Constelaciones familiares

Acuerdos que sanan. Una nueva mirada del amor

Marcelo Luis Ducruet

• Editorial: Ediciones Continente
• Año: 2020
• ISBN:
  9789507546747
• Edición: 1
• Categoría: Medicina
• Categoría: Medicina alternativa y complementaria

Somos parte de un grupo, de un colectivo, de una trama tejida con pequeñas y grandes historias, secretos, deseos y anhelos. Esto es EL MUNDO FAMILIAR. Nos vamos construyendo gracias al sentido de pertenencia hacia un grupo determinado, y, como un efecto amplificador, esto se materializa en experiencias, vivencias y hechos concretos de nuestra vida.Este libro facilita el difícil ejercicio de la superación de desafíos personales y la travesía por la propia historia para rectificar, comprender, sanar el presente y producir un cambio que construya lentamente un futuro brillante.Los lectores hallarán las herramientas para reconciliarse con el pasado, recuperar la capacidad de establecer acuerdos y resolver incertidumbres para introducirse en el maravilloso mundo de las Psicoconstelaciones. Gracias a este método de trabajo es posible recuperar información que creíamos perdida, reconstruir ciertos tramos del pasado, armar una autobiografía más coherente y sana, y elevar nuestro presente a una forma de vida más digna y placentera para que las almas se manifiesten y se comuniquen y funcione como disparador de un proceso de transformación.

CASOS: SANANDO HERIDAS

CASO I: APNEA DE SUEÑO... UN RECUERDO OLVIDADO EN EL ALMA

Entra a mi consultorio un hombre de mirada apacible, buen porte, muy educado. Luego de una breve presentación (aunque previamente habíamos conversado telefónicamente para establecer la fecha de encuentro), me comenta de manera muy concreta su problema. Desde hacía tiempo padecía unas molestias físicas a las que los médicos no le hallaban ni las causas ni el modo de resolverlas, por lo que estaba sumamente interesado en ver otras formas de solucionar esta cuestión.

Para mí estaba claro que, si tras haber realizado estudios médicos y los doctores no elaboraban un diagnóstico concreto, debía hacer otro tipo de indagaciones, era fundamental requisar entre sus recuerdos, ver qué había en su consciente y en su inconsciente y, obviamente, en su alma.

Sucede que ese desvelamiento que realizo en esta terapia si bien contempla lo físico y lo mental, jamás relega lo que el alma quiere delatar.

El inconsciente, el alma, el cuerpo son como niños que se resisten a callar, denuncian todo el tiempo, pero cada uno con sus propios métodos. El consciente se esfuerza por callarlos, trata de adoctrinarlos y contenerlos, sin embargo, a través de reacciones espontáneas, contestaciones aparentemente ilógicas, dolores incomprensibles, angustias y sensaciones inexplicables, ellos hablan, señalan el problema y la solución.

En tiempos remotos, toda esta sintomatología, era atendida por un médico brujo, curandero, que trataba de sanar al enfermo con hierbas y con conjuros, con magia. En su trabajo conjunto y con los mecanismos precarios con que contaban, los enfermos sanaban pues se analizaba a la persona desde su ser integral. “El curandero sabe una cosa que el médico ignora: la ley genealógica y la relación con los antepasados definen en gran parte los lazos, los derechos, los deberes y las identidades que estructuran al ser humano en su cultura y biografía. El curandero también conoce las palabras y los rituales que le permitirán conjurar a la presencia, al fantasma (un antepasado desgraciado o que deshonró a su familia), sinónimo del desorden inconsciente que se puede transmitir de generación en generación”⁴⁷.

Hoy, en cambio, con tanta tecnología, se estudia al paciente, con veinte máquinas que se reparten los miembros a estudiar. Cuando se junta esa información queda frente a ellos una persona particionada, cuyos resultados no terminan siendo convincentes.

Sin desmerecer a la medicina y a los doctores, que han hecho grandes avances, es vital que retorne esa mirada integradora, para hacer sanar a la persona total ya que, hoy en día, se controlan los síntomas, pero la fuente del malestar sigue latente.

