Parte II
EN EL CAMINO
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6. MI DEUDA
Sí. Me considero deudor por los aportes personales y profesionales de la psicología occidental en todas sus vertientes, desde la académica, el psicoanálisis, humanismo etc., y de la misma forma mantengo mi agradecimiento a las enseñanzas “no regladas” de las culturas orientales y mesoamericanas.
El chamanismo inspirador ha estado en bastantes de los hallazgos permitidos y ha sido un acicate vivir la paradoja y compartirlo entre las alfombras de la universidad occidental y las maderas crujientes de las malocas en el Amazonas o las montañas mexicanas. Son conversaciones sostenidas tanto con eruditos y algún premio Nobel como con chamanes de la tradición profunda, y a partir de aquí metiendo en carnes que el saber no tiene frontera y siempre correrá por delante de nosotros.
Parte de esos hallazgos muestran cierta correspondencia entre estas enseñanzas y las teorías del caos, establecido como método ese perforar que no es más que una sensibilidad cuya inestabilidad alcanza una bifurcación en el punto más allá del límite. Es evidente que esta hipótesis necesitaría un proyecto de investigación amplio. Uno no está solo, ya que, por ejemplo, Allan Combs y Stanley Krippner (2003) opinan, desde la perspectiva de los estados de conciencia como procesos autoorganizativos y autopoyéticos, que los estados expandidos de consciencia, incluidos los estados oníricos, pueden tener un papel importante en el desarrollo de los individuos.
¿CÓMO AFRONTARLO?
Lo que podemos aportar aquí es la forma en como abordamos el problema, y entendemos que esa forma podría abrir el campo para acercarse a lo desconocido, ofrecer una síntesis mínima de nuestro trabajo, explicar en lo posible parte del proceso evolutivo humano.
Puntualicemos lo siguiente:
• El saber chamánico implica una forma de ver el mundo que rebasa la concepción de la lógica.
• Existe una tendencia entre los jóvenes de las últimas décadas a buscar experiencias límite, lo que podemos entender como una búsqueda imparable de estas enseñanzas.
• Hay en ellos una tendencia a rebasar como sea la vivencia ordinaria.
• Esa tendencia acarrea aperturas y abismos.
¿Qué respuesta dar? ¿Qué produce el problemasolución más allá de esta pulsión de búsqueda? ¿Es el sustrato psicológico –psicocorporal– de la persona, la vivencia extraordinaria, las sustancias, o la interacción entre todo ello?
Parece evidente que la respuesta comience por el “estado de preparación” de la persona. Entonces, ¿qué preparación necesita una persona para que pueda “soportar” una determinada vivencia? Puesto que si nos atenemos al contexto chamánico la clave se basa en tener que saber “soportar” la fuerza enigmática de ese contexto, ¿es esa fuerza enigmática la que está detrás de la creación de vida? Aunque no se puede hacer de este “estado de preparación” una tabla de multiplicar, dado que cada persona es un mundo, y respuestas las hay de todas las clases, y muchas inesperadas. Pero parece prudente que si la persona tiene un mayor conocimiento de sí misma estará mejor preparada para afrontar sus posibles “monstruos”, que al fin y al cabo serán los que le corresponden por genealogía más lo desconocido. Hay un dicho muy antiguo que dice que para llegar a la sabiduría total hay que atravesar los deseos insatisfechos del mundo.
Así pues, este “estado de preparación” implica:
• Un autoconocimiento de traumas posibles.
• Un autoconocimiento de los propios procesos biográficos.
• Haber trabajado –sin sustancias– el propio inconsciente. El trabajo implica el hecho de que haya algo más allá de lo entendible mentalmente y una consecuente exploración hasta cierto punto de ese territorio.
Ya hemos hablado sobre la necesidad del “puente” –el estado de preparación– para saber pasar desde lo personal a lo transpersonal, desde lo controlable a lo incontrolable, desde lo temporal a lo intemporal. Si esto fuera posible, ¿por qué despreciar un método? Esta pregunta viene a colación por el hecho de que cuando la persona cruza “el puente” entre los dos mundos y “toca” esa sabiduría, a veces cree que es el único y ésa la única vez que ese encuentro se ha producido. Es fácil que caigamos en esa trampa, cuando la literatura lo desmiente categóricamente.
El método –camino hacia– no es sólo posible sino necesario. Por lo menos hasta donde quienes nos han precedido han dejado la señal.
