premio nobel de paz ¡Qué vergüenza!, ¡qué desprestigio de esos premios!, porque en Colombia no hay paz, porque no hay justicia social: las familias más necesitadas en Colombia pasan hambre, no tienen oportunidad de empleo, de acceder a una salud y educación con calidad, a vivir con libertad, están esclavizadas con unos impuestos que se los roban los corruptos y no pasa nada. No les interesa la educación, porque un pueblo educado se vuelve crítico y no come cuento a esas “ratas” opresoras que son peor que “El loco”, “El flaco” y “Pecueca” porque ellos delinquieron por circunstancias adversas de la vida, en cambio esas “ratas” se forman para hacerlo.
Ya avanzaba el año 2015, cuando FECODE anuncia un paro nacional indefinido porque no llegaron a acuerdos con un presidente que escucha a los terroristas, pero golpea a los maestros. ¡Claro! El terrorismo le daba circo, en cambio los maestros forman críticos que en algún momento les pedirán cuentas. El gobierno representado por la Ministra de Educación Gina Parody y el Magisterio por Luis Grubert, dialogan en medio de un paro de 15 días, el cual generó una insatisfacción muy grande dentro del gremio, porque de la noche a la mañana, sin explicación alguna y por arte de magia, mientras muchos docentes provenientes de ciudades distintas a Bogotá acampaban en la Plaza de Bolívar después de maratónicas marchas culturales por la ciudad, se anuncia la terminación del paro. ¿Qué pasó en realidad? ¿Qué intereses y beneficios particulares se dieron? ¿Se vendió al gremio? ¡Ah! Y la perla más grande de este paro, es que surge el video como instrumento de ascenso, poniendo este instrumento por encima de maestrías, doctorados, actualización pedagógica; esa payasada e irrespeto a una vocación traerá nuevamente diferencias.
Por esos mismos días, en el colegio cercano a la vivienda de “El flaco”, un hecho violento genera pánico en la comunidad educativa. Son las 5:30 p.m., los padres de familia esperan la salida de sus hijos, cuando de pronto, un hombre armado, a quien identifican plenamente como “Pecueca” dispara tres veces a un integrante de “Los Caninos”. El alboroto fue tan grande que todos los padres corrieron a refugiarse dentro de la institución para evitar ser alcanzados por una bala. Los docentes estaban atemorizados de que se formara una guerra frente al colegio. Y efectivamente así ocurrió. Seis integrantes de “Los Caninos” se enfrentaron a muerte con seis integrantes de “Los Piratas”. Unos y otros malheridos corriendo por las calles de la zona. Los niños dentro del colegio gritaban y lloraban y sus padres buscaban protegerlos. ¡Qué susto!, cuando todo se calmó, habían pasado tan solo diez minutos, todos salieron con pánico e incertidumbre al imaginar que una bala los alcanzara.
A los dos días son capturados “El flaco” y “Pecueca”, los cuales fueron recluidos en El Ejemplo, ambos en patios distintos atribuyéndoles los cargos de concierto para delinquir, porte ilegal de armas y venta de droga. Se espera que por el momento se calmen las cosas por el sector.
Nuevamente en 2018, Juanito le dice a su padre:
–¿Recuerda a la prima de Clara la mamá de Mayra?
–¡Sí!, estuvieron en la clínica el día que falleció esa flor marchita, respondió Juan.
–Voy a narrarle la historia de su despedida. A los dos días de las exequias de Mayra y Diego, en julio de 2010, fue internada en una clínica porque sufrió un infarto cerebral, generándole un daño en el lóbulo frontal, afectando su memoria y emociones. Fue una tragedia para su familia, especialmente, para los hijos que vivían con ella, pues pasó de ser una matrona, jefe de hogar, de tener una energía vital, dirigir su familia, a convertirse en una niña traviesa a la que había que proteger y cuidar.
Jerónimo, uno de sus hijos, el que vivía con ella, sufrió mucho porque estaba acostumbrado a que lo consintieran, lo trataran bien, y ahora él tenía que asumir la dirección del hogar, con el plus de lidiar con algunos de sus hermanos que no aportaban nada ni estaban pendientes de su mamá, pero, si les gustaba molestar e inmiscuirse en los asuntos internos del hogar.
Afortunadamente, el carácter fuerte y rebelde de Jerónimo no permitirá que se inmiscuyan y hará resistencia, enseñándoles una lección de vida con su ejemplo y dedicación que los dejará perplejos. Además de proteger a su hermana Matilde, la más vulnerable de todos. Ya han pasado seis años desde que sufrió el primer infarto.
Eran las 8:30 a.m. del 2 de agosto de 2016. Como de costumbre desde hace algún tiempo, Jerónimo se levantó y bajó rápidamente las escaleras para saludar a su reinita quien estaba despertando. Al llegar a su cuarto, ella ya estaba sentada de espaldas en su cama.
