Enciclopedia del cuerpo
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Enciclopedia del cuerpo

Guía de las funciones psicomotrices del sistema muscular

Lisbeth Marcher, Sonja Fich

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Guía de las funciones psicomotrices del sistema muscular

Lisbeth Marcher, Sonja Fich

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Información del libro

En este libro se presenta un sistema curativo innovador que examina las interacciones que en el cuerpo se desarrollan entre los elementos psicológicos y emocionales y los músculos específicos. Mediante descripciones detalladas de 154 músculos y sus tejidos afines, las autoras muestran el modo en que ciertas respuestas ante los acontecimientos de la vida terminan unidos y conectados con nuestros patrones de movimiento. Asimismo, se aportan instrucciones básicas para trazar mapas corporales, un procedimiento manual consistente en la palpación y registro de la respuesta de los músculos para identificar con precisión aspectos psicológicos subyacentes. Esta obra es una fuente valiosísima para psicoterapeutas, fisioterapeutas y otros profesionales de la salud y de la psicología somática.

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Información

Editorial
Paidotribo
Año
2013
ISBN
9788499104171
Categoría
Medicina
Categoría
Anatomía
Definiciones usadas en el Sistema de la Dinámica Corporal
Nos gustaría explicar por qué hemos elegido conceptos específicos y cómo los definimos.
Relación de reciprocidad
Definimos relación de reciprocidad como la estrechísima conexión entre dos o más personas; esto también requiere que cada persona mantenga su individualidad en esa relación. En una vinculación basada en la relación de reciprocidad, los compañeros aportan verbal y/o no verbalmente sus experiencias y emociones; son conscientes de sus diferencias y las aceptan, y llegan juntos a un nuevo nivel en el que cada persona adquiere nuevos conocimientos sobre sí misma y sobre el otro. Además de moldear un nuevo aprendizaje para todas las personas implicadas, la relación de reciprocidad se expande como ondas concéntricas en el agua a medida que las personas implicadas revelan su nuevo conocimiento a otras en nuevos contactos, etc.
La relación de reciprocidad también existe a un nivel más global: hay conocimientos profundos innatos sobre cómo la vida en la tierra es un proceso de interacción con todos, y a pesar de las diferencias, como las que existen entre un mosquito y un elefante, todas las formas de vida dependen de esa coexistencia, que ofrece una experiencia de la interacción global con todos.
La parte espiritual de la relación de reciprocidad se acerca a esta descripción, pero también implica la interacción con el inconsciente colectivo y con lo que llamamos energía espiritual-energía vital o Yo Superior.
Dignidad
Usamos el término dignidad para describir las sensaciones y sentimientos internos de una persona respecto a sus propios valores y ética, cuando los respeta y vive de acuerdo con ellos. La dignidad también implica la sincera aceptación de ciertos compromisos, acciones y derechos.
En el diccionario de la lengua danesa se describe dignidad con una cita de Immanuel Kant (1724-1804): «No es lo que pensamos sino lo que somos en nuestro fuero interno lo que nos concede verdadera dignidad humana» (Krarup, 1996, 9). La dignidad implica autenticidad de la persona y suele conducir al desarrollo de uno mismo. La dignidad nos urge a reconocernos y desarrollarnos, lo cual se produce en nuestras relaciones e interacciones con otras personas.
El Yo
A pesar de nuestra conectividad con la escuela cultural-histórica de la teoría de la psicología del desarrollo, fundada por los psicólogos soviéticos, hemos optado por usar la palabra Ego, voz griega que significa «Yo» y, por tanto, no exclusiva de Freud, Jung o cualquier otro. No hemos optado por la palabra Uno mismo, porque, por experiencia propia, a menudo se utiliza de forma muy vaga y no establece un límite claro respecto al Yo superior, y tal vez resulte confuso con el concepto de núcleo interno de alma-energía. Al dar clases en inglés en Estados Unidos, hemos experimentado que el efecto de la palabra Ego es tan poderosa en los sistemas de codificación como Jeg («Yo») en Escandinavia.
El Yo es una combinación de la estructura de la personalidad y las funciones del Yo.
