La herencia de la tribu
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La herencia de la tribu

Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana

  1. 287 páginas
  2. Spanish
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La herencia de la tribu

Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana

Descripción del libro

Remontándose a los tiempos fundacionales de la nación, la autora se propone establecer las líneas de continuidad que vinculan el pasado independentista con la así llamada revolución del siglo XXI. A la luz de los mitos políticos que iluminan la noción de la venezolanidad, sin prejuicios ni valoraciones anticipadas, este libro se adentra en la identidad nacional y desenmascara las pasiones con las que se la ha construido.Señalada como una obra esencial para la comprensión de nuestra contemporaneidad, el jurado del Premio de Ensayo Debate-Casa de América 2009 "reconoció el valor y mérito de la obra de la venezolana Ana Teresa Torres. La herencia de la tribu. Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana realiza un aporte fundamental a uno de los temas más pertinentes de la actualidad política latinoamericana, por lo que el jurado quiso hacer un llamamiento y recomendación especial para su publicación".

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Información

Año
2018
ISBN del libro electrónico
9788417014063
Edición
1
Categoría
Historia
La Revolución Bolivariana como alegoría nostálgica de la Independencia

Las incógnitas del héroe

Hoy pudiéramos decir que la revolución viene de allá, sin duda alguna, de Bolívar, que vuelve con su clara visión, con su espada desenvainada, con su verbo y con su doctrina.
HUGO CHÁVEZ, 5 de agosto de 1999.
La aparición de Simón Bolívar en la historia de Venezuela no tiene una fecha precisa. La de Hugo Chávez sí: ocurrió el 4 de febrero de 1992. A través de los canales de televisión uno de los comandantes sublevados se dio a conocer al país horas después de su rendición[86]. Sus palabras fueron las siguientes:
«Primero que nada quiero dar buenos días a todo el pueblo de Venezuela, y este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada Blindada de Valencia. Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra. Oigan al comandante Chávez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos. Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias[87]
Los analistas políticos han resaltado innumerables veces dos frases de esta alocución: «por ahora», que se hizo célebre, de modo que, cuando es pronunciada, de inmediato se considera una alusión a Chávez; y «asumo la responsabilidad», porque en Venezuela asumir responsabilidades es un hábito infrecuente. Podría agregarse que, al asumir la responsabilidad del movimiento, de hecho se estaba consolidando como el líder del mismo. Menor importancia se le ha otorgado al saludo de «buenos días», que no deja de ser una extraña manera de dirigirse un alzado en armas al país cuya Constitución acaba de violar. La expresión tiene más de locutor de noticias que de conspirador. Se ha interpretado como un gesto de cortesía, lo que sería banal; más bien sugiere que el enunciante le estaba ofreciendo al destinatario del mensaje –el pueblo de Venezuela– un buen despertar, «el destino mejor» prometido a continuación. El héroe comenzaba a hablar en clave mesiánica.
También se le ha atribuido una gran significación al hecho de que sus palabras se transmitieran por televisión en vivo[88]. De los numerosos intentos de golpe ocurridos en Venezuela, esta era la primera vez que el protagonista de un alzamiento fracasado se dirigía directamente al país, y al hacerlo personalmente, en presencia de los militares que lo custodiaban, pero con la libertad de decir lo que quisiera, era una señal paradójica. Por un lado, se mostraba al soldado rendido; por otro, se avalaba su mensaje. La palabra del héroe adquirió en ese momento dimensión histórica. Según Fernando Yurman (2008: 32-33):
«No deberíamos olvidar que la identidad es también originalmente imaginaria, y que la dimensión visual fue fundadora esencial de Venezuela. La obra de Eduardo Blanco Venezuela heroica, ese panegírico tan importante en la operación de gestar una identidad nacional de tipo histórica, apela a la admiración (es decir la mirada) y tuvo un desenlace esencialmente visual... La importancia de la dimensión visual en la constitución identificatoria no es irrelevante, la letra escrita está asociada al poder, pero la imagen se asocia más fácilmente con la oralidad. El rostro y la voz están ligados inextricablemente a los primeros vínculos, aquellos a los que alude, y aleja, la abstracción letrada.»
