Estado Islámico
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Estado Islámico

Una amenaza para la seguridad internacional

  1. 142 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Estado Islámico

Una amenaza para la seguridad internacional

Descripción del libro

Esta obra, resultado de una investigación desarrollada en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte (Colombia), tiene como propósito explicar las causas históricas, los componentes ideológicos y materiales, y las dinámicas políticas del fenómeno Estado Islámico. Internacionalistas, politólogos, historiadores, estudiantes de ciencias sociales y lectores en general podrán encontrar aquí una caracterización precisa acerca de este actor no estatal y la amenaza que esta organización terrorista supone para Oriente Medio y para el mundo Occidental.

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Información

1

EL SURGIMIENTO Y EL AUGE DEL ESTADO ISLÁMICO

«Oh, Alá, ataca a los gobernantes apóstatas.
Oh, Alá, mátalos uno tras otro sin perdonar a ninguno»
ABU MUSAB AL ZARQAWI
La historia del Estado Islámico (EI) está fuertemente ligada a Ahmed Fadil al Nazal al Jalaila, mejor conocido por su nom de guerre Abu Musab Al Zarqawi. De origen jordano, Al Zarqawi nació en 1966 en el seno de una familia de escasos recursos económicos. Pese a no haber recibido una formación teológica relevante, se convirtió pronto en un referente del yihadismo a nivel global.
Para entender cómo surge el fenómeno del EI es necesario remontarse, inicialmente, a lo que fue la filial de Al Qaeda en Irak (AQI), la cual estuvo bajo el comando de Al Zarqawi, luego de que este pasara un irrefutable proceso de radicalización islamista durante su estancia en prisión.
El proceso de radicalización inició muy pronto para Al Zarqawi, pues a sus 17 años experimentó la muerte de su padre, lo cual le llevó a abandonar la escuela y adoptar un estilo de vida caracterizado por el consumo de drogas y alcohol. Eventualmente, en la década de 1980, fue judicializado y puesto preso bajos los cargos de posesión de narcóticos y violencia sexual (Kirdar, 2011).
Durante su estadía en prisión, Al Zarqawi empezó a involucrarse en asuntos concernientes al fundamentalismo islámico, por lo cual, una vez liberado en 1988, gracias a una ley de amnistía por parte del Gobierno jordano, decidió enlistarse como muyahidín1 en la lucha antisoviética que se libraba en Afganistán (Bunzel, 2015; Kazimi, 2005). Es allí donde conoció a su mentor, el palestino Sheij Abu Mohamed al Maqdisi, y bajo la guía de este reforzó sus convicciones religiosas radicales. Al Maqdisi fue nada más y nada menos que el autor del controvertido trabajo titulado «La democracia es una religión», obra en la cual condena la aceptación de los principios democráticos como un acto equivalente a la conversión a una religión diferente del islam, acusando de apostasía a quienes se adhieren a los postulados de la democracia.
Al respecto Al Maqdisi se expresa en los siguientes términos:
(…) Algunas veces ellos llaman a la democracia una libertad (…), algunas veces utilizan argumentos que aparentan hacer de la democracia un argumento válido (…) simplemente para servir a sus propios intereses y motivos y para cumplir la consecución de su propia agenda personal. Ellos distorsionan la verdad con la falsedad, y mezclan la luz con la oscuridad, y el politeísmo de la democracia con el monoteísmo del islam. Pero nosotros, con la ayuda de Alá, rechazaremos todas estas falacias y mostraremos que la democracia es una religión. Pero no es la religión de Alá. (…) No es la religión del monoteísmo, y sus parlamentos son lugares de politeísmo, y santuarios de creencias paganas. Todo esto debe ser evitado para conseguir el monoteísmo (…) Debemos destruir a aquellos que siguen la democracia y debemos tomar a sus seguidores como nuestros enemigos, odiarlos y realizar la gran yihad en contra de ellos. La democracia es una obvia forma de politeísmo y una clara falsedad de la cual Alá nos advirtió en su libro y que el profeta (la paz sea con él) atacó durante su vida. (…) Por lo tanto, sé firme mi hermano monoteísta, al ser uno de los seguidores del profeta o colaborador de quien ataca al politeísmo y a su gente. (…) Sigue tú a aquellos que aplican los decretos de Alá. El profeta (la paz sea con él) dijo respecto a este camino: “un grupo de mi pueblo aplicará el decreto de Alá y ellos no serán lastimados por nadie que los abandone o contradiga”.2
