Vivir la vida con sentido
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Vivir la vida con sentido

  1. 246 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Vivir la vida con sentido

Descripción del libro

Este libro pretende hacerte pensar, de forma amena y clara, para ordenar ideas, para priorizar, para ayudarte a tomar decisiones. Con un enfoque muy sencillo, cercano y práctico, este libro te quiere hacer reflexionar sobre la importancia de vivir una vida con sentido. Valoramos a las personas por su manera de ser, por sus actitudes, no por sus conocimientos, sus títulos o su experiencia. Todas las personas fantásticas tienen una manera de ser fantástica, y todas las personas mediocres tienen una manera de ser mediocre. No nos aprecian por lo que tenemos, nos aprecian por cómo somos. Vivir la vida con sentido te ayudará a darte cuenta de que lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante, de la necesidad de centrarnos en luchar y no en llorar, de hacer y no de quejarte, de cómo desarrollar la alegría y el entusiasmo, de recuperar valores como la amabilidad, el agradecimiento, la generosidad, la perseverancia o la integridad. En definitiva, un libro sobre valores, virtudes y actitudes para ir por la vida, porque ser grande es una manera de ser.

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Información

Editorial
Plataforma
Año
2013
ISBN del libro electrónico
9788415750109
1.
Resumen para estresados e impacientes
Este primer punto es para los estresados, para los impacientes, para los que no tienen tiempo, para los que quieren descubrir rápidamente la esencia de este libro. Si lees este capítulo te harás una idea de lo que va el libro.
Siempre que empezamos a leer un libro sobre actitudes positivas lo hacemos con ganas de mejorar y ponernos muchos propósitos. Al final, muchos de ellos se quedan en eso, en propósitos. Es mejor proponerse dos cosas y al menos cumplir una.
¡Yo propongo que cada persona sea más entusiasta, más alegre, más optimista! Hay un libro fantástico de Jean Giono que se llama El hombre que plantaba árboles, simple y genial. Se trata de un hombre que se pasa la vida plantando árboles y convierte un desierto en un inmenso bosque. Para mí es una fábula que puede trasladarse al entusiasmo, y así lo explico en mis sesiones. Si cada persona plantara una alegría y entusiasmo en otra persona, al final éste sería un mundo lleno de locos entusiastas. Cuando hablo de entusiasmo y optimismo, algunos eruditos consideran que se trata de un tema banal y superficial; es verdad que no es un tema profundo metafísicamente hablando, pero es práctico, sencillo y útil. A veces se critica a los libros de autoayuda por eso mismo, porque «autoayudan». A mí no me parece nada malo que un libro te ayude, al contrario.
Como tantos otros, creo sinceramente que no se puede hallar solamente fuera lo que tenemos dentro. Corremos y luchamos por lograr cosas externas, nos dejamos la piel y algunos hasta la vida, y cuando obtenemos algo, resulta que no nos llena o terminamos por acostumbrarnos y aburrirnos, volviendo al sentimiento de insatisfacción; cuando no lo conseguimos, nos sentimos frustrados y desdichados. Pienso que el verdadero bienestar no es sólo un estado externo, sino también una situación anímica, un estado mental y emocional. Todos deberíamos poner condiciones para mejorar nuestra calidad de vida externa, pero sobre todo para mejorar la interna, porque muchas veces no se pueden controlar las situaciones externas, pero sí nuestra actitud interior ante ellas. La alegría interior no depende solamente de las causas externas. Si para sentirnos bien o alegres hay que esperar a que todo vaya bien en nuestras vidas, lo tenemos claro. La gran mayoría de las personas sólo se sienten bien y alegres como reacción a las circunstancias favorables, pero hay una alegría mucho más profunda, estable y segura y que no es una mera reacción a situaciones externas, sino que nace de lo más profundo de uno mismo cuando nuestras actitudes son las correctas. La felicidad es la paz interior, la calma mental, la serenidad. Sin ésta, no podemos disfrutar de las alegrías externas. Y eso es lo que nos falta, serenidad y paz interior. El apego engendra ansiedad, avaricia, temor, celos y odio. No se trata de inclinarnos por una inútil austeridad o malsana tacañería, sino de disfrutar de las cosas externas sin dejar que nos posean. Si sólo buscamos fuera nos convertimos en máquinas de desilusión, tensión y desdicha; en coleccionistas de placeres, consumistas disparatados y acumuladores frenéticos. Por mucho que nos hayamos desarrollado en el nivel externo de lo material, si nuestras relaciones con nosotros mismos o con los demás son negativas, no tenemos paz interior ni serenidad, ¿de qué nos sirve todo aquello? El punto crítico reside en controlar nuestra actitud y, para ello, la clave está en fomentar las emociones positivas y en limitar y reducir las negativas. Hay que ser como un alquimista, transformando nuestros pensamientos de mala calidad en otros de gran calidad; de este modo, la presencia de emociones positivas en nuestra mente va dejando cada vez menos espacio y eliminando las emociones negativas.
