Parte I.–Elementos fundamentales
de una ética de la empresa
En este capítulo explicaremos cómo los fines que son propios de las entidades mercantiles, los principios éticos y las virtudes son los elementos fundamentales de una ética empresarial.
Veremos, por un lado, que los fines propios de una compañía y un conjunto de principios son, para quienes desempeñan funciones de gobierno y dirección, los parámetros de referencia principales para analizar el valor ético de sus actuaciones y para crear una ‘buena’ empresa ; y por otro lado, explicaremos cómo la adquisición de ciertas virtudes por parte de los consejeros y directivos es un medio necesario para que en la organización se consolide una cultura ética.
Antes de explicar los motivos que nos llevaron a seleccionar los elementos referidos (fines de la empresa, los principios éticos y las virtudes) como las piezas fundamentales de una ética de los dirigentes, necesitamos explicar, de modo esquemático y breve, algunos conocimientos y conceptos morales generales.
Hablaremos de qué entendemos por ética y por una conducta moralmente buena. Para ello introduciremos los elementos de los que depende la valoración ética de un comportamiento: el fin que mueve al agente a actuar, el objeto del acto y las circunstancias relevantes.
Precisaremos igualmente el tipo de actuaciones del que nos vamos a ocupar, distinguiendo entre los ámbitos de la ética personal y empresarial.
1. ¿Por qué la ética no está ayudando a evitar las crisis empresariales?
La ética de empresa se puso especialmente de moda hace unos 30 años cuando se dieron varios casos de insider trading en la bolsa de Nueva York. Alrededor del año 1985, el síndico de aquella bolsa hizo una donación de cerca de 30 millones de dólares a la Harvard Business School para que crease una cátedra de estudios de ética de la empresa.
A lo largo de las dos últimas décadas muchas universidades y escuelas de negocios han añadido asignaturas de ética a sus programas. La ética está con mucha frecuencia presente en los discursos de políticos y hombres de empresa. Son muchas las organizaciones que establecieron códigos de conducta (normas que deben ser cumplidas por todos los que trabajan en ellas). Muchas más sintieron la necesidad de explicitar un conjunto de valores éticos a los que conceden una gran importancia, pues son considerados criterios decisivos para los procesos de selección, evaluación del desempeño y promoción interna.
Toda esta preocupación es muy positiva, pero los resultados alcanzados hasta el momento no son muy significativos. Después de tantos años en los que se ha procurado promover la ética en las empresas, los casos de falsificación de información, corrupción o de falta de responsabilidad social siguen llenando las páginas de los periódicos.
En el inicio del nuevo milenio asistimos a sonoros escándalos públicos acaecidos en empresas importantes –que en algunos casos significaron su cierre o una re-fundación–, tanto en Estados Unidos (Enron, WorldCom, Tyco…) como en los países de Europa (Banesto, Parmalat, Unilever…). Se comprobó entonces que buena parte de esas crisis tuvieron su origen en actuaciones poco éticas de sus principales directivos y consejeros.
Como consecuencia de esos problemas, se adoptaron un conjunto de medidas –en muchos casos exigidas por normas legales o por las entidades reguladoras de los mercados financieros– para combatir la falta de ética en las empresas: códigos éticos, normas de buen gobierno, mecanismos de control interno más rigurosos, transparencia informativa hacia el exterior, etc.
Pocos años después, en 2007, estalló una nueva crisis de gran magnitud. De nuevo se pudo constatar, que entre las causas que la explican destacan las de naturaleza ética: acciones inmorales (ocultación de información contable o sobre los riesgos de los productos financieros, fraude, etc.) y la ausencia de virtudes en muchos dirigentes (codicia, imprudencia, ambición desmedida, negligencia…). En el sector financiero son bien conocidos, entre otros, los problemas acaecidos en Leman Brothers y en Madoff Investment Securities.
Nos podríamos preguntar ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Estaremos siguiendo un camino erróneo tanto al enseñar la ética como al intentar promoverla en las organizaciones?
En nuestra opinión los escasos avances habidos se deben, en algunos casos, a una errónea concepción de lo que es la ética y, en otros, a la falta de motivos claros y consistentes para implantarla.
Pero antes de tratar de dar respuesta a las cuestiones referidas es conveniente que primero expliquemos cómo las acciones directivas tienen una significativa dimensión ética que es necesario analizar.
Dimensión ética de las acciones directivas
De las actuaciones de los dirigentes se derivan –como de todas las actuaciones humanas– un conjunto de efectos, tanto externos como internos a quien decide.
Los efectos externos de las actuaciones de un dirigente, los podemos agrupar del siguiente modo (señalamos entre paréntesis el tipo de análisis a emplear para medir esos efectos):
• Impactos en la situación material de la empresa: ventas, cash-flows, tesorería, etc. (análisis económico y financiero).
• Impactos en la situación competitiva de la empresa: cuota de mercado, posicionamiento estratégico frente a los competidores, desarrollo de las competencias estratégicas, etc. (análisis estratégico).
• Impactos en las personas (empleados, clientes, proveedores, etc.): en su grado de satisfacción o de desagrado en relación a la empresa, aprendizajes operativos, aprendizajes en sus actitudes y valores, etc. (análisis psicológico, sociológico y ético).
• Impactos en el entorno físico y medio ambiente: consumo de recursos escasos, contaminación, etc. (análisis ambiental).
No menos importantes son los efectos internos, en el propio dirigente, de las acciones directivas, que son fundamentalmente de tres tipos:
• Efectos de naturaleza física o psicológica: sobre la salud, estados de ánimo, etc. (análisis médico y psicológico).
• Aprendizajes de tipo interno: de conocimientos y habilidades técnicas y de gestión (análisis de las variaciones de las capacidades internas).
• Aprendizajes de tipo moral: en las actitudes (virtudes) y valores (análisis ético).
Las decisiones empresariales, dada la diversidad y riqueza de sus consecuencias, han de ser evaluadas desde las varias perspectivas que contemplamos. No es suficiente analizar esas actuaciones desde una perspectiva económica, estratégica o sociológica; es igualmente necesario tener en cuenta su dimensión ética: evaluar el impacto que tendrán esas actuaciones en la calidad humana (actitudes y valores) de quienes las tiene que tomar: en su sentido de responsabilidad para procurar con esfuerzo el bien de la empresa, de los demás empleados y de los clientes, en el deseo de ser veraz y de actuar siempre con justicia, etc.
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