El Ello
El Ello es la parte de la persona que se activa en situaciones de supervivencia, donde las acciones tienen que sucederse con más rapidez de lo que el Yo es capaz con el fin de que uno sobreviva, para que la especie sobreviva, o para que la persona sepa afrontar una gran intensidad de energía. Las acciones del Ello dependen del instinto, de los sistemas reflejos, de las destrezas y conocimientos automáticos, además del código genético, así como de combinaciones de dos o más destrezas automáticas que no implican pensamiento alguno. Esto significa que puedes crear nuevas destrezas sin pensar (ver también M. H. Brantbjerg et al., 2006).
Una definición según el retardo de medio segundo de Libet
Benjamín Libet fue el primero en examinar y describir el retardo de 0,55 segundos que se produce entre un impulso generador de una acción y la acción consciente que resulta del impulso. Libet afirma que la «Conciencia no puede iniciar una acción, pero puede decidir que no se lleve a efecto», ya que la «percepción de la voluntad consciente para realizar el acto se manifiesta sólo 0,15-0,2 segundos antes del acto» (Norretranders, 1999, 231-250).
James Clark Maxwell examina la teoría de Libet en el mismo libro (Norretranders 1999, 251-278). Maxwell cree que hay una instancia superior, que nuestro organismo activa cuando hay que tomar decisiones y ejecutarlas tan rápidamente que no hay tiempo para usar el Yo con sus retardos, y cree que el Ello se encuentra más allá del Yo.
En el Sistema de la Dinámica Corporal creemos en esta teoría y hemos documentado cómo una persona, sobre todo en situaciones de shock, estrés o experiencias extremas, actúa con tanta rapidez y competencia que a menudo oímos a nuestros clientes decir «no sabía que pudiera hacer esto».
Sabemos que en situaciones de shock, estrés o experiencias extremas los procesos de pensamiento «normales» del Yo son anulados por funciones y factores neurológicos, y más adelante por otras sustancias, tal como una producción excesiva de hormonas del estrés, y posiblemente por otros factores. También sabemos por nuestro trabajo práctico que es dificilísimo que el Yo acepte que hay una instancia superior al mismo Yo.
El Yo Superior
El Yo Superior es la parte de la persona que asume la responsabilidad cuando el Ello no puede asumirla ni actuar. Algunos autores han descrito ese proceso como «disociación», mientras que otros afirman que la persona «sale del cuerpo». Lo importante es que este estado del ser ofrece nueva información del inconsciente colectivo y de otros niveles de conciencia más espirituales.
Este estado del ser concede al Ello un breve reposo –una isla de tranquilidad en medio de un estrés intenso– y, por tanto, ofrece un nuevo conocimiento y un nuevo poder, transformando la experiencia general en algo que solemos llamar «espiritual». La espiritualidad está profundamente conectada con el cuerpo mientras estamos vivos.
Códigos y codificación
En el Sistema de la Dinámica Corporal hablamos de códigos abiertos, códigos cerrados y códigos inexplorados. Estos códigos se establecen en la infancia. Los sistemas de codificación se configuran por interacciones y relaciones entre los niños y los adultos, y entre los niños entre sí.
Códigos abiertos
Los códigos abiertos se conforman cuando un niño en una edad relevante se relaciona con los padres u otras personas significativas de modo que tenga una comunicación y contacto óptimos. De este modo, el niño recibe e integra el reto, el respaldo, la adecuación y la dirección que permiten que aprenda el tema. Como resultado, el niño accede a un nuevo nivel de desarrollo a partir del cual podrá seguir experimentando con el mismo contacto u otros nuevos. Es decir, los códigos abiertos construyen cimientos sólidos para establecer contactos y para los niveles superiores de desarrollo.
Códigos cerrados
Los códigos cerrados se forman cuando un niño en una edad relevante se relaciona con los padres (u otras personas significativas) mediante contactos poco óptimos. El niño se niega en banda a explorar el potencial de la situación y, por tanto, impide toda nueva exploración que le conduzca a un nuevo nivel de aprendizaje y desarrollo. Es decir, los códigos cerrados establecen unos cimientos débiles para establecer contactos y acceder a niveles superiores de desarrollo.
