
- 144 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Descripción del libro
Los GuíaBurros son manuales básicos para aprender a utilizar una herramienta, realizar una actividad o adquirir un conocimiento determinado de manera sencilla y fácil. GuíaBurros Islam es una guía con TODO lo que debes saber sobre el islam, desde el origen del islam, pasando por los cinco pilares, hasta el islam contemporáneo. Toda la información en una guía sencilla y muy fácil de leer.Breve introducción preliminar.Antes del islam.El profeta Muhammad.Después de Muhammad.Los cinco pilares.El Corán, la sunna y la ley.El sufismo.El islam contemporáneo.Glosario de términos.Un libro indicado para todos los perfiles, no es necesario tener conocimientos previos.
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Información
Transcripción de términos árabes
Al tratarse de una obra de divulgación, destinada al gran público, se ha optado por no ser excesivamente riguroso a la hora de transcribir los términos y nombres árabes, no utilizando un sistema científico de transcripción. No existe un sistema único de romanización del árabe, y cada país tiene el suyo. En este caso, hemos optado por una combinación entre la transcripción recomendada por la Fundéu BBVA y la usada por la ONU, en una versión simplificada. Los nombres suficientemente conocidos, como Ka‘ba, shî‘î, Muhammad, ‘Alî o ‘Â’isha se han escrito de forma simplificada (Kaaba, chií, Muhammad, Alí, Aisha).
El árabe clásico no tiene “acentos”, sino “longitudes vocálicas”. Por ello, y para que los términos y nombres árabes puedan ser pronunciados del modo más adecuado posible, hemos decidido indicar las vocales largas en la mayoría de los casos, representándolas mediante un acento circunflejo sobre la vocal (â, î, û).
Breve introducción preliminar
Según las tradiciones orientales, la humanidad en su conjunto habría entrado hace ya tiempo en una etapa de oscurecimiento espiritual y alejamiento de la fuente de la verdad. Por desgracia, ninguna religión, ninguna tradición espiritual puede sustraerse al efecto de esa oscuridad. Tampoco el islam, que se encuentra en la actualidad en el punto más alejado de su espíritu original. Uno de los nombres que, dentro de la propia tradición islámica, recibe esta religión, es el de dîn al-fitra, es decir, “religión de la fitra”. “Fitra” es la naturaleza primordial de las cosas y en particular del ser humano, su condición básica cuando se encuentra en total armonía con la creación. El doloroso contraste entre esta idea y la situación actual de las sociedades musulmanas hace evidente el “oscurecimiento” al que aludíamos.
El islam no se considera a sí mismo como una nueva religión, sino como la verdad que Dios ha venido revelando a cada pueblo de la tierra a lo largo de la historia, por medio de sus profetas (anbiyâ’, pl. de nabî) y enviados (rusul, pl. de rasûl). Según la tradición islámica, el número de profetas enviados por Dios desde el comienzo del mundo es de 124 000, de los cuales 313 fueron enviados divinos con la misión de fundar una nueva religión. El islam considera que comparte un origen común con el cristianismo y el judaísmo: el profeta y patriarca Abraham. Este, según la tradición islámica, fundó el asentamiento que hoy es la ciudad sagrada de La Meca, y junto a su hijo Ismael construyó el templo cúbico de la Kaaba, hacia donde se postran en oración cinco veces al día todos los musulmanes practicantes del mundo. Para casi el 20% de la población mundial, el islam, su religión, es también un modo de vida, pero de ningún modo uno uniforme e idéntico. Más de 1300 millones de personas de diferentes razas, nacionalidades, idiomas y culturas, desde las Filipinas hasta Nigeria, están unidas por su fe común. Al contrario de lo que se suele creer, el elemento árabe es minoritario en el islam: únicamente un 18% de los musulmanes son árabes. El país musulmán más poblado del mundo es Indonesia; gran parte de Asia y la mayor parte de África son territorios mayoritariamente musulmanes, y se pueden encontrar importantes minorías en Rusia, China, Norteamérica y algunos países de Europa.