Con posterioridad al fin de la campaña antisoviética en Afganistán, Al Zarqawi y Al Maqdisi retornaron a Jordania, donde fundaron juntos la organización islamista de nombre Bayat al Islam (BI) en 1992, con el propósito de promover la militancia activa en contra de la monarquía hachemí del rey Huséin. A mediados de la década de los 90, ambos fueron capturados y encarcelados por los servicios jordanos de seguridad; sin embargo, desde prisión, siguieron promoviendo el crecimiento de su organización a través de la distribución de opúsculos con mensajes que abiertamente manifestaban posturas fundamentalistas, y que pronto hicieron de Al Zarqawi una figura notable en el mundo yihadista.
En 1999, otra vez por una ley de amnistía, Al Zarqawi fue liberado por las autoridades jordanas. Una vez más, partió con rumbo hacia Afganistán, donde su postura radical ya había atraído la atención de Osama bin Laden, líder de Al Qaeda (AQ). No obstante, al principio, las actitudes radicalistas de Al Zarqawi no convencieron a Bin Laden, quien pensaba que podría tratarse de un intento de infiltrar su organización en Afganistán. Aun así, la feroz reputación que había construido como detractor del Gobierno jordano y el respaldo dentro del mundo yihadista finalmente permitieron que Bin Laden proporcionara apoyo financiero a Al Zarqawi para el establecimiento de un campo de entrenamiento de combatientes en Herat, muy lejos del centro de operaciones de AQ en Kandahar.
En muy poco tiempo, el modesto campo de entrenamiento de Al Zarqawi se había transformado en un pequeño ejército de casi 3000 combatientes, la mayoría jordanos, palestinos y sirios que habían estado exiliados en Europa. Bajo el sello de Yamat al Tawhid wal Yihad (YTY), estos hombres estaban dispuestos a convertirse en una fuerza yihadista de despliegue rápido en cualquier parte del mundo.
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Ilustración 1. Territorio de Afganistán
Fuente: Tomada de http://previews.123rf.com/images/peterhermesfurian/peterhermesfurian1408/peterhe rmesfurian140800052/30644350-Afganist-n-mapa-pol-tico-concapital-Kabul-de-las-fronterasnacionales-las-ciudades-m-simportantes--Foto-de-archivo.webp
Como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre de 2001, que conllevaron una rápida respuesta militar por parte de Estados Unidos en contra de objetivos de AQ en Afganistán, Al Zarqawi tuvo que replegar sus tropas en Irán, a pesar de que aún entonces no había jurado lealtad a Bin Laden. De allí se trasladaron nuevamente, esta vez a territorios controlados por los kurdos en el norte de Irak.3
En 2003, Al Zarqawi, ante la inminente invasión a Irak por parte de Estados Unidos, diseñó una estrategia para detener la avanzada de las tropas estadounidenses en territorio iraquí, y como resultado de ello ordenó el bombardeo de la sede de la ONU en Bagdad en 2003 y la decapitación del empresario estadounidense Nicholas Berg en 2004. El escenario de violencia política y debilidad institucional, y el resquebrajamiento del orden público en Irak a causa de la invasión estadounidense propiciaron que YTY se involucrara en la insurgencia armada (Hashim, 2014).
Los objetivos de la insurgencia eran claros: forzar la retirada de las tropas estadounidenses, derrocar el Gobierno interno en Irak, asesinar a los colaboradores del régimen invasor, atacar indiscriminadamente a la población chií del país y establecer un Estado islámico regido por la ley islámica. La insurgencia —conformada no solo por elementos islamistas, sino también nacionalistas, baazistas4 y foráneos— pronto logró desestabilizar a las fuerzas estadounidenses a través de atentados terroristas contra sus miembros y sus colaboradores iraquíes, y también contra las labores de reconstrucción de infraestructura.
