CFT 06 - La Iglesia: Cuerpo de Cristo
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CFT 06 - La Iglesia: Cuerpo de Cristo

Curso de formación teologica evangelica

  1. 352 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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CFT 06 - La Iglesia: Cuerpo de Cristo

Curso de formación teologica evangelica

Descripción del libro

Estructurado en ocho partes y 53 lecciones, el tomo sexto del CURSO DE FORMACIÓN TEOLÓGICA EVANGÉLICA constituye en si mismo uno de los textos de Eclesiología más completos y pedagógicos disponibles. Partiendo de un completísimo estudio obre la naturaleza y fundación de la Iglesia, entra de lleno en un análisis profundo de sus ministerios, autoridad y estructura de gobierno para terminar con una visión de sus ordenanzas y su misión en el mundo. Es, pues, un texto ideal para la asignatura de Eclesiología en institutos bíblicos y seminarios de Teología.

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Información

Año
1973
ISBN del libro electrónico
9788482677491
Sexta parte
Las dimensiones de la Iglesia
LECCION 34.ª
CONCEPTO DE UNIDAD
1.Introducción.
Comenzamos con esta lección el estudio de lo que la Iglesia de Roma ha venido llamando «notas de la Iglesia» y que H. Küng, con mejor acuerdo, llama «dimensiones».1 Estas dimensiones son: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. La doctrina tradicional de la Iglesia de Roma es que estas cuatro «dimensiones» son las «notas» (o sea, características notorias) de la verdadera Iglesia de Cristo, y que estas notas se encuentran solamente (o, al menos, de un modo más perfecto) en la Iglesia Católica Romana. De ahí que se niegue a cualquier otra comunidad cristiana el título de «verdadera iglesia de Cristo».
2.Noción de unidad.
La unidad es la característica trascendental por la que todo ser es algo integrado en sí y diferenciado de cualquier otro. La materia inorgánica tiene una unidad visible que le presta su aparente continuidad en objetos no fraccionados. Lo orgánico debe su unidad a un principio interior de vida, organización y movimiento. Tanto la materia inorgánica como la orgánica albergan interiormente otras unidades a nivel subatómico, atómico y molecular, etc.
Los seres racionales pueden unirse entre sí mediante sus coincidencias en las mismas ideas y en los mismos gustos e intereses. Así se forman los distintos grupos, partidos, clubs, etc. La comunidad de sangre, raza, cultura, etcétera, es también un multiforme factor de unidad. Finalmente, el «nuevo nacimiento» a la vida espiritual, con la consiguiente participación de la naturaleza divina (2.ª Pedro 1:4), nos da una nueva y más fuerte unidad, como hijos de un mismo Padre y como miembros de un mismo Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (cf. Rom. 8:14; 12:4 y siguientes; 1.ª Cor. 12; Ef. 4, etc.).
3.Historia de la unidad.
La unidad del qahal de Israel estaba basada en los pactos de Yahveh-Dios con Su Pueblo escogido: el pueblo de las promesas y de las bendiciones divinas. Ahora bien, ¿qué es lo que establece la continuidad del Israel de Dios a través de ambos Testamentos? No es la nacionalidad judía, expresada en la circuncisión, sino la fe, por la cual todos los creyentes somos hijos espirituales de Abraham (Gál. 3:7-9, 14-16, 26-29), lo que unifica a la Iglesia de todos los tiempos. La cuidadosa distinción entre los términos griegos «aulé» y «poímne» de Jn. 10:16, muestra que la Iglesia no está ya circunscrita a una nación o territorio («redil»), sino que es «un solo rebaño», liberado de vallas territoriales, porque Cristo ha derribado el muro de separación mediante el derramamiento de Su sangre en la Cruz (Ef. 2:11-22), lo cual constituye para Pablo el «misterio» por antonomasia (Ef. 3:3-6). Romanos 11:13-36 nos presenta la misma verdad bajo distinta metáfora: el injerto de ramas ajenas en el «buen olivo». Hechos 7:38 viene a darnos incluso la coincidencia entre los términos qahal (hebreo) y ekklesía (griego) de la Iglesia de Dios a través de los tiempos.
El concepto de «Iglesia» es expresado en el Nuevo Testamento bajo las metáforas de planta, cuerpo, edificio, rebaño, esposa, etc.,2 de naturaleza espiritual. La unidad de la Iglesia es, pues, unidad del Espíritu y de características espirituales, aunque debe proyectarse también visiblemente, como veremos en la siguiente lección. Una unidad así entendida admite sana libertad y pluralismo de formas dentro de su núcleo irrompible. Los pecados contra la ortodoxia y el amor (herejía y cisma) son los que de verdad la dañan.