Le cantó como todos los días aquella canción que sólo ellos dos entendían:
–Maderos aquí.
Ella respondió: –maderos allá
Él intervino diciendo: –yoyitas tiri
Y ella le contestó: –yoyitas tirá.
La abrazó y le dijo: –mamita buenos días ¿cómo amaneció?
Con su humor morboso desde que sufrió aquellos infartos cerebrales le respondió: –acostada y en ayunas mijo.
Los dos sonrieron y añadió: –me ayuda a ir al baño, y con un tono de voz tembloroso decía: –pero no me vaya a bañar.
Es que le había cogido pánico al agua desde aquellos eventos, todos los días era una odisea bañarla. Le tendió sus manos y la ayudó a parar, luego, de la mano se dirigieron hacia el baño. Todo era tan normal, tan común como hace un año. Caminaba lenta, pero firme, apoyada de él. Al llegar al baño levantó el bizcocho de la cisterna, le quitó el saco que tenía para protegerla del frío y ella se sentó apoyada de los tubos que mandó colocar para que se sostuviera cuando entrara al baño. Todo era tan normal que jamás sospechó lo que estaba a punto de ocurrir. Se sentó, él la ayudó a desvestirse, le retiró el pijama, el pañal y le puso las chancletas para poderla bañar. Todo tan igual, tan normal.
Cuando hizo del cuerpo le bañó su cola, como de costumbre y le dijo que se hiciera en la tina del baño para que no se salpicara cuando bajara la cisterna. Muy obediente su reinita así lo hizo. Esa rutina la hacían todos los días. Luego se puso a cantarle la boba, con la música de la araña y con letra inventada: –la boba te va a picar, agárrala por detrás, la boba te va a morder, abra bien los pies. (Es que hacía unas semanas su reinita le había dicho que se quería bañar la boba, es decir la vagina y Jerónimo le preguntó: –¿Por qué boba? Y ella con su humor pícaro le dijo: porque le hacen lo que le hacen y no chista nada… la chuzan y chuzan y antes contenta. Jerónimo soltó una carcajada y su corazón brincaba de la emoción al saber que su viejita estaba bien).
Le dijo: –mamita, restriéguese la boba por si algún señor quiere saludarla y acariciarla, que le huela a rico.
Ella le contestó: –que salude y acaricie a la madre de él.
¡Es que a ella se le tenía que hablar así para que se dejara bañar! Ya había terminado de bañarla, la comenzó a secar cuando le dijo: –mijo me duele la cabeza. Jerónimo le respondió: –ya reinita, eso es gripa que le va a dar, pero ya salimos. Volteó a mirarlo y notó algo extraño en su mirada, un frío intenso recorrió su cuerpo y rápidamente llamó a su hermana: –¡Matilde! ¡Matilde! tráigame la silla de ruedas de mi tía, y simultáneamente le dijo: –reinita, ¡ayúdeme!, téngase duro; comenzó a presentir que era otro evento, un infarto cerebral, pero pronto descartó esto porque en cuestión de segundos no pudo mover su lado derecho, se puso tiesa y su hijo le puso sus piernas para que se sostuviera. Intentó hacerle masajes, mientras le decía: –mamita, abra y cierre su mano, y ella lo hacía.
Luego, le dijo: –mamita ¿me escucha?
Ella le dijo –¡sí!,
–¿Cómo es su nombre?, con voz temblorosa, le preguntó.
Le respondió: –Graciela.
–Y sabe ¿quién soy yo?, le interrogaba para no dejarla perder la conciencia.
Le dijo: –Jerónimo, mí adorado Jerónimo… En ese instante perdió la conciencia y nunca más regresó.
Pareciera que el tiempo pasara, pero realmente no. Matilde llevó la silla de ruedas, pero, no pudieron entrarla al baño. Ella fue deprisa a llamar a Rocío, otra hermana, quien trabajaba cerca. En cuestión de minutos estaba Rocío y dos de sus hijos ayudando a sacar a Graciela, que era muy pesada. Entre los cuatro no pudieron con ella. Lograron sentarla en el corredor en una silla plástica. Jerónimo se fue al segundo piso a bañarse para irse a la clínica. En ese instante su reinita se hizo del cuerpo, ya no controlaba esfínteres y dormía profundamente. No volvía en sí. No pasaron cinco minutos, cuando la trasladaron a su habitación, lograron acostarla encima de un cubrelecho, que serviría para llevarla, porque era imposible levantarla.
