Tapping
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Tapping

La solución en tus dedos

Cipriano Toledo

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  1. 132 páginas
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Tapping

La solución en tus dedos

Cipriano Toledo

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Cipriano Toledo es el introductor del Tapping en España, una revolucionaria técnica por la que, aplicando pequeños toques en determinados puntos "energéticos" se pueden solucionar todo tipo de problemas.Es una técnica sencilla de aprender y aplicar, y al alcance de cualquiera, independientemente de su edad, experiencia, estudios etc. Después de miles de casos documentados el Tapping ha demostrado su eficacia en los más variados problemas como ansiedad, fobias, depresión, estrés, miedos, ataques de pánico, miedo al parto, duelo, nerviosismo en exámenes, bajo rendimiento escolar, problemas infantiles, dificultad para alcanzar metas u objetivos, eliminar creencias limitantes, mejorar la autoestima, encontrar empleo, mejorar la economía, fibromialgia, dolor, disfunciones sexuales, obesidad, trastornos de la alimentación, etc. Todas las personas que aprenden se sorprenden de sus resultados.La frase más escuchada por parte de la gente que lo conoce es "no puede ser tan fácil".

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Información

Editorial
Kolima Books
Año
2018
ISBN
9788417566128
Aplicaciones
En los ejemplos de frases de los casos que expondremos, unas veces usaremos la «fase del aunque» y otras veces no, sin que ello nada tenga que ver con que haya que usarla solo en determinados casos.
Recuerda que la «fase del aunque» se usa cuando el Tapping parece no funcionar, aunque si estás empezando es aconsejable que la uses siempre.
Conflicto de partes
La mayor de los que estáis leyendo este libro tenéis o habéis tenido madre. ¿Cuántos de vosotros queréis o habéis querido a mamá…? Bien, y ahora que no puede escucharos, ¿cuántos de vosotros habéis dicho alguna vez… «joder con mamá»?
En el caso de que pertenezcáis a la inmensa mayoría de personas que ha tenido sentimientos ambivalentes hacia su madre, lo que se ha producido en vosotros es lo que llamaremos «conflicto de partes»: una parte tuya quiere a mamá y otra dice: «joder con mamá».
Más ejemplos. Supón que llega el verano, y que como has estado haciendo Tapping, tienes dinero para tomarte unas buenas vacaciones. Por un lado te gustaría ir a Benidorm; tienes amigos allí y siempre que has ido te lo has pasado bien, aunque también te atrae mucho la idea de embarcarte en un crucero para singles del que has oído hablar maravillas. Y, para acabar de completar el pastel, te han invitado a pasar tus vacaciones en el Pirineo con un programa espectacular de actividades. En el caso anterior, el conflicto era entre dos partes y en este es entre tres, e incluso puede ser de más. Aunque ya conoces el Tapping, y lo que en otro tiempo podría ser un problema ahora no lo es.
Pongamos como ejemplo el de las vacaciones. Hay tres partes: Benidorm, el crucero y los Pirineos. Haremos un par de rondas para cada alternativa.
Empezamos por Benidorm (pondré los ejemplos usando la «fase del aunque»): «Aunque me gustaría ir a Benidorm, me acepto totalmente» (cuatro veces, como siempre, mientras hacemos Tapping en el punto 12). Después haremos una ronda diciendo: «Me gustaría ir a Benidorm». Y haremos una nueva ronda exactamente igual. Como siempre, si aparecen hilos los seguiremos.
Después haremos otro par de rondas con la opción del crucero, siguiendo igualmente los hilos si los hubiera. Y por último haremos lo mismo con los Pirineos.
El resultado será que se producirá una integración de las tres partes y sabrás exactamente a dónde ir, que puede que sea al pueblo a ver a tu mamá.
Hay multitud de situaciones donde se produce un conflicto de partes, que evidentemente genera tensión y muchas veces malas decisiones, arrepentimiento, etc.
«No sé si seguir estudiando o ponerme a trabajar», «no sé si casarme o hacerme monja», «no sé si comprarme un perro o un gato», etc. Con el Tapping se acabaron esos problemas.
Tapping diferido
Es quizá la prueba más palpable de que el Tapping no tiene nada que ver con el efecto placebo. Durante años, en todos los cursos de Tapping, cuando llegaba el momento de explicar qué era y cómo se hacía el Tapping diferido, preguntaba si alguien tenía algún familiar o amigo que estuviera muy bajo de ánimo o con algún dolor y al que pudiéramos llamar por teléfono. Después de elegir un par de casos entre todos, llamábamos a la primera de las personas poniendo el «manos libres» para que todos pudiéramos escuchar cómo hablaba, el tono en el que lo hacía, lo que decía, etc. En ningún caso el que efectuaba la llamada le decía que estaba en un curso, ni que cincuenta personas le estaban escuchando; aparentemente solo era la llamada de un amigo o familiar interesándose por su estado. En un momento dado de la llamada, le decía: «Perdona, te llamo en unos minutos», poniendo cualquier excusa.
Entonces, entre todos hacíamos una ronda de Tapping diferido para esa persona, o sea que cada uno de nosotros y todos a la vez hacíamos una ronda de Tapping poniendo el nombre de la persona al principio de cada frase y diciendo lo que le pasaba.
Por ejemplo, si habíamos llamado a Luis, que tenía un fuerte dolor de espalda, la frase era: «Soy Luis y, aunque me duele la espalada, me acepto totalmente». Ya sabes, cuatro veces y después una ronda normal: «Soy Luis y me duele la espalda».
Recuerda que en el Tapping diferido siempre se usa la «fase del aunque».
En fin, después de muchos años haciendo esta prueba, en todos los casos la mejoría era palpable. En la segunda llamada, donde todos seguíamos con mucho interés la conversación, el tono, la forma de hablar, el dolor, etc. habían sufrido un cambio como del día a la noche.
Hay muchas anécdotas, como la de una mujer muy mayor que en la primera llamada era un puro quejido y en la segunda llamó pesada a su sobrina diciéndole que en ese momento no podía atenderla porque tenía muchas cosas que hacer. O el de una adolescente que a la segunda llamada la pillamos vistiéndose para salir a dar una vuelta con las amigas, cuando la primera llamada la atendió desde la cama, y de forma lastimera.
En esta época siempre pensaba qué pasaría si en vez de cincuenta o sesenta personas haciendo Tapping para una persona durante una ronda fueran miles de personas haciéndolo. Pude comprobarlo el 7 de julio de 2012 en Badalona durante el curso Mentes ricas mentes pobres, donde más de 6000 personas hicimos Tapping diferido; los resultados de este experimento solo los cuento en petit comité para evitar que me tachen de iluminado.
Hay personas que piensan que practicar Tapping diferido a alguien sin su permiso no debe hacerse.
Personalmente no entro en este tipo de discusión moral; me limito a enseñarlo y después que cada cual haga lo que crea conveniente.
La técnica es muy sencilla: lo único que has de hacer es poner el nombre de la persona antes de cada una de las frases y usar siempre la «fase del aunque».
Si, por ejemplo, quieres ayudar a María, que está sufriendo mucho por un dolor en el pie, las frases a utilizar serían: «Soy María y, aunque me duele mucho el pie, me acepto totalmente» (cuatro veces), y después dos vueltas diciendo: «Soy María y me duele mucho el pie». Por supuesto, con las «tonterías» en medio.
En uno de los primeros cursos que impartí tuve el placer de conocer a Francisco, un invidente extremeño, el primero con esta discapacidad que asistía a uno de mis cursos. Cuando el curso acababa, y para solventar las dudas que pudieran ir surgiendo en la práctica del Tapping, creábamos una lista de correo donde los alumnos expresaban sus dudas y yo les respondía. Al comentar esto, Francisco me dijo que él no podría hacerlo porque no tenía un ordenador adecuado y prefería no depender de nadie. Como me había caído muy bien le dije que no se preocupara, que él podía llamarme por teléfono.
La primera llamada de Francisco fue para darme las gracias. Me dijo que desde que se había quedado ciego hacía ya unos años era la primera vez que se sentía bien, y ello gracias al Tapping. La llamada me emocionó y agradecí a mi vez sus palabras.
Bueno, vamos con la segunda llamada de Francisco. Esta vez llamaba muy cabreado. Empezó diciendo que vivía en un pueblo de desagradecidos, que estaba solucionando la vida de medio pueblo con el Tapping y que muchos, lejos de darle las gracias, ni siquiera lo saludaban por la calle; «creen que no puedo verlos», decía muy encendido.
Yo, asombrado, le preguntaba: «Pero, Francisco, ¿quieres decir que les haces Tapping, les solucionas problemas y no te saludan?». «¡Eso!» contestaba. Y yo insistía: «Pero, vamos a ver, ¿cuánto les cobras? A lo mejor los tienes cabreados por el precio», intentaba bromear yo. «¡Nada! no les cobro», respondía. «¡Joder, Francisco, pues la verdad es que sí es cierto que vives en un pueblo de d...

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