Estrategia 3
Mejorar el 1% a la vez
En la medida en que nuestros primeros 30 años de vida van quedando atrás, poco a poco hemos ido logrando parte de nuestros éxitos poniendo en práctica nuestras fortalezas. Ese es el mejor momento para seguir practicando lo que nos ha estado funcionando bien y empezar a enfocarnos en aprender a identificar nuestras debilidades con el fin de trabajar en ellas hasta convertirlas en más fortalezas. Aunque la tarea de hacerles frente a nuestras debilidades parece desalentadora, la sensación de estar atrapados en ellas es aún peor. Por lo general, no nos damos cuenta de que muchas veces una debilidad es tan solo una fortaleza llevada al otro extremo. Por ejemplo, creer en la justicia y el juego limpio es un rasgo admirable. Sin embargo, una persona con una necesidad exagerada hacia la justicia y el juego limpio podría llegar a transformar esa cualidad en una característica negativa convirtiéndose en alguien que nadie quiere tener cerca suyo.
El tiempo pasa sin contemplación. Esto quiere decir que dentro de diez años, en lo que sea que decidas hacer, serás diez años mayor. ¿Por qué no usarlo entonces para avanzar en lugar de quedarte atrapado en un estado de remordimientos, desilusiones y dudas? ¿Por qué no aprovechar tus debilidades para elevar tu potencial para ser un triunfador? No cometas el error de esperar hasta que te sientas listo para cambiar por completo. Cuando la gente identifica una debilidad que quiere transformar en fortaleza, muchos llegan a sentirse abrumados por la enorme tarea que tienen por delante y, al no ver el final de su meta, dejan de esforzarse para conseguirla. Ahí es cuando la solución del 1% entra en vigor. Al trabajar constantemente para mejorar solo el 1% por semana en cualquier clase de reto, y utilizando la Ley del Interés Compuesto, al final de un año habrás mejorado en un 68%.
Lee la siguiente lista e identifica cualquiera de las debilidades comunes que sabotean el éxito y luego elabora un plan para convertirlas en fortalezas, un 1% a la vez.
- Cuando me confrontan, justifico y defiendo mis comportamientos y a mí mismo.
- Mi capacidad para sostener un interrogatorio no es mucha.
- Mis habilidades de escucha son pobres.
- Soy perfeccionista y olvido que el perfeccionismo es un crimen contra el éxito.
- Soy incompetente en el manejo del tiempo.
- Soy de mal humor y tengo tendencia a la autoconmiseración. En el proceso, tiendo a culpar a los demás.
- Quiero aumentar mis ventas. Sin embargo, evito hacer llamadas en frío y conseguir prospectos.
- No me siento cómodo con el silencio y hablo demasiado.
- No soy capaz de expresarme por escrito.
- Soy complaciente. Necesito ser querido y, para evitar la confrontación, me excedo en promesas.
- No hago seguimiento y por tanto pierdo oportunidades.
- Soy incapaz de comunicar claramente mis intenciones e ideas, y de direccionar a mi equipo, a mis clientes y a mí mismo.
- Me siento aterrorizado de hablar en público; mis habilidades de presentación están por debajo del nivel profesional.
- No sé cómo ser asertivo ni pedir lo que quiero.
Decide comenzar hoy a transformar cada debilidad en una fortaleza. Muchas personas se sorprenden al comprobar el poder de los intereses compuestos: si yo tuviera que ofrecerte un centavo por día y te prometiera duplicar esa centavo día a día, ¿trabajarías para mí? La mayoría de la gente diría que no porque desconoce el potencial de un centavo duplicado en el tiempo. Permitirte mejorar el 1% a la semana tiene ese mismo potencial, ya sea aplicado a tu capacidad para obtener ingresos o para la vida en general. Todo el mundo tiene puntos débiles. Los que son inteligentes aprenden a implementar un plan de acción para compensar esas debilidades y transformarlas en fortalezas un 1% a la vez y una semana a la vez. Esta es la que se conoce como la solución del 1%.
Estrategia 4
Ser el héroe
Existe un factor inherente a todos los aspectos de nuestra personalidad que, cuando sale a flote, es absolutamente transformador: es la capacidad de ser un héroe, no solo para sí mismo, sino para los clientes, los amigos, colegas y asociados. Es muy probable que pienses que convertirte en un héroe en este campo es fácil, y lo es —pero no sin cierta cuota de complicaciones.
Los tres aspectos de nuestra personalidad entre los cuales nos movemos son: el héroe, la víctima y el villano.
Cuando alguien nos hace mal, y nos sentimos indignados y molestos, creemos que somos la víctima. Y lo somos; pero, con mucha frecuencia, no es por culpa de otras personas, sino por el dolor, la ira y la frustración a los que nos aferramos y que minan nuestra mente. Por ejemplo, hay quienes tienden a invitar a otras personas a ser parte de su vida cuando están heridos o lesionados. Y cuando empiezan a quejarse de ellas, las están involucrando en su drama personal al arrastrarlas hacia su propia desgracia y además culparlas de sus lesiones. Quejándose las están sumergiendo en el pantano de sus propias frustraciones y las convierten en lo peor que les ha pasado.
Una víctima es alguien que siente que su estado de ánimo o de bienestar son causados por una persona, circunstancia o cualquier otro agente externo. Esto no significa que en realidad no nos ocurran cosas malas, sino que, en nuestro día a día, tenemos mucho más control del que nos damos cuenta sobre la forma en que sentimos y pensamos. Y como el victimismo requiere de una enorme cantidad de energía, al tomar el papel de víctima, la persona se vuelve incapaz de ejercer la labor de héroe, bien sea para sí misma o para los demás. Muéstrame una mujer valiente y yo te mostraré una mujer muy exitosa. Lo mismo ocurre con los hombres. Un hombre valiente es mucho más exitoso que uno que espera hasta estar 100% seguro antes de dar el siguiente paso. Es muy, muy difícil aprovechar y sacarles la ventaja máxima al coraje, a la pasión, a la capacidad de enfoque y determinación que residen dentro de nosotros si estamos ocupados ejerciendo el papel de víctimas, el cual consume demasiada de nuestra energía.
Cuando uno se convierte en una víctima, el camino de la maldad se hace cada vez más cercano puesto que víctima y villano son en realidad dos caras de la misma moneda. Si alguien me hiere, y yo me doy cuenta de que esta persona comete un error, de repente me convierto en villana y entonces, por supuesto, siempre estoy a la búsqueda del momento y la ocasión para contarle a la gente que esta horrible persona me hirió y que esa herida me causó bastante dolor e inconvenientes.
Querer ser un héroe es un objetivo admirable; pero ¿cómo llegamos a serlo? Hay que empezar por tomar la decisión de aprender a permanecer neutral en medio de situaciones difíciles y de peligro. Ser un héroe significa hacer lo correcto simplemente porque eso es lo que hay que hacer, incluso si no nos da la gana hacerlo. Además, ser héroes significa que somos capaces de poner algunas de nuestras necesidades a un lado con el fin de ayudar a los demás. Por supuesto, también tenemos que cuidar de nosotros mismos, alejándonos, por ejemplo, del resentimiento.
Imagínate que te invitan a una reunión para tomar té junto con otros nueve invitados, pero solo hay nueve tazas —entre las cuales hay desde finas tazas de porcelana hasta tazas rotas y manchadas. La mayoría de los invitados se apresura para tratar de conseguir la mejor taza posible. Un héroe daría un paso atrás de entre la multitud pensando: “Yo no soy quien soy por la clase de taza que use sino porque, sencillamente, soy quien soy y no soy lo que no soy. No necesito luchar ni empujar a otras personas hasta sacarlas fuera del camino para conseguir la mejor taza porque mi autoestima no tiene nada que ver con el hecho de que tenga o no tenga una taza, —sin mencionar la calidad de la misma”.
El acto heroico aquí está en la elección. Como todo lo demás en la vida, es la elección más sencilla la que suele marcar la más grande diferencia. Como declaró Peter Senge en su libro The Fifth Discipline: “Un cambio, por pequeño que sea, es generador de una buena palanca”.
Independientemente de tu ofensor, o de las razones que haya detrás de tus sentimientos negativos, es importante recordar que todo el mundo se reserva el derecho a elegir. Tal vez hoy los demás elijan ser víctimas, o incluso villanos, pero tú también tienes la opción y puedes elegir ser neutral, no dejarte afectar ni convertirte en presa fácil. Puedes optar por no vilipendiar a nadie (ni a ti mismo), haciendo el mal. Verás que los resultados de esa elección serán una tranquilidad y una paz, casi inmediatas.
Recuerda, no existe ningún cliente en el mercado que pueda lograr que te sientas como una víctima, a menos que tú se lo permitas.
Estrategia 4
Ser el héroe
Existe un factor inherente a todos los aspectos de nuestra personalidad que, cuando sale a flote, es absolutamente transformador: es la capacidad de ser un héroe, no solo para sí mismo, sino para l...