Se dispuso a llamar un taxi, porque el servicio de ambulancia sólo se hace realidad en las películas. Cuando llegó eran las 9:00 a.m. y cogiendo los extremos del cubrelecho la acomodaron en la silla de ruedas, la sacaron al andén y tres señores que pasaban les ayudaron a subirla al taxi. Rocío se sentó al lado derecho, Graciela en el centro y Jerónimo en el izquierdo. Agradecieron a las personas que los ayudaron y continuaron su odisea. El taxi partió rumbo a la clínica Santa María, donde atendían a Graciela. Pero, en el taxi, algo ocurrió. Comenzó a escuchar una voz dentro de sí que le decía: –Jerónimo, recuerde la petición que un día me hizo. Pensó que era producto de la angustia y no le puso cuidado. Estando cerca de la clínica, en un semáforo y después de un desesperante trancón de hora y media, un habitante de calle se acercó a la ventana y le dijo: esto apenas es el comienzo, usted será golpeado en lo más profundo de su ser y será destruido. Llegó el momento de su fin. Sólo él escuchó eso, y pensó que se estaba volviendo loco. Miró a su reina y le dijo: –mamita ¿me escucha?, si me escucha apriete mi mano; pero ella sólo dormía. Ya faltaban dos cuadras para llegar cuando Rocío llamó a Joaquín para que tuviera lista una camilla y poder hacer el ingreso de su señora madre.
Efectivamente sucedió como pensaron. Los esperaban con la camilla, Rocío fue a legalizar el ingreso y Jerónimo a ingresar con su mamá por urgencias. Joaquín angustiado por la salud de su madre solo se mordía los labios. Al hacerle el triage la enfermera se dio cuenta de la gravedad. De inmediato los médicos llegaron, el internista de turno la examinó, habló con Jerónimo y le dijo: su señora madre está muy mal, ella no está consciente, vamos a hacerle una resonancia y del resultado que salga le informaré.
No pasaron diez minutos cuando la llevaron a la resonancia. Jerónimo anduvo por el pasillo de lado a lado sin hablar con nadie. Volvió a escuchar la voz, y esta vez le dijo: –Jerónimo, YO SOY22, recuerda que una vez en oración me pidió que el día que su mamá partiera le diera la oportunidad de estar con ella y lo hiciera en sus brazos, pues, hoy he cumplido la petición. No entendió en ese momento y pensó nuevamente que era producto de su imaginación por la angustia que estaba pasando. Pero se llenó de paz, fuerza y tranquilidad. De pronto escuchó por el altavoz: –familiares de la señora Graciela favor acercarse a hablar con el médico y el doctor le dijo: ya salió el resultado, a su mamá se le reventó un aneurisma que tenía en el cerebro y toda la cabeza está llena de sangre, ella ya no responde a ningún estímulo de dolor, está respirando artificialmente y vamos a esperar a que el cuerpo naturalmente siga su proceso.
Respiró profundamente, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero, no lloró, sus pasos se hicieron pesados, caminaba sin fuerzas y se dirigió a donde estaba Rocío y Joaquín, ya comenzaban a aparecer uno a uno los hijos de Graciela, no la visitaban en la casa, y ahora se hacían presentes para iniciar el espectáculo social. Al encontrarlos les comunicó sin una sílaba más ni una sílaba menos lo que le había dicho el médico y con la molestia que le causaba verlos se retiró para estar a solas. Al llegar a la calle, nuevamente el indigente del semáforo lo abordó para decirle: – vienen tiempos difíciles, lo hemos seguido y vigilado, conocerá la soledad, la nostalgia y la desesperanza. Él le respondió: –ahora sé que no es producto de mi imaginación, no le tengo miedo. De repente escuchó la voz de su madre que le decía: –mijo, llegó el momento de partir, sé que alguien le dijo que su corazón se partirá en mil pedazos, a partir de ahora, tiene una misión muy importante, no se puede derrumbar. Él levantó sus ojos al cielo y en voz alta dijo: – “El Señor es mi Pastor nada me falta” (Sal 23), “Protégeme Dios mío que me refugio en ti” (Sal 15).
Al llegar nuevamente a urgencias, la familia lloraba y algunos se daban golpes de pecho por ver a Graciela. En ese instante pensó: ¿cómo no se los daban cuando estaba en casa y no la visitaban? ¡Hipócritas! Estoy seguro de que no dejarán que se muera cuando estarán peleando por un ladrillo. Los miró, y se dirigió a donde estaba su madre. Estaba conectada con respirador artificial, con su mano y el aceite del Señor de los milagros, celebró con ella el Sacramento de la Unción de los enfermos23, la ungió con el aceite haciéndole la señal de la cruz en la frente y le dijo: –por esta santa unción sean perdonados tus pecados; luego le hizo la misma señal de la cruz en las palmas de las manos mientras repetía: –que te proteja el poder de Cristo Salvador, y reafirmó la acción en los pies diciendo las mismas palabras: –por esta santa unción sean perdonados tus pecados, haciendo la señal de la cruz y complementando con: –que te proteja el poder de Cristo Salvador. El ambiente se tornó lleno de paz y de la presencia plena del Dios de la Vida, entonces cerró sus ojos y comenzó a recordar los momentos que vivieron y las pilatunas que hizo desde que sufrió el primer infarto cerebral en 2010.