Es por esto por lo que con las Psicoconstelaciones el cuidado del paciente es total. Se lo ayuda a cuidar su energía, su psiquis, su cuerpo y alma.

Cada uno de nosotros somos archivos vivientes que jamás borramos los tiempos pretéritos, y, en ciertas ocasiones, eventos acaecidos influyen en el cotidiano, y de no mediar una terapia constelativa difícilmente puedan llegar a corregirse o entenderse. Por tal motivo, siempre dejo la puerta abierta para que la Psicoconstelación encuentre su propio camino hacia la sanación, pues el problema puede estar anclado en situaciones pasadas, quizás no ancestrales sino experimentadas por dicho paciente, pero en otra vida.

Llegado el día del taller constelativo, el paciente dice: Quisiera constelar mi apnea en el sueño.

Elije para representarlo a Cristina.

Cristina se ubica en cierto lugar de la rueda constelativa.

El paciente coloca sus manos sobre los hombros de ella para transmitirle su energía. Luego se retira. Ella cierra sus ojos y, al cabo de unos segundos, manifiesta sentir mucho cansancio y tener el pecho oprimido.

Se le nota que le cuesta respirar.

Yo: —¿Sentís que te colocaste en el sitio correcto?

Cristina: —No lo sé. Tendría que tomarme unos minutos para sentirlo.

Yo: —Fijate cuál podría ser un mejor lugar para vos en el espacio. Podés permanecer con los ojos cerrados si así lo sentís.

Cristina comienza a moverse despacio. Se detiene en un punto.

Yo: —Decime qué sentís, por favor.

Cristina: —Que ya no puedo seguir avanzando. Necesito quedarme en este lugar que elegí.

Yo: —¿Qué sentís ahora?

Cristina: —Que tengo los pies mojados y fríos. También escucho el eco de mi propia voz, como si estuviera en un lugar cerrado.

Yo: —Vamos a movernos juntos en este lugar. Quédate tranquila que estaré a tu lado.

Cierro mis ojos y veo con claridad el sitio donde ella está. Efectivamente, se trata de un lugar cerrado, oscuro, frío y muy húmedo. Se percibe cierto movimiento alrededor. Los sonidos producen eco, y el aliento forma un vapor producto de ese mismo frío que domina el escenario que presencio.

Yo: —Recordá que estoy a tu lado. No temas. Te acompaño. Fijate si podés decirme algo más acerca del lugar donde estás.

Cristina: —Estoy en un lugar cerrado y oscuro. Es muy húmedo. Y siento mis pies mojados y fríos. Cuando hablo veo el vapor de mi aliento. Hay eco en este lugar. Siento mucho frío en todo el cuerpo.

Yo: —Mirá más detenidamente a tu alrededor y fíjate si hallás una salida.

Cristina: —No. No veo ninguna.

Yo: —Tranquilizate. Observá bien a tu alrededor. ¿En dónde pensás que estás? ¿Hay algún elemento que te resulte familiar?

Cristina: —Sí, sí. Escucho como un sonido de agua… agua que golpea las paredes donde estoy.

Yo: —Describime las paredes.

Cristina: —Estoy rodeada por paredes de madera. ¡Nooooo! Estoy en un barco. ¡EL BARCO SE ESTÁ HUNDIENDOOO! —en ese preciso momento comienza a temblar y llorar. Se desespera—. Tengo miedo… mucho miedo.

Me acerco más a ella. Le digo que se tranquilice. Que no está sola allí. Que estoy a su lado. Coloco mis manos en su pecho a la altura del Chakra corazón y, a la misma altura, en su espalda. Le pido que respire tranquila y profundamente ya que así será posible que juntos encontremos el modo de escapar de allí.

Yo: —¿Te es posible ver alguna ventana o abertura como para salir?

Cristina: —Veo una luz que entra por una ventana. Es muy pequeña. No creo que pueda salir por ahí.

Yo: —No importa que no puedas salir por ahí. Quiero que mires por esa ventana y me digas qué ves.

Cristina: −Veo el cielo. Un cielo limpio.