En un contexto espiritual, “islam” se refiere a la completa sumisión de la criatura a la voluntad de Dios. “Musulmán” se dice en árabe –la lengua sagrada del islam– “muslim”, es decir, “sometido [a la voluntad de Dios]”. El término que se usa en el islam para “Dios” es Allâh, posible contracción de “al-ilâh”, que significa “la divinidad”.
Antes del islam
El islam histórico nació en Arabia, concretamente en la ciudad de La Meca, sede del santuario construido –según la tradición– por Abraham e Ismael. Este antiquísimo centro religioso había permanecido siempre al margen del principal teatro de las civilizaciones, lejos de los campos de batalla donde habían combatido los grandes imperios de la humanidad. Los principales hechos de la historia ocurridos en la región –la conquista de Babilonia por Ciro y la fundación del Imperio persa, las conquistas de Alejandro Magno, la fundación del Imperio romano, el final de la civilización egipcia, el nacimiento de Cristo, la destrucción del templo de Jerusalén, la fundación del Imperio bizantino y sus constantes guerras por alcanzar la hegemonía en esa parte del mundo– habían pasado de largo, ignorando La Meca y su santuario. Con el paso de los siglos, la tradición abrahámica había ido desapareciendo en la península arábiga. Los primeros musulmanes le dieron al período previo al islam el nombre de ŷahiliyya, que significa “ignorancia”, en referencia al estado de postración espiritual y moral en el que habían caído las sociedades de Arabia.
La sociedad árabe preislámica
La sociedad árabe preislámica estaba dividida en dos grandes grupos: los nómadas y la población sedentaria. Esta última se concentraba en los principales centros de población: La Meca, el gran oasis de Yathrib (la futura Medina) y Tâ’if. Merodeando en torno a los centros sedentarios y trashumando en búsqueda constante de pastos y puntos de agua, los beduinos, en lucha constante contra los que no eran de su tribu.

La sociedad árabe del siglo VII, contemporánea del nacimiento del islam, era una sociedad tribal y patriarcal en la que la ascendencia y el linaje eran primordiales. Muchas tribus eran aliadas o enemigas durante varias generaciones. Las vendettas eran frecuentes y algunas duraban años. Un ejemplo es la conocida como “guerra de al-Basûs” (494-534), que enfrentó durante más de cuarenta años a las tribus de Taglib y Bakr a causa de una disputa sobre un camello. Las razias eran también comunes, y en ocasiones el único medio de vida de algunas tribus muy pobres que no tenían más opción que saquear a otras. El combate tenía un lugar importante en la cultura árabe, ya que la valentía, el honor, la gloria y el orgullo de sangre eran considerados como las principales fuentes de respeto y reconocimiento social. Muy vinculado a la guerra era el arte por excelencia de los árabes: la poesía. En su poesía los árabes alababa a sus muertos, cantaban al amor y al vino o criticaban con ferocidad a las tribus enemigas, ya fuera en tiempo de guerra o de paz. El poeta era considerado un ser especial, próximo al mundo de los genios (ŷinn), de donde se creía que obtenía su inspiración. De gran popularidad eran las justas poéticas que se celebraban durante las ferias comerciales, en especial las de las localidades de Minâ y Ukâz, y durante los meses de tregua sagrada, cuando no se podía combatir. Los poemas ganadores eran escritos con letras de oro y se colgaban del velo de la Kaaba. Son las célebres mu‘allaqât (lit. “colgadas”), muchas de las cuales han llegado hasta nuestros días, constituyendo verdaderos monumentos de la literatura universal. Un ejemplo son estos versos de Imru-l-Qays, príncipe de Kinda (s. VI d.C.), autor de una de las mu‘allaqât que se han conservado:

En el seno de la tribu podían existir diferentes “clases sociales”, pues algunos clanes constituían la “aristocracia” –en la mayoría de los casos una élite comercial–, mientras que otros se consideraban de clase baja. Sin embargo, la solidaridad tribal (‘asabiyya) era muy fuerte, y los clanes de la misma tribu se aliaban en la guerra, independientemente de su “clase social”. Esta “aristocracia árabe”, a través de su poder religioso y militar, controlaba casi todo el campo político, su funcionamiento y su organización en la ciudad. Era una sociedad esclavista, en la que los siervos a menudo sufrían terribles castigos a manos de sus amos. El infanticidio femenino era también común entre los paganos de la Arabia pre-islámica, especialmente por medio de enterrar viva a la recién nacida.