Gracias a esta breve aparición se dice que ganó las elecciones presidenciales de 1998. Pudiera ser una aseveración simplista; lo cierto es que poco después del golpe, en las fiestas de Carnaval, los niños se disfrazaron de «chavecitos» en vez de Zorros o Supermanes, comenzaron a venderse franelas y tallas con el rostro del comandante, y los muros de las ciudades se llenaron de graffiti con mensajes alusivos. Comenta Humberto Jaimes Quero (2003: 6) que, como elementos expresivos de subversión y contracultura, los graffiti:
«revelan tendencias inherentes a las mentalidades arraigadas en una sociedad o en una urbe, que en oportunidades se asoman única y exclusivamente a través de los muros. Así, por ejemplo, un texto como ‘Viva Chávez’ aparecido hacia marzo de 1992 en el centro de Caracas, aparte de poner de manifiesto cierto apoyo de la ‘masa anónima’ al oficial rebelde nos estaba diciendo que corrientes subterráneas sumergidas durante años en los estratos profundos del ser venezolano, habían estallado en solicitud de algo que se creía sepultado: el mesianismo militar.»
Otro caso citado por este autor es el mensaje aparecido en un edificio de la parroquia 23 de Enero de Caracas: «la próxima vez avísanos Chávez» (2003: 124-126).
Ángela Zago, periodista y antigua guerrillera de los años sesenta, inicialmente entusiasta seguidora de Hugo Chávez, al punto de haber sido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, publicó La rebelión de los ángeles el mismo año del alzamiento. Ya el título sugiere que una buena y evangélica nueva llegaba a Venezuela. A lo largo de los textos Zago (1992: 14-16) expresa su rendida admiración por las dotes morales e intelectuales de los comandantes, y subraya la condición paterna de Chávez y la emoción popular que despertó[89].
«Su cara se quedó en el pensamiento de cada venezolano por algo muy simple: se había responsabilizado de su actuación y su mensaje pareció el de un padre nutritivo ante la conducción de sus hijos: «Ustedes lo han hecho muy bien, nosotros no tanto...» ... Profesionales y jóvenes pasaron a visitarlo, igual que las viejitas que le llevaban «preparados», sancochos, dulces de la familia y escapularios para protegerlo...»
No deja de ser llamativa la alusión a «las viejitas» porque precisamente una de las críticas de la izquierda radical fue siempre la naturaleza populista de los gobiernos democráticos, con la consiguiente burla a los políticos que «besaban viejitas» durante los recorridos por sectores pobres en las campañas electorales. Aquí el hecho de que las «viejitas» acudan con sus escapularios es, por el contrario, percibido como una muestra del entusiasmo despertado por el comandante. Interesante es también la recolección que la autora hace de algunas manifestaciones folclóricas surgidas a partir de ese 4 de febrero. Una es la carta, en forma de «corrío», del cantante Cristóbal Jiménez al comandante Chávez, dedicado «con el cariño de siempre» (1992: 161-162)[90].
«Mi Venezuela está unida: José Leonardo Chirinos, Guaicaipuro, José Laurencio Silva, Sucre, Brion, Luisa Cáceres, Ezequiel Zamora y Maisanta. Y Simón Rodríguez... ve a otro Libertador.»
Y algunos anónimos:
«Les pido a los militares, que son unos hombres serios, que le echen mano al coroto pa’ que protejan al pueblo[91]
«Sí señor, este hombre lleva por dentro el amor bolivariano, sangre de Negro Primero, del cacique Jirahara, y de José Antonio Páez, el Libertador del Llano.»
Vemos claramente varios de los elementos analizados en el mito bolivariano pagano, como es la estirpe guerrera y heroica que une a Guaicaipuro con Chávez a través de la saga libertaria; en este caso enriquecida con el general José Laurencio Silva, casado con una sobrina de Bolívar, el almirante Brion y la heroína Luisa Cáceres –una de las pocas mujeres reseñadas por la historia–, con especial mención del antepasado Maisanta. De nuevo encontramos la noción del mesianismo militar en la esperanza de que la «seriedad» de los militares proteja al pueblo. Como hemos apuntado anteriormente, se trata de la confianza en los militares como descendientes de Bolívar y protectores de la libertad; y por último, la invocación del mestizaje que hace de Hugo Chávez heredero de las tres culturas primigenias, origen que él mismo ha confirmado muchas veces. En esta simple muestra encontramos las tres condiciones de Bolívar: padre, mesías y libertador, reunidas en el teniente coronel que, aparentemente, había fracasado en su intentona militar.
