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Los cautiverios de las mujeres
Madresposas, monjas, putas, presas y locas
- 884 páginas
- Spanish
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Los cautiverios de las mujeres
Madresposas, monjas, putas, presas y locas
Descripción del libro
La antropología de las mujeres es un tema que no ha sido tratado en nuestro medio académico desde una perspectiva científica con la amplitud, profundidad y creatividad con que se aborda en este texto . El estudio antropológico de la condición femenina es una contribución científica que tiende a llenar una laguna en los estudios de género desde la antropología.
Por esta misma carencia de interpretaciones antropológicas de la mujer, la doctora Lagarde ha debido crear sus propias categorías de análisis que vienen a enriquecer los elementos epistemológicos de su disciplina. Me refiero en concreto al concepto de cautiverio, que denota rasgos diferentes dentro de la interpretación tradicional de la condición femenina de opresión, y en esa medida la distinguen, en su especificidad, de otras opresiones, tales como la de raza, grupo marginado y otras… La argumentación a lo largo del texto es sólida, flexible y no dogmática, muestra una capacidad de observación muy amplia, unida a la erudición y a la voluntad de saber de Marcela Lagarde. Todo lo cual se traduce en una expresión literaria fluida, sencilla pero no simple. Las conclusiones a las que llega cubre las hipótesis que se plantean al inicio de la obra: la liberación de las mujeres de sus cautiverios, con base en las estrategias que se detallan. Esto no significa que la experiencia de ser mujer se atomice, sino que se enriquece y muestra la evidencia de su complejidad inabarcable, aunque se compartan rasgos ontológicos. Descubrir nuestros cautiverios es el primer paso para abandonarlos.
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Categoría
Ciencias socialesCategoría
Feminismo y teoría feminista1. UNA ANTROPOLOGÍA DE LA MUJER
Algunas razones para una antropología de la mujer
¿Qué hace que muchos antropólogos consideren poco edificantes o irrelevantes para nuestra ciencia las investigaciones científicas sobre la vida de las mujeres? ¿Por qué una de las disciplinas dedicadas a estudiar, analizar y explicar la humanidad de los seres humanos no habría de ocuparse de la mitad de ellos?
Se dice que es innecesario e incorrecto hablar de antropología de la mujer. Se afirma que la disciplina ya se ha ocupado de las mujeres; es cierto, pero insuficiente para negar la necesidad de una antropología de la mujer.
Martha Moia (1981:21), quien ha contribuido a la investigación antropológica sobre la mujer, no está de acuerdo en dar el nombre antropología de la mujer a estos estudios porque, dice, encierra tres trampas: hacen creer que existe algo fuera de “nuestra realidad a lo que debemos integrarnos”; como no hay antropología del varón, plantean teorías especiales para la realidad “mujeril”; y no denuncian a la antropología como estudio de, para y por el hombre. Así, Moia propone hablar de “mujer y antropología”. Sin demostrar por qué sería científicamente inadecuado elaborar teorías específicas que den cuenta de la específica condición de la mujer y de las situaciones específicas de las mujeres, indica que la mujer, “desde su condición, y reconociendo su situación de oprimida, se dirige a la antropología para aprender sobre sí misma y sobre… la opresión mediante el Método Ginecocéntrico”.
Moia parte de que nada nuevo hay en la antropología cuando ésta se ocupa de las mujeres; además, presenta la disciplina como algo acabado y exterior a las mujeres, a lo que han de recurrir para aprender sobre sí mismas. En mi opinión, sí hay algo nuevo en la antropología de la mujer: la propuesta de que la antropología se ocupe de las mujeres como sujetos protagónicos de la historia, de la cultura; de que las mujeres, en su diferencia, puedan observarse, explicarse y tal vez interpretarse a partir de enfoques antropológicos y desde perspectivas que contribuyan a erradicar su opresión.1
Lejos de conformar un cuerpo de leyes y un modelo cerrado y acabado, la antropología de la mujer es una perspectiva filosófica que ha de incorporar conocimientos de la economía, la biología, la antropología, la sociología, el psicoanálisis y cualesquiera otras disciplinas.
Escisión genérica, condición y situación
Hombre y mujer han sido siempre sexualmente diferentes. En un proceso complejo y largo, se separaron hasta llegar a desconocerse. Así se conformaron los géneros2 por la atribución de cualidades sociales y culturales diferentes para cada sexo, y por la especialización y el confinamiento exclusivo del género femenino en la sexualidad concebida como naturaleza, frente al despliegue social atribuido al género masculino.
Es un proceso doble, permanente e inconcluso en el que la mujer es reducida a la sexualidad y ésta —por considerarse natural— es desvalorizada. Así, la enorme diversidad de actividades, trabajos, sentimientos y formas de vida de las mujeres han sido definidos históricamente como producto de sus cualidades naturales, biológicas. Simultáneamente, las mujeres fueron haciéndose tan diferentes entre sí que se desconocieron unas a otras. El género femenino se escindió al aparecer grupos de mujeres exclusivos y mutuamente excluyentes, definidos también por la sexualidad.3
Un problema clave de la historia es la conformación paulatina de una complejidad humana caracterizada por la imposibilidad de los seres humanos particulares4 para vivirla. La sociedad les impone modos de vida diferentes sustentados en su especialización excluyente: lo que es obligatorio para unos está prohibido para otros porque pertenecen a grupos como las clases sociales y los géneros, relacionados unos con otros porque se complementan en las contradicciones entre necesidades, carencias y poderes. Hoy todas las sociedades están estratificadas en géneros y casi todas, además, en clases y otras categorías sociales.
El proceso en el que surgieron clases y géneros pasó por una primera escisión de los seres humanos surgida de la diferenciación excluyente y compulsiva entre hombres y mujeres. De ella surgió la condición histórica de la mujer. Una segunda escisión ha ocurrido entre las integrantes del género femenino. Ésta define la situación de las mujeres, producto de su propia diferenciación. Las diferencias entre mujeres se deben a sus diversas situaciones genéricas derivadas de su adscripción de clase social, nacionalidad, concepción del mundo, edad, lengua, tradición histórica propia, costumbres, etcétera.5
La mujer: sujeto histórico, sujeto del conocimiento
La antropología de la mujer retoma los planteamientos básicos originales de la disciplina, con la diversidad de los sujetos y de los ámbitos de su alcance científico.
La antropología pudo definirse como espacio del conocimiento científico sólo con el planteamiento de un problema filosófico propio: la llamada naturaleza humana, es decir, la cultura, sus orígenes, los procesos y los contenidos de su conformación, su evolución, su diversificación y la configuración de las particularidades humanas. En su intrincado desarrollo histórico, la antropología trocó ese objeto filosófico por un objeto empírico: los llamados primitivos. En México el cambio en el paradigma antropológico se expresó en el desplazamiento del interés por la definición histórica de la naturaleza de lo mexicano y de los mexicanos, es decir, de la identidad nacional, hacia uno de los grupos que la constituyen: los llamados indios.6
La antropología de la mujer enriquece a la disciplina y al conocimiento histórico, porque al analizar procesos culturales que conciernen a todos los grupos y categorías sociales, no se limita a indios ni a primitivos, y permite ampliar el examen de problemas y paradigmas que conforman su ámbito. Aun en el análisis de la situación de las mujeres indias, su realidad rebasa al grupo que el reductivismo de la antropología mexicana ha privilegiado. Las indias tienen mucho que ver con los indios, pero su situación se fundamenta tanto en su condición de mujeres, como en su condición étnica y de clase.
Analizar periodos o coyunturas, regiones, grupos y culturas, o investigar temas puntuales (parentesco, religión, poder, relaciones económicas, sexualidad, rituales, mitología, costumbres) exige caracterizar las diferencias genéricas y dar cuenta de las formas en que las mujeres intervienen en ellos. Las preocupaciones antropológicas por los hechos definitorios de la cultura (trabajo, formas de subjetividad social, predisposiciones, normas, instituciones), precisan definir a la mujer como sujeto de investigación, porque es sujeto constitutivo de la historia. Para ello es necesario crear conceptos, categorías y metodologías que permitan aprehender a este sujeto singular y modificar verdades científicas que lo omiten.
En tanto que sujeto del conocimiento, la mujer requiere del enfoque antropológico como método interpretativo de su constitución y de su evolución históricas. La tesis antropológica que sostiene la unidad de la especie y ubica a los seres humanos como sujetos históricos complejos y multideterminados es necesaria para concebir a la mujer como una particular unidad dialéctica entre cuerpo, sociedad y cultura. Así, la antropología de la mujer permite el análisis de relaciones sociales, instituciones, normas, ideologías, que conforman a la mujer y cuya expresión son las mujeres. Permite igualmente aclarar que los humanos no son hechos biológicos, sino productos de procesos históricos y que la biología capturada desde la cultura debe ser tomada en cuenta por su enorme peso en las atribuciones sociales y culturales.
Es conveniente destacar que este enfoque permite aproximarse a la mujer como ser social, ser de cultura, definida y especializada en el trabajo y en otras actividades vitales centradas en la reproducción social y cultural: como cuerpo vivido7 circunscrito a la sexualidad. Sobre ese cuerpo y esa sexualidad históricos se han estructurado su subjetividad y sus posibilidades de vida como espacio para los otros. La historia de la mujer como género, ha sido hasta ahora la de un ser-de-los-otros.8
Los conocimientos desarrollados por la antropología de la mujer pueden incidir no sólo en la interpretación de la condición de la mujer y de la cultura: contribuyen, sobre todo, a la construcción de la identidad genérica al develar lo común, lo compartido por todas las mujeres, y las diferentes formas de ser mujer. Con la antropología de la mujer se busca evidenciar cuán históricos son el destino y las posibilidades que las mujeres tienen de apropiarse de la historia con la crítica y la desestructuración de la ideología de la naturaleza que han interiorizado.
Plantear a la mujer como sujeto de análisis de la antropología significa reconocer que su diferencia genérica compete al problema filosófico de la naturaleza humana, o sea a la historia. En ella, la mujer ha sido una parte irreductible y necesariamente identificable. La antropología de la mujer es, pues, una perspectiva que conduce hacia la identidad humana de hombres y mujeres a partir de sus diferencias genéricas.
¿Qué significa antropología de la mujer?
Veamos término a término el concepto antropología de la mujer:
anthropos, hombre;
logos, conocimiento;
mujer, hembra del macho.
Antropología, como primera parte de la definición, significa conocimiento del hombre. A ella se añade la segunda parte cuyo significado cultural mujer es: hembra del macho. Parecería una sinrazón proponer que un área de conocimiento de una disciplina especializada en el estudio del hombre, lo sea de la mujer. ¿Qué es lo que no suena bien? ¿Qué es lo que nos asombra de esa proposición?
El hecho de que el término anthropos, que designa lo relativo al hombre, abarque específicamente a la mujer, causa incomodidad. En nuestra cultura, el concepto hombre no es neutro, sino claramente sexuado y genérico. Es el concepto que define a los individuos del grupo genérico masculino: al conjunto de seres humanos machos.
Todos aquellos que tienen características sexuales de los machos, se consideran machos y entran en el sistema de clasificación bajo el término hombres o varones. A ellos se aplica también el término hombres, con el doble sentido de hombreshombres, seres humanos varones: sector varonil de la humanidad. De tal manera que hombre, varón y macho, son sinónimos. La organización del mundo y las concepciones dominantes, hacen que se dé mayor sinonimia entre esos términos que entre hombre y ser humano. Surge también un problema real de referencia y significado debido a la mayor o menor identidad entre los contenidos de términos (teóricamente) idénticos.
La situación se complica porque en nuestra lengua y en general en Occidente el concepto hombre tiene, de manera simultánea otro significado: se trata de la concepción que engloba a todos, su referente es la humanidad. El problema semántico —ideológico— ocurre porque el carácter patriarcal de la sociedad y de las concepciones del mundo, le da en primer lugar el significado de varón. La contradicción política consiste en usar de manera simultánea el mismo término en una primera intención como general y sólo en un segundo plano como varón. Finalmente, el patriarcalismo ideológico hace que se borre el sentido general y predomine el que refiere a los varones, aun cuando se haga referencia a hombres y mujeres.
