La insurrección que viene
eBook - ePub

La insurrección que viene

  1. 176 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La insurrección que viene

Descripción del libro

El Comité invisible es una tendencia de la subversión presente...Recientemente, varias personas fueron detenidas en Francia por el mero hecho de tener un ejemplar de este libro en su casa. Y lo más inaudito es que se les aplicó, en el país de los derechos del hombre y del ciudadano, la ley antiterrorista...Fiel a su compromiso con la libertad de expresión a ultranza y la propagación de materiales semióticos altamente peligrosos, Melusina ofrece al lector en lengua española el texto íntegro de este inquietante manifiesto.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a La insurrección que viene de Comité invisible en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Teoría y crítica históricas. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Melusina
Año
2020
ISBN de la versión impresa
9788496614734
ISBN del libro electrónico
9788418403064
Categoría
Historia
Introducción.
Puesta a punto
Todo el mundo lo reconoce. Esto va a reven-tar. Todo el mundo está de acuerdo, con el semblante sombrío o fanfarrón, en los pasillos de la Asamblea, como ayer se repetía en el bar. Uno se com­place estimando los riesgos. Ya se detallan las operaciones preventivas de división en zonas del territorio. Y los festejos del nuevo año adquieren un giro decisivo: «¡Es el último año en el que habrá ostras!». Para que la fiesta no se vea totalmente eclipsada por la tradición del desorden se necesitan los 36.000 polis y los 16 helicópteros desplegados por Alliot-Marie,1 la misma que, durante las manifestaciones estudiantiles de diciembre, espiaba ansiosa cualquier contaminación griega. Se escucha cada vez con más claridad, bajo los mensajes de calma, el ruido de los preparativos de una guerra abierta. Nadie puede ignorar ya su puesta en la práctica de forma anunciada, fría y pragmática, que ni siquiera se molesta en presentarse como una operación de pacificación.
Los periódicos aderezan a conciencia la lista de causas de esta repentina desazón. Está la crisis, desde luego, con su paro explosivo, su porción de desesperación y planes sociales, sus escándalos Kerviel y Madoff. Está la quiebra del sistema escolar que ya no es capaz de producir trabajadores, ni de clasificar al ciudadano; ni siquiera a partir de los niños de la clase media. Se dice que existe un malestar de una juventud que no encuentra correspondencia con ninguna representación política, que sólo sirve para responder a las bicicletas gratuitas que se ponen a su disposición con alunizajes.
Sin embargo, todas estas fuentes de inquietud no deberían parecer insalvables en una época en la que el modo de gobierno predominante consiste precisamente en la gestión de situaciones de crisis. Salvo que se considere que a lo que el poder tiene que enfrentarse no es ni a una crisis más ni a una sucesión de problemas crónicos, de desajustes más o menos esperados. Sino a un peligro singular: que se manifiesten una forma de conflicto y de posiciones que, precisamente, no sean gestionables.
*
* *
Todos los que, por todos lados, son ese peligro tienen que plantearse cuestiones menos ociosas que las relativas a las causas y probabilidades de movimientos y enfrentamientos que, en todo caso, ocurrirán. Como la siguiente: ¿qué eco tiene el caos griego en la situación francesa? Una sublevación aquí no puede ser pensada como una mera transposición de lo que ocurrió allí. La guerra civil mundial posee todavía sus especificidades locales y una situación de revueltas generalizadas provocaría en Francia una deflagración de otro tenor.
Los sublevados griegos se enfrentaban a un Estado débil, si bien gozaban de una gran popularidad. No hay que olvidar que la democracia se reconstituyó contra el régimen de los coroneles, hace exactamente treinta años, a partir de una práctica de la violencia política. Esta violencia, cuyo recuerdo no queda tan lejano, resulta todavía una evidencia para la mayoría de los griegos. Incluso los mandamases del ps local ya habían probado el cóctel molotov en su juventud. Como contrapartida, la política clásica conoce variantes que saben avenirse muy bien a estas prácticas y propagar, incluso en la revuelta, sus necedades ideológicas. Si la batalla griega no se ha decidido y terminado en la calle —a pesar de que la policía estaba visiblemente desbordada— es porque su neutralización se ha realizado en otra parte. No hay nada más agotador, nada más fatal, de hecho, que cierta política clásica, con sus rituales agostados, su pensamiento carente de pensamiento, su pequeño mundo cerrado.