La economía de los beduinos se basaba, como ya hemos dicho, en la ganadería, la caza y el pillaje. La de los sedentarios, en la agricultura –especialmente en los grandes oasis– y fundamentalmente en el comercio. El tráfico de las caravanas que desde el sur de Arabia, además de los preciados productos del Yemen –mirra e incienso– traían con destino a Occidente valiosas mercancías orientales llegadas por mar a los puertos del sur de Arabia, daba vida a centros como La Meca, situados en la ruta. La tribu de Quraysh dominaba la oligarquía tribal de esta ciudad sagrada, controlaba las ganancias del comercio caravanero y tenía a su cargo la conservación de la Kaaba y la atención a los peregrinos.
Las religiones de la ŷahiliyya
La religión mayoritaria de la Arabia pre-islámica podría calificarse como un “politeísmo animista”. Se veneraban numerosas divinidades y espíritus a través de estatuas, betilos y fenómenos naturales. Las estatuas podían ser de madera, oro o plata y tener forma humana, o ser una simple piedra.
Tradicionalmente se considera que el paganismo fue llevado a Arabia desde regiones limítrofes. Sus divinidades provenían principalmente de las culturas religiosas mesopotámicas, así como de la cultura nabatea, un pueblo de comerciantes que vivía al sur de la actual Jordania, y al norte de la península arábiga.
Allâh era considerado la divinidad suprema del panteón pagano. Allât, al-‘Uzza y Manât eran sus hijas, y se las relaciona con cultos dedicados a los cuerpos celestes, especialmente a Venus.

En un extenso círculo alrededor de la estructura cúbica había 360 ídolos, probablemente representando los días del año. De estos, el más importante era Hubal, a quien estaba dedicado el lugar. En su interior se realizaban rituales adivinatorios mediante flechas y sacrificios de animales para obtener buena fortuna.
Otras divinidades del panteón pagano, mencionadas en el Corán, son: Wadd, una diosa lunar cuyo nombre significa en árabe “amor”; Suwa’a, protector de animales perdidos; Yaghut, representado por un león; Ya’uq, dios de la redistribución del agua de lluvia; y Nasr, dios del antiguo reino himyarí del Yemen. Árboles, pozos, piedras y cuevas también fueron objeto de culto entre los árabes, especialmente entre los beduinos. Se sabe que existía algún tipo de “sacerdocio” en torno a los santuarios. Los kahâna (adivinos) y los ‘arrâf (videntes) usaban ritos de naturaleza “chamánica” para entrar en contacto con el mundo espiritual. En ciertos meses, considerados sagrados, se acudía en masa a los lugares de culto y se celebraban fiestas y ferias. No solo los santuarios, sino también sus aledaños eran tenidos por lugar sagrado, y no se permitía allí el derramamiento de sangre.
El judaísmo también estaba presente en la Arabia pre-islámica, e incluía comunidades nómadas y sedentarias, tanto agrícolas como comerciales. Estos judíos hablaban tanto árabe como arameo y hebreo, y tenían contacto con los centros religiosos judíos de Babilonia y Palestina. Los poderosos himyaríes del sur de Arabia se habían convertido al judaísmo en el s. IV, como también lo hicieron algunas tribus árabes a lo largo de los siglos posteriores. En ocasiones, las mujeres paganas de Yathrib, la futura Medina, prometían hacer judío a su hijo enfermo si este sobrevivía, pues los judíos eran considerados un pueblo de conocimiento. Los judíos de Arabia desarrollaron creencias y prácticas propias, al parecer con una dimensión mística y escatológica muy desarrollada.
También había árabes cristianos en la Arabia anterior al islam, especialmente en el norte de la península –las tribus de Gassân y de Lajm, clientes del Imperio bizantino y del Im...
Índice
- Transcripción de términos árabes
- Breve introducción preliminar