Doce Pasos
Paso uno: creando tu propia realidad
Si somos lo que pensamos, entonces para ser felices tenemos que aprender a crear una realidad distinta a la que tenemos. Todos hemos experimentado, escuchado o visto ejemplos de personas con posiciones económicas estables y hasta ricas pero que no son más felices que aquel que quizás es considerado pobre. Hemos visto en nuestros hijos o en otros, que lo tienen todo, como están tristes o deprimidos, mientras que niños pobres juegan en las calles reflejando ser más felices.
¿Qué puede hacer que una persona que pierde un empleo se sienta más motivada?
Todo dependerá de la realidad que construya en su pensamiento. Si solo ve fracaso, vivirá siempre en modo negativo y experimentará más fracasos. En mis años como «astrocoach» he visto lo que diferencia a un cliente de otro, y es cómo percibe la realidad durante cada prueba que se le presenta en la vida.
La mayoría vive atormentada por lo que no tiene, como relaciones, la economía, la familia, el trabajo o la búsqueda de ser lo que desearía ser. Mientras que aquellos que van en busca de respuestas, los que desean aprender de sus lecciones son más optimistas, pues entienden que de ellos depende cambiar la realidad en la que viven.
Estas personas están determinadas a cambiar su realidad por algo más positivo y buscan luz para elegir bien el camino que van a tomar.
Tu realidad actual puede estar saboteando la raíz de tu existencia; quizás esa sea la razón de tus tristezas, tu mal humor, de que te sientas incompleto. Sin embargo, cuando tomamos la decisión de cambiar esa realidad que altera nuestro estado armonioso, sea personal, emocional o espiritual, obtenemos un cambio positivo en nuestra vida y que la práctica de la felicidad sea más fácil.
Cuando alcances esa autoconciencia y comprendas realmente quién eres, entonces serás capaz de cambiar tus creencias.
Puede ser tan simple como decidir que ya no quieres estar mal de ninguna manera. Una vez que tomes esa decisión, tu verdad cambiará y entonces serás capaz de manifestar y producir tu propio bienestar, creando en efecto tu propia realidad.
El mundo está constituido por retos continuos y algunos no se despertarán a la triste realidad de enfrentarse a las lecciones que les corresponde vivir. Esa realidad es la misma que tu pensamiento ha creado. Por lo tanto, para lograr la realidad deseada es importante que tu percepción del mundo sea positiva.
Ponlo en práctica
Para lograr tu propia realidad, te voy a descubrir cinco pasos clave:
- Escoge tus posibilidades «reales», las que te ofrezcan mayor crecimiento. Ese crecimiento debe estar equilibrado en tres áreas fundamentales: personal, emocional y espiritual. Si puedes satisfacer al menos dos de las tres, entonces habrás escogido la realidad que te conviene.
- Establece tus objetivos; de esta manera sabrás definir el proceso correspondiente para lograr el objetivo deseado.
- Identifica tu punto de motivación y ve dando pasos pequeños para lograr continuos pulsos de éxito que te ayuden a celebrar cada logro.
- Silencia las conversaciones con tu ego. Cada vez que sientas que en el ruido de tus pensamientos está predominando lo negativo, llévalo al otro extremo. Si temes no lograr un proyecto, imagínatelo realizado y tú cosechando los frutos.
- Engendra positivismo y entusiasmo en los demás. Esto a su vez contribuirá a que los demás se entusiasmen con tu objetivo, algunos participando en ese crecimiento y otros alejándose de él.
Al cambiar la creencia y tomar control sobre nuestras verdades internas somos capaces de sanarnos a nosotros mismos en cuerpo y alma, y crear bienestar a todos los niveles.
Cuando hacemos la conexión entre lo que sentimos, lo que pensamos, lo que creemos dentro de nosotros mismos y lo que estamos manifestando en nuestras vidas, participamos plenamente en la creación de nuestra propia realidad.
Crear nuestra propia realidad es lograr empoderarnos, aunque debes asegurarte de que la realidad que creas sea siempre positiva.
Paso dos: bondad a la quinta potencia
En el mundo en el que vivimos, ¿habrá esperanza de que algún día todos podamos actuar con bondad? La experiencia nos enseña que la bondad toma fuerza cuando observamos las dificultades o los desastres del mundo.
Estudios realizados por James Fowler y Nicholas Christakis, co-autores del libro Connected, han encontrado que la generosidad de una persona tiene un efecto de ondulación, difundiéndose tres grados a través de la red social, de persona a persona. Este estudio científico refleja la enorme influencia que cada persona tiene para influenciar a cientos o miles de personas que ni siquiera ha conocido.
Otra experiencia interesante que todos hemos experimentado en algún momento es la sensación de elevación edificante que se siente cuando vemos a otros realizar un acto de bondad. Solo hay que mirar los miles de «hits» que obtiene un vídeo de un acto de bondad en Youtube.
Es ese estado que Jonathan Haidt expresa en su ensayo Wired to be inspired, que para el autor significa: «ver a otras personas elevarse en la dimensión vertical hacia la bondad parece hacer que la gente se sienta superior en sí misma».
Detente por un momento y remóntate a una ocasión en la que viste algún acto de bondad, algo que te conmovió, que te hizo saltar las lágrimas. ¿Cómo te sentiste? Seguramente elevado, mejor contigo mismo y es posible que más humano, espiritual y capaz de amar enormemente.
Es que la bondad, ya sea generada por ti o por los demás, es contagiosa; ayuda a encontrar esa chispa espiritual en nosotros que nos hace capaces de dar más o ir más allá en tiempos de necesidad.
Por lo tanto, el «acto de bondad», no solo tiene que ser practicado por nosotros para sentir unos grados de felicidad; ver a otros realizando actos de bondad nos contagia con un sentido de bienestar, nos enriquece el alma y el espíritu y nos brinda un sentido de esperanza y felicidad.
Ponlo en práctica
Proponte realizar un acto de bondad, diario, semanal o mensualmente, que traiga ese sentido de «elevación» a tu vida. Ya sea abrirle la puerta a una persona, enviar un donativo mensual a una organización o ayudar en un hospital, ese acto de bondad te ayudará a sentirte mejor y te encaminará a la felicidad.
Documenta tus experiencias.
Paso tres: El camino a la compasión
La compasión es definida como «el sentimiento de pena o dolor que provoca el sufrimiento de otro, que nos lleva al deseo de ayudar a los demás».
Estudios científicos indican que no es un sentimiento irracional que se provoca en el momento, sino que existe un deseo de evolucionar que está en cada uno de nosotros.
Cuando una persona siente compasión por otro, las palpitaciones del corazón bajan, producimos oxitocina y las regiones del cerebro ligadas a la empatía, el cuidado y los sentimientos de placer se encienden, lo que hace que queramos acercarnos y cuidar a los demás.
Los estudios científicos también nos demuestran que existen unos beneficios adicionales, tales como: