¿SON IMPORTANTES LOS AÑOS
QUE HAS VIVIDO EN EL INSTITUTO?
«Merece la pena, ya que en el instituto adquieres una base para la vida y empiezas a verles un sentido a las cosas.»
Carlos, 17 años.
«Está muy bien el trabajo que hago como estudiante, ya que será muy importante para mi vida y para poder llegar a ser lo que me proponga.»
Rodrigo, 18 años.
«Es un trabajo duro con muchas horas y no se ven los resultados hasta mucho más tarde.»
Bernat, 17 años.
«Se aprende mucho a la hora de estudiar y a ser persona.»
Desiré, 18 años.
«Son años muy importantes porque, si no, no hay futuro.»
Carlos, 16 años.
«Aunque no puedo decir nada bueno de 4º de ESO, creo que el esfuerzo que he hecho en el instituto me está sirviendo para el curso que hago actualmente.»
Cristian, 18 años.
«Sí que es importante, pero si la exigencia no va acompañada de unos valores y unos objetivos, no sirve para nada porque es fácil desmotivarse.»
Héctor, 19 años.
«Me ha servido para formarme y he cogido unos mínimos de cara al trabajo o para cualquier ámbito de la vida.»
Isidro, 20 años.
A partir de este momento nos adentraremos en el día a día del estudiante. Veremos cómo manejar sencillas técnicas de estudio resulta suficiente para llevar bien la materia. Nos adentraremos en el mundo de los exámenes y descubriremos cómo prepararlos.
El «oficio» de estudiante es duro, pero es un oficio que merece la pena. Se basa de nuevo en una rutina que se va repitiendo trimestre tras trimestre y curso tras curso. Como rutina que es, podemos sentir un gran desprecio hacia ella, pero si conseguimos entender aquello que decíamos que la rutina ahorra mucho tiempo y esfuerzo, descubriremos que estudiar y aprobar con nota está al alcance de todos si se invierte trabajo y esfuerzo.
«Me gusta trabajar duro para conseguir los objetivos. Sin trabajo no hay recompensa.»
Marc Márquez, piloto de moto GP.
«No siempre los más altos llegan más arriba, no siempre los más rápidos llegan antes, no siempre los más fuertes son los que ganan la batalla. Pero los que más entrenan, más se esfuerzan y más creen en el equipo son los que más veces conseguirán la victoria.»
Pau Gasol, jugador de baloncesto de la NBA.
El ciclo del estudiante se basa en seis momentos:
- Recibe una información sobre unos conocimientos previos.
- Esa información la entiende y la memoriza ayudándose de unas TÉCNICAS DE ESTUDIO.
- Demuestra que ha entendido y memorizado esa información en los exámenes.
- Complementa la evaluación con trabajos y exposiciones.
- Analiza las notas que ha obtenido en esos exámenes y aprende de ellas.
- Hace una autoevaluación de su trabajo para seguir mejorando y aprendiendo.
Y el ciclo vuelve a empezar.
Conocimientos previos
Comenzamos hablando de las ideas previas porque se producen antes incluso de que el profesor se disponga a explicar el tema correspondiente y son realmente importantes. No es propiamente una técnica de estudio, pero hacerse conscientes de su existencia te ahorrará mucho trabajo.
Estos conocimientos o ideas previas se alojan en tu cabeza, aunque apenas seas consciente de ello. Se encuentran en el interior de tu mente y son fruto de experiencias previas (escolares o no).
La gran ventaja de estas ideas previas es que, al aprender algo nuevo, nunca partimos de cero.
Usamos los conocimientos previos constantemente, con cualquier cosa y de forma inconsciente. Eslóganes, anuncios, títulos de libros, portadas de revistas, etcétera, de todo lo que percibimos tenemos una idea previa, es decir, de todo ello, aunque sea la primera vez que lo vemos, siempre buscamos en nuestro cerebro algo que nos ayude a ubicar ese nuevo descubrimiento para clasificarlo mentalmente como peligroso, inofensivo, interesante, aburrido, etcétera.
