Meditando el management… y la vida

Ventura Ruperti

• Editorial: Plataforma
• Año: 2012
• ISBN:
  9788415577805
• Categoría: Negocios y empresa
• Categoría: Liderazgo

"Algunos libros son como faros, brújulas o como la estrella polar: iluminan, orientan, sitúan y tienen la extraña capacidad de actuar como referente y guía. (…) Otros libros actúan como sólidos cimientos o como puntos de apoyo de grandes palancas para el cambio. (…) También existen libros sumamente necesarios en caso de contingencia, de modo que bien podrían formar parte de un botiquín. (…) Incluso hay libros que son como un bálsamo, como una caricia. (…) Finalmente encontramos aquellos libros que generan una adicción amable como la caricia al ser amado, el olor del pan, el juego con el cachorro, la brisa del mar, el tacto de la hierba, el primer trago de cerveza o el buen café. (…) Pero es francamente difícil que en un solo libro converjan todas esas propiedades. Y eso es precisamente lo que ocurre con Meditando el Management... y la Vida. Su lectura atrapa necesariamente porque combina profundidad con pasión, lucidez con ternura, rigor con amenidad, practicidad con la mejor filosofía. Porque Meditando el Management... y la Vida no es sólo una amable invitación a la meditación; es sobre todo una propuesta para la acción necesaria y útil cargada de reflexiones excelentes, inteligentes y sumamente prácticas." Del prólogo de Álex Rovira

1. Viaje de regreso

«Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas.»

HODDING CARTER

«El mundo está lleno de buenas máximas; sólo falta aplicarlas.»

PASCAL

Vivimos en un mundo profesional ajetreado, que se mueve bruscamente y, al hacerlo, no se anda con rodeos. Es un mundo agresivo, complejo, sutil y al tiempo tosco, algo ingrato y que, además, cambia muy deprisa y sin avisar.

Pero estamos en él porque queremos estar, porque básicamente nos gusta, aunque eso no signifique que forzosamente tenga que gustarnos en su totalidad o no debamos plantear cambios allí donde los requiera. De manera que no podemos quedarnos al margen; hay que saber entenderlo, preverlo, conducirlo, aprovecharlo y, finalmente, en lo posible, mejorarlo.

Es curioso lo difícil que es no dudar. Pero ahí, en esa dificultad, reside probablemente la riqueza, el potencial. Sólo los necios no dudan nunca, porque la ausencia de duda confirma la incapacidad de escuchar, el desprecio por el otro.

Sin embargo, limitarse a dudar y no hacer nada por avanzar es la más evidente señal de puro antiaerodinamismo. No resulta práctico. Y para convivir hace falta ser práctico, sobre todo por respeto. El mundo, la vida y las personas alrededor (lo que se viene llamando «el prójimo») merecen respeto y movimiento. Pero no un movimiento cualquiera sino inteligente, en una dirección que tenga sentido, aunque sea un sentido propio y distinto.

Sólo con auténtica sabiduría podemos esperar alcanzar razonablemente lo que nos hará mejores profesionales y, también, mejores personas; probablemente más aptos para la felicidad.

Aprender a gestionar es, también, aprender a vivir. Vivir, en su mejor sentido, es gestionar el tiempo, la inteligencia y los demás recursos, que nunca han sido infinitos.

No podemos engañarnos en este punto. Se supone que hacemos todo lo que hacemos para ser felices. A nuestra manera, claro. Pero felices al fin y al cabo.

Y si no lo somos, porque nuestra profesión se nos ha colgado de la espalda y nos pesa más de la cuenta, es que está engordando a nuestra costa, nos parasita, nos resta fuerzas, nos oprime y, por encima de todo, nos deja un mal sabor de boca; un sabor de desasosiego y de infelicidad, con un rastro interminable de dudas personales sobre nuestra finalidad en la vida, el camino que hemos de seguir y las cosas que son realmente importantes.

«No se debe imitar a uno solo, aunque sea el más sabio.»

SÉNECA

Sabemos que no somos los primeros en plantear estas cuestiones; ésta es una buena señal. En realidad, la vida siempre ha sido un desafío para el ser humano, se vea por donde se vea. Que no seamos los primeros en buscar una solución es, simple y llanamente, una cuestión cronológica. No importa; puestos a reflexionar, es una gran ventaja. Los que estuvieron aquí antes nos han dejado muchas pistas y buenas pautas.

Las citas, los textos, los pensamientos a los que se recurre a lo largo del libro ponen de manifiesto que ya ha habido muchas personas antes que han tenido las mismas inquietudes, las mismas dudas, similares preocupaciones, y, precisamente por ello, nos han anticipado magníficas reflexiones y nos han dejado para siempre unas propuestas y unos consejos que no podemos dejar desatendidos. Sería un bárbaro derroche desaprovechar tanta y tan privilegiada materia gris, cuyo legado está a nuestra disposición para aplicarlo en nuestras propias vidas.