Yo: —Ahora, que pudiste ver esa abertura, la luz y el cielo, quiero que aflojes tu cuerpo. Conectate con esa luz. No pienses en ese barco sino en el afuera. Lentamente sentirás cómo todo se torna más luminoso y la brisa toca tu rostro. La luz dorada te va envolviendo y tu alma puede volar libremente. Ya no estas atrapada. Ya no hay dolor ni frío.

En ese momento, Cris exhala, como quien se quita un peso de encima, y se relaja. Aparece una leve sonrisa en su rostro y sus ojos se llenan de lágrimas.

Poco a poco se afloja y gira lentamente… el alma, por fin, quedó libre de la opresión, el encierro y la desesperación.

Luego de este trabajo, a todos no había quedado perfectamente claro que la apnea era la manifestación de un alma torturada por el temor.

El doctor Brian Weiss, médico psiquiatra estadounidense famoso por sus creencias en la regresión de vidas pasadas y la supervivencia del alma humana después de la muerte, afirma que algunos traumas que se manifiestan en el presente son el resultado de eventos acontecidos en otra vida.

En mi experiencia profesional con las Psicoconstelaciones Familiares son muchas las veces que el tema presentado abre el espacio a otro plano de consciencia. Se manifiestan sensaciones que no pertenecen al presente sino a un pasado oculto y doloroso. Viajar a ese momento y ayudar al alma a salir de esa trampa, de ese lugar traumático es uno de los caminos fundamentales para sanar el ahora.

Acerca de la consulta, tiempo después

Tras un largo tiempo desde aquella Psicoconstelación, el paciente vuelve a llamarme. Su intención era contarme sobre su evolución.

Obviamente, para mí era una excelente oportunidad para ver los resultados de aquel taller. Esto, sin duda, me dio una inmensa alegría, dado que no siempre se da la posibilidad de ver los resultados del trabajo constelativo. Hay personas que asisten tan solo a unos pocos talleres y sus posteriores seguimientos, y que, tras sentir que solucionaron su problema, sencillamente ya no vuelven ni mantienen un contacto conmigo, lo cual me deja sin poder comprobar los resultados del movimiento efectuado.

Me comenta, entonces, que las apneas habían disminuido significativamente y, de hecho, había lapsos que ni siquiera aparecían.

Al mismo tiempo, me cuenta que tras aquella Psicoconstelación se dedicó a estudiar su árbol genealógico, su historia, y fue así como dio con información que lo impactó profundamente.

Recordó que tenía un abuelo paterno que, justamente, y no, casualmente, había estado muy relacionado con barcos, agua, mar. Él había vivido en Grecia, en la isla de Kalimnos. ¡Oh, detalle! Como tantas personas del lugar, se había dedicado a la pesca de esponjas de mar con el método de apnea en profundidad, es decir, sin usar equipos con oxígeno sino conteniendo la respiración.

Es importante destacar hasta qué punto ejerce influencia la lealtad, pues el hijo de este paciente a la edad de 25 años emigró a los Estados Unidos. Es decir, el hijo del paciente había podido realizar algo que su ancestro no había logrado.

La historia de este hombre griego se reflejaba de distinta manera en su nieto y bisnieto. Registros que estaban grabados en la memoria familiar. Por otro lado, el paciente mismo, logró acabar con aquella sintomatología opresiva que se llevaba de arrastre por generaciones.

Queda establecido que la memoria ancestral vive en cada uno de nosotros y que, al trabajar en ella y con ella, es posible reordenar el presente.

Mantenemos lealtades de linajes que no comprendemos en su verdadera dimensión pero que afectan cada paso de la vida cotidiana. Lo importante es darse cuenta de ello para liberarnos y actuar con plena consciencia y responsabilidad… es ni más ni menos que hallar la propia identidad, el propio sendero.

Es fundamental reconocer el peso de la historia, las lealtades, las expiaciones, los lazos inconscientes que nos moldean, sin este reconocimiento es poco probable lograr la individualidad, la libertad, la autodeterminación.

CASO II: VÍNCULO INTERRUMPIDO ENTRE MADRE E HIJA

No hay nada que sobrepase a la madre.

La conexión con ella es la base de todo éxito en la vida.

Ber...