Es fácil asumir la existencia de estas ideas previas antes de coger el manual para aprender a conducir o cuando vamos a un cursillo de submarinismo. Conocemos algunas señales de tráfico y hemos visto en las películas cómo lo hacen los submarinistas. Pero podríamos pensar: «¿Qué conocimientos previos puedo tener yo de la meiosis o de los circuitos de corriente alterna?».
Lo cierto es que sí que los tenemos. Cuando uno piensa en la división celular o en la circulación de la corriente eléctrica, se lo imagina, antes de saber en qué consiste realmente. Lo mejor de todo es que cuanto más descabellado o gracioso sea aquello que te imaginas, más fácil te resultará incorporar lo nuevo aprendido.
Si al leer «corriente alterna» te imaginas un chispazo eléctrico que salta alternando de un cable a otro, en cuanto leas lo que realmente es, ya tendrás medio trabajo hecho. Cuando lees la idea real, sin darte cuenta buscas las diferencias y cuánto se aleja de esa chispa dando saltos. Al final, cuando te pregunten por la corriente alterna en un examen, es difícil que te quedes en blanco, porque siempre puedes volver a tu idea previa y desde ahí recordar la diferencia.
Utiliza estos conocimientos previos. Haz siempre un esfuerzo en pensar lo que sabes o te imaginas de un tema. Hazte una lista (mentalmente si quieres) de todo aquello que te recuerda el tema que empiezas, no te imaginas lo que adelantarás.
Entender y memorizar
¿Por qué podemos recordar un capítulo completo, hasta el último detalle, de la serie de los jueves y no somos capaces de recordar las causas y las consecuencias de la Revolución Industrial? ¿Por qué nos resulta tan fácil aprendernos una canción y tardamos tanto en memorizar los verbos irregulares de inglés?
La gran diferencia está en que para los aprendizajes que se dan en un contexto informal utilizamos lo que se llama aprendizaje significativo y para todo aquello que nos imponen desde fuera (y casi por la fuerza) usamos generalmente el aprendizaje memorístico. Es lo que nosotros conocemos como entender y memorizar.
Aplicamos el aprendizaje significativo cuando vemos esa serie que nos gusta tanto porque en todo momento buscamos comprender cada escena y darle significado dentro del global de la serie para no perdernos ni un solo detalle. Nos resulta más fácil porque intentamos comprender y darle significado. Sabemos que aplicamos ese aprendizaje significativo porque podemos traducirlo todo a nuestras propias palabras.
Entender y memorizar son como dos piezas complementarias. Podemos emplear solo una de ellas, pero siempre iremos en desventaja. Ambos tipos de aprendizajes son útiles e importantes.
Estudiar de memoria la tabla periódica o la lista de verbos irregulares de inglés es muy útil y nos ahorra mucho tiempo. Pero para exámenes de matemáticas, de biología o de historia, utilizar solo la memoria esconde un gran peligro. Puede parecer que es más fácil memorizar porque nuestro esfuerzo únicamente se centra en almacenar información (con o sin sentido para nosotros), transportarla unas horas en nuestro cerebro y, llegado el momento del examen, soltarla. Sin entenderlo, aquello que has memorizado puede esfumarse en pocos segundos. De la misma manera que no basta solo con entender las cosas. Hay que memorizar fechas, datos, fórmulas o conceptos concretos a los que el profesor ha dado importancia.
Si aprender en un contexto informal nos resulta más sencillo de realizar, ¿por qué entonces no «informalizamos» las asignaturas o los temas que más nos cuestan? ¿Por qué no le metemos una música a ese poema que tenemos que aprendernos para el examen de literatura? ¿Por qué no miramos como una serie de televisión todo lo que sucede en la Revolución francesa o con las distintas monarquías de Europa?
Vamos a ver cada una de las técnicas que nos pueden ayudar a entender y a memorizar mejor. Las técnicas de estudio son estrategias que utilizamos para facilitarnos el trabajo que todo estudiante tiene: estudiar y aprender.
Los tenistas han desarrollado una técnica de golpeo que les permite coger más velocidad con la pelota con menos desgas...