La intención es recoger y utilizar una parte de lo que ellos ya descubrieron sobre los problemas (suyos y nuestros), hace muchos siglos o ayer mismo, y aderezarlo con nuestras propias conjeturas y propuestas.

Se trata de conseguir sólo una cosa: encauzar las mejores palabras de las mejores personas hacia las mejores intenciones. Se trata de añadir sólo las palabras necesarias para que actúen como hitos en el camino. Iluminar zonas por las que es del todo preciso navegar, como faros en la noche, señales luminosas en la pista de aterrizaje o bengalas en la montaña, teniendo por objetivo común ofrecer luz y orientación en la oscuridad.

Porque dirigir se interpreta demasiadas veces como un oficio nocturno; demasiado a menudo se realiza en horas oscuras, angustiosas. Y pocas manos amigas hay que en esos momentos quieran o sepan ofrecer un poco de luz como referencia.

Dirigir puede resultar, efectivamente, un oficio nocturno, pero no debería ser así. El mundo es cada vez más complejo porque existe demasiada información, porque somos cada vez más individualistas, pero también porque, en el orden laboral, muchas empresas son de un tamaño que se escapa a cualquier timón. Volvamos a dimensiones más centradas en el ser humano; volvamos a la raíz de nuestra humanidad, a la base de nuestro avance como especie.

El objetivo es ofrecer a las personas que ejercen funciones directivas y de liderazgo –‌ya sea en empresas o corporaciones privadas, instituciones públicas u organizaciones de naturaleza no lucrativa–‌ un elemento reactivo que catalice con fuerza la reflexión sobre el ser humano y las facetas del mismo que más impactan en el desarrollo y avance de las organizaciones, para que al marcar la dirección a seguir y poner los medios para hacerlo, el directivo vigorice no sólo la organización, sino también a las personas que en ella colaboran y se fortalezca a sí mismo, en el amplio marco que le brinda ser antes una persona que un profesional.

Porque la clave está, finalmente, en los hombres y mujeres que se relacionan e interactúan con sus organizaciones, independientemente de los diversos roles que tengan asignados.

«El hombre tiene más de mono que de ángel y carece de títulos para envanecerse y engreírse.
Se imponen, pues, la piedad y la tolerancia.»

RAMÓN Y CAJAL

A esta visión de la gestión en nuestro momento y entorno nos ha parecido oportuno llamarla antroponomía. Y enfrentados a la necesidad de otorgarle una definición, puede resultar aceptable entenderla como enfoque empresarial que sitúa a las personas por encima de otras consideraciones, generando una actitud directiva cuya prioridad se centra en el desarrollo humano y profesional de los colaboradores, induciendo, con ello, la obtención del resto de legítimos objetivos empresariales.

Abrir un espacio de reflexión con la exposición de un concepto inédito no está exento de riesgos. Pero ha pesado más el deseo de dar forma y cuerpo al conjunto de cuestiones que, a nuestro juicio, ha de llevar implícita una auténtica gestión antroponómica en la que hay que mezclar con buena mano y equilibrado corazón los ingredientes humanos y económicos que vertebran nuestra sociedad y que, adecuadamente condimentados, pueden ofrecer un excelente plato en la mesa común, para evitar que pueda atragantarse la sociedad del siglo XXI.

No hay empresa o institución que tenga el más mínimo significado o importancia si no es a través de su interacción con las personas. No hay empresa si no existen proveedores, clientes, empleados, accionistas, sociedad. No sirven para nada un montón de mesas, lápices, ordenadores, productos, máquinas, almacenes, existencias, archivos, si detrás no hay personas que les otorguen su razón de ser.

Toda organización, desde un pequeño grupo de amigos hasta el más grande de los imperios, está orientada al ser humano; no es nada sin él.

Y pensando en seres humanos, es imprescindible volver a tomar conciencia de que es el alma el lugar donde reside la extraordinaria fuerza interior de las personas. Tratar de conocerla y entenderla es el único camino que nos llevará a un nuevo crecimiento, un paso adelante. Ése es el núcleo central del enfoque antroponómico.

Hay quienes dicen que no estamos ante una época de cambios sino, más bien, ante un cambio de época, en el que la espiritualidad se abre paso en todos los ámbitos y las personas tienen cada vez más claro que no deben existir diferencias fundamentales entre sus sentimientos, valores o motivaciones y sus actuaciones, ya sean privadas o profesionales.

La clave para interpretar lo que todos estamos diciendo cuando hablamos de «mayor calidad de vida» es exactamente ésta. Todo tiende a ser una sola cosa; el ámbito laboral y el ámbito personal se aúnan progresivamente y todo el mundo desea sentirse bien en cualquiera de ellos, porque las fronteras entre ambos se disipan y, en la actualidad, ya casi nadie está dispuesto a pasar las muchas horas diarias que el trabajo requiere, soportando un estado semipermanente de...