Para ello hay que tener claro el sentido de nuestra vida y aprender a relativizar, ser agradecido, mantener un equilibrio entre los diferentes roles de nuestra vida, ser optimista, tener ilusiones, luchar y no llorar, tener unas magníficas habilidades de relación con los demás, crecer en virtudes como la generosidad, la paciencia, la compasión, la bondad, el control del ego y librarse de las emociones negativas como la envidia, el resentimiento, la codicia, la vanidad. Uno de los mejores propósitos de la vida es luchar para ser una persona mejor. Aprender a vivir es aprender a ser. Para desarrollar nuestra calma mental debemos buscar momentos para pensar, aprender a pensar para reconocer el sentido de nuestra vida y alinear nuestras acciones para que sean coherentes, buscar momentos de silencio y reflexión; la serenidad está en el silencio.
Es bueno aprender a estar en silencio. Todas las grandes tradiciones del saber humano han llegado a la misma conclusión: para conectar con la persona que uno es realmente tenemos que dedicar tiempo a permanecer en silencio regularmente. Sí, estás muy ocupado, pero como dijo Thoreau, «no basta con estar ocupados, las hormigas también lo están, la cuestión es qué te mantiene ocupado». La vida está llena de personas que no hacen nada, a toda pastilla. Pero no hacen nada útil, no dejan de correr en todo el día, van agobiados, estresados, pero sin ocupar su tiempo en algo que merezca realmente la pena.
Dedicar un tiempo, aunque sólo sea unos minutos al día, a estar en soledad te ayudará a mantenerte centrado en las verdaderas prioridades de tu vida y te ayudará a evitar la negligencia que invade la vida de tantos de nosotros. Y decir que no tienes tiempo para estar en silencio es como decir que estás demasiado ocupado conduciendo como para pararte a repostar: al final te arrepentirás.
Sin embargo, estamos en un mundo donde muchas personas corren desenfrenadamente hacia ninguna parte, cuando lo importante es analizar a qué se dedica el tiempo. Es diferente hacer cosas que hacer grandes cosas. Vivir que sobrevivir, disfrutar que «ir tirando». Cuidar de nuestra paz mental debería ser prioritario, pero claro, nunca hay tiempo para lo prioritario. El genial Peter Drucker ya decía que «no hay nada más inútil que hacer muy bien aquello que no debería hacerse».
En algún sitio leí que cuando uno tiene la sensación de ir a toda velocidad hacia ninguna parte, puede que haya llegado el momento de plantearse muchas cuestiones, algunas de las cuales, probablemente, resulten dolorosas.
Vivir feliz tiene que ver con ser, no con tener. Tampoco con hacer. Simplemente con ser.
Siempre me ha sorprendido que haya tanto cenizo y tan poco entusiasta, muchas personas pesimistas y negativas y muy pocas optimistas y positivas. El entusiasmo no es algo genético, es un hábito que puede desarrollarse, los genes pueden predisponer, pero al final es una forma de gestionar los pensamientos ante las circunstancias. No es «lo que te pasa», es «cómo reaccionas ante lo que te pasa», y esta forma de reaccionar la decidimos cada uno de nosotros. ¿Cómo ser más entusiasta? Primera opción: esperar que las circunstancias sean favorables, a que la vida nos sonría; ésta es la opción de los mediocres. Segunda opción: aprender a pensar sano, a gestionar los pensamientos, a elegir los positivos y eliminar los negativos. Aquí apunto propósitos que se pueden poner en práctica a partir de hoy:
El gran objetivo en esta vida es luchar cada día para ser mejor persona y ayudar a los demás, ésa es la única manera de tener una vida plena y gratificante.
¡Disfruta! Disfruta con todo lo que haces, con el trabajo, con el estudio, conduciendo, jugando a tenis, en una reunión, caminando, en el metro, ¡con todo! Si no disfrutas con lo que haces, déjalo, vete, intenta cambiar de trabajo, haz todo lo que esté en tus manos para hacer lo que te apasiona; si no lo haces, no te quejes. Lance Armstrong tiene una frase genial: «Lo que diferencia a los campeones de los que no lo son es que los segundos intentan divertirse con aquello que les apetece y los primeros se divierten con lo que deben hacer». A mí también me gusta otra que no sé de quién es: «El truco no consiste en hacer lo que te gusta, sino en que te guste lo que haces».
¡Sé agradecido! No valoramos lo que tenemos; muchas veces no sabemos lo privilegiados que somos. Ve a visitar un hospital, entra, siéntate diez minutos en una sala de espera y cuando salgas te darás cuenta de lo afortunado que eres. Levántate por la mañana y piensa en tres cosas por las que tienes que dar gracias a Dios, ¡te levantarás alegre!
¡No te quejes! La vida está llena de llorones, de quejicas. ¿Algo no te gusta? ¡Cámbialo!, ¿no puedes?, serenidad y céntrate en algo que sí dependa de ti; no te quejes, ni critiques y aléjate de los cenizos, ¡son contagiosos!, y el mérito está en hacer lo que toca pero con buena cara, no llorando.
¡Ponte ilusiones! No vivimos de pasado ni de presente, vivimos de cara al futuro; si no tienes ilusiones estás muerto. ¡Póntelas!, ¡búscatelas! ¿Qué te hace ilusión? ¡Hazlo! Compra un buen libro, organiza una cena con tus amistades, vete un fin de semana a un lugar que te apasione, juega con niños, escucha sus divertidas conversaciones… Vete a pasear por un bosque; pasear por la naturaleza es fantástico. Aprende a pasear, a disfrutar de la naturaleza, pasea con calma, sin prisa, no lleves tus preocupaciones contigo. Sé consciente, aprende a prestar una total atención al paisaje, los sonidos y los olores.
¡Ayuda a los demás! No hay nada que llene tanto como ayudar y hacer favores a los demás. Muchas personas necesitan ayuda. Dedica tiempo, es el regalo más preciado porque es lo que más valoramos.
¡Reparte alegría! Desarrolla el sentido del humor. Somos bombillas con patas, y hay bombillas que van a 30.000 vatios y bombillas que van fundidas. ¿Qué hay mejor que hacer felices a los dem...