En una cita del diario de Hugo Chávez, escrito cuando tenía veinte años, surge la primera de las incógnitas de su aparición en la historia: «Sé muy bien lo que busco y lo que hago, y por qué me sacrifico. Recuerdo en estos momentos un pensamiento: ‘El presente es de lucha, el futuro nos pertenece’»[92]. ¿Entró en el ejército porque quería jugar béisbol, como ha afirmado en algunas oportunidades, es decir, como medio de ascenso socioeconómico? (Blanco Muñoz, 1998: 37). ¿O fue «sembrado» en las Fuerzas Armadas por su hermano Adán, que estaba en contacto con la izquierda insurreccional? ¿O, una vez entrado en la Academia Militar por su propia intención, fue conducido por su hermano hacia estos grupos? ¿A los veinte años Hugo Chávez sabía cuál era el futuro que quería construir, o ese «sé muy bien lo que busco» no pasaba de ser un anhelo juvenil? ¿Era un destino nacional o simplemente el destino personal que cualquier joven puede plantearse como meta? No lo sabemos, y quizá no lo sepamos. Pero, en todo caso, vayamos a esos orígenes políticos que tan exhaustivamente recogió Alberto Garrido en sus libros sobre la Revolución Bolivariana[93].
En Testimonios de la Revolución Bolivariana (2002b) publicó sus entrevistas con Douglas Bravo, Nelson Sánchez (Harold), Pablo Medina, Francisco Arias Cárdenas, Herma Marksman y Simón Trinidad. Cuando Bravo fue expulsado del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en 1965 fundó la organización clandestina Partido de la Revolución Venezolana (PRV), y posteriormente Tercer Camino. De acuerdo con su testimonio, Chávez se incorporó en 1982 a los oficiales rebeldes que ya estaban actuando en las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), y los elementos que insurgieron el 4 de febrero de 1992 se organizaron en 1983[94]. El encuentro entre Bravo y Chávez fue propiciado por su hermano Adán Chávez, militante del PRV en Mérida, en cuya universidad era profesor. Dice Douglas Bravo (Garrido, 2002b: 11-19):
«Adán Chávez nos comunicó a nosotros que tenía un hermano en las FAN. Él canalizó orgánicamente sus inquietudes a partir de ese momento. Su hermano era un vehículo, una correa de transmisión hacia él y hacia otros oficiales. El hermano lo puso en relación con Harold, que era el seudónimo del profesor Nelson Sánchez, un tachirense militante del PRV, que había sido militante de Ruptura[95] y era muy amigo del hermano de Chávez. A través de él se dio el encuentro conmigo. Nos reunimos sobre la base de estructurar un movimiento cívico-militar que se preparara a largo plazo para una insurgencia revolucionaria. Es importante destacar que cuando surgió el grupo que se va a denominar Movimiento Bolivariano ya existían dos grupos más en el seno de las FAN... El movimiento de resistencia patriótico, revolucionario y socialista jamás ha dejado de existir en el seno de las FAN, porque es la expresión de una realidad social y política que hay en el país.»
Douglas Bravo introduce la segunda incógnita acerca de Chávez: ¿de quién es la autoría del bolivarianismo? Según Bravo, su expulsión del PCV se debió a que él y su grupo reivindicaban los elementos teóricos de Simón Bolívar, de Ezequiel Zamora y otros pensadores venezolanos, que chocaban con la ortodoxia soviética. Publicaron en 1969 un documento llamado «Marxismo-leninismo-bolivariano» en donde planteaban por primera vez la nacionalización del pensamiento revolucionario. La presencia de los factores militares en los movimientos revolucionarios venezolanos –que, como decía Véronique Hébrard, obedece a que los militares no son vistos como usurpadores sino como salvadores del pueblo y baluartes de la patria–, es confirmada por Bravo.
«Hay una continuidad que no ha sido nunca interrumpida. Jamás. Una continuidad de organización de las FAN participando conjuntamente con el movimiento político revolucionario. Mucho antes de que se fundara el Movimiento Bolivariano del 4-F.»
Bajo la responsabilidad de Nelson Sánchez, comandante Harold, estuvo la organización del Frente Militar de Carrera, que culminó en los movimientos insurreccionales de 1992. Confirma en su testimonio que Adán Chávez en los años 1973 y 1974 estaba en contacto con profesores universitarios vinculados a Ruptura y al PRV (Garrido, 2002b: 35-37):
