| PASIÓN “Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión”. Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), filósofo alemán. |
Nombre: Josep Borrell
Bio: Político español del Partido Socialista Obrero Español, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en el Gobierno Sánchez desde 2018. Fue ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente de 1991 a 1996 en el tercer y cuarto Gobierno González y presidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2007. También ha sido diputado en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo, y portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados de 1998 a 1999.
Fecha del café: 13 de noviembre de 2016
Fotografía: Ministerio de Exteriores, Unión Europea y Cooperación
Josep Borrell
«En el PSOE ha faltado decirnos la verdad»
En plena resaca de la victoria de Trump y con el shock emocional de saber que la primera potencia mundial se encuentra en las manos de un «loco» populista, recibo a Josep Borrell en mi casa. Este ingeniero catalán hijo de panaderos, que pasó un tiempo trabajando en un kiboutz en Israel, se sienta sabiendo bien cuál sería la primera pregunta.
Matización temporal y necesaria: Esta entrevista está hecha, como puede comprobarse por la fecha, en plena resaca del convulso Comité federal del 1 de octubre de 2016 que costó a Pedro Sánchez la Secretaría General. Como es natural he respetado las respuestas en su integridad, para conservar mejor la perspectiva. Igual ocurre en el resto de las entrevistas puramente políticas que conforman esta obra.
Josep, ¿sigues en estado de shock o te has despertado ya de la pesadilla Trump? Estados Unidos aboca al mundo a un periodo de incertidumbre de consecuencias desconocidas. ¿Cómo ha podido pasar?
Es alucinante que los americanos hayan podido elegir como presidente a un demagogo que basa sus argumentos en falsedades, que no solo miente, sino que incita al odio contra otras religiones y grupos étnicos, agrede la dignidad de la mujer, es un negacionista del cambio climático, simpatizante de Putin y que promete encarcelar a su oponente si gana. Cuando un millonario histriónico de estas características se puede hacer por la voluntad del pueblo con el puesto político más poderoso de la tierra, no debería extrañarnos que en las Cortes aparezcan diputados cuyas intervenciones consistan en verter una mezcla de serrín y estiércol sobre el hemiciclo.
Por lo que veo Rufián no te cae especialmente bien. ¿Qué es para ti el populismo?
Según la Real Academia es un movimiento político que busca el apoyo de las clases populares. Pero el término «populismo» es poliédrico y hace referencia a muchas cosas diferentes. Asistimos a un amplio movimiento «populista» en el mundo occidental, desde la próspera Suecia a la empobrecida Grecia. Los hay de derechas, de izquierdas, o que no quieren identificarse con esas categorías. En todas partes se autoidentifican como los representantes del «verdadero pueblo» contra las élites y las instituciones dominantes. Pero también hay comportamientos que en la práctica son populistas aunque rechacen esta denominación.
Sanders, el rival de Clinton en las primarias, ¿sería un populista de izquierdas?
No creo que Sanders merezca este calificativo. Es un insurgente de izquierdas dentro del partido demócrata. Pero ninguna equivalencia con Trump. La comparación ofende. Sanders no es un mentiroso, ni un demagogo, ni incita el rechazo contra grupos étnicos, salvo que consideremos que los poderosos de Wall Street constituyan un grupo étnico.
¿Cómo proyectas lo que ha pasado en Estados Unidos con la situación en Europa?
Creo que el resultado de las elecciones americanas muestra una relación de proximidad, en términos de sociología política, con lo que está ocurriendo en Europa, en particular en Francia, en algunos países del Este y en menor medida, todavía, en España. El fenómeno Trump es la traducción política de un movimiento de fondo que afecta a las sociedades occidentales, la revuelta de las clases populares y de las pequeñas clases medias que se sienten desestabilizadas en su identidad y en sus condiciones de vida, tanto las presentes como en las perspectivas de futuro, por una mundialización que ya había desestructurado a lo que llamábamos «clase trabajadora». El discurso mediático que reciben es que la globalización ha reducido a la mitad la pobreza extrema en el mundo. Pero también ha producido perdedores concentrados en las clases populares y medias del mundo occidental, que se ha desindustrializado, y que sienten amenazadas o disminuidas sus rentas y referencias culturales. Y un aumento tremendo de las desigualdades en el interior de los países, muy en particular en EEUU, donde el 40% de la riqueza creada en los últimos 40 años se lo ha apropiado el 1% de la población.
¿Qué papel juega el sistema educativo en el deterioro de las sociedades occidentales?
Desgraciadamente, el sistema educativo, más que a corregir esta situación, contribuye a mantener y a aumentar esa desigualdad. La escuela ya no es el ascensor social. Todo contribuye a desestabilizar un sistema político del que las clases medias eran el pilar fundamental. Adherían a él porque les ofrecía la esperanza de una vida mejor para sus hijos. La amenaza del comunismo contribuía al desarrollo de la protección social y al reparto del valor entre capital y trabajo. A partir del momento que ha desaparecido la amenaza comunista el capitalismo ha adoptado su forma más brutal y depredadora. Y para los perdedores del sistema, la percepción del sistema democrático tiende a ser la de una ficción que perpetua la dominación de las élites con el consentimiento pasivo del elector. Los eructos groseros de Trump reflejan ese malestar de una parte de la población consciente de que han perdido la lucha de clases y han pagado el pato de la globalización.
¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación para llegar a una situación en la que parece que estamos abocados a una crisis sin precedentes?
Todo eso tiene mucho que ver con la información que reciben los ciudadanos. La información, mejor dicho el conocimiento, es el combustible de la democracia. No se explica el fenómeno Hitler sin la radio. Y lo de Trump no se explicaría sin las redes sociales. No vamos a volver atrás en las tecnologías de la información, pero su uso plantea enormes retos deontológicos. Pueden ser causa de segregación social y pueden debilitar la calidad del debate democrático.
¿El deterioro democrático que probablemente veremos en EEUU puede contagiar a las democracias en Europa?
Lo ocurrido debería reforzar el sueño europeo, como contrapuesto a la versión caricatural del «american dream» según el cual todos podemos ser millonarios si trabajamos duro. El sueño europeo es la combinación de democracia real, es decir participación efectiva de los ciudadanos sin substituirla por demos plebiscitarias y neodemocracias autoritarias, un sistema de protección social sostenible basado tanto en la solidaridad como en la responsabilidad, y comprometido con la seguridad de todos. Entre otras cosas, eso implica aceptar la intervención en conflictos mundiales por razones humanitarias, abierto y solidario frente a los nacionalismos, y comprometido con los problemas ambientales globales.
Josep, ¿cuándo nace tu vocación política?
Para mi generación, los que teníamos 30 años con la llegada de la democracia, participar en la gestión de la cosa pública era casi una obligación. Yo trabajaba como ingeniero en una empresa petrolífera y tenía un futuro prometedor. Pero vienen las elecciones municipales democráticas, vas en la lista de tu pueblo, sales elegido concejal, alguien dice «este que sabe de números por qué no va a la diputación provincial». Ello te obliga a suspender, crees que temporalmente, tu actividad profesional y entras en la dinámica de cambio que vive el país… El PSOE gana las elecciones generales y Miguel Boyer me pide que vaya con él al Ministerio de Hacienda.
Allí fue donde te hiciste famoso, si tal término puede aplicarse a la política, con tus enfrentamientos con artistas como Pedro Ruiz o Lola Flores.
Sí, pero me da pena que el ingente trabajo que se hizo para organizar una Hacienda pública moderna se reduzca a episodios anecdóticos con personajes famosos. Los mayores enfrentamientos fueron, no con artistas, sino con financieros. La verdadera lucha fue la de levantar el secreto bancario. Y si hubiera que elegir un contribuyente famoso yo me quedaría con el Sr. Botín más que con la Sra. Flores. Esto, como puedes imaginarte, me pasó una factura cara.
¿A qué se debe tu éxito en política?
Un éxito relativo. Lo podrías analizar mejor tú que eres un experto en liderazgo. Pero yo creo que el liderazgo no se enseña. Es algo muy innato. A lo que desde luego hay que añadir mucho trabajo. Te agradezco lo que dices de haber llegado tan lejos, pero no tanto como me propuse.
Yo echo de menos hoy, en la función política y en los grandes líderes, esa capacidad pedagógica.
En política es fundamental. Un político ...