1. Introducción
Comencemos por algunas preguntas sencillas: ¿por qué unos equipos funcionan y otros no?, ¿por qué unos consiguen objetivos extraordinarios y otros son incapaces de llegar a los mínimos fijados?, ¿por qué hay equipos en los que nos sentimos cómodos y generalmente rendimos mejor, y otros que lo único que deseamos es salir corriendo?
Cuando pienso en la palabra «equipo», me viene a la mente la imagen de diferentes grupos de personas que consiguieron logros extraordinarios en el mundo del deporte, la música, la Historia o la empresa. Y me surgen varias preguntas más: ¿cómo lo hicieron?, ¿qué pasos siguieron para transformarse y convertirse en equipos cohesionados?, y, quizás la más importante, ¿cómo poder aplicar todas las enseñanzas que nos dejaron en nuestros equipos, en nuestras empresas o, incluso, en nuestras familias?
Durante más de quince años desarrollé mi actividad profesional en una gran multinacional del sector de las tecnologías de la información. Ocupé varios puestos y formé parte de diferentes equipos o grupos de trabajo. Y constataba cada día la gran diferencia que existía entre unos y otros, aunque por aquel entonces no reparaba en que existiera tal distinción.
Los equipos de los que formé parte se componían de diferentes personas que intentábamos alcanzar nuestros objetivos de forma individual, y periódicamente nos reuníamos para analizar cómo iba el negocio o conocer las novedades de producto o nuevas estrategias. Sin embargo, cuando analizaba qué es lo que sucedía en aquel equipo o en otros que existían en la empresa, apenas podía encontrar alguno de los elementos que adornaban a los grupos que admiraba en el mundo del deporte, la música o la Historia.
Hoy, lo que me encuentro como formador o coach de equipos en las empresas con las que trabajo no difiere demasiado de las experiencias que viví en mi anterior etapa cuando formaba parte de aquellos equipos. Son grupos que tienen dificultades para encontrar un objetivo compartido y que apenas han reparado en construir sus propias reglas de convivencia. Que muestran, a las primeras de cambio, problemas de comunicación entre ellos o con sus jefes, y que se traducen en la dificultad para sostener determinadas conversaciones y a los que les resulta extraño hablar de confianza, empatía o expresar sus emociones. Son grupos donde existe una desconexión entre los diferentes miembros.
Además, en muchos casos, la motivación ha desaparecido. O bien porque alguien se ha encargado de desmotivar al personal, o bien porque desconocen qué es lo que realmente les motiva. Como consecuencia, el buen ambiente desaparece y cae el nivel de compromiso con el equipo o la empresa a la que pertenecen. Y, para complicar aún más la situación, existe una distancia casi insalvable entre los jefes y sus subordinados, lo que se manifiesta en problemas a la hora de dirigir y liderar al grupo: falta de orientación a resultados, sistemas de planificación inexistentes, ausencia de entornos de aprendizaje, pésima gestión del cambio, ausencia de un propósito y unos valores compartidos...
En resumen, nos encontramos un panorama poco halagüeño que impide que podamos hablar de equipos con propiedad. Pese a que nos refiramos continuamente a ellos, en realidad lo que tenemos son grupos de trabajo con objetivos diferentes y sin ningún tipo de estructura, organización o reglas. Y, desafortunadamente, lo que predomina hoy en día a lo largo y ancho de nuestras empresas, ya sean grandes o pequeñas, multinacionales o pymes, son los grupos de trabajo.
Dudar de la importancia creciente de los equipos en el mundo de la empresa sería una insensatez. Los equipos son la fuerza motriz de las empresas y organizaciones. Y se han convertido en el elemento clave para lograr transformaciones y realizar progresos en nuestra sociedad. Es cierto, como veremos en estas páginas, que no conviene idealizar el concepto equipo. Como todas las cosas de la vida, los equipos tienen sus ventajas e inconvenientes, y en algunas ocasiones no son la opción más adecuada. Sin embargo, considero que la construcción de los equipos y el desarrollo de todos los elementos que permiten llegar a ello son de vital importancia para la productividad y el rendimiento de nuestras empresas y el bienestar y la felicidad de las personas que las forman.
Por esta razón, el objetivo principal de este libro es mostrar a aquellos que forman parte de un equipo o grupo de trabajo, o a aquellos que tienen la fortuna de dirigirlos y liderarlos, un modelo sencillo que permita identificar los elementos fundamentales de un equipo y los pasos necesarios para construirlo. Un modelo denominado «equipos ConLid», donde identifico los cuatro aspectos clave: la conexión, el compromiso, la dirección y el liderazgo. Son los cuatro triángulos esenciales de los equipos, que van desde la conexión hasta el liderazgo.