Códigos inexplorados
En la vida de una persona son capacidades potenciales que han permanecido latentes porque no fueron el objetivo de ninguna situación o contacto, por lo que no se aprendieron óptimamente (como sucede con los códigos abiertos) ni se interrumpieron (como con los códigos cerrados). Cualquiera de ellas podría aprenderse o negarse en el futuro, por ejemplo, aprender a pescar, convivir con animales, mantener debates filosóficos, etcétera.
Improntas
Configuramos una especie de sistema de codificación en el Ello y el Yo superior, aunque los códigos configurados a esos niveles implican grandes cantidades de hormonas del estrés. Para acceder a dichos códigos, necesitamos crear un marco de intensa energía similar. Como esos códigos hiperenergéticos emergen de distinta forma que los códigos de desarrollo, y como tenemos que acceder a ellos de distinta forma, los llamamos improntas para distinguirlos de los códigos de desarrollo más habituales.
Músculos hiperreactivos
Cuando tiramos de un músculo con los dedos en la dirección de sus fibras –como hacemos en el trazado de mapas corporales– y el músculo responde con una fuerza involuntaria de retracción más rápida y fuerte que la tracción inicial, decimos que ese músculo es hiperreactivo.
Para la mano que palpa, un músculo hiperreactivo será como una banda elástica en tensión que reacciona con fuerza cuando se estira. La fuerza y la velocidad de la retracción serán mayores que la fuerza y velocidad aplicadas mientras se estira el músculo. En la función motriz habitual, los músculos hiperreactivos retienen el contenido psicomotor e impiden su expresión.
Músculos hiporreactivos
Cuando ejercemos tracción sobre un músculo con los dedos en la dirección de sus fibras –como hacemos en el trazado de los mapas corporales– y el músculo responde con una retracción voluntaria más débil y lenta que la tracción ejercida, decimos que el músculo es hiporreactivo.
Para la mano que palpa, un músculo hiporreactivo será como una banda elástica que ha perdido su naturaleza, de modo que, cuando la estiramos, no se retrae totalmente. La fuerza, velocidad y distancia de la retracción serán menores que las que aplicó la mano al estirar el músculo. En la función motriz regular, los músculos hiporreactivos se retraen del impulso psicológico, por lo que –en efecto– su expresión se difumina y desaparece.
Tensión
Usamos la palabra tensión para describir un músculo que parece estar contrayéndose a pesar de que la persona no lo hace voluntariamente.
Sistemas de tensión
La hiper o hiporrespuesta de los músculos se aprecia en las personas en forma de sistemas de tensión, que comprenden grupos de músculos situados en distintas partes del cuerpo que se mantienen tensos aunque la persona haya relajado el cuerpo voluntariamente. 1
Personalidad
En el sentido original de la palabra griega, carácter es la marca que dejamos cuando arañamos o ponemos un sello a un objeto, como una moneda o una pieza de cerámica, para distinguirla de otros objetos parecidos. Se convierte en codificación de cierta estructura, y esto es exactamente de lo que estamos tratando. En tiempos más recientes se han usado las palabras carácter y personalidad para describir las peculiaridades personales, las cualidades que caracterizan a cierta persona. Igualmente, el material psicomotor queda codificado en el cerebro y arraiga en los músculos, de modo que se desarrollen patrones psicológicos de la conducta en rasgos corporales y estructuras específicos, y en patrones vitales concretos, y viceversa.
Estructura de la personalidad
Somos totalmente conscientes de que los términos personalidad y estructura de la personalidad se han usado en distintos sistemas psicológicos, que a menudo han implicado que la personalidad y sus estructuras son fijas e inmutables. Asumiendo el riesgo de ser comparado con otros sistemas, nos hemos atrevido a volver al sentido original de la palabra y a usarlo.
Definimos las estructuras de la personalidad como series de códigos experimentados por las personas a edades específicas que se almacenan en el cerebro formando patrones de conducta específicos, normas y estados mentales. La codificación de la estructura de la personalidad se encarna en los músculos de un modo que nos permite observar si los códigos son cerrados o abiertos.