«Es en esa etapa cuando Adán Chávez acerca a Hugo, su hermano. Aquí hay que aclarar que Hugo ya tenía inquietudes revolucionarias desde que era cadete. Esas inquietudes de Hugo fueron alimentadas, por la vía de Adán, con el proyecto del Frente Militar de Carrera que había diseñado el PRV... Ahí se me pasa la clave para contactar a Hugo Chávez en Fuerte Tiuna, donde ejercía el rango de Teniente... Hacia 1980 ya Hugo es parte formal del proyecto.
»Ya en 1982 surge el MBR-200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario) como tal. Quien sugiere este nombre es el mismo Hugo. Eso ocurre en una reunión privada que se sostiene en su apartamento. Como ya los civiles habían ampliado su participación en el sector no se podía identificar el movimiento revolucionario solamente con los militares y ahí es cuando se decide lo de «bolivariano revolucionario» eliminando lo de «militar», que no permitía apreciar la estructura cívico-militar de la unión. El número 200 se le anexa en esa misma reunión, también a sugerencia del mismo Hugo, pues consideraba que era un homenaje al bicentenario del nacimiento del Libertador, que se celebraba al año siguiente.»
De acuerdo con este testigo fue Douglas Bravo quien ideó el «camino bolivariano» (acompañado del pensamiento de Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora), y Hugo Chávez el elegido para llevarlo a cabo. «Para nosotros Hugo era la persona más indicada para encabezar el proceso en el momento en que se produjera la ruptura creadora... compartía plenamente nuestra tesis bolivariana... Ya desde 1976 se habían definido las plazas fundamentales para la toma del poder» (Garrido, 2002b: 41 y ss.).
«Douglas buscó una nueva vía para nuestros países, una vía nuestra, soberana... La tesis de Douglas recorrió los movimientos revolucionarios de América Latina. Se planteó como algo novedoso romper con el marxismo-leninismo y levantar banderas nacionales y latinoamericanas bajo ideas fundamentales de Bolívar... como única fórmula para unir la gran patria Latinoamericana... El pensamiento bolivariano permitía llegarle mucho más al pueblo... En nuestra Patria Grande debe producirse algo similar a lo que ocurrió cuando Bolívar logró movilizar hombres y mujeres de todo nuestro continente bajo la consigna de la Independencia… el pensamiento de Douglas, que incluye el espacio para la originalidad planteado por Simón Rodríguez, la reivindicación de la democracia popular zamorana y el accionar de Hugo Chávez.»
Pablo Medina[96] señala a 1977 como el año en que tuvo lugar la primera reunión de civiles de la izquierda radical con Chávez, a la que sucedieron otras en los años ochenta, en una de las cuales «habló de levantar las tesis bolivarianas y del MBR-200... era válido sobre todo, desde el ángulo bolivariano, en unas Fuerzas Armadas que son educadas en el pensamiento bolivariano» (Garrido, 2002b: 98-100). El alto comandante de las FARC, Simón Trinidad, también parecía apoyar la tesis bolivariana (Garrido, 2002b: 228).
«Estamos de acuerdo con el pensamiento de Simón Bolívar. El sueño de Bolívar todavía está por hacerse, como lo dijo Martí. Ahora bien, ¿en qué sentido somos bolivarianos? Bolívar luchó por darle bienestar social al pueblo, tierra al campesino, libertad a los esclavos. Bolívar reivindicó el papel de la moral y de la educación, que eran y hasta ahora son necesidades básicas de nuestra sociedad. Pero también Bolívar planteó la unidad latinoamericana, como única forma de que América Latina pudiera competir con los centros de poder económico... Bolívar fue antiimperialista y nosotros somos antiimperialistas.»
De modo, pues, que no hay manera de comprobar si la instrumentación del culto a Bolívar como modo de proponer un socialismo a la venezolana, con proyección latinoamericana, fue una creación de Chávez, si la tomó de la tesis de Douglas Bravo, o de la propia ideología del ejército, institución que forma parte activa del culto a Bolívar, o si, simplemente, se establecieron coincidencias. En cualquier caso fue Hugo Chávez el beneficiario del hallazgo ...

Índice

  1. Preámbulo
  2. El fundamentalismo heroico
  3. Fracturas de la modernidad
  4. La Revolución Bolivariana como alegoría nostálgica de la Independencia
  5. Referencias bibliográficas
  6. Notas
  7. Créditos