Una sonrisa brotó de sus labios cuando venían las imágenes de aquel sentido del humor morboso e inocente que desarrolló a causa de los más de cinco eventos o infartos cerebrales que vivió desde 2010 hasta 2016. Recordó cuando les decía –¿ya le contaron? – Y ellos -los hermanos y Jerónimoque estuvieron cerca y disfrutaron esos momentos maravillosos de la nueva Graciela, respondían – no viejita ¿Qué? – Y ella con una carcajada y una mirada pícara e inocente decía: –los pelos del culo–. Al unísono reían y disfrutaban, mientras su hermana Matilde, con su estilo particular, se hacía cruces y decía que era pecado decir tanta grosería. Esas acciones las repetía con Joaquín, Rocío, Jerónimo y con los nietos los hijos de Rocío, quienes también estuvieron cuidándola y ayudándola en todo momento, especialmente la nieta consentida de ella y el nieto menor, el consentido de Jerónimo.
En otras ocasiones hacía pasar colores, porque llevándola a caminar, la gente la saludaba, muchos sin conocer su situación. –Adiós señora Graciela ¿Cómo está? – Y entre sus dientes y en voz alta respondía: –Adiós, no ve que estoy parada–, o sentada o caminando, según la posición en la que estuviera. Ella no lo hacía por maleducada, sino porque su lóbulo frontal estaba afectado. Pero sus hijos sí pasaban colores. ¡Ay mi reinita! ¡Qué recuerdos tan hermosos me dejó! Pensaba para sí Jerónimo.
Además, toda la odisea que tenía que pasar diariamente para bañarle el cuerpo: le había cogido terror al agua, entonces Jerónimo la engañaba para entrarla a la ducha, le contaba cuentos, le cantaba, le seguía su conversación de doble sentido, le hacía énfasis en las historias que su madre recordaba y le agradaba. En fin, una serie de estrategias para lograr mantener a su reina en condiciones óptimas.
También en aquel paseo a Cartagena, estando en el hotel frente al mar, le dijo: –¿reinita sabe dónde estamos? – Y con esa picardía propia y frente a Rocío y Matilde, le respondió: –pues en la casa. Ahora no me vaya a decir que paseando. No me crea boba y con el pulgar puesto en el mentón, hacía movimientos en su rostro. ¡Que hermoso poder disfrutar la ternura e inocencia de una madre!
Afortunadamente, desde que se enfermó y me hice cargo de administrar sus recursos económicos (pensión) decidí que cada centavo que ingresara, lo gastaría en ella: buena ropa, viajes, paseos, buena comida, su manicure, aunque no fuera muchas veces consciente de ello, sus recursos estarían para su servicio y no dejaría nada para que reclamaran aquellos hijos ambiciosos, desagradecidos, que con su abandono, intriga e indiferencia logran mostrar que un crimen no es solo cometer un delito, ser asesino o ladrón. También es criminal abandonar a sus padres y crear caos e intrigar en contra de aquellos que ponen el pecho 24 horas del día, los siete días de la semana y los treinta días del mes cuidando y amando a una persona enferma y más cuando esa persona es la propia madre, reflexionaba Jerónimo.
Tampoco pudo olvidar aquel diciembre cuando se cobró su prima, y fueron al centro comercial a comprar su ropa de Navidad y Año Nuevo; al terminar las compras, le dijo: –mamita, ¿le gustó lo que se compró?, ella dijo: –¡Sí! Pero con mi plata. Todos soltaron la risa y dentro de su corazón se alegraba que fuera consciente de las cosas, de su independencia económica y que los gustos que se daba eran producto de su mesada. En ese instante pasó algo, se puso seria, miró fijamente a un señor que pasaba y dijo: –miren a ese señor le robaron. Por el rostro que puso, pensó que había acabado de suceder y le dijo –¿qué le robaron? Y con una sonrisa burlona respondió: –el pelo. ¡Es que aquel hombre era calvo! Nuevamente las carcajadas no se hicieron esperar, y por supuesto, las cruces de Matilde.
De regreso a casa la llamó Joaquín para saludarla. En su conversación de doble sentido le preguntó: –mijo, ¿usted tiene moto? Él le dijo: –No viejita, yo tengo carro. A lo que ella replicó: –¡no!, motoso el culo. Nuevamente las carcajadas de unos y otros, porque no era vulgaridad, era tan solo una niña en cuerpo de mujer que mostraba sus emociones y afecto a través del humor. ¡Gracias mamita por esos momentos tan bonitos! Mirando a su madre tendida en la camilla de un hospital, m...