El Sistema de la Dinámica Corporal considera que toda codificación e improntas pueden cambiar mediante las muy distintas situaciones que influyen en el ser humano que se ve expuesto a ellas. Cambiamos involuntariamente, a menudo sin pensar en ello. Pasa a diario y está relacionado con el respaldo y los retos a los que nos enfrentamos durante el contacto con colegas, amigos, compañeros, niños, etc. El cambio también puede ocurrir mediante otros procesos más estructurados cuyo objetivo es el desarrollo personal, como la psicoterapia.
Función del Yo
Este concepto abarca temas vitales que discurren verticalmente por todos los períodos de la vida. Comprende las funciones aprendidas que el Yo puede usar, codificadas mediante procesos de socialización y matizadas por las distintas estructuras de la personalidad.
Formación del Yo mediante los elementos de codificación
El Sistema de la Dinámica Corporal se funda en un conocimiento uniforme del desarrollo humano, la función psicomotriz y la propiocepción. Este conocimiento se aplica en la psicoterapia para adultos y también como medio para respaldar el desarrollo en la infancia.
Creemos que los seres humanos se caracterizan por presentar una urgencia innata por desarrollarse y que el Yo se forma mediante procesos surgidos de esa urgencia, junto con un movimiento sutil constante y un equilibrio entre dos principios fundamentales que llamamos relación de reciprocidad y dignidad. Creemos que es mediante el contacto en las relaciones e interacciones con los demás como desarrollamos nuestra individualidad. También creemos que ese contacto tiene que ser de tal calidad que tanto los individuos como todos los implicados den algo de sí mismos en el contacto y adquieran algo con él. Esto queda ilustrado muy bien en estos versos:
En realidad toda vida está relacionada.
Todos los hombres están presos en una red ineludible
de dependencias, vestidos con la misma prenda del destino.
Lo que afecta a uno directamente afecta a todos indirectamente. Nunca podré ser lo que debería ser hasta que tú seas lo que deberías ser.
Y tú no podrás ser lo que deberías ser
hasta que yo sea lo que debería ser.
Ésta es la estructura de la realidad que nos une.2
Creemos que los procesos que conforman la personalidad humana comienzan antes del nacimiento y prosiguen de por vida. A medida que el niño crece y llega a la adolescencia, cada nivel de edad representa una ventana por la que el niño explora y aprende nuevos códigos cognitivos, afectivos y conductuales –sistemas de codificación– que son particulares para esa edad y a menudo únicos para ella. Lev Vygotsky (1978) describió un principio similar que él llamó «zona proximal más cercana para el desarrollo»; sin embargo, no describió ninguna conexión con el cuerpo.
El proceso del desarrollo motor se produce al mismo tiempo. En cada edad el niño integra nuevos músculos o porciones de los músculos en sus funciones motrices voluntarias, que es como desarrolla los nuevos patrones de movimiento que son apropiados para esa edad. Esta correlación de la función motriz y psicológica implica que, en efecto, los sistemas de codificación que comprenden el desarrollo psicológico están enraizados en el cuerpo.
Creemos que es mediante las relaciones y la interacción con otros como desarrollamos el Yo. Siempre que probamos algo nuevo, se desarrollan estructuras en el cerebro que se convierten en codificaciones después de haber probado muchas veces. En las codificaciones integramos la situación global y no sólo algunos elementos. La codificación ocurre en contacto con otras personas, y se forma en el niño un conocimiento básico de «quién soy», «cómo siento», «cómo voy a actuar» y más conocimientos sobre «el otro» y sus acciones. De este modo podemos esbozar la hipótesis de que el aprendizaje de quién o cómo es el Yo ocurre mediante la experiencia del Yo en las interacciones. Algunas codificaciones se crean cuando el niño está solo y en contacto con la fuerza de la gravedad y experimenta nuevos movimientos o nuevas actividades como la pintura o el juego.
Esta comprensión se compara con un concepto propuesto por Maja Lisina (1989, 2728), quien escribió que «el desarrollo de la imagen del Yo y las imágenes de otras personas depende del grado máximo que la comunicación con otras per...

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