Enterrad mi corazón en Wounded Knee
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Enterrad mi corazón en Wounded Knee

  1. 462 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Enterrad mi corazón en Wounded Knee

Descripción del libro

La historia contenida en estas páginas comienza con la Larga Marcha de los navajos en 1860 y se cierra, treinta años más tarde, con la masacre de los sioux en Wounded Knee (Dakota del Sur), periodo en el que los indios americanos perdieron su tierra y sus vidas frente a la expansión del "hombre blanco". Durante estas tres décadas, la población blanca de Norteamérica se duplica por las sucesivas oleadas de inmigrantes. Una y otra vez se hacen promesas a los indios que después son rotas por la codicia que empuja a los conquistadores más y más hacia el oeste. A partir de relatos autobiográficos, testimonios grabados y documentación de la época, el historiador estadounidense Dee Brown realiza un detallado relato de la destrucción sistemática de los indios americanos durante el siglo XIX dejando hablar, por primera vez, a sus protagonistas: los jefes y guerreros de las tribus aniquiladas. El resultado es una narración que ha cambiado para siempre la visión de la conquista del Oeste americano.

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Información

Editorial
Turner
Año
2016
ISBN del libro electrónico
9788415427469
XII
LA LUCHA POR LAS COLINAS NEGRAS
1875 El 1 de mayo, 238 miembros del Whiskey Ring son acusados de haber defraudado a la tesorería del Estado por no pagar impuestos; altos funcionarios del gobierno están implicados. El 6 de diciembre se reúne el 44º Congreso; los demócratas controlan la Cámara de Representantes por primera vez desde 1859.
1876 El 7 de febrero, el secretario particular del presidente Grant, Orville Babcock, es absuelto de la acusación de fraude, pero Grant lo obliga a dimitir. El 4 de marzo, el Congreso de los Estados Unidos decide suspender en sus funciones al secretario de Guerra, Belknap, por su complicidad en los fraudes cometidos por el Indian Ring. El 10 de mayo se inaugura en Filadelfia la Exposición del Centenario. El 11 de junio, los republicanos designan a Rutherford B. Hayes candidato a la presidencia. El 27 de junio, los demócratas hacen lo mismo con Samuel J. Tilden. El 9 de julio se produce la matanza de negros en Hamburg (Carolina del Sur). El 1 de agosto, Colorado entra a formar parte de la Unión en calidad de 38º estado. En septiembre, Thomas Edison monta su laboratorio en Menlo Park (Nueva Jersey). El 17 de septiembre estalla la guerra racial en Carolina del Sur. El 7 de noviembre, ambos partidos cantan victoria en las elecciones presidenciales; Tilden gana por votación popular. El 6 de diciembre se reúne el colegio electoral y concede 185 votos a Hayes y 184 a Tilden.
Ninguna persona o personas de raza blanca podrán establecerse u ocupar porción alguna del territorio, ni cruzar por su geografía sin el consentimiento expreso de los indios.
Tratado de 1868
No queremos hombres blancos aquí. Las Colinas Negras me pertenecen. Si los blancos intentan arrebatármelas, lucharé.
TATANKA YOTANKA (TORO SENTADO)
Uno no vende la tierra por la cual caminó su pueblo.
SHUNKA WITKO (CABALLO LOCO)
El hombre blanco ha aparecido en las Colinas Negras como los gusanos, y quiero que desaparezca tan pronto como sea posible. El jefe de todos los ladrones (general Custer) construyó una carretera en este territorio el verano pasado, y quiero que el gran padre pague los daños que Custer nos ha causado.
BUEN BAUTISTA (BAPTISTE GOOD)
El territorio llamado Colinas Negras es considerado por los indios como centro de su mundo. Las diez naciones sioux lo verán siempre como centro de sus tierras.
TATOKE INYANKE (ANTÍLOPE QUE CORRE)
Los jóvenes del gran padre van a llevarse el oro de las colinas. Espero que puedan llenar muchas casas con él. En consideración a esto, quiero que mi pueblo sea atendido mientras exista.
MATO NOUPA (DOS OSOS)
El gran padre dijo a los comisionados que todos los indios poseían derechos en las Colinas Negras y que, cualquiera que fueran las conclusiones a que los indios llegaran al respecto, éstas serían respetadas [...]. Yo soy indio, y mirado por los blancos como si estuviera loco; debe ser porque sigo el consejo del hombre blanco.
SHUNKA WOTKO (PERRO TONTO)
Nuestro gran padre posee una gran caja de caudales; nosotros también. [...] Queremos 70.000.000 de dólares por las Colinas Negras. Poned este dinero a interés en algún valor, de manera que podamos comprar ganado. Así es como hace el hombre blanco.
MATO GLESKA (OSO MOTEADO)
Habéis juntado nuestras cabezas y las habéis tapado con una manta. Esa colina es nuestra fortuna, pero vosotros seguís reclamándonosla [...]. Vosotros, hombres blancos, habéis llegado a nuestra reserva y habéis tomado todo lo que os ha placido, y no os sentís satisfechos aún, os excedéis y nos expoliáis de la totalidad de nuestra fortuna.
OJOS MUERTOS (DEAD EYES)
Nunca abandonaré este país, todos mis parientes yacen en estas tierras y, cuando me llegue la hora, quiero que me acoja también este suelo.
SHUNKAHA NAPIN (COLLAR DE LOBO)
Sentados, hemos observado cómo llegaban y se apropiaban del oro. No hemos dicho nada [...]. Amigos míos, cuando fui a Washington visité vuestra Casa del Dinero, acompañado de algunos jóvenes guerreros, pero ninguno de ellos tomó la más mínima cantidad. Pero cuando las gentes de vuestro gran padre vienen a mi país, penetran en mi Casa del Dinero (las Colinas Negras) y roban todo lo que pueden.
MAWATANI HANSKA (MANDAN LARGO)
Amigos, son muchos los años que hemos vivido en este territorio; jamás vamos al del gran padre para causarle problemas. Es su gente la que acude al nuestro y produce trastornos, comete malas acciones y enseña a nuestros jóvenes a seguir su ejemplo [...]. Antes de que vuestro pueblo cruzara el océano, y desde entonces hasta ahora jamás os habéis propuesto comprar un país que fuera comparable a éste en riquezas. Amigos, este país al que ahora acudís a comprar es el mejor que nosotros poseemos [...], y este territorio es mío y yo me he criado aquí; mis antepasados vivieron y murieron en él y yo estoy decidido a hacer otro tanto.
KANGI WIYAKA (PLUMA DE CUERVO)
Habéis alejado de nosotros la caza y nuestros medios de vida; no nos queda ya nada más de valor, sino estas colinas que ahora reclamáis [...]. El suelo está lleno de minerales de toda clase y la superficie cubierta de bosques de pinos centenarios. Si dejamos que os hagáis con ellos, sabemos que se habrá perdido todo lo que es aún de valor, sea para el gran padre o para nosotros.
WANGI SKA (FANTASMA BLANCO)
Cuando la pradera está en llamas, se ve a los animales rodeados de fuego. Se les ve correr y ocultarse para eludir el peligro para no quemarse. Así somos nosotros.
NAJINTANUPI (RODEADO)
Poco después de que Nube Roja y Cola Moteada llevaran a sus sioux tetons a las reservas establecidas en la zona noroeste de Nebraska, empezaron a correr rumores por las localidades de los blancos acerca de la existencia de enormes cantidades de oro en las Colinas Negras. Paha Sapa, las Colinas Negras, eran para los indios el centro del mundo, el lugar sagrado que albergaba a los dioses y a los espíritus, la meta de los guerreros que deseaban hablar con el Gran Espíritu y obtener visiones. En 1868, el gran padre de Washington había considerado que aquellos parajes carecían de valor y habían pasado a ser dominio de los indios en virtud de un tratado. Cuatro años más tarde, los mineros violaban una y otra vez los términos de aquel documento en busca del amarillo metal que enloquecía a los hombres blancos. Invadieron a millares Paha Sapa; a muchos les llegó la muerte a manos de los enfurecidos indios que veían sus lugares sagrados profanados. Hacia 1874, el clamor de los estadounidenses ávidos de oro era tal que el ejército ordenó que se organizara una expedición exploradora. El gobierno de los Estados Unidos no se preocupó por obtener permiso alguno de los indios y procedió a esta invasión armada, en flagrante desprecio de lo concertado en un tratado legal, en el que se prohibía expresamente la entrada de todo hombre blanco en aquel territorio indio.
Durante la luna de las cerezas rojas, más de 1.000 soldados marcharon a través de las llanuras, desde Fort Abraham Lincoln hasta las Colinas Negras. Se trataba del 7º de caballería, mandado por el general George Armstrong Custer, aquel que en 1868 había sido autor de la matanza sufrida por los cheyenes sureños de Cazo Negro, junto al Washita. Los sioux le llamaban Pahusca, o Cabellos Largos, y como no tenían noticia alguna acerca de la razón de su presencia en aquella zona, observaban curiosos, desde gran distancia, el avance de su columna de chaquetas azules y carromatos cargados con provisiones.
Cuando Nube Roja se enteró de la expedición de Cabellos Largos, su protesta fue muy enérgica: “No me gusta que el general Custer y sus soldados invadan nuestro sagrado Paha Sapa, éste pertenece a los sioux oglalas”. Realmente era también del dominio de los cheyenes, arapajos y otras tribus dakotas. La cólera de los indios fue tal que el gran padre Ulysses S. Grant se vio obligado a declarar que “estaba determinado a impedir toda invasión de aquel territorio mientras, por ley y tratado, perteneciera a los indios”.
Sin embargo, cuando Custer informó sobre la presencia de oro, “desde las raíces de la hierba hacia abajo”, empezaron a formarse partidas de buscadores, como si se tratara de bandadas de langostas prestas a caer sobre los campos. La vía que los carros de Custer habían abierto en aquellos parajes, y que conducía al corazón mismo de Paha Sapa, pasó a ser conocida como la Ruta de los Ladrones (Thieves Road).
Aquel verano, las cosas no andaban bien para Nube Roja. Se quejaba constantemente a su agente, J. J. Saville, de la mala calidad de las raciones que se distribuían a los indios. Preocupado por estos asuntos, Nube Roja no comprendió en ese momento la gran trascendencia que tendría el descubrimiento de oro en aquel territorio ni la presencia de los soldados de Custer en las Colinas Negras, en especial para los sioux, que en verano solían establecer sus campamentos en aquella zona. Como muchos otros jefes provectos, Nube Roja se ocupaba más en pequeños detalles, de índole casi administrativa, que en mantenerse en estrecho contacto con sus jóvenes guerreros.
Hacia el otoño siguiente a la invasión de Custer, los sioux que habían estado cazando en el norte empezaron a llegar de regreso a la reserva de Nube Roja. Sin embargo, se mostraban todos más que enfurecidos por la presencia de las tropas y muchos hablaban de organizar una expedición de guerra para expulsarlas de sus territorios. Nube Roja escuchó sus inflamados discursos, pero les aconsejó paciencia; al fin y al cabo, estaba bien clara la propiedad de la zona y, sin duda, el gran padre tomaría las medidas oportunas para resolver aquel asunto. Llegada la luna de las hojas caídas, sin embargo, ocurrió algo que, por así decir, le quitó al viejo jefe la venda de los ojos al tiempo que le hacía comprobar hasta dónde llegaba la animosidad de sus jóvenes bravos hacia los soldados.
El 22 de octubre, el agente Saville fue con unos cuantos hombres a un bosque vecino, para cortar un gran pino que, decía, necesitaba para el puesto. Cuando los indios vieron el tronco abatido, quisieron saber para qué era. “Para servir de mástil a una bandera”, respondió Saville. Los indios protestaron. Cabellos Largos Custer había llenado de banderas las tierras de las Colinas Negras; no querían que enseña alguna, en su propia reserva, pudiera recordarles en lo más mínimo aquella indeseada presencia de los soldados.
Saville hizo caso omiso de las protestas y, a la mañana siguiente, ordenó que sus hombres cavaran un profundo hoyo para erigir el mástil. Pocos minutos después, una banda de indios acudió al lugar armada de hachas y, en un santiamén, aquel otrora hermoso palo se vio convertido en astillas. El agente fue en busca de Nube Roja, para solicitar la intervención de éste. El jefe se negó; se había dado cuenta de que, de aquella forma, sus jóvenes expresaban el profundo rencor que sentían hacia los soldados por haber perpetrado el crimen de invadir el sagrado Paha Sapa.
Enfurecido, Saville ordenó a uno de sus hombres que se dirigiera, a toda prisa, a la Casa de los Soldados (Fort Robinson) en busca de ayuda. Cuando los guerreros levantiscos vieron al hombre que salía presuroso, corrieron a sus tiendas para endosar las armas y pintarse con los colores de guerra. Los 26 hombres que componían la columna de socorro mandada por un teniente fueron interceptados por gesticulantes indios que no dejaban de descargar amenazadoramente sus armas al aire. El oficial, teniente Emmet Crawford, no mostró temor alguno. A través de una enorme polvareda, levantada por los incesantes movimientos de los guerreros, condujo, imperturbable, a sus soldados en dirección a la reser...

Índice

  1. Portadilla
  2. Créditos
  3. Dedicatoria
  4. Contenido
  5. Prefacio
  6. Prólogo
  7. Cita
  8. Mapa
  9. I De maneras decorosas y encomiables
  10. II La larga marcha de los navajos
  11. III La guerra de Pequeña Corneja
  12. IV La guerra llega a los cheyenes
  13. V Invasión del río Powder
  14. VI La guerra de Nube Roja
  15. VII “El único indio bueno es el indio muerto”
  16. VIII Ascenso y caída de Donehogawa
  17. IX Cochise y las guerrillas apaches
  18. X La tragedia de Captain Jack
  19. XI La guerra por el búfalo
  20. XII La lucha por las Colinas Negras
  21. XIII La huida de los nez percés
  22. XIV El éxodo cheyene
  23. XV Oso Erguido se hace persona
  24. XVI “¡Los utes deben irse!”
  25. XVII El último jefe apache
  26. XVIII La danza de los espíritus
  27. XIX Wounded Knee
  28. Bibliografía