La oficialidad de la Iglesia y el concepto de la misma como Ciudad de Dios oscurecieron lamentablemente el concepto de unidad, haciéndola depender durante más de un milenio (desde el siglo IV hasta la Reforma) de la sumisión a unos poderes jerárquicos y a unas estructuras monolíticamente centralizadas; sobre todo, cuando comenzó a considerarse al Bautismo como instrumento de regeneración espiritual, al mismo tiempo que como puerta de la Iglesia Universal. En esta perspectiva hay que examinar las rupturas de unidad visible ocurridas en la Iglesia a lo largo de los siglos.3
CUESTIONARIO:
1. ¿A qué podemos llamar «dimensiones de la Iglesia»? — 2. ¿Cómo influye el «nuevo nacimiento» en la unidad de la Iglesia? — 3. ¿Qué es lo que unifica a la Iglesia de Dios en ambos Testamentos? — 4. ¿Qué clase de unidad expresan las metáforas de cuerpo, rebaño, planta, etc.? — 5. ¿De dónde arrancó la desviación en el concepto de unidad?
line
1. O. c., pp. 263-269. En cuanto a lo que nosotros llamamos «notas» de la Iglesia, véase la lección 10.ª.
2. V. las lecciones 8.ª y 9.ª.
3. Repásese la lección 12.ª para mejor entender el concepto de unidad.
LECCION 35.ª
CARACTERISTICAS DE LA UNIDAD ECLESIAL
1.Profundidad de la unidad de la Iglesia.
Entramos en una materia de suma importancia, no sólo por lo que la unidad de la Iglesia significa en sí, sino por el concepto de iglesia que esta unidad comporta y por las consecuencias que tiene en el terreno del Ecumenismo. Es sabido que el «slogan» del Consejo Mundial de Iglesias, supuesto portavoz y órgano del Movimiento Ecuménico Mundial, es: «Que todos sean uno» (Jn. 17:21). Estudiemos, pues, este pasaje dentro de su contexto.
Como preliminar digamos que hay autores que sostienen (y dan sus razones) que Jesús elevó al Padre esta grandiosa oración teniendo en Su mente y ante Su vista sólo a los Doce, siendo el v. 20 un paréntesis. Si se admite esta interpretación, Jesús habría orado para que el Espíritu consagrase en la verdad y mantuviese en unidad compacta de mensaje y testimonio, a los Doce fundamentos de la Iglesia, para que el mundo recibiese, mediante la unidad de vida y testimonio de ellos, la prueba de que el Padre había enviado a Su Hijo como Mesías-Salvador.
Pero concedamos que el v. 21 se refiere tanto a los apóstoles como a cuantos habían de creer por la palabra de ellos. ¿Qué dice el versículo?
A)«Para que todos sean uno.» Más que de la unidad inicial, invisible, pero inquebrantable, que todos los creyentes tienen con el Señor y entre sí desde el momento en que fueron salvos, naciendo de nuevo, se trata de una unidad que hay que guardar, fomentar y manifestar.4
B)«Como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros.» Aquí aparece como modelo y raíz de la unión entre los creyentes la unidad e inmanencia mutua que existe entre las personas divinas. ¿Y cómo son uno dichas personas divinas? Por la perfectísima comunión en la Esencia, la Verdad, el Amor, etc., divinos. El Padre está en el Hijo expresando toda Su Verdad; el Hijo está en el Padre como Verbo revelador de dicha Verdad. El Padre y el Hijo están en el Espíritu imprimiendo todo Su Amor; el Espíritu Santo está en el Padre y en el Hijo como la impresión personal del Amor de ambos (Romanos 5:5).
C)Por tanto, la dinámica de la unidad de la Iglesia (v. 23 —lit. «para que sean perfectos hacia la unidad») tiene dos ejes notorios: la Verdad total, o sea, la ortodoxia del Evangelio, y el Amor en la koinonía del Espíritu. No pueden excluirse mutuamente la doctrina y el servicio. Han de marchar siempre unidos la Verdad y el Amor, la Ortodoxia y el Entusiasmo. La Verdad sin Amor es fría, pero el Amor sin Verdad está vacío. Por eso, no pueden arrumbarse, sin más, las diferencias doctrinales en aras de un servicio y cooperación mutuos. Como dice W. Hendriksen,5 «los creyentes deberían siempre suspirar por la paz, pero nunca a expensas de la verdad, porque la «unidad» ganada al precio de tal sacrificio no es digna de tal nombre» (el subrayado es suyo).
2.Unidad VISIBLE de la Iglesia.
Juan 17:21 termina así: «para que el mundo crea que tú me enviaste». Esto implica que la unidad de los creyentes es necesaria para testimonio ante el mundo, lo cual es imposible si tal unidad no puede ser vista desde el exterior. Es, pues, necesario que, a través de nuestras diferencias de toda índole, el mundo pueda ver la unidad de los creyentes a triple nivel:
a)A nivel personal: unión espiritual de cada creyente con Cristo-Cabeza, de tal manera que nuestra posición doctrinal y nuestra conducta diaria puedan traslucir e irradiar los rasgos de Cristo (Rom. 8:29; 1.ª Cor. 11:1; 2.ª Corintios 3:18; Ef. 5:1; Col. 3:1; 1.ª Tes. 1:6; etc.).
b)A nivel de iglesia local: testimonio propio de una comunidad cristiana viva, en unión espiritual de todo el Cuerpo con su Cabeza-Cristo, y en comunión de criterios, sentimientos, afanes, problemas y bienes con los demás co-miembros. Notemos que la koinonía o «comunión de los santos» indica, sobre todo, «comunión de las cosas santas» (cf. 1.ª Cor. 1:10; Filip. 2:2-4; Tito 3:10; 1.ª Jn. 3:16-18; etcétera).
c)A nivel de Iglesia Universal, puesto que cada comunidad local no es sino la concreción espacio-temporal de la única Iglesia (con mayúscula) de Jesucristo. Todas las iglesias genuinamente cristianas, a pesar de sus legítimas peculiaridades, deberían manifestar visiblemente su unidad mediante un «credo» bíblico común y una pronta disposición a darse mutuamente las manos diestras de compañerismo (Gál. 2:9) en las comunes tareas de evangelización, testimonio y beneficencia.6 En este punto vemos dos extremos igualmente equivocados: 1) el de la Iglesia Romana, que acentúa el aspecto externo de la unidad, identificando a la Iglesia Universal con una determinada estructura, mundialmente organizada, con detrimento del núcleo espiritual de la unidad en Cristo; 2) el de los que niegan o evitan todo nexo de las comunidades cristianas entre sí, quizá por miedo a caer en el peligro de las estructuras organizadas a escala nacional o mundial. Por eso, cuando empleemos el adjetivo «independiente» aplicado a una iglesia, hemos de explicar su sentido: independencia de toda estructura oficial organizada de fuera adentro (o de arriba abajo), pero no como opuesto a la intercomunión eclesial.
3.Amplitud y riqueza de la unidad de la Iglesia.
Efesios 4:1-16 es, sin duda, el pasaje que mejor condensa las características de la unidad de la Iglesia. Allí aprendemos que:
1.La unidad eclesial está ya hecha, puesto que el apóstol no exhorta a hacer, sino a guardar, la unidad (versículo 3). La unidad de la Iglesia es obra del Espíritu, quien regenera, convence de pecado, da poder al mensaje, imparte el don de la fe y, así, añade a la Iglesia única de Cristo.
2.La unidad eclesial requiere abnegación para su fiel custodia, pues la mutua solicitud por la unidad se sostiene sobre cuatro pilares: humildad, mansedumbre, paciencia y amor (v. 2).
3.Es esencialmente espiritual y está trabada por siete lazos espirituales: formamos un solo Cuerpo, con una sola Alma, creciendo y marchando a una misma meta (v. 4); tenemos un solo Señor a quien seguir; una sola fe que profesar y un solo Bautismo que recibir (v. 5); todo lo hace en nosotros un solo Dios y Padre de todos los creyentes (v. 6).
4.Es una unidad en la variedad, pues siendo todos miembros del mismo Cuerpo, tenemos diversos dones (v. 7), distintos ministerios específicos (v. 11) y se nos han encomendado diferentes servicios, «según la actividad propia de cada miembro» (vv. 12, 16).
5.Es una unidad obtenida al precio de la sangre de Cristo y ganada en batalla con el demonio (vv. 8-10), pues sólo tras su humillación y exaltación pudo el Señor repartir el botín de los dones que consagran y potencian la unidad.
6.Es una unidad que debe crecer y perfeccionarse, hasta llegar a la medida de madurez de un varón perfecto, como corresponde a un Cuerpo que ha crecido simétrica y armónicamente con su Cabeza. Este crecimiento se realiza por medio de una progresiva profundización en la fe (de ahí la importancia de la formación bíblica para el fomento de la unidad) y una mayor intimidad en el conocimiento experimental de Jesucristo (de ahí la necesidad de una honda espiritualidad para todo sano ecumenismo —versículos 12-13—).
7.Es una unidad que exige conjuntamente adhesión práctica a la Verdad en el Amor, para escapar así tanto de una ortodoxia muerta como de un entusiasmo huero. Una formación madura, tanto doctrinal como espiritual, nos prev...

Índice

  1. Cubierta
  2. Página del título
  3. Derechos de autor
  4. Índice
  5. INTRODUCCION
  6. PRIMERA PARTE: NATURALEZA DE LA IGLESIA
  7. SEGUNDA PARTE: FUNDACION DE LA IGLESIA
  8. TERCERA PARTE: LA MEMBRESIA EN LA IGLESIA
  9. CUARTA PARTE: LAS AUTORIDADES DE LA IGLESIA
  10. QUINTA PARTE: EL MINISTERIO EN LA IGLESIA
  11. SEXTA PARTE: LAS DIMENSIONES DE LA IGLESIA
  12. SEPTIMA PARTE: LAS ORDENANZAS DE LA IGLESIA
  13. OCTAVA PARTE: LA IGLESIA EN EL MUNDO
  14. APENDICE: La Iglesia hoy: Situación, causas y remedios
  15. BIBLIOGRAFIA