Capítulo 1
El coaching del equipo interno
A lo largo de mi vida he comprobado que las teorías son todas relativas y que nos “adueñamos” de las que nos resuenan más, ya sea por nuestra experiencia personal, por nuestros valores o por el resultado que obtenemos al implementarlas. Debo confesar que antes de encontrarme el día de hoy escribiendo estas líneas recorrí muchos caminos, buscando distintas perspectivas que me aportaran datos significativos para entenderme y para entender mi mundo y mi forma de relacionarme.
El día en que tuve mi primer acercamiento con el enfoque y la metodología que aquí presento, estaba tan abrumada que no fui consciente de la manera en que mi vida cambiaría, ni de cómo eso que acababa de probar por vez primera me permitiría, unos meses más tarde, atravesar –como Harry Potter en el andén nueve y tres cuartos– un Muro de Berlín interno, y con él un océano –ese sí real, el Atlántico– para regresar a mi patria después de 10 años de vivir en Alemania. De ahí lo agradecida que estoy con ese país, donde conocí la peor de mis cárceles interiores, pero también encontré la vía de liberación personal llamada coaching del equipo interno.
Cuando en 1993 generé un plan estratégico para estar de regreso en México al año siguiente, también me propuse una segunda meta, que era convertirme en coach, para ser capaz de facilitar en otros un proceso de transformación personal por lo menos tan poderoso como el que yo había experimentado en carne propia. Esta sería mi forma de devolverle al mundo lo que había tenido el privilegio de recibir.
Varios años pasaron antes de que me entrenara, me certificara y buscara el acercamiento a la que fue la fuente de mi pasión por el coaching. Esa fuente se encuentra en parte en Alemania (como metodología aplicada), y como buena hija de nuestra era que es, sus padres y madres se hallan dispersos por distintas áreas del conocimiento.
Mi intención en esta sección del libro no es hacer un análisis exhaustivo o académico de autores que el lector puede consultar por su cuenta, sino mostrar, conversar, escuchar distintas voces que considero significativas para la comprensión del enfoque y de la metodología del coaching del equipo interno.
Espero despertar la curiosidad por experimentar con este poderoso vehículo para potenciar los talentos de los clientes de coaching, si el lector es un coach profesional en busca de herramientas eficaces de trabajo. Y en caso de que el lector sea un ejecutivo, un gerente o un directivo de empresa, espero despertar en él el deseo de adentrarse en el fascinante mundo de la exploración de su vida interna, con el fin de garantizar que en cada una de sus interacciones ponga en la cancha a sus mejores jugadores.
Como puntos de partida, sostengo que:
• No solo los individuos, sino también las distintas disciplinas del conocimiento se conforman y transforman gracias a una gran variedad de voces. Esto se aplica especialmente al coaching, como una profesión de reciente creación, alimentada por la psicología, la filosofía, la sociología, la comunicación, la investigación neuronal y la biología, la teoría de sistemas y muchas más.
• El coaching, como voz, se constituye de y a la vez alimenta a otras voces que, en su línea más lejana, se remontan hasta varios siglos antes de Cristo y pertenecen al pensamiento budista.
• El hecho de estar constituida por otras voces no significa que la del coaching carezca de timbre y volumen propios, sino todo lo contrario: es una voz cada vez más sonora, más trabajada, más estudiada, y que despierta más y más eco en todo el mundo a partir de los resultados que obtiene.
• La riqueza de esta nueva aproximación al comportamiento humano radica en su capacidad de unir, de ligar, de interconectar aportaciones que habían estado aisladas unas de otras, y que al ser reunidas crean formas poderosas, inspiradoras, como ninguna otra disciplina había podido lograr.
• En ocasiones, la voz de la ciencia –que incluye, por supuesto, a las de las ramas humanas y del comportamiento– descalifica cualquier forma interpretativa que contradiga los modelos que creó en su comprensión de “eso” que considera la “verdad”. El coaching, en cambio, reconoce la existencia de una cantidad de verdades igual a la cantidad de voces hablantes y pensantes que suenan en el planeta. Es un aporte hacia la comprensión de la diversidad.
• Todas las voces que habitan en un ser humano son bienvenidas y puestas al servicio del coaching. Si alguien fue en épocas pasadas ingeniero, contador, arquitecto, bohemio, viajero incansable, ecologista, madre, padre, rebelde sin causa o misionero en la selva, todo se suma a su propio “capital de voces”, gracias a las cuales será capaz de escuchar y empatizar con clientes que estarán en una sala esperando que se presente como su coach. Es decir, la experiencia de vida es un capital importante que cada persona trae al coaching.