En 2004, durante la captura de Faluya, los muyahidines locales juraron fidelidad a Al Zarqawi, quien oficialmente declaró el nacimiento de Al Qaeda en Irak (AQI) como símbolo de su lealtad hacia Bin Laden e incorporación oficial a la red de AQ. La invasión por parte de los Estados Unidos trajo consigo la disolución del régimen del partido Baaz y el Ejército iraquí, lo que a su vez permitió que muchos de estos políticos y militares pasaran a formar parte de los grupos insurgentes que eventualmente terminaron unidos a las filas de AQI (Rosiny, 2014).
El hecho de que Al Zarqawi y Bin Laden pudieran haber conseguido establecer una alianza les benefició a ambos con respecto a sus intereses estratégicos. Por un lado, Al Zarqawi y sus combatientes entraron a hacer parte de una franquicia del yihadismo internacional que les proporcionaba prestigio, apoyo logístico y acceso a importantes fuentes de financiamiento, y asimismo garantizaba la llegada de nuevos combatientes. De igual forma, Bin Laden pudo sacar provecho de tener a su disposición al nuevo grupo de combatientes entrenados bajo el mando de Al Zarqawi, pues era una fuerza de combate que ya estaba instalada en el teatro de operaciones en Irak, con la cual podía detener el avance de las tropas estadounidenses (Hashim, 2014).
No obstante, AQI no logró mantenerse en pie por mucho tiempo, lo cual, de hecho, fue uno de los detonantes que condujo al surgimiento del EI. Después de las elecciones nacionales en 2005 y la reforma a la constitución política, la insurgencia comenzó a despedazarse debido a las tensiones internas que se generaron entre las diferentes facciones que hacían parte de ella. Ello era principalmente resultado de la insatisfacción que derivaba de las impopulares tácticas de violencia sectaria extrema que tradicionalmente había utilizado Al Zarkawi.5
Frente a dichas circunstancias, Al Zarqawi y AQI abiertamente expresaron su deseo de constituir un Estado islámico una vez que las condiciones en el campo de batalla les fueran completamente favorables. El 15 de enero de 2006, se formó el Consejo de la Shura Muyahidín (CSM), que unió a AQI con otras cinco organizaciones yihadistas que operaban en la zona. Este tenía el propósito declarado de unificar las filas de yihadistas en Irak, en un momento en el que AQI perdía popularidad. En abril del mismo año, mostrando su rostro por primera vez, Al Zarqawi elogió al CSM como «el punto de partida para el establecimiento de un Estado islámico» (Bunzel, 2015, p. 16).
Sin embargo, Al Zarqawi murió ese mismo año como consecuencia de un bombardeo de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, que solo fue posible gracias a la infiltración de las filas yihadistas (Calderón, 2006). La muerte de Al Zarqawi no significó automáticamente una disminución sustancial de la actividad terrorista de AQI, pero con el fortalecimiento de las fuerzas invasoras estadounidenses mediante la adición de 20 000 efectivos en 2007, la sólida estructura de esta organización empezó a desplomarse drásticamente, pues alrededor de 10 000 de sus combatientes habían sido asesinados o capturados, y el flujo de reclutas extranjeros había descendido a tan solo cinco o seis nuevos combatientes cada mes.
El CSM, en un último esfuerzo por recuperar algo de apoyo popul...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. El autor
  5. Contenido
  6. Acrónimos
  7. Figuras
  8. Cronología
  9. Prefacio
  10. Introducción
  11. 1 EL SURGIMIENTO Y EL AUGE DEL ESTADO ISLÁMICO
  12. 2 LA IDEOLOGÍA FUNDAMENTALISTA DETRÁS DE LA YIHAD
  13. 3 LAS FUENTES DE FINANCIAMIENTO DEL TERROR
  14. 4 LA REDEFINICIÓN DE FRONTERAS EN ORIENTE MEDIO
  15. 5 LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS AL SERVICIO DEL CALIFATO
  16. 6 LA CONSOLIDACIÓN DE LA FRANQUICIA YIHADISTA
  17. 7 LA AMENAZA TRANSNACIONAL DEL RADICALISMO RELIGIOSO
  18. 8 TODOS CONTRA EL ESTADO ISLÁMICO
  19. Conclusiones
  20. Glosario
  21. Referencias
  22. Cubierta posterior