El significado que permite construir una verdadera categoría general como anthropos no es hombre, es ser humano. Si aplicamos ese contenido leemos antropología como conocimiento, estudio, análisis, indagación sobre el ser humano. Sólo con ese acuerdo tiene sentido agregar de la mujer, como un particular de la totalidad.
Pero un nuevo problema surge con el significado que se da a mujer como hembra del macho. Ésa es la definición de los diccionarios, especializados en fosilizar concepciones del mundo a partir de ideologías muy concretas. Pero ésa es precisamente la razón de traerla a colación. El diccionario es útil, porque no define nada que no tenga peso en la vida social y en la cultura. Tal es el caso del significado que adjudica a la voz mujer, que es definida en una dimensión animal, como el grupo sexual que no es hombre y a la vez como el grupo genérico que es del hombre, cuando menos como referente.
Así, la validez científica de plantear una antropología de la mujer se encuentra en las posibilidades de desarrollo de un conocimiento y de una sabiduría críticos y creativos que permitan ver a la mujer como ser humano, como ser de la sociedad y de la cultura, que históricamente constituye un grupo específico, una categoría social definible positivamente y no sólo en función de otros grupos. La antropología de la mujer se caracteriza por la idea básica de que el ser humano se conforma de manera irreductible por la unidad de hombres y mujeres, es decir, por dar la connotación exclusiva de ser humano a anthropos, como categoría general, y eliminar el significado varón en la conformación de su campo teórico.
El interés contemporáneo en la mujer constituye una recuperación de temas y perspectivas propios de la reflexión sobre la historia, la sociedad y la cultura del siglo XIX. Reflexión actualizada por la irrupción de las protestas de las mujeres y de las primeras propuestas feministas.
La antropología de la mujer remonta sus orígenes a los autores decimonónicos que plantearon teorías para explicar la evolución de las sociedades y el papel de mujeres y hombres en ellas, el surgimiento de instituciones como la familia o el Estado, o las causas de lo que llamaron dominio “sexual”.9
MacLennan (1865) con su teoría del patriarcado o Bachofen (1861) con la del matriarcado, así como Margan (1877) y Engels (1884) buscan explicar en su análisis histórico la opresión de la mujer a partir de su lugar en las relaciones de producción y en la sociedad. No importa para nuestra perspectiva si sus datos, o incluso si algunas de sus tesis o de sus conclusiones hoy han sido refutadas; lo importante es que conceptualizaron a la mujer y a su circunstancia en el espacio de la historia y no de la naturaleza, y que la mujer, sus relaciones, sus funciones y las instituciones que la recrean ocuparon un lugar central en su interpretación histórica. La visión del mundo de los clásicos y su análisis abarcaban dimensiones hoy perdidas: incluía el análisis y la crítica a la opresión de las mujeres; incluso algunos de ellos eran destacados luchadores por los derechos de la mujer, como Harriet y John Stuart Mill (1869).
En su concepción filosófica Marx (1844) hizo el planteamiento revolucionario de la inexistencia de la humanidad como categoría unitaria, y la explicó por la enajenación entre los seres humanos, en particular por la enajenación entre hombre y mujer. Marx planteó, como más tarde lo hicieran Flora Tristán y Fourier (1848), que uno de los objetivos de los seres humanos es llegar a constituir una identidad común con la superación de antagonismos derivados de la explotación y de todas las formas de opre...
Índice
- Portadilla
- Página de título
- Créditos
- presentación a la primera edición
- presentación de la segunda edición
- presentación a la quinta edición
- Introducciín
- 1. Una Antropología De La Mujer
- 2. La Condición de la Mujer
- 3. Las Opresiones Patriarcales Y Clasistas
- 4. El Trabajo
- 5. Los Cautiverios
- 6. La Sexualidad
- 7. Violencia Y Poder
- 8. La Subjetividad: Las Creencias
- 9. Las Madresposas
- 10. Las Monjas
- 11. Las Putas
- 12. Presas
- 13. Las Locas
- Conclusiones
- Bibliografía
- Adenda
- índice