En Francia, nuestros burócratas socialistas más exaltados nunca fueron más que austeros infiltrados de asambleas, hombres de paja responsables. Aquí, todo concurre más bien para anihilar la menor forma de intensidad política, lo que permite que siempre se pueda oponer al ciudadano frente a los alborotadores y extraer oposiciones facticias de un depósito sin fondo: usuarios frente a huelguistas, los que revientan las manifestaciones frente a los que toman a la ciudadanía como rehén, gente valiente frente a la chusma.2 Una operación cuasi-lingüística que va de la mano con las medidas cuasi-militares. Las revueltas de noviembre de 2005 y, en un contexto diferente, los movimientos sociales del otoño de 2007 han aportado algunos ejemplos de la forma de proceder. La imagen de los estudiantes pijos de Nanterre aplaudiendo al grito de «Viva la policía» la expulsión de sus condiscípulos por parte de las fuerzas del orden tan sólo nos ofrece un atisbo de lo que nos reserva el porvenir.3
Huelga decir que la vinculación de los franceses al Estado —garante de los valores universales, último bastión frente al desastre— es una patología de la que es complicado deshacerse. Se trata sobre todo de una ficción que ya no sabe durar. Incluso nuestros gobernantes la consideran cada día más como un inútil estorbo puesto que ellos, al menos, asumen el conflicto militarmente. Éstos a quienes no les acompleja enviar unidades antiterroristas de élite tanto para sofocar las revueltas en los suburbios como para liberar un centro de recuperación de residuos ocupado por asalariados. A medida que el Estado del bienestar se desmorona, amanece el enfrentamiento entre aquellos que desean el Orden y aquellos que no. Todo lo que la política francesa conseguía hasta ahora desactivar comienza a desencadenarse. Todo aquello que reprimió no quedará impune. Se puede contar con el movimiento que viene para encontrar, en el avanzado nivel de descomposición de la sociedad, el hálito nihilista necesario. Lo que no dejará de exponerlo a toda suerte de límites.
Un movimiento revolucionario no se propaga por contaminación sino por resonancia. Algo que se constituye aquí resuena con la onda de choque que emite algo que se constituyó allí. El cuerpo que resuena lo hace según su propio modo. Una insurrección no es como la extensión de la peste o un incendio forestal —un proceso lineal que se extiende progresivamente, por proximidad, a partir de una chispa inicial—. Se trata más bien de algo que cobra cuerpo como una música, y cuyos focos, incluso dispersos en el tiempo y el espacio, logran imponer el ritmo de su propia vibración. Consiguen ganar siempre mayor espesor. Hasta el extremo de que una vuelta a lo normal deja de ser deseable e incluso previsible.
Cuando hablamos de Imperio, designamos los dispositivos de poder que, preventivamente, quirúrgicamente, retienen todos los devenires revolucionarios de una situación. En este sentido, el Imperio no es un enemigo enfrentado a nosotros. Es un ritmo que se impone, una manera de hacer fluir y discurrir la realidad. No es tanto un orden del mundo como su discurrir triste, pesado y militar.
Lo que llega a nuestros oídos del partido de los insurrectos es un esbozo de una composición, de un lado de la realidad totalmente diferente, que desde Grecia hasta los suburbios franceses busca sus acuerdos.
*
* *
A partir de ahora resulta de notoriedad pública que las situaciones de crisis son igualmente ocasiones que se ofrecen a la dominación para que se reestructure. Así es como Sarkozy puede, sin que apenas parezca que miente, anunciar que la crisis financiera corresponde «al fin de un mundo» y que el año 2009 verá a Francia entrar en una nueva era. Este camelo de crisis económica sería, en definitiva, una novedad. La ocasión de una bella epopeya que nos vería, a todos juntos, combatir al mismo tiempo las desigualdades y el cambio climático. Algo que para nuestra generación, que nació justo en la crisis y que no ha conocido otra cosa —crisis económica, financiera, social, ecológica—, es, debemos confesarlo, relativamente difícil de admitir. No nos la pegarán con el golpe de la crisis, con el «vamos a empezar de cero» y el «bastará con ajustarse el cinturón durante una temporadita». En realidad, el anuncio de las desastrosas cifras del paro no nos suscita ningún sentimiento. ...

Índice

  1. Introducción. Puesta a punto
  2. Desde cualquier ángulo...
  3. Primer círculo. «I am what i am»
  4. Segundo círculo. «La diversión es una necesidad vital»
  5. Tercer círculo. «La vida, la salud, el amor son precarios, ¿por qué iba a escapar el trabajo a esta ley?»
  6. Cuarto círculo. «¡Más sencillo, más guay, más flexible y más seguro!»
  7. Quinto círculo. «¡Menos bienes y más relaciones!»
  8. Sexto círculo. «El medio ambiente es un desafío industrial»
  9. Séptimo círculo. «Aquí se está construyendo un espacio civilizado»
  10. En marcha
  11. Encontrarse
  12. Organizarse
  13. Insurrección