• Vivimos apegados a lo que creemos que es nuestra identidad, como si se tratara de un fenómeno permanente, rígido. ¿Qué es lo que hace, por ejemplo, que un gato sea gato y no otra cosa? ¿El hecho de maullar, el pelaje, las patas, la genética, los bigotes, su forma peculiar de saltar, el ronroneo o el ser cazador de pájaros? Si intento separar alguna de estas cualidades y la exagero en mi afán de definir que “eso” es lo que distingue al gato de cualquier otro animal, con seguridad cometeré un grave error. Es la interdependencia de todas sus características lo que lo convierte en el gato que es. Y tampoco se trata nada más de la suma simple de características lo que constituye su unidad, sino que es una forma específica de relacionarse con sus semejantes y de relacionarse con su medio ambiente produce como efecto el animal peludo llamado gato. De la misma manera, los seres humanos, que incorporamos muchas más variables, estamos constituidos por una serie enorme de elementos interdependientes. De este modo, si quiero describir mi identidad apenas en términos de una parte, estoy cometiendo una simplificación y empobreciendo mi persona y mi percepción del mundo. ¿Es posible que haya alguien que sea solo “inteligente” y en su ser no exista lo “tonto”? ¿Que no haya una sola acción, área, habilidad, para la que no pueda decirse tonto? ¿Es posible solo ser un inútil, o solo un vago, o un bueno y trabajador? Si al lector le interesa profundizar más en este tema puede elegir entrar en él desde las enseñanzas del budismo o la filosofía griega, la literatura, la psicología contemporánea o la biología. Me interesa rescatar el hecho de que en la sociedad occidental hemos crecido con la idea de ser “alguien” (“yo soy así”) y, como consecuencia, nos aferramos a esta idea sobre nosotros mismos. El resultado es que negamos u ocultamos la mitad –o más– de lo que somos. Por ende, al crearnos una versión reduccionista de quienes en realidad somos, limitamos también nuestra capacidad para ser efectivos en la vida.
• ¿Qué mejor acercamiento a la realidad múltiple de nuestro planeta, que uno que reconcilie de entrada la diversidad en el interior de nosotros mismos, la abrace, la trascienda y genere niveles más elevados de conciencia desde los cuales operar con un profundo sentido humano?
Como dije al inicio, estos son puntos de partida. A mí me han dado sentido y me resuenan con la experiencia de quien soy, y desde ese lugar los comparto, por si alguno encuentra también sentido en ellas y en las consecuencias que conllevan para su práctica de coaching y para su vida.
Capítulo 2
La anunciación
Una mañana, el gerente de Operaciones, jefe directo de Miguel, lo llamó a su oficina para informarle que, después de una evaluación de desempeño, el comité directivo lo había seleccionado para que llevara a cabo un proceso de coaching.
Miguel y su jefe ya habían hablado en otras ocasiones con respecto a sus oportunidades de ascenso, y la contratación de una coach era la forma en que la empresa se hacía cargo de sus necesidades. Como los dos sabían muy bien, un factor importante de la cultura de la empresa es la generación de planes de carrera. El comité consideró que Miguel estaba convirtiéndose en un cuello de botella para la gente que venía debajo de él, y que sería necesario, en un futuro cercano, ver qué posibilidades de crecimiento podía tener.
En resumen, el gerente de Operaciones le dijo lo siguiente:
“Te hablé ya muchas veces de que tu papel como gerente no es enfocarte solo en el trabajo diario y en resolver emergencias como un bombero, sino que debes delinear planes a mediano plazo.”
“Debes aprender a delegar y dejar de hacer tú solo todo el trabajo, asignar a tu gente planes concretos y tareas específicas a las que puedas darles seguimiento.”
“Necesitas tomar decisiones basadas en la información que debes estar recolectando y no en lo que se te ocurra.”
“Veo que evades las tareas difíciles o la toma de decisiones que requieren más atención de tu parte, y en cambio pierdes el tiempo en cosas que tu equipo podría resolver.”
“Necesito verte trabajando en equipo con los demás gerentes para que te quede claro que la producción solo sale bien si te coordinas con calidad, mantenimiento, logística e ingeniería.”
“Y tu inglés, ¿cómo está? Bien sabes que en el siguiente nivel el 80 por ciento de la gestión se hace con Alemania, y que las juntas del consejo son en inglés. ¿Estás asistiendo a tus clases?”
“Así que, Miguel, espero que este proceso de coaching te ayude, porque de lo contrario se limitarán mucho tus posibilidades de crecimiento en la empresa.”
Amén.
En un instante, Miguel sintió que acababa de ser expulsado del cielo y lanzado al purgatorio. La descripción de la realidad que estaba escuchando de su jefe contrastaba con su profunda certeza de estar en la “cumbre de su carrera”, ya que nunca se había puesto a pensar en que podría haber algo más allá de lo que hacía en ese momento.
“Si la cumbre es la cumbre, ¿no? –pensó–, ¿qué puede haber distinto? ¡Si ya llegué!”
Sin que se diera cuenta, lo invadió otra voz como si fuera un “otro yo”, un “duendecito” que le dijo:
“Seguro que esto tiene que ver con los conflictos con Mauricio, el de calidad, ese junior engreído, pagado de sí por venir de escuelas privadas, que siempre busca la manera de h...