En el trabajo que estamos desarrollando hemos encontrado que cabría la posibilidad de explicar los procesos evolutivos humanos. Que la forma de ser humana puede ser medida en fractales y que éstos se mueven en relación con atractores que siguen un modelo disipativo para evolucionar, ya que la evolución marcaría la raíz dinámica de la existencia. Y que las rutas disipativas formarían a su vez estados más complejos encaminados a hacer evolucionar nuestro legado personal mediante la “sensibilidad” como cualidad inherente de los seres vivos, la “inestabilidad” que supone una sensibilidad acrecentada y la “bifurcación” como punto de transformación, si es respetado el proceso y se llega a más allá del límite. Para ello “la positivación de lo patológico” y el “proceso de diferenciación” son dos aspectos claves en este proceso evolutivo. Estaríamos, pues, ante el hallazgo de una especie de ADN psicológico (Almendro, 2002, 2004).
• Establezcamos una pequeña síntesis. El proceso implica una vía purgativa mediante la cual la persona ha de dejar de ser esclava hasta donde sea posible del linaje que ha acomodado sus formas de estar en el mundo, ya que, en principio, esas formas heredadas le dan la oportunidad de poder estar en el mundo: el espacio-tiempo, la materia, la sociedad. Pero llega un momento en que esas estructuras heredadas se convierten en un corsé y el individuo ha de ensancharlo para obtener unas estructuras acordes con su momento evolutivo. Por ello la persona encarna en su individualidad ciertas rutas disipativas que de ser entendidas facilitarían el proceso de curación. Y en ellas están representados los traumas de su linaje y las lealtades invisibles de los demonios genealógicos. Se puede comprobar que cuanto más se haya avanzado en la vía purgativa, más fácil es entrar en los mundos no ordinarios con más profundidad y con menos riesgo. Tanto los asheninkas como los shipibos con los que he trabajado en estos últimos veintiséis años avisan de las profundidades abisales de las yacurunas; en la cultura amazónica, el mundo de abajo, el mundo de arriba y el del más allá: “lo que no se sabe”. De forma paralela se expresan los mazatecos en México, conocimiento que sigue intacto y escondido, aunque todo esto se trivialice en el “internet psiconáutico”. Y además estos indígenas muestran un mapa en el que en parte nos hemos inspirado para enriquecer nuestra forma de hacer psicoterapia y cuya explicación rebasaría los objetivos de este libro. Una vía iluminativa que va apareciendo a medida que el individuo va disolviendo el hueco familiar que precede a su nacimiento: sus nombres y apellidos. A medida que avanza el proceso, el conocimiento de lo que es aprendido (iluminado) por uno mismo es lo que podrá ser enseñado (transmitido).
a) Período de construcción del individuo:
1. Fase preconstitutiva
2. Fase constitutiva
b) Período de deconstrucción del individuo
1. Fase purgativa
2. Fase iluminativa
c) Período de rendición del individuo
1. Fase unitiva
Vemos pues que la deconstrucción de un individuo va pareja al proceso purgativo y al peregrinaje por el inframundo (infern) pertenecientes al MRO (mundo de las realidades objetivas) (Almendro 2004). Los mundos medios son planos de integración de sus dos planos circundantes: inframundo y supramundo. Y es en ese plano medio donde se toma tierra, donde se hace físico el proceso.
Por lo tanto el animonauta, cuando se abre al campo perceptivo de lo insondable, se encuentra con la necesidad de realizar un proceso recapitulativo-deconstructivo de todo su pasado genealógico. Si el individuo siente como suyo este proceso, ha de limpiar ese pasado para dejar traslúcido el camino a procesos iluminativos. De aquí la necesidad de reivindicar la historia también como historia del ser, presente en los textos más antiguos de la humanidad, sin quedarse sólo en la historia como la historia de la identidad colectiva; es decir, naciones, ideologías y banderas.
La deconstrucción de la identidad colectiva en un individuo abre paso a la liberación del propio individuo, que marca así un camino evolutivo para sí mismo y para nuevas identidades colectivas más acordes con el proceso de evolución general.
El paso entre esas dos realidades podría estar reflejado en estos gráficos entre el MRO (mundo de las realidades objetivas), lo cual supone la existencia de un mundo independiente que puede ser percibido y del que se puede dar cuenta en las descripciones coincidentes de diferentes observadores, y el MRS (mundo de las realidades subjetivas), que representa al individuo. El MRO nutre al MRS.
El límite entre la fase ordinaria y la no ordinaria no es lineal, por lo tanto uno puede pensar que está muy “arriba” y en realidad está muy “abajo”, y viceversa. Con el inicio del proceso transpersonal se produce un flujo en ambos sentidos.
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7. EL CHAMANISMO INSPIRADOR
El chamán nos habla sobre un conocimiento olvidado por el Occidente moderno al exponer, de modo general, a) que la clave es que todo está vivo y formando parte de una totalidad, b) que se ha de integrar la enfermedad en la significación del mundo, y c) que hay una realidad que nos sobrepasa y que, por lo tanto, hemos de tener una actitud de respeto y apertura ante ella. Estas tres disposiciones pueden ser un potente elemento de reflexión, aun reconociendo que una investigación bajo estos presupuestos todavía está en sus inicios.
DESAFÍOS DEL CHAMANISMO:
¿EXISTE ALGO AHÍ AFUERA?
Espíritu y realidad oculta ¿Subjetivismo ilusorio o verdad objetiva? Ésta es la cuestión. De hecho, como se ha puesto de manifiesto en algunos investigadores (R. Gordon Wasson, A. Hoffman, C.A. Ruc 1978) esta discusión se puede extender al platonismo y a otras filosofías que forman parte de la cultura occidental, ya que también fueron capaces –al salir de la cueva aunque fuera por un período corto de tiempo– de construir un cosmos, viabilizando la vida diaria entre acciones que no serían más que sustitutos del gran encuentro.
Platón ya plantea cuatrocientos años antes de Cristo que el verdadero conocimiento pasa por acceder a lo universal y permanente. El acceder al mundo de las Ideas consistiría en entrar en un “Supramundo” constituido por una “realidad objetiva” que pertenecería a un “orden superior” de “Formas Universales”. Es decir existirían unas formas molde suprasensibles que moldearían a su vez a la realidad del mundo sensible; por lo tanto el mundo sensible cuantificable y cualificable estaría constituido por los reflejos de esas Formas originales, unos reflejos que al mismo tiempo que son pseudo verdades permiten que se pueda producir –si es que la persona siente esa intención– el proceso de recordación de la matriz. El método consistiría pues en un ejercicio de memoria supramental, la facultad de la reminiscencia, atravesando el mundo de lo Particular, el Mundo de las Realidades Subjetivas (M.R.S.), hasta llegar al Universal Mundo de las Realidades Objetivas (M.R.O.). Para ello sería necesario que el individuo fuera capaz de ver más allá de las sombras que se producen dentro de la cueva, dejar de aferrarse a ellas y salir del maya hacia la luz que la puerta de la cueva despliega. Y Platón ya afirma que el mundo de las Ideas conforma una realidad independiente.
Para ello nos hemos de acercar a la mitología griega, que sería una religión más que una obra literaria, y con sus prácticas ocultas; por ejemplo el Misterio de Eleusis en la antigua Grecia creando núcleos visionarios e inductores de creatividad en los que se ingería el kikeon (según Gordon Wasson y cols. 1978), conocimientos y prácticas que se cree llegarían hasta la época de los primeros cristianos. El gurú interno en el hinduismo, el Espíritu Santo en el cristianismo, las vivencias místicas están también bastante cerca de la naturaleza del chamanismo, y no olvidemos el viaje de Dante, símbolo de parte de una cultura occidental olvidada y sólo recuperada como arte prestigioso e inofensivo.
En el arte occidental tenemos ejemplos sobrecogedores como el Jardín de las delicias de El Bosco, o El grito de Edgard Munch, tras cruzar el puente. De impacto fue el ensayo de Aldous Huxley (1977) sobre las puertas de la percepción, donde ponía de manifiesto las contradicciones de nuestro sistema, en el que el precepto se ha tragado al concepto. El testigo interno, el yo superior, la conciencia interna, como lugares comunes de la psicología actual, no están lejos de estas consideraciones de la denominada sabiduría antigua y, además, están siendo considerados por la psicología transpersonal como aspectos superiores de la psique, como potenciadores para aumentar las capacidades de la mente y, por lo tanto, para superar los estados egoicos, como afirma Walsh. No son muchos, pero hay algunos investigadores como Charles Tart que admiten que sea posible que haya “algo ahí fuera”, algún tipo de existencia independiente en la que lo psíquico no está envuelto. Combs y Krippner (2003) exponen que, según estas tradiciones, estamos hablando de algo más que de estados de conciencia en el sentido de que estos “reinos del ser” posiblemente no podrían ser reducidos solamente a estados psicocorporales.
Pero es Rof Carballo (197...