Cada uno de estos triángulos forma parte del camino que nos conduce a la transformación de un grupo en un equipo ConLid y se materializan en doce pasos: entrenar la confianza, desarrollar la habilidad de la empatía, establecer una comunicación eficaz, transformar las emociones, activar la motivación, instaurar el buen ambiente, orientar las acciones a resultados y objetivos, crear sistemas de planificación, organización, coordinación, ejecución y control, desarrollar una cultura de aprendizaje a través de la preparación y entrenamiento, tener un propósito compartido, vivir los valores del equipo y convertirse en agentes del cambio.
Sin embargo, necesitamos algo más. No es suficiente con identificar qué se necesita para construir un equipo. Se requiere ofrecer herramientas prácticas que sirvan para ir desarrollando y viviendo experiencias que les permitan crecer y progresar como equipo de tal forma que cada componente del grupo participe de forma activa en la construcción del mismo. A través del juego, la reflexión, el pensamiento crítico y otras herramientas podemos ir desarrollando la inteligencia colectiva de los equipos, transitando cada uno de estos pasos hasta llegar a transformar un grupo en un equipo ConLid.
A lo largo del libro encontrarás diferentes herramientas, prácticas y dinámicas de trabajo en equipo, así como numerosos ejemplos de diferentes empresas, equipos deportivos, grupos musicales, incluso familias o personajes históricos relevantes, que consiguieron alcanzar el éxito convirtiéndose en EQUIPOS con mayúscula. Sus ejemplos nos sirven de referente para comprender qué podemos hacer e intentar incorporarlo en el día a día de nuestros equipos.
A modo de resumen, el libro está dividido en cuatro partes:
- En la primera parte analizaremos cuáles son las causas o factores que hacen desaparecer a los equipos. A través de ejemplos conocidos y situaciones personales, iremos desgranando cuáles son los problemas reales que han provocado la desaparición de grandes equipos o empresas y que están presentes en el día a día de los grupos de trabajo en nuestras empresas.
- En la segunda parte analizaremos qué es un equipo, cuándo son necesarios los equipos, sus ventajas e inconvenientes, y qué es lo que los distingue de los grupos de trabajo, haciendo especial hincapié en la importancia de la complementariedad y los roles de equipo.
- En la tercera parte presentaremos el modelo «equipos ConLid» con el objeto de transformar un grupo de trabajo en un equipo, y explicaremos cómo el juego puede ayudarnos a desarrollar determinadas habilidades necesarias para construir un equipo.
- Y en la cuarta parte, la más extensa, nos adentraremos en cada uno de los triángulos esenciales –la conexión, el compromiso, la dirección y el liderazgo– y analizaremos con detalle cada paso para convertirse en un equipo ConLid.
Decía Vince Lombardi, el mítico entrenador de fútbol americano, que «la diferencia entre una persona exitosa y otros no es la falta de fortaleza, ni la falta de conocimiento, sino la falta de voluntad». Podemos sostener exactamente lo mismo cuando nos referimos a los equipos. Lo que realmente distingue a unos de otros es su voluntad para transformarse de grupos en equipos y desarrollar todos los elementos necesarios para convertirse en grupos donde uno más uno no son dos sino diez o veinte o cien.
Equipos que van de la conexión al liderazgo, equipos cohesionados que se construyen ladrillo a ladrillo y que muestran una voluntad inquebrantable por alcanzar unos objetivos extraordinarios a través de la conexión, el compromiso, la dirección y el liderazgo. Y, lo más importante, capaces de comprender que esas grandes palabras solo llegan trabajando día a día y con acciones concretas en todos los pasos que conducen a la construcción de un equipo ConLid.
2. Los cuatro triángulos de las Bermudas donde los equipos desaparecen
«Llegar juntos es el principio. Mantenerse juntos es el progreso. Trabajar juntos es el éxito».
Henry Ford
El 5 de diciembre de 1945, cinco aviones TBM Avenger de la Marina estadounidense salieron de la estación naval en Fort Lauderdale, Florida. El piloto que los dirigía se quejó de que sus brújulas no estaban funcionando bien y que no sabía dónde estaba. Después de varias horas de vuelo, los aviones se quedaron sin gasolina y hasta la fecha no se los ha vuelto a ver. Las últimas palabras del piloto a la torre de control fueron: «Parece que estamos entrando en aguas blancas. Estamos completamente perdidos». Luego, el silencio. Un silencio que no se ha quebrado aún.
Aquellos cinco aviones desaparecieron en uno de los espacios geográficos más conocidos, el Triángulo de las Bermudas. Situado en el océano Atlántico, entre las islas Bermudas, Puerto Rico y la ciudad estadounidense de Miami, esta área geográfica se ha convertido en un mito. La desaparición de más de cincuenta barcos, veinte aviones y más de mil vidas perdidas abrió paso a teorías, artículos y libros que explicaban estas desapariciones por la presencia de fuerzas sobrenaturales.
La realidad es bien distinta. Las investigaciones realizadas dieron una respuesta científica a cada uno de estos acontecimientos. La combinación de un denso tráfico marítimo y el tiempo tempestuoso debido a las condiciones climáticas de ...