Índice

  1. Portadilla
  2. Créditos
  3. Dedicatoria
  4. Cita
  5. Contenido
  6. Prólogo de David Vila
  7. Introducción
  8. Agradecimientos
  9. 1. Resumen para estresados e impacientes
  10. 2. Bombillas con patas
  11. 3. Los chusqueros saben; los «cracks» hacen
  12. 4. ¡Es la actitud, merluzo!
  13. 5. ¡Personas fantásticas, hábitos fantásticos!
  14. 6. Tienes la actitud que quieres
  15. 7. Ser grande, una manera de ser
  16. 8. Pollos sin cabeza
  17. 9. Las 5 «p» de la vida
  18. 10. El lado oscuro
  19. 11. Crisis de caras
  20. 12. Haz como si, hasta que lo seas
  21. 13. Aprender a ser optimista
  22. 14. Ser agradecido
  23. 15. Ponerse ilusiones
  24. 16. Sentido del humor
  25. 17. Refranes y aforismos
  26. 18. Escribe cartas
  27. 19. Bultos peludos con patas
  28. 20. Carlos, el maître
  29. 21. Aprende a escuchar, ¡melón!
  30. 22. Alcohol y agua. El valor de la humildad
  31. 23. El chute de un elogio sincero
  32. 24. Vivir con conciencia plena
  33. 25. El efecto de Bach al piano
  34. 26. Liderar; cuatro pautas para no ser un melón
  35. 27. Gimnasia mental
  36. 28. Sumar minutos fantásticos
  37. 29. ¿Para qué te ha servido leer este